Partida Rol por web

Tayley sonríe con picardía ante la insinuación de las chicas que se derriten por un chico en uniforme.

- Eso había oído, ¿por qué crees que me decidí a llevar uniforme?- Mientras habla comienza a hacerse el interesante, exagerando un poco con los gestos y el tono al hablar parodiando a los tipos que intentan ligar así.- ¿Te haces una idea de cuantas chicas han caído bajo mis encantos gracias a este uniforme? Tenga cuidado doctora, no vaya a ser que quiera que pase a menudo por su puesto a hacerme algún chequeo intenso...- Dice mientras le guiña un ojo y se echa a reír.

Mientras Marté se sienta en silencio a nuestra mesa y Hendav lo saluda Tayley le da otro sorbo a su cerveza a la vez que aprovecha para observar por un momento el ambiente en la cantina.

- ¡Hombre Marté! ¿Disfrutando de los lujosos manjares de la Aruná?- Le pregunta irónicamente, la comida precisamente no era uno de los puntos a favor para hacer este viaje.

Cuando Hendav pregunta por el motivo de la reunión del capitán, Tayley expone su propia teoría sin más fundamentos que el simple hecho de que es lo que se le a ocurrido.

- Bueno, seguro que podéis haceros una idea.- Una media sonrisa se le formó cuando comenzó a hablar al levantar la comisura izquierda de los labios.- Los jefazos le pedirán que les dé un informe de situación, el capitán le explicará lo que sabemos, ellos se quedarán desconcertados, luego discutirán sobre que deben hacer y finalmente...- Mira a Hendav expresamente en este momento a la vez que su expresión se torna aún mas alegre y divertida, cualquiera diría que está disfrutando de esto como si fuese un niño con un juguete nuevo.- Finalmente decidirán que somos la mejor opción para explorar el sector, por lo que sí, nos van a volver a mandar ahí fuera una y otra vez, incluso puede que tengamos que salir durante algunos días. Creo que empiezan nuestras vacaciones, bienvenidos al crucero espacial de vuestras vidas.

Cuando termina de hablar, en su rostro se puede ver claramente que, al menos una parte de él, se muere de ganas por volver a salir con la Interdictor.

Me di cuenta de que estábamos todos allí, en la cantina, sin duda relajándonos después de nuestro viaje, pero yo estaba concentrada en mi conversación con Joana, sobre quien tenía puesta toda mi atención. En verdad, no me apetecía hablar con nadie que no fuera ella. De hecho, ojalá estuviéramos solas y no allí, rodeadas de tanto escándalo y tanta gente.

Pero no podía fiarme de mí misma. Sabía que tanto mi mente como mi cuerpo buscaban compañía y no deseaba perder una amiga, la única amiga que bien pudiera ser que consiguiese allí.

Joana me escuchaba con atención y en un momento dado, me pareció que se sonrojaba.

Curioso. Creía que era yo la única que hacía eso. ¿Qué habrá pasado por su cabeza?

Seguro que todo sale bien. Es solo cuestión de tiempo encontrar puntos de referencias. Y, mientras, podremos explorar todos esos sistemas. Es realmente emocionante, ¿no crees?

-Ss-i, si, es muy emocionante. Creo que lo que llevo peor es estar aquí sin hacer nada -respondí, siguiendo sus ojos con los míos y dándome cuenta de que habían descendido para fijarse... en nuestras manos, que continuaban entrelazadas. Al verlas, y darme cuenta de que ambas nos habíamos percatado de ello, nuestras miradas se alzaron a la vez, encontrándose en un espacio indefinido, sentadas a aquella mesa, en mitad de la cantina. El ruido de fondo que parecía estar golpeándonos con fuerza, se desvaneció milagrosamente para mí, como si alguien hubiese colocado una campana amortiguadora o algo similar a mi alrededor, de forma que ella, Joana, era la única persona a quien yo podía oír bien.

Mi mente decía que la soltara; mi cuerpo, con el corazón a toda velocidad, que ni siquiera me atreviera a pensarlo. ¿Qué podía hacer, sino mantener aquella conexión física y espiritual todo el tiempo que pudiera? Pero no iba a hacerlo durante toda la eternidad, eso no podía ser. Además, en el fondo sabía que me estaba inventando las cosas; mis sentimientos, los que estaba empezando a percibir que sentía por Joana, eran solo fruto de la necesidad, estaba segura; era hermosa, dulce debajo de aquel rostro en apariencia duro e implacable, luminosa, a pesar de toda la oscuridad que sin duda habría visto como soldado, y llena de vida, aun habiendo compartido momentos con la muerte. Pero todo eso, aun siendo cierto, no podía significar que ella sintiese por mí más que lo que acabábamos de encontrar, una simple amistad. Además, no quería perderla. ¿Qué haría si la única persona que parecía era capaz de comprenderme, se alejaba?

La tensión de la situación me hizo moverme demasiado deprisa, ponerme en pie con brusquedad y soltar su mano más deprisa de lo que yo deseaba.

-B-bueno, creo que me iré a descansar un rato. Ha sido... un día muy duro y creo que m-me vendrá bien u-una ducha y una siesta -le dije, apartando de mi mente las imágenes que acababan de aparecer en ella, mezcla de mi desbordante imaginación y mis deseos más tontos.

Eres una tonta, Aren Johnson. Confórmate y vete, me dijo una voz en mi cabeza, la de la razón, aquella que solía dejarse llevar por mi falta de optimismo y el exceso de precaución, pero también la que evitaba que un exceso de confianza me hiciese tropezar.

Sí, eso es lo que voy a hacer, le respondí.

Una vez invitado, decide no perder la oportunidad, y se acerca al grupillo que se está formando, aunque cuatro, tal vez, sean multitud...

-Pues no se que decirte...  Explorar por explorar, no tiene demasiado sentido, porque... si buscas es porque quieres encontrar algo, y en este momento nos interesaría encontrar...

Hace un alto, cierra un puño, y empieza a sacar dedos según enumera

-Un sistema con algún planeta habitable óptimo... eso sería le leche; o bien, restos de formas de vida inteligente... digo restos, porque ya dar con vida inteligente viva... me pone los pelos de punta pero sería más importante que descubrir el fuego... Otra cosa interesante de encontrar sería un modo de ubicarnos, y la que creo más posible... catalogar materias primas que puedan hacer falta para la Aruná; en concreto, Rodio y Enduro en estrado bruto. También sería el premio gordo.

Y claro..., bajó la voz...

-... y la más importante... un planeta en que el alcohol etílico en diversas mezclas se presente en estado natural... Si queréis saberlo, yo estoy reservando mis tres cervezas para tomarlas una tras de otra y pillarme un pedete lúcido... Y mientras, tengo que ir perfilando un proyecto de elaboracíón de elaborados en el taller de la Interdictor, pero de momento está en fase teórica.. El caso es,... si alguien encuentra patatas, que me las pase....

Observo su cara, sus festos, su cuerpo. Me parece interesante como puedo fijarme así en una persona, en una mujer, pero no puedo ni quiero dejar de admirarla. ¿Por qué? ¿Es solo porque ha sido la única que se ha parado a escucharne, y me ha ofrecido abiertamente su amustad? ¿O hay algo más?

Nunca he sido una persona que se va por las ramas pero, en este caso, no tengo ni idea de qué hacer. Yo siempre me he interesado por chicos, y no me han faltado. Pero ahora...

Aren rompe mis pensamientos levantándose de golpe y rompiendo el contacto de nuestras manos. La miro, con una mezcla de curiosidad y dudas. Pero, como ella dijo, no ne hecho para atrás. ¿Te acompaño? Yo también debería darme una ducha.

Lo último que me esperaba era que ella diese un paso. En mi mente, considerar la posibilididad de que Joana quisiera algo de mí, aparte de amistad, entraba dentro de lo improbable, sobre todo porque la Doctora Aren Johnson, científica de renombre, no hacía más que negar esa posibilidad una vez tras otra para que Aren Johnson, mujer, no se hiciese ilusiones.

Pero su respuesta fue diferente.

Eran demasiadas pistas, demasiadas cosas que me hacían pensar en que pdíamos estar juntas de otra manera.

-C-claro, vamos si quieres -le dije, respirando más fuerte de lo normal sin darme cuenta y esbozando una sonrisa involuntaria pero esperanzada. Después de todo, ¿acaso no podía tener el pack completo?

Di la vuelta alrededor de la mesa hasta situarme a su lado, la miré fijamente durante unos segundos (¿... o fueron horas?) y acto seguido, iniciamos la salida de la cantina, juntas.

Mi mano se movió involuntariamente para coger la suya, pero cuando sentí el roce de su piel, simplemente, la devolví a su lugar, pegada a mi cuerpo. Aún estaba en esa fase de no estar segura de nada... mientras lo esperaba todo.

Había estado hablando con Joana más tiempo del que pensaba, pero al final, no había perdido el tiempo. Cuanto más tiempo pasaba a su lado, mejor me sentía. 

Así que tras ponerme en pie, ambas nos dirigimos hacia la salida de la cantina. 

Solo el tiempo respondería a todas las preguntas que rondaban por mi cabeza y resolvería cuantas dudas circulaban por ella.

Me dirijo a la salida junto a la científica. Mi paso, normalmente rápido y decidido, se torna en uno más lento, como si quisiera disfrutar de un paseo. Me giro un momento a ver a nuestros otros compañeros y abandono la cantina con ella.

Siento como su mano me acaricia levemente la mía y un estremecimiento me recorre entera. Pero ella es mujer, ¿por qué me siento tan bien, y a la vez tan vulnerable, con ella?

Alargo la mano. No pienso, no quiero pensar, solo actuo. Busco la suya para entrelazar nuestros dedos, como hicimos en la cantina. No la miro, me moriría de vergüenza si lo hiciera, pero siento que necesito su contacto.

Caminamos despacio hacia las habitaciones. Estoy nerviosa, con el corazón latiendo a mil por hora. Ni enfrentada a cien soldados enemigos estaría tan nerviosa. Busco un momento en que estemos a solas y, sin atreverme a mirarla, me lanzo a la piscina a ver si hay agua o me estrello contra el fondo. Me gustas, Aren, y no solo como amiga. Pero nunca me había atraído una mujer, y me siento extraña por ello.

Juliet se percata de la salida de sus dos compañeras de "crucero". - ¡Ey chicos! - Dice llamando la atención de los tres chicos a su alrededor - Lo de destilar alcohol de las patatas, lo veo, pero tengo algo mas importante que preguntar. A la porra la Interdictor, los planetas y los aliens.... ¿Creeis que Johnson y Bakins están liadas? - Pregunta con una gran sonrisa.

Luego echa su melena hacia atrás, se termina la cerveza de un trago bien largo y añade. - Si ellas estuvieran juntas, significaria que soy la única chica disponible de la Interdictor. - Dice aguantandose la risa y moviendo las cejas. Finalmente no puede aguantar y estalla a carcajadas. - Jajajajaja, las cosas que se me ocurren oye... - Dice sacando la lengua.

Siempre me ha parecido fascinante la forma en la cual funciona el corazón, que a menudo ve cosas que no somos capaces de percibir con la fría lógica de nuestro cerebro o la descripción que hace un conjunto de palabras. Muchas veces me he detenido a leer una frase o el párrafo de una novela, y he dejado que fuesen mis emociones quienes actuasen de guía.

Y así era como lo iba a hacer entonces.

Caminamos como dos desconocidas, pero cuando sus dedos volvieron a entrelazarse con los míos, a pesar de que ninguna de las dos nos miramos, ambas supimos que acabábamos de traspasar el momento que tanto esperábamos. Allí y en aquel instante, supe que entre ambas ya solo había un camino posible, ya terminase bien o mal, fuese correcto o incorrecto, eran nuestros sentimientos quienes estaban dando aquel paso, nuestros corazones, y no nuestras mentes.

Me gustas, Aren, y no solo como amiga. Pero nunca me había atraído una mujer, y me siento extraña por ello.

Me lo dijo sin tapujos, deteniéndose cuando aún no habíamos llegado a nuestras cabinas y echándome a un lado, hacia la pared, sin dejar de mirarme ni tampoco soltarme la mano.

Pero yo sí que la solté.

Sin apartar la mirada, elevé una mano para retirar un pequeño mechón rubio que caía sobre sus ojos y acariciar a continuación su mejilla. Mi mano se deslizó en descenso, hasta recorrer la piel de todo su rostro.

-Eres hermosa, Joana Bakins, y yo siento lo mismo. Solo cierra los ojos y déjame que te lo demuestre. Cuando sientas mis caricias, te aseguro que lo único que podrás ver será lo mucho que me gustas y no si soy mujer o no, porque al final, es eso lo único que importa y en estos momentos, no podría imaginarme estar con alguien que no fueses tú.

Solo cerré los ojos cuando estuve lo suficientemente cerca como para que mis labios tocasen los suyos, y lo hice lentamente, permitiendo que se diese cuenta de lo que iba a hacer. Cuando los sentí, la humedad y suavidad de sus labios me hicieron olvidar en dónde estábamos. Los presioné tan solo ligeramente, con ternura, y separándolos lo suficiente como para poder aspirar su aliento y disfrutar de la calidez de su boca. Después me moví un poco, aumentando la fuerza, empujada por la confianza tras no haber sido rechazada y el deseo que sentía en mi interior, mientras deslizaba mis manos a su alrededor para abrazarla y atraerla hacia mí.

Su sabor era delicioso, pero no tanto como el aroma que desprendía.

Cuando me separé, nuestros labios estaban húmedos y mis ojos no podían apartarse de los suyos. Ahora solo había una cosa que deseara: estar con ella.

-Eres un sol -le dije, cogiendo su mano y tirando de ella hacia nuestras habitaciones -. Ven.

Estoy a escasos centímetros de ella, mirando su cara, sus labios. Escucho sus palabras y veo como se acerca mientras millones de mariposas revolotean en mi estómago. Cierro los ojos y solo me dejo llevar por su beso, sujetando su cintura primero y abrazándola después para sentir nuestros cuerpos pegados, como si fueran solo uno.

Al separarnos tengo la respiración agitada, como si hubiera corrido una maratón. Siento los latidos de mi corazón desbocado en mis oídos. Su sabor se ha grabado en mi mente y, de algún modo, sé que no se irá.

Sujeto su mano y la sigo, nerviosa y algo excitada. Llegamos frente a su cuarto y, simplemente, la sigo.

“No estoy grabando nada, y tampoco sé si están liadas las dos. Más bien lo dudo”, dice Anthond tras haber masticado un buen rato la comida todo menos exquisita que la cocina de la Aruna ofrece, pero que se toma, como tantas cosas, con el sentido práctico: llena la boca, llena el estómago, nutre, y basta. Acaba de responder con una sonrisa algo débil al comentario de Tayley sobre los manjares que les preparan aquí.

“Pero si fuera así, estaría feliz para las dos. Descuida, Juliet, tú también encontrarás tu media naranja.”

Anthond tiene una manera de llamar a veces a sus compañeras por sus nombres de pila que podría ser insinuante si, de personalidad, no fuera un hombre tan poco insinuante.

“En cuanto a lo que van a decir al capitán… creo que tenéis razón. Nos tocarán a nosotros las salidas hacia el territorio desconocido. O incluso un viaje.”

Me sentía segura y confiada, por vez primera desde que me había despertado en aquella nave, tras la hibernación. Cuando embarqué, Janine ni siquiera fue a despedirme; ya lo habíamos hecho antes y ambas sabíamos que sería la última vez que nos veríamos. Fue una despedida triste y sin sentido, que en realidad ya había tenido lugar el día en el que le dije que me marchaba.

Cuando pensaba en ella, no lo hacía con compromiso, sino con la sensación de que estaba simplemente dejándome arrastrar para no estar sola; a pesar de estar rodeada de posibilidades, de compañeras sonrientes y llenas de ánimo, y de conocer los lugares exactos en donde podría encontrar a alguien para no dormir sola, preferí la comodidad de alguien que trabajaba cerca de mí. Pero siempre había pensado que significaba mucho más de lo que yo quería reconocer y desde que todo aquel lío había empezado, la idea de que había escogido mal no quedándome con ella, había rondado por mi cabeza…

… todo el tiempo… hasta ese momento.

La sencillez de hablar desde el corazón, poder entrelazar nuestros dedos y mirarnos a los ojos, e incluso su inseguridad a la hora de determinar las razones por las cuales se sentía atraída por mí, me había llenado mucho más que cualquier otra mujer hasta el momento. También en aquella nave había muchas mujeres, pero solo había hablado con una, solo una me había ido a buscar a la cantina y ella, y nadie más que ella, me había dicho que sentía algo por mí.

Y mucho antes de que lo hiciese, mi propia mente me había puesto piedras en el camino para que tropezase y cayese, metafóricamente hablando, y reconociese que aquella soldado, aquella chica de ojos azules que a todo el mundo le parecía excesivamente seria, a mí me atraía como nadie más.

Así que en el preciso momento en el que se cerró la puerta detrás de nosotras, y el silencio absoluto nos rodeó, creando la sensación de que éramos las dos únicas personas que existían allí, en ese universo, en ese preciso instante, supe que no solo íbamos a estar juntas, a recorrer nuestros cuerpos con caricias y besos y dejar que nuestros suspiros creasen una brisa que nos cubriese completamente de placer, sino que además, conseguiríamos tranquilizar nuestros corazones, encontrando justamente lo que necesitábamos: un alma afín.

No quería soltar su mano, así que simplemente, giré sobre mis talones hasta colocarme frente a ella, y volví a besarla, esta vez con mayor seguridad y por tanto, determinación, saboreando el suave labio inferior que exploraba los míos y disfrutando del leve contacto entre nuestros pechos, aun cubiertos por ropa, pero que sin duda dentro de poco, podríamos sentir directamente.

-¿Sabes qué? Una vez leí que cada persona tenemos un sabor diferente para cada uno, y que depende tanto de las sustancias qué producimos como de las capacidades sensitivas de quien lo saborea. En mi caso, tus labios saben a… ¿canela? –le dije, riéndome, volviendo a besarla, con mayor fuerza si cabía, mientras mis dedos se entrelazaban en su cabello, y dejando que esta vez mi boca, hambrienta, necesitada, reclamase toda su atención y que mi lengua se apoderara de la suya.

Sentía la magnitud de mi deseo procedente de lo más hondo, encendiendo el fuego en mi interior, y casi en el mismo momento, sentí una punzada de pánico. ¿Y si aquello era solo pasajero? ¿Y si el fuego que me abrasaba se extinguía con la misma celeridad que había aparecido? ¿Cómo sería entonces la sensación de soledad? ¿Insoportable?

Fue un momento en el cual, sin darme cuenta, me estremecí y me quedé completamente paralizada.

Pero solo se trató de un instante. Rápidamente, me recompuse al ver sus hermosos ojos y reparar en ellos como si fuese la primera vez que los  veía, dejando que me inundaran cual marea cubriendo la misma tierra que en otro momento, había dejado al descubierto. La marea, sin duda, estaba subiendo, y yo deseaba, necesitaba, ser cubierta por ella.

De alguna manera me las ingenié para introducir una mano por debajo de su ropa y la sensación de calidez de su piel, el calor de su cuerpo, me lanzó a una vorágine de deseo casi imposible de detener. En un segundo, pasé de estar conteniéndome a moverme sinuosamente sobre ella, dejando que mis manos hiciesen lo indecible por acercarla todavía más a mí, rodeando su cintura con una pierna y deseando que el tiempo se acelerase y detuviese a la vez en aquella tortuosa pero excitante lucha.

Con la boca abierta, jadeante, empecé a quitarle la ropa de manera apresurada, de cualquier manera en realidad, sin apartar completamente mis labios de los suyos, procurando no alejarme de su aliento y lanzándome una vez tras otra sobre ella.

Y lo mejor de todo es que no se trataba únicamente de desesperación, sino de ansia por sentirla a mi lado, de deseo porque su piel y la mía se moviesen juntas, y poder acariciar cada milímetro de su cuerpo, explorarlo, y saciar el deseo que sentía por ella y que cada vez identificaba con mayor facilidad como proveniente de algún lugar en mi pecho, de mi corazón, que palpitaba siguiendo un ritmo que hasta entonces no había conocido: el suyo.

-Creo... que estoy un poco... loca... -conseguí decir, deteniéndome un segundo nada más para recuperarme -, pero estoy segura de que es por ti, y no creas que lo digo simplemente porque estás aquí, sino porque... te has abierto a mí. 

En ese momento, mis ojos la recorrieron de abajo a arriba y definitivamente, la abracé y besé, y tiré de ella, mientras hacía todo lo posible por desnudarla y desnudarme yo también.

Tayley se encontraba mirando fijamente hacia la salida de la cantina cuando sus compañeras salían de ella, incluso unos segundos después seguía con la mirada perdida en la misma dirección a la vez que escuchaba a sus compañeros de mesa charlar.

- Bueno, dudo que esas dos estén liadas, como mucho se estarán conociendo.- Empieza a decir mientras vuelve su atención de nuevo a sus compañeros.- Y lo que exploremos o dejemos de explorar la verdad... sea más o menos útil ahora mismo no me preocupa demasiado. La cuestión es salir ahí fuera y ver que nos rodea.

Se acomoda en la silla y mira a jackson antes de continuar hablando.

- Así que planeas hacer un alambique...- Le comenta divertido.- No pensé que fueras de los que se saltan las reglas Jackson jajaja.

Le da un nuevo sorbo a su cerveza mientras piensa que debería beber algo más lento para poder disfrutarla más.

- En fin chicos, cambiando un poco de tema. ¿Qué os hizo decidiros por veniros a este "magnífico crucero de placer"?

Y al fín la incómoda pregunta... ¿Como gaitas habían acabado allí?

-...oh!, no te creas... el consumo de alcohol en la Aruná está racionado, pero... no se ha dicho nada del consumo en la Interdictor... ahí fuera, es otra nave, otras reglas... Y a fín de cuentas... no deja de ser un experimento de química básica, para obtener materiales medianamente útiles a partir de matarias primas...

Va a seguir divagando, pero... para qué,... escurrir el bulto no sirve de nada, así que,... a responder a la fatídica pregunta...

-Por una mujer... estoy aquí por una mujer... en concreto, por mi ex..., que no la deseo nada, pero ojalá esté sufriendo un resfriado mezclado con diarrea en estos momentos... Un mal divorcio, muchas sesiones de psicólogo para salir del pozo, y una puerta que se abrió, la de esta nave, para ir a no se donde, pero lejos de ella, de mi ex-casa, de mi ex-entorno, y de mi ex-perra, que es casi lo que más echo de menos... Digamos que me he ido al otro lado del Universo para reconstruirme.

...

-Demonios... ahora entendéis por qué necesito ese aguardiente de patata, o de lo que sea, cualquier cosa menos eso que llaman cerveza. Seguro que es de esa marca que ha sobrevivido por siglos y nadie sabe como... "Cruzcampo"

...-"joder, me han hecho recordar... me va a tocar un buen rato de mantras para reequilibrar los chakras..."

Entro con ella en su cuarto, mientras mi corazón desbocado. Me siento nerviosa, excitada, ansiosa, temerosa... todo un cúmulo de sensaciones que me abruman. Pero, por encima de todo, me siento vulnerable. Como si una sola palabra suya fuese suficiente para destrozarme.

Pero esa sensación que he odiado siempre, ahora me encanta. Es de ella, es por ella que me siento así. Algunas veces escuché comentarios que decían que era lesbiana. Más de uno se llevó un labio partido por ello. Quizá tenían razón, porque deseo a la científica con cada fibra de mi ser.

Sus labios se estrellan con los mios en una continua sucesión de guerras de lenguas que buscan imponerse una a la otra. Sus manos bajo mi ropa me provocan un escalofrío e intento colar las mías bajo las suyas, con deseo y un poco de miedo que me lleva a temblar un poco.

Yo siempre había sido ordenada con mi ropa, incluso estando con otra persona. Ahora la ropa vuela sin orden ni control, mientras nos besamos y abrazamos, deseosas, ansiosas por probar el cuerpo de la otra.

Cuando entrais en la habitacion de Aren, durante el momento que ella te mete mano debajo de la ropa te acuerdas de que todos los camarotes tienen un cierre fisico y manual para cerrarla por dentro, asi que la activas. Por suerte no hay nadie en el interior a parte de vosotras dos...a saber a que hora terminara el turno la 4 ocupante, pero Juliet podria venir en cualquier momento.

Se queda unos minutos pensativo, tras la parrafada que ha soltado... quizá no debería haberlo hecho... pero también el psicólogo le dijo que se abriera y tal.... maldito cabrón... acudió a él porque era un amigo y confiaba... esperaba que él le ayudase a recomponerse... y luego va y se entera de que es otro... sí, OTRO, de los que se estaban tirando a su mujer cuando él estaba pasando períodos en el espacio...

Lleva el té con hielo, o lo que sea que es eso, a la barra, y tras una indicación al barman, vuelve a donde está el grupo, pero esta vez, con una de las cervezas de su ración en la mano... No le emborrachará, no le hará olvidar, pero no le matará...

-Ahora contanos vuestras penas, que ya sabéis las mías...