La cantina de la Aruná os hace recordar al clasico comedor de una base militar, la unica diferencia es que contiene varias ventanas que dan al exterior, al espacio. Tiene capacidad de unas 100-150 persona sin estar apretujadas. La comida tambien recuerda a una base militar, son 3 menus pre establecidos pudiendo hacer pocos cambios en ellos, la cantidad esta bastante controlada y teneis que pasar vuestra identificacion para coger la comida.

Dispone de una zona de "bar" donde las bebidas no alcholicas estan limitadas a 2 diarias, exepto el cafe o te que hay la opcion de 3 diarias, no son acumulables, y todos habeis sido informados de que esta prohibido el intercambio, la venta o el comercio con los recursos. Tambien hay bebidas alcholicas a 1 por persona solo el dia que se libra. Menos la cerveza que hay 3 semanalmente y puede ser cualquier dia siempre que no se este de servicio o guardia.

Una zona anexa hay la zona comuna ( hay varias por la nave mas pequeñas y mas concretas) son salas para distraerse, hay salas para leer (con lectores con base de datos infinitos, aunque muchos se llevan los datos en sus pantallas propias a sus camarotes) , mirar la television (una base de datos pacticamente infinita), juegos de todo tipo y la mayor parte de distracciones legales que puede tener en una base militar.

Entro en la cantina, buscanso a alguien. Cuando la encuentro, me dirijo hacia la soctora Johnson. Aún hay cosas que decir.

En el interdictor.

Su abrazo me pilla con el pie cambiado, pero pronto reacciono y la estrecho entre mis brazos. Se siente bien, caliente, agradable. El contacto físico no es algo que suela tener.

Cuando te sueltas de mi mano parece como si quisiera perseguirla, pero no lo hago. Me ha gustado hablar contigo, mebhe sentido más cómoda de lo que recuerdo haber estado con nadie.

Lo que dice de mi padre me hace asentir. Eso me dijo antes de salir.

En la Aruna.

La busco, quiero seguir hablando con ella. ¿De qué? No sé... algo pensaré.

Me cuesta un poco pero por fin la encuentro. Hola Aren digo con uba voz suave al acercarme. ¿Puedo sentarme? añado, señalando la silla frente a ella.

Aun confundido, poco a poco recupero la compostura. Veo por la ventana de la nave, y noto  que no  ya estamos ya en el sistema solar, y solo logro ver la oscuridad del universo acompañada de estrellas.

Un hermoso paisaje....

Un sentimiento de miedo pero felicidad corre en mi estomago o tal ves solo sea hambre. Me voy al bar en la búsqueda de mi Líder de escuadrón.

Tras la llegada les conceden tiempo libre a la tripulación, por lo que Tayley no lo duda ni un instante. Después de una misión tan aburrida como esta necesita desconectar un poco.

- Chicos, si me necesitáis para algo estaré en la cantina.- Les dijo como despedida.

Se separa de los demás y toma rumbo a la cantina. Cuando llega observa el ambiente y se dirige a por una cerveza.

Galen había terminado de revisar un par de sistemas informáticos que parecían tener algún problema, al final resultaban ser dos pilotos de avisos que estaban funcionando de forma equivocada. Le había llevado varias horas la comprobación y casi le molestaba que no hubiera sido nada. Tras su trabajo recibió un rato de descanso por lo que se acercó a la cantina. No sabía cómo tratar mucho con la gente, siempre parecía más interesado en ver cómo funcionaban las máquinas que había por las zonas comunes que en mirar al resto. Con una limonada en la mano se sienta frente a una de las ventanas por las que se ve el mundo exterior, era maravilloso y tan diferente a los cables que solía ver a diario que lo maravillaba quedarse mirando las estrellas. Estaba relajado y tranquilo, no podía pedir más. 

Me había retirado, al igual que el resto, a la cantina. Un descanso era lo que necesitaba, aunque era consciente de que iba más allá de no hacer nada; se trataba de conseguir ignorar a mi mente y centrarme en todo lo demás. Mi encuentro con Joana había servido para darme cuenta de muchas cosas y continuar pensando... pero de otra manera.

No sabía por qué motivo, pero hablar con ella me había ayudado más de lo que esperaba.

Así que entré en la cantina, pedí una copa de helado de chocolate y mientras me lo tomaba, continué dándole vueltas.

Su último comentario me había demostrado que también ella podía necesitar a alguien con quien hablar sobre nuestros pensamientos, pero sobre todo, eran las emociones lo que deseábamos compartir.

Me ha gustado hablar contigo...

... me he sentido más cómoda de lo que recuerdo haber estado con nadie...

Mientras recordaba aquellas dos frases, no podía evitar sonreír como una tonta. Me sentía como una adolescente ante una primer cita. ¿Había sido eso, una... primera cita? No, no podía ser. Estaba equivocada. Quizás mi mente me estaba volviendo a hacer una mala pasada porque lo que necesitaba en aquella nave era una amiga, no una... ni pensarlo siquiera. No era posible. 

Aren Johnson, estás mal de la cabeza. Tienes que empezar a pensar con claridad y averiguar qué es lo que quieres de verdad.

Y en medio de todo aquel laberinto de ideas, una voz suave y melodiosa sonó a mi lado.

Hola Aren. ¿Puedo sentarme?

-Eh... ah, Joana, ¡claro que puedes sentarte! -le dije, exageradamente animosa y de nuevo sintiendo como enrojecía completamente -. P-precisamente estaba pensando en ti... quiero decir, que me estaba acordando de lo que habíamos estado hablando.

Uffff.

-¡Es... tan complicado encontrar a alguien con quien poder hacerlo... hablar, quiero decir!

Mierda.

Definitivamente, era una bocazas. "Señorita Bocazas" valía también para mí. Pero cuando la miré a los ojos y vi que sonreía, me relajé. Joana puede que fuese una soldado, pero ella también me necesitaba, o eso parecía, y debía quedarme con eso. No solo era agradable poder hablar, de nuestras preocupaciones o los sueños que teníamos, sino también de aquello que nos preocupaba. Su padre había salido en la conversaciones y era más que evidente que era la persona más importante para ella.

Inspiré profundamente para lograr tranquilizarme y cuando lo hice, volví a sonreirle y coloqué una mano sobre la suya.

-Me alegra que estés aquí. No sé por qué pero consigues que me sienta... más tranquila y optimista -le dije al final.

Me siento mirando con curiosidad. ¿Por qué se ha puesto así de roja? ¿Por mi? Dice que estaba pensando en nuestra charla. ¿Y si no pensaba sólo en eso?

Me siento y siento su mano sobre la mía. Se siente el contacto agradable. Ni yo misma sé por qué, pero muevo mi mano de forma que nuestros dedos quedan entrelazados. ¿Por qué hago esto? No está bien.

No se me da bien hablar con la gente. Suelen malinterpretarme. Me ven seria, estricta, y por más que intento muchos no me ven como más que un robot. Pero tú me has escuchado, y comprendido. Contigo siento que puedo abrirme, sin temor a que me malinterpretes o me veas como alguien sin sentimientos. Siento que contigo puedo relajarme.

Agacho un poco la cabeza, sin soltar la mano, como si necesitase su calor para sentirme más fuerte. Gracias digo, con un leve suspiro.

Joana no pareció percatarse de mi estúpido comportamiento o si lo hizo, desde luego, supo dejarlo pasar. Menos mal, suspiré mentalmente, porque no habría sido capaz de explicarlo.

Pero cuando me devolvió aquel signo de complicidad uniendo su mano a la mía... hasta me costó tragar la saliva que tenía en la boca. Era... muy extraño. Me sentía bien, pero aquella situación había logrado poner mi corazón al máximo de revoluciones. ¿Podría oírlo ella? Porque latía rápido y fuerte, como si fuese a salirse de mi pecho. Esperaba que no se disparase, como relataba Melville en Moby Dick. Yo no era Ahab, no odiaba a nadie, pero quizás por un motivo diferente, acabase disparándolo sin darme cuenta.

Joana reconoció que tampoco ella hablaba mucho con los demás. Lo sabía; sabía que necesitaba a alguien, igual que yo.

-No tienes p-por que darlas. Creo que lo importante es que podamos ha-hablar entre nosotras. Y yo no te veo seria, la verdad. Bueno, a lo mejor un poco sí, pero eso da lo mismo. Y-yo misma soy... bueno, siempre me han dicho que me faltaba decidirme y hablar claramente de las cosas, así que te entiendo. Quiero decir, que todos tenemos una parte externa, que es nuestra manera de tratar con los demás y otra interior, que únicamente usamos con una persona.

Mieeeeerda, pero qué estás diciendo, Aren. 

-M-me refiero, por supuesto, a que por lo que sea, tu y yo hemos conseguido conectar porque hemos conseguido atravesar la parte exterior y llegar al interior. Somos... más de lo que se ve, ¿verdad? Todos lo somos, claro, pero... a mí me parece que tú necesitas a una amiga y yo... también. Así que no se te ocurra h-huir de mí. Sé que soy rara y todo eso, pero nadie más que tú entiende como me siento. Tengo... tanto miedo de que esto sea un fracaso. Al menos ahora sé que no estoy sola. Me había sentido sola... hasta que hablamos. En ese momento... dejé de estarlo.

Vuelvo a poner esa mueca que cada vez parece nenos una mueca y más una sonrisa. ¿Y por qué habría de huir devti? Nunca he huido de nada, quizá alguna vez me di la vuelta y avancé hacia el otro lado pero huir nunca.

Afirmo, contenta aunque quizá no sepa exoresarlo. Estar en una nave con desconocidos es duro. No quiero imaginar en los primeros años cuando se pasaban meses o incluso años encerrados en sitios no más grandes que las cápsulas de salvamento. Pero, aunque ahora hay más sitio, una puede sentirse igual de sola. Me añegra haber encontrado una amiga tan pronto. Y, por primera vez, mi cara no muestra un amago de sonrisa, sino una aiténtica y radiante.

Una vez supervisado el apagado de los sistemas de la Interdictor, e intercambiada información con los de Mantenimiento, Arymo puede ya dar por terminado su trabajo, de momento; ahora corresponde al personal del hangar encargarse de la nave que tan bien se ha comportado.

Relajado, va hacia la cantina. La mayoría del grupo ha ido ya confluyendo hacia allí, y nada más entrar, pide un té con hielo, para poder saborearlo y disfrutar de unos momentos de paz... pero con el soniquete de las conversaciones cruzadas de fondo, es complicado considerar este oasis como un remanso de paz, de modo que, encoje los hombros, y decide acercarse al área en que se ha ido situando el resto de la gente de la Interdictor.

Se sienta en una banqueta, y espera a ver el baile de relaciones sociales que se producen "en tierra", entre gente que lleva poco de compañeros

Llego a la cantina, acabamos de volver de una misión y he decidido que, por si tenemos que volver a salir y no estar de guardia, me merezco una cerveza.

Me paro frente a la puerta y miro a mi alrededor, se me hace curioso, los pocos que estamos allí estamos bastante desperdigados. Camino con paso lento, decidiendo a donde ir. Había cambiado mi ropa por unos vaqueros y una camiseta escotada, dejando mi bata atrás. También había soltado mi pelo que caía juguetón con algunas ondulaciones, quería dar una imagen clara: No estoy trabajando y no soy psicóloga, a llorar te vas a Jerusalem.

Quería cerveza y quería de todo menos penas, así que dirigí mis pasos hacia donde estaba Tayley, al que vio sentado con una cerveza en la mano. Me sente a su lado y llame al camarero dando varios golpecitos en la mesa - ¡Camarero! ¡Caña aquí! - Luego miré al compañero. - ¿No es una tragedia que solo tengamos 3 semanales? - Digo haciendo pucheritos en dirección a Tayley.

Me he hizo gracia como dijo que en lugar de huir a lo mejor decidía ir por otro lado, pero también me resultó extraño. Eso, para mí, era huir. Seguramente por eso, mi más que expresiva cara mostró sorpresa y confusión. Pero no duró demasiado, al ver su sonrisa. Cada vez parecía hacerlo con más naturalidad, y también cada vez, me parecía que su rostro se encendía cuando lo hacía.

Sin duda, sabía lo que era estar rodeado de desconocidos y quizás por ese motivo, su actitud era tan optimista. Era verdad que la Aruná no era precisamente pequeña, pero yo ya había estado rodeada de gente y me había sentido igualmente sola. ¿Conclusión? Como ella afirmaba, no dependía tanto del lugar como de la compañía.

-Es cierto. A pesar de todos los que somos, me sentía sola hasta que hablamos. Ahora ya no es así. Yo también me alegro... por haber encontrado una amiga.

Suspiré. 

En verdad, nunca había tenido una amiga. ¿Era eso? ¿Alguien con quien compartir momentos en los que no deseabas estar en otro lado que no fuese con ella? Por Janine también sentía algo similar... y tengo claro que no se trataba de lo mismo. En cualquier caso, me alegraba de estar allí, por primera vez.

-Espero que todo vaya bien. De hecho, he estado pensando incluso en lo apasionante que podría ser explorar todos esos sistemas y lo que podríamos encontrar. Por eso me apunté a esto, para descubrir cosas. Y ahora que tú... bueno, no me importaría quedarme por aquí más tiempo.

No tardó mucho en hacerse con su cerveza para sentarse tranquilamente a disfrutarla sumido en sus pensamientos. En ese momento se acerca Hendav y toma asiento a la vez que pide su cerveza y le recuerda que el racionamiento seguía estando allí para todos.

- Eso es indiscutible Hendav, debería ser un crimen limitarnos la cerveza.- Sonríe mientras levanta su mirada de su cerveza hacia ella.- Aunque seguro que se nos ocurre algo para solucionarlo, eso no lo dudes.- Le guiña un ojo mientras habla y le dedica una sonrisa, quizás con algo de malicia a la vez que piensa en vete a saber que.

La observa durante un momento al darse cuenta de que ya no llevaba su bata blanca.

- Por cierto, menudo cambio de look.- Se ríe ligeramente mientras sigue hablando.- Ya pensaba que ibas a llevar esa bata hasta para dormir jajaja. Si me lo permites así te ves mucho mejor, y si no me lo permites lo siento pero ya lo dije...- Al terminar de hablar no puede evitar volver a reír.

Aunque no se conocieran mucho, sus compañeros ya debían haberse dado cuenta que no iba a perder su sentido del humor fácilmente.

La risa de Tayley se escucha de fondo, resultando incluso un poco molesta. Pero simplemente la ignoro, mientras presto atención a la científica.

Sus palabras finales me hacen mirarla un poco extrañada. ¿Ahora que yo...? Eso suena a que iba a ir por un lado distinto a la amistad.

Pero, ¿y qué pasaría en ese caso? No lo sé, la verdad. De pronto me doy cuenta que llevo un rato callada y me sonrojo un poco. Seguro que todo sale bien. Es solo cuestión de tiempo encontrar puntos de referencias. Y, mientras, podremos explorar todos esos sistemas. Es realmente emocionante, ¿no crees?

Nuestras manos siguen entrelazadas, sin que parezca hacer nada por cortar ese contacto.

Hendav estaba a punto de darle un sorbo a su rubia justo cuando Tayley suelta una tonteria y la hace reír, soltando aire y haciendo que su cerveza haga burbujitas. Tose un par de veces por la risa y tiene que limpiarse la espumilla blanca de la zona del bigote. - Casi me ahogo...si se llega a desperdiciar la cerveza, te estrangulo, jajajaja. Bueno, tendré que agradecerte el cumplido. Gracias guapetón. - Luego te mira escondiendo la sonrisilla detras del vaso - Uso mi disfraz de médica seria para evitar que mis pacientes acaben prendados de mi, pero ahora no hay pacientes, así que pueden quedarse prendados todos los que quieran. - Termina finalizando la frase con una risa de megalómana bastante exagerada.

- Menos mal que solo podemos tomar una, o terminaria sobre una mesa bailando y haciendo el canelo. - Por detrás del hombro de Tayley ve al pobre Arymo, muy solito, bebiendo... aguachirri. - ¡Hey Arymo! ¡Únete a nosotros! Prometemos no estresarte. - Le habla a Jonny en voz baja. - Dile algo tu también, creo que de mi no se fía...

Cuando ve que Hendav casi se atraganta por reírse no pudo evitar que se le escapase una carcajada.

- Tranquila mujer.- Le dice hablando entre risas.- No quieras hacerlo todo a la vez que por muy mujer que seas dudo que consigas beber y reirte a la vez jajaja.- Le da un sorbo a su cerveza antes de continuar hablando.- Yo sólo dije que te ves mejor así que con la bata, no dije que esta te quedase mal. Además, ¿sabes cuanta gente a lo largo de la historia le habrá dado cierto morbo tanto usar como que usen disfraces o uniformes para ciertas intimidades? Yo que tu andaría con ojo no sea que algún paciente...

Desde luego estaba disfrutando la conversación, se estaba divirtiendo y el hecho de reír constantemente lo confirmaba.

- Eso de sólo poder tomar una lo dices tu. ¿Quien te va a impedir tomarte las tres que te tocan de una sentada?- Cuando Hendav llama a Jackson no puede evitar girarse y mirar hacia donde está este. Tras oir el susurro de su compañera no lo dudó ni un segundo.- ¡Eso mismo Jackson! Hace tiempo que descubrí que la soledad quiere estar sola, así que deja a tu soledad ahí esperando a que vuelvas por ella y ven con nosotros, cuantos más seamos mejor lo pasaremos hombre.

Anthond tomó algo para comer, sin mirar mucho de qué se trataba, y se sentó en la mesa donde ya estaban la doctora y el navegante inmersos en una conversación relajada y alegre, y aunque no quería tomar parte en ella, no le rehusaba la distracción.

En el bolso del uniforme tenía un chip con todos los datos que había grabado. Tras haber comido, quería darle a los científicos de aquí, a ver sí podía serles de alguna utilidad. Probablemente no, pero así, habiendo hecho algo, se sentiría mejor.

Juliet pone los ojos en blanco ante la insinuacion de Tayley de conquistar pacientes con fantasias heróticas sobre médicos. - Todos deberíamos tener cuidado, ¿No has escuchado lo de que a las chicas le pirran los tíos de uniforme? - Digo dándole un par de golpecitos con el codo.

Luego veo a Anthond posicionarse sigilosamente en nuestra mesa, sin saludar ni nada, parecía que había conectado el modo radio patio. - Hola Marté, espero que esto no lo grabes... Deja el modo ninja y únete como dios manda. - Digo alzando las cejas - Quid pro quo, chato.

Me recliné un poco hacia atrás observando a todos, era raro que en la situación en la que estábamos, todos parecieran tan "normales", dentro de sus rarezas. - ¿Qué creeis que le están diciendo al Capitán? Me la juego a que quieren que salgamos de nuevo...