Partida Rol por web

Zaina dejó la linterna a Kate para que la iluminará mientras hacía "cosas malas". La niña ya había comenzado a manipular la cerradura con una horquilla cuando Siobhan comenzó a hablar. Aquello la desconcentró un poquito, pero no dijo nada. En realidad, que la mirasen ya la desconcentraba. Lo que no entendía la gitana era que la puerta de la entrada al hospital fuese mucho más fácil de abrir que aquella. ¡Eso no indicaba nada bueno! ¿La puerta principal se abría sin demasiado problema y esta ofrecía resistencia? Tenía que haber algo gordo...

–Espera Siob...casí está...¡jo! Esta cerradura es más rara que la de la entrada. ¿Por qué lo protegerán más? ¡No tiene sentido!– Zaina parecía nerviosa. Si la cerradura hubiese sido del tipo antiguo, Mehi habría podido entrar por ella, pero aquello era muy pequeño,incluso para la pequeña hadita. Entonces una idea pasó por su cabeza y, sacando una carta al azar de la baraja del tarot, se ayudó de ella para empujar el pestillo mientras manipulaba el mecanismo. Cuando terminó, la niña miró a ver que carta era.

Cuando la cerradura hizo aquél clic característico que indicaba que se había abierto, Zaina sintió un gran alivio. Al menos su esfuerzo había servido para algo. La carta que había utilizado era curiosamente la de la Torre, ¿qué habría dicho la vieja Mirza sobre aquello?

Se levantó y abrió la puerta despacio. La habitación que había detrás de ella estaba tan oscura como el pasillo, pero cuando la enfocaron con la linterna, el grupo pudo ver que se trataba de un cuarto con muchos armarios pequeños de plástico fijados en la pared. Había también muchos cables y enchufes... pero nada que pareciese un archivo. Aquello tenía pinta de ser la sala técnica de los teléfonos o algo similar.

Mientras tanto, Siobhan se había adelantado para ver qué ponía en las demás puertas. Las dos siguientes también tenían letreros, y en la de la izquierda decía "Res. Biotóxicos - PELIGRO". Tenía además un símbolo muy raro pintado debajo, como si fueran tres círculos truncados encima de un cuarto. No era un símbolo demasiado bonito...

En el rótulo de la puerta de la derecha ponía una sola palabra, algo difícil de leer ya que el letrero estaba un poco sucio. La palabra era "Contadores".

Aparte de eso, las paredes del sótano seguían vacías. No había nada que pudiera ayudarles, ni ninguna otra indicación.

Mientras Zaina abría la puerta con el rótulo de "RITI", Melhi se movía nerviosa en su melena. Sacaba la cabecita entre los rizos de la gitanilla para mirar a un lado y a otro, como si quisiera vigilar todo el pasillo del sótano.

- Creo que oigo algo... -susurró-. ¿No habrá alguien más aquí abajo?

No paraba de temblar y de tragar saliva, aterrada por algo que ni ella parecía saber qué era.

─Bualaaa~.

Se me escapó nada más ver todos los cables, enchufes y, sobretodo, el símbolo raro que no parecía indicar nada bueno. Casi instintivamente, mi primer impulso fue acercarme y tocar aquello que me aconsejaban los letreros no tocar... pero, por suerte, me detuve en el último momento.

─Qué raro es todo esto ─ dije a mis compañeros ─. Parece el laboratorio secreto de un malo malísimo, ¿verdad?

La verdad es que sí que me lo parecía, pero a Melhi parecía llamarle la atención otra cosa. Hum, espera... ¿había dicho que había oído algo?

─Ehm ─ dudé un segundo ─. En teoría estamos todos, no me dirás que...

No quería ni pronunciarlo. Si eran las hada malignas y se percataban de nosotros, estábamos en un buen lío...

Se pega un poco a la pared. Melhi no es la única que tiembla en aquel lugar y ese el sótano parece tener muchos peligros escondidos tras las puertas. Todos esos cables parecen bastante peligrosos. Y seguro que la combinación oscuridad, cables y hadas mala no es buena idea. 

Y cuando Melhi dice que escucha algo, ya no sabe donde meterse. Quiere salir de ahí lo más rápido posible. Seguro que es más seguro estar ahí fuera con todas las hadas volando sobre sus cabezas que en un lugar oscuro sin tener una luz decente que alumbre el sótano.

-De... deberíamos irnos... No puede... ser nada bueno... ¿no?

- ¿Y si fuera un adulto y pudiera echarnos una mano? - dijo Ander tratando de mantener la esperanza aún.

Parecía que aquellas puertas no les iban a llevar a donde querían ir. ¿Había más puertas alli abajo? ¿Por qué poner tantas puertas en un lugar tan oscuro? Lo único que tenía claro es que, cuando fuera mayor, nunca trabajaria como "Contador" en un lugar como aquel, metido en una sala pequeña y contando hasta 30 una y otra vez -que era ahora mismo hasta lo que sabia contar Ander-.

–También puede ser John, si se ha despertado ¿no?– añadió la niña mirando a su alrededor. Le dolían los dedos de haber estado forzando la cerradura y veía chiribitas por haber estado tanto tiempo mirando un punto fijo. Zaina se sentía muy cansada y empezaba a desanimarse. Se sentía mucho más a gusto en lugares como el bosque, como habían estado el año pasado. Allí tenía más confianza en sí misma, pero en un sitio como aquel... Por no hablar que la única vez que había estado en aquel edificio era el verano anterior.

Pese a todo, la niña se llevó la mano al mechero y al spray por si acaso, alzándolo con cuidado. Entoces vio el dibujo del mosquito en el spray ¡¡Era un insecticida!!*. ¡Era aún mejor que lo del mechero! No tan efectivo, claro, pero sí le servía para... Sí. Aquella sería una trampa genial.

–Melhi...Las hadas malas se alimentaban de sangre, como los mosquitos ¿no?–preguntó tratando de contener la emoción de la voz. Se le había ocurrido un plan que podía acabar con gran parte de las hadas malas, aunque antes había que comprobar si funcionaba, claro.

Todavía estaban en el aire las palabras de Ander y Zaina, cuando los chicos oyeron un golpe violento que resonó a sus espaldas. Se volvieron, con el corazón a punto de salírseles del pecho, y más de uno no pudo reprimir un grito de terror. Envueltos en oscuridad como estaban, al principio no distinguieron nada, pero en cuanto Zaina y Siobhan enfocaron en la dirección del sonido con las linternas, vieron que la puerta que daba acceso al sótano y que habían cruzado para bajar por las escaleras, se había cerrado de golpe.

Melhi, que estaba todavía refugiada en la melena de Zaina, sacó la cabeza para ver qué había pasado, con el terror pintado en los ojos. Fue a decir algo, pero se quedó muda como una estatua y fijó la vista en el fondo del pasillo.

- Oh, no... -susurró-. Oh, no...

Los chicos siguieron la mirada del Hada buena y sintieron un escalofrío. Por la puerta entreabierta al fondo a la derecha, se colaba una luz tenue y rojiza, como si se hubiese encendido una bombilla roja como la sangre al otro lado del umbral.

Todo iba muy rápido.. y todo estaba muy oscuro. Pero ya era valiente, no era la enana a la que mamá le tenía que dejar la luz puesta toda la noche. Si pudiera verme ahora.. abajo, en un sótano oscuro.. ¡Toma ya!

Pero esa luz al fondo no me gustaba nada. Alguien brillaba, o alguien la había encendido.. ¡Y era roja!

-Shhhh.. no habléis alto, chicos. ¡Estamos todos juntos, recordad! Y podemos hacer cosas.. -susurré a mis amigos, y me saqué la gorra, porque me temía que iba a necesitar alguno de los vendavales mata-bichos que podía crear con ella-.. Recordad, somos valientes.. ¡Podemos con todo! No dejéis que os asuste nada.

Sabía que no era fácil mantener la calma, pero era necesario. Si nos asustábamos, ganaban ellos.

No tenía idea lo que significaba lo que decía en la puerta izquierda, pero sabía que tóxico era veneno. El veneno mata y si encima estaba acompañado de la palabra peligro, definitivamente era una puerta que no tenían que abrir. Había visto dibujos con una calavera en los envases de cloro y veneno para ratones, su mamá le había enseñado que significaban muerte y eso quería decir que no tenían que tomarse ni comerse, y ahora añadía el dibujo de esa puerta a su lista de cosas malas.

«¿Y ahora qué?», se preguntó mordiéndose la cara interna de la mejilla izquierda. Melhi dijo que creía haber escuchado algo, y ya fuera por culpa de la sugestión o no, ella también creyó escucharlo y la piel se le erizó.

─No... no creo que sea un adulto ─susurró tragando saliva─... tampoco creo que sea John ─añadió sin poder evitar ser pesimista.

Cuando oyó el golpe dio un salto y se llevó las manos temblorosas al pecho. Vio las luces rojas que se colaban por debajo de la puerta y sintió que el corazón se le salía por la boca.

─Kate, apaga la linterna ─apremió a su amiga al tiempo que apagaba la suya─, tómense de las manos y no se suelten, tenemos que permanecer juntos ─su voz apenas y se escuchaba, hablaba muy bajito─. Melhi son ellas, ¿verdad?

Pero no pensaba precisamente en las hadas, sino en el espectro.

Ander agarró su pistola de juguete con decisión. Sabía que poco podía hacer contra aquellas hadas extraterrestres, pero se convencía a sí mismo una y otra vez que era un héroe como aquellos de las películas de John Carter o de La Guerra de las Galaxias. Era un Han Solo, y Han solo era ciertamente obstinado, pero tenia un buen corazón y ayudaba a los demás.

Sin decir nada se giró hacia la oscuridad, oteando con los ojos semicerrados para tratar de enfocar mejor las sombras.

No. A la vista de las luces rojas estaba claro que no podía ser el niño que andaban buscando. Pero...¿Serían las hadas o el espectro? Si eran las hadas Zaina tenía un plan para librarse de todas de un plumazo, bueno...más o menos. Y si no siempre podía freír unas cuantas. Pero si era el espectro...La niña notaba al hada temblar en su cabellera. Vale que no era muy valiente, pero si se había quedado tan aterrada que ni respondía a sus preguntas era porque era algo realmente grave. Por un momento, la niña pensó en cerrar la puerta para que aquello no pudiese pasar, pero si lo hacían se quedarían encerrados. Con eso fuera, acechando.

En un gesto de desesperación, la niña abrió los cajones para ver que había dentro. Quizás encontrasen algo de utilidad. Quizás después de todo hubiese algún papelajo, algún plano como había sugerido Siob...o algo. O incluso podían esconder allí a Melhi para que si pasaba algo fuese a buscar ayuda.

La cara de Melhi y la luz rojiza fue más que suficiente como para saber que estábamos de nuevo en problemas. No hacía falta nada más. Suficiente era como para que mi mano fuera instintivamente a mi espada de juguete y se agarrara a ella con fuerza. Era curioso porque, a pesar de mi pose tan chula, estaba cagadito de miedo...

Mis compañeros parecían estar también asustados, pero la que peor lo estaba llevando era Melhi... Pobre, ¡a saber qué le harían las hadas malas si descubrían que nos estaba ayudando! Bueno... y a saber qué nos harían a nosotros...

─Chicos, ¿y si buscamos un sitio donde escondernos? ─ ojeé a mi alrededor en busca de algún escondite antes de que la linterna se apagará ─. Quizá haya algún lugar donde estar escondidos hasta que se vayan...

Si no encontraba nada, que probablemente pasaría... le daría mi mano a quien tuviera más cerca...

Está a punto de gritar cuando escucha el portazo que da la puerta de acceso al sótano al cerrarse. Pero las advertencias de sus amigos hacen que se trague el grito y solo haga un ruidito asustado. Se encoge aun más si puede, pero apaga la luz todo lo rápido que puede. Inmediatamente, coge la mano de quien esté al lado. Si la oscuridad ya es peligrosa sin nada más que ella misma, esa luz rojiza al final del pasillo, le da un toque aun más tenebroso.

No quiere hablar, por si le sale un chillido mientras habla.

La tensión en el ambiente había crecido hasta un nivel opresivo. No tenían ni idea de quién o qué había cerrado la puerta del sótano, ni tampoco a qué se debía aquella luz roja. Ninguno de ellos, y mucho menos Melhi, se atrevió a moverse de donde estaba. Zaina abrió a toda prisa los cajetines de plástico en el cuarto de los teléfonos, pero sólo descubrió más cables de colores. Allí no había nada que pudiera ayudarles.

Mientras miraban la luz rojiza que salía de detrás de aquella puerta, los chicos pudieron ver que una especie de nubecilla vaporosa salía flotando, casi pegada al suelo. A Jess, Siobhan y Zaina les recordó inmediatamente a la neblina baja que había invadido todo el bosque hacía un año, cuando se habían perdido. Casi de inmediato, notaron cómo el frío aumentaba y su aliento volvió a convertirse en un hálito visible. Pero no tuvieron tiempo de decir nada, antes de que una risa aguda y burlona se escuchase en el pasillo.

- ¿Tenéis miedo, pequeños? -oyeron decir.

Era una voz muy parecida a la de las Hadas malvadas... pero de algún modo diferente. Miraron alrededor y alumbraron con las linternas, pero no vieron a nadie más allí.

- No os preocupéis, muy pronto todo habrá acabado y podréis iros a dormir. ¡A dormir mucho, mucho tiempo!

La carcajada estridente que siguió les heló la sangre en las venas. Aquello no era algo con lo que se hubiesen encontrado antes...

Cuando escuché la voz, se me heló la sangre. Incluso apreté mi mano con la que tenía agarrada a alguien más fuertemente sin querer. Con la otra... bueno, con la otra me tapé la boca para evitar soltar algún sonido. Menos mal que estábamos a oscuras...

Sin embargo, esa voz era ligeramente diferente a la de las hadas malvadas que me habían atacado en casa. No eran ellas, era... otra cosa. ¿De verdad nos enfrentábamos a otro nuevo peligro? No me lo podía creer... Además, ¿por qué hacía tanto frío de repente?

El caso era que, cuando alumbraron hacia la voz, allí no había nada... Dudé varios segundos antes de atreverme a abrir la boca para hablar. Y cuando lo hice, lo hice tan bajo que probablemente ni mis compañeros podrían oírme... al menos no si estaban algo apartados de mí...

─Chicos, ¿qué ha sido eso? ─ miré a Melhi, esperando que ella tuviera una respuesta ─. ¿No es un hada, verdad?

La niña ahogó un grito y sintió el pecho apretado, le costaba respirar. Era como si alguien le hubiera puesto un enorme peso provocándole una punzada de dolor con cada nueva bocanada de aire que daba.

El miedo estuvo a punto de apoderarse de ella, pero recordóel verano anterior; recordó lo que les mantuvo convida: enfrentarlo.

─El espectro ─musitó con voz temblorosa─... la cosa que creó el espectro.

Un escalofrío le recorrió la espalda y apretó los ojos con fuerza, al igual que la mano que sujetaba.

─No es un hada ─respondió a Robert intentando no sollozar. «Se fuerte, se fuerte, no tengas miedo», se decía─... No es un hada, pero es para quién ellas trabajan... lo que las controla. Quiere asustarnos, se alimenta del miedo, de nuestro miedo... ¡Hay que salir de aquí!

Zaina había vuelto con el grupo cuando aquella voz comenzó a resonar por todo el sótano. Instintivamente, se llevó la mano al cuello muy asustada. La cicatriz que el espectro le había hecho el verano anterior aún era visible y todavía había algunas noches (demasiadas) en las que le había vuelto a ver en sueños. Sueños en los que la atacaba, en los que la volvía a agarrar con sus mugrientas garras y de los que temía no despertar. La niña temblaba, ahora entendía la carta que le había salido al abrir la puerta. La torre alcanzada por el rayo. Destrucción.

No podía evitar tener miedo, aunque sabía que era lo peor que podía hacer ya que como había dicho Siobhan se alimentaba él. Pero aquello no era el espectro. No el que habían visto el año pasado ¿Qué habría poseído aquella vez? ¿Y sí...? La posibilidad de que hubiese poseído al otro niño dejó sin aliento a Zaina. Era algo demasiado aterador como para decirlo en voz alta y contagiar su miedo al resto.

No. Eso no. No...

–Sabe donde estamos...y nos ha encerrado ¿Por qué no nos ataca?– Era cierto, con la luz de las linternas habían identificado claramente su posición. Seguramente Sioby había acertado pero era más fácil decir que no había que tener miedo a no tenerlo–Tienes razón...quiere asustarnos. Tenemos que fingir que no pasa nada... que no le oímos ni le sentimos...El año pasado es funcionó...

Un rato

Pu...es...–la niña tragó saliva. Tenía mucho miedo. Muchísimo. Pero si ignoraban lo que ocurría probablemente desapareciese.–El otro día, como tuve una pesadilla, mi tío Jacob me contó chistes. Sabéis cual me hizo reír mucho? ¿Cuál es el colmo de un tuerto? Llamarse Casi-miro ¿Y el de un ciego? Vivir en el noveno-B

Un escalofrío recorrió la espalda del niño. ¡¡Un extraterrestre!! Les habian encontrado. Pero entonces se dió cuenta de que no habia nada alli. ¿Habría sido la megafonía?

Ander sentía miedo, bastante miedo. Pero mantenía esa lucha interna para aparentar ser el héroe de la película. Agarró con fuerza la pistola, y se colocó el casco mientras fruncia el ceño. Quizás en su mente, la más infantil de todos, era el que menos caso le hacía a la realidad y el que estaba viviendo la aventura de la forma más irreal e imaginativa de todos. Quizás era eso lo que le permitía alejarse de lo que en realidad sucedía y no caer tan fácilmente presa del pánico.

- ¡Ya sé! - dijo de pronto - Seguramente el hombre este que habla es como... como... como... el cerebro, como en esa peli de Star Trek en que habia muchos "borges", y...y...y... eran como insectos y hablaban como su fueran uno. Pero, pero...  después, pero después,... habia uno que era la reina, y ella era como a parte. Y... Y ... y si ganaban a la reina, los otros se desconectaban, ¡y se morían!. Asi que igual... igual... tenemos que ganar al tipo de la voz para que las hadas nos dejen en paz. ¡Y asi ganamos a los malos!