Partida Rol por web

Tras haber solventado el ligero problema del transporte, permitiendo Tiffany que Isaiah viajase en su coche, comienzan la ruta por carretera hacia Troy Hills. Los tres coches viajan a una velocidad moderada al no existir, en principio, ningún motivo para llegar con urgencia a su destino. Una vez en el lugar, una pequeña localidad pintoresca y bastante bien comunicada gracias a las dos autopistas que convergen cerca, se afanan en buscar el 616 Tory Medows Road. Moviéndose en coche y gracias a los carteles indicativos con los nombres de las calles, no tardan en dar con el lugar.

El estudio de Starker se encuentra situado a las afueras de la ciudad, en un entorno de clase media. Es una casita de dos plantas reformada para adaptarse a las nuevas ideas artísticas del pintor. Según algunas publicaciones, también funciona como una pequeña galería en la que expone sus propios trabajos y su colección privada. En el porche de la casa, cuya puerta puede verse claramente cerrada, hay dos sillones de columpio y una mesita. Sobre ella hay un refresco que quizá haya sido abandonado allí por el propio Christian Starker.

Pero lo que hace que el grupo se piense si deberían acercarse más o no, es una furgoneta negra, grande, aparcada en las inmediaciones y que parece totalmente fuera de lugar en esa casa del extrarradio. Su aspecto cuadro, serio y ominoso la hacen destacar macabramente como una ametralladora colocada en medio de una sacristía. Los cristales están convenientemente tintados, haciendo imposible poder percibir si hay alguien en su interior o no. Y es en ese mismo instante cuando Isaiah Green habla a su compañera de trayecto mientras sus ojos se han desplazado hacia arriba, poniéndolos en blanco.

—Percibo la muerte… —murmura—. En esa casa está la muerte.

Ni que decir tiene que tu Personaje no es consciente de nada de lo que acaba de suceder, ya que ha ocurrido encontrándote en trance.

-Pues -respondí a Isaiah- con ese coche de funeraria estacionado en la puerta, no me extrañaría. Mejor me estaciono a un par de calles por si acaso.

Dejamos mi auto en un lugar lo suficientemente distreto y nos reunimos con el resto del grupo para decidir qué hacer.

El viaje fue bastante tranquilo, vamos que no hubo ninguna incidencia que resaltar. Cuando por fin llegamos tuvimos que hartarnos de paciencia para encontrar la dirección, ya que no se encontraba en el pueblo sino a las afueras de éste. Por fin logramos identificar la casa, una pequeña edificación de dos plantas con jardín. 

Voy conduciendo tras el coche de Tiffany, así que, cuando pasa por delante también me fijo en la furgoneta negra que hay en su interior, con las lunas tintadas. Me llama la atención porque no es el vehículo que identificarías con el pintor, más bien parece que fuera de alguien distinto. Sea como fuere, la paparazzi aparca más adelante, quizás por eso de mantener la discreción. No me parece tan mala idea y aparco fuera de la visión de la furgoneta y de la casa, tampoco necesariamente al lado de su vehículo.

Me acerco a ellos - he visto una furgoneta oscura dentro, muy extraña.

Parpadea y sacude la cabeza, le ha parecido que decía algo pero no recordaba nada.

- ¿Una furgoneta negra? -Mira entonces a través de la ventanilla del coche y a lo lejos la ve-. Sí, qué extraño. Parece una de ésas de las películas de espías. Bueno ¿qué tal el viaje? ¿Entramos en la casa? ¿Llamamos?

- Podemos dar una vuelta a la manzana para ver qué hay y si vemos a Starker - era lo que se hacía en las investigaciones, no? primero observar y luego, cuando todo está bien, ir por la puerta principal y comprobar que todo está bien.

La furgoneta no me causó una buena impresión, máxime cuando Isaiah aludió a las películas de espías, aquel vehículo desentonaba mucho ¿qué relación lo vincularía con el pintor? 

- También podemos dividirnos... unos por delante y otros por detrás, en caso de que hubiera otro acceso y quisiéramos despistar a "los espías"

Pensé que me había perdido buscando el estudio de Starker pero por fin divisé el coche de Tiffany y detrás de él el de la doctora. Me extrañó comprobar que se alejaban de la casa de dos plantas del artista pero, al fijarme mejor en los alrededores, entendí que aquella furgoneta negra de cristales tintados tendría algo que ver. Al fin y al cabo la paparazzi ya se había mostrado un tanto paranoica cuando nos encontrábamos en comisaría.

—Puede ser la policía vigilando la casa —comenté, una vez me reuní con mis nuevos compañeros.

Me daba cuenta que, si de verdad se trataba de la policía controlando la zona, la desaparición de Starker debía ser un asunto muy importante y que quizás tuviera más ramificaciones de las que yo pudiera llegar a imaginar. Si lo pensaba fríamente no había duda que la desaparición del artista y lo sucedido en el muelle tenía relación.

—Dividirnos me parece buena idea. Así podremos llamar menos la atención.

Los tres conductores abandonan sus respectivos coches a una distancia prudencial del estudio de Starker y, uno a uno, se reúnen a cierta distancia. Tras una breve deliberación, parece imponerse la idea de dividir el grupo en dos para rodear la casa y averiguar todo lo que se pueda. Quizá, de haber tenido la ocasión de pensar en ello, habrían recordado que dividir a los protagonistas nunca da buen resultado en una película de terror. Por fortuna, la vida no es una película y, en caso de serlo, nadie es consciente de estar actuando en ella. Según empiezan a aproximarse, se escucha un sonido fuerte de motor por el lado opuesto de la carretera por el que han llegado al estudio de Starker.

Un coche de la marca Volvo, de color rojo y sin un solo arañazo en su chapa, aparca al lado de la furgoneta negra. Ni el coche ni la furgoneta llevan una matrícula legible. De alguna manera es como si todo aquél que las mirase supiera que hay algo escrito, pero fueran incapaces de descifrar el qué. Las letras, los números, los signos de las chapas son familiares, pero como en un sueño, ininteligibles. Ninguno de los cuatro comenta nada al respecto por el momento. El conductor de la furgoneta baja de la misma. Se trata de un hombre con una gabardina oscura y gafas de sol, muy parecido a la persona que se encontraba en el muelle de Central Park. Cuando se baja el conductor del auto, su aspecto es el mismo que el de su compañero.

Intercambian sus lugares, por lo que resulta muy obvio que están realizando una función de vigilancia del estudio. El coche rojo arranca de nuevo y se aleja en la misma dirección por la que ha llegado el vehículo.

Fui con Liam mientras Isaiah y Tiffany hacían lo propio, había que evitar los ojos curiosos de quien estuviera dentro de la furgoneta negra. Estábamos buscando el lugar más fácil para sortear la valla exterior cuando vimos aparecer aquel flamante coche rojo

- Parece que tenemos compañía -dos tipos igual de vestidos: el de la furgo y el del coche-. Me atrevería a decir que se están intercambiando la información -todo correcto porque el tipo del coche rojo parece escuchar las noticias que le da el otro y se va por donde había venido.

- ¿Entramos? -había que buscar si alguna de aquellas ventanas no se encontraba cerrada o si tenía algún acceso libre de miradas para poder acceder al interior.

-Tal vez deberíamos aprovechar el próximo cambio de guardia -dije haciendo el famoso gestito de comillas al pronunciar la palabra guardia-. Así sería más difícil que nos vieran entrar.

En compañía de la doctora me puse a buscar alguna entrada a la casa que no fuera visible para los de la furgoneta. No sabía quienes podían ser sus ocupantes pero lo que tenía claro era que no me interesaba que nos descubrieran. Pero mis pasos se detuvieron al igual que lo hizo un coche frente a aquella oscura y misteriosa furgoneta. Me quedé observando lo que sucedía y no pude evitar cierto pasmo al ver que los ocupantes que ahora intercambiaban puestos se asemejaban bastante al loco del embarcadero.

Aquella situación me estaba resultando muy extraña y desde luego tenía que reconocer que pinta de policías no tenían. Con esfuerzo intenté leer las matrículas para tener algo con lo que inciiar una investigación, pero estaba claro que debía hacer una urgente visita al oculista pues los años no perdonaban y empezaba a perder la vista. Todo lo veía borroso.

—No sabemos cada cuanto tiempo hacen esos cambios —contesté a la propuesta de Tiffany, aún estremecido ante lo que me parecieron figuras demasiado parecidas al asesino que nos había citado en el parque—. Si queremos entrar deberemos buscar un punto desde el que no nos puedan ver. Aunque también podríamos intentar alguna distracción, algo que les hiciera perder el interés en la casa durante unos minutos. Los justos para poder colarnos dentro.

- Sí, podríamos llamar a la policía haciéndonos pasar por Starker y denunciar que hay una furgoneta con gente armada dentro y seguro que mandan una patrulla -la cosa era alejarlos de allí o tener la distracción perfecta para poder acceder sin que nos vigilaran o fueran detrás- aunque también podríamos dar una vuelta a la manzana -sin que nos vieran- para ver si hay algún acceso no vigilado por detrás.

-La policía podría estar involucrada -dije negando con la cabeza- Estamos solos en esto. La idea de una distracción, sinembargo, me parece buena. La cuestión es: ¿Cómo distraemos a esta gente?

- También podemos encargar una pizza... para los ocupantes de esa furgoneta - seguramente cuando la pretenda servir, los desoriente o establezca conversación con ellos, el momento justo para entrar - quien dice una pizza dice comida rápida.

Isaiah Green se acerca al grupo, sorprendiendo a todos ellos. ¿En qué momento se había marchado? Trae una sonrisa picarona en el rostro y un tic nervioso en el ojo izquierdo. Parece evidente que trae buenas noticias y no puede aguardar para contárselas a sus compañeros.

—He ido en una carrera a la parte de detrás y tiene una cerradura muy sencilla —comenta mientras busca en sus bolsillos con ahínco un juego de llaves y ganzúas—. Podemos entrar a registrar la casa y buscar información del tipo ese. Seguro que tiene un despacho o algo así de gente importante en la planta de arriba. ¿Vamos?

-Pues... si no te han visto -dije dubitativa- podemos intentarlo.

El hombretón sonríe toscamente, feliz de que su intento de buscar una puerta trasera haya salido bien. Sabe que les será útil sus habilidades abriendo puertas ajenas, algo muy necesario para poder sobrevivir en las calles de una ciudad cada vez más cruel con aquellos que no pueden soportar el implacable ritmo que impone el sistema.

—Bien, ¿y a qué esperamos? —pregunta con entusiasmo—. No es que me muera por entrar, si saben lo que quiero decir, pero cuanto antes empecemos, antes terminaremos, digo yo. ¿Vamos a la puerta trasera?

Había estado escuchando con atención las sugerencias de mis compañeras sin darme cuenta de la desaparición de Isaiah. Intentaba evaluar cuál sería el mejor plan de actuación que pudiéramos llevar a cabo si queríamos entrar en la casa.

Pero una vez más fue el viejo el que me sorprendió con la solución. Me lo quedé mirando un instante asintiendo con la cabeza. No dejaba de ser un allanamiento de morada que nos traería muchos más problemas que soluciones si nos pillaban, pero a esas alturas y después de lo que habíamos presenciado era lo único que se me ocurría.

—Vayamos entonces —dije, mientras comenzaba a dirigirme a la puerta trasera—. Espero que esos tipos, sean quienes sean, no nos descubran. No me gustaría que la policía nos pillara asaltando una casa.

Una historia que había comenzado con la llegada a Urgencias de un indigente maltratado por un grupo de canallas que no supieron elegir a su víctima, ya que esta se defendió, acabó en una extraña reunión. En medio de ella, un niño entró llamando al mendigo «profeta» y entregándole una nota avisando que sus vidas estaban en peligro. Dicha nota los llevó a Central Park, donde se encontraron con un individuo que no era Christian Starker y que trató de asesinarlos con un arma antigua de las legiones romanas. Decidieron que el siguiente punto a investigar, tras pasar un rato en comisaría, era el estudio de Christian Starker Allí podrían averiguar cosas acerca de él, quizá su paradero o incluso encontrarle o, cuando menos, averiguar su dirección en la ciudad. Frente al estudio de Starker monta guardia una furgoneta negra con los cristales tintados y, justo cuando están discutiendo cómo despistarlos, Isaiah les da una sorpresa. Ha ido a la parte posterior de la casa y puede abrirla con sus habilidades callejeras. Rápidamente el grupo parece animado a intentar entrar por esa puerta posterior en lugar de la principal.

Caminando por la acera, lentamente y tratando de permanecer fuera del vigilante o vigilantes de la furgoneta, el grupo se acerca al lateral oeste de la casa. No está adosada a ninguna otra y existe un estrecho camino entre los dos números de la calle, lo que les permite desaparecer rápidamente de la vista. Llegan a la parte trasera de la casa y, para sorpresa de todos, no tienen ningún muro o parapeto que la separe del exterior. El muro lateral, sencillamente, deja de estar. Como si hubiesen interrumpido su construcción repentinamente por falta de presupuesto (lo que no parece ser el caso viendo la preciosidad de estudio que Starker se ha hecho construir). Todos se acercan rápidamente a la puerta trasera mientras Isaiah saca el manojo de llaves con las ganzúas que ha mostrado hace unos minutos.

—No me dedico a esto, no vayan a pensar mal —dice a modo de excusa mientras se afana en encontrar el punto exacto de conexión de los dientecitos de la cerradura—. Pero cuando está en la calle aprende de todo y tiene que saber hacer de todo, ¿saben?

Casi ni ha acabado la frase cuando se escucha el sonido de un vehículo cerrando rápidamente y con fuerza unas puertas. Sin duda, se trata de la furgoneta negra de la puerta frontal. ¿Cómo es posible que hayan podido descubrir su presencia? ¿Hay alguna cámara de vigilancia instalada que ha pasado desapercibida o se trata de otra cosa?

Casi no hay tiempo para reaccionar…

-Creo que ya nos notaron -dije al escuchar el sonido de puertas cerrándose- Tendremos que entrar lo antes posible y dejar a alguien vigilando la puerta mientras los demás inspeccionan. Sólo espero que no estén armados.