Partida Rol por web

La idea de Zaina era buena, así que Siobhan se apresuró a hacerle caso y en un instante la cuerda se parecía a una de esas que los mayas usaban para contar. Podrían apoyar un poquito los pies en los nudos, lo cual haría más fácil el ascenso... aunque tampoco mucho más.

Decidida a probarlo, Jess fue la primera en ofrecerse. Hizo acopio de todas sus fuerzas y empezó a trepar por la cuerda. Era más cansado de lo que parecía, pero desde arriba podrían ayudar a los más pequeños. Por fin, Jess llegó al tejado y se colocó al lado de Siobhan para echar una mano al resto.

Robert sonrió aliviado al ver que aquello funcionaba.

—¡Bien! Vamos, Ander, Kate... os ayudaré a subir desde aquí abajo.

Y se preparó para impulsar a los más pequeños del grupo.

Viendo que sus amigos comienzan a subir por la cuerda, y que Robert anima tanto a Ander como a ella a subir los siguientes, decide armarse de valor para comenzar a hacerlo. Se acerca a la cuerda y espera que los nudos sean de ayuda para subir porque no cree que ni con la ayuda de Robert pudiese conseguirlo.

-Bueno... allí vamos.

Coge la cuerda y comienza a subir.

¡Ya arriba! Miro alrededor, satisfecha de lo que pude lograr, y me dedico a tirar un poco de la cuerda hacia arriba para facilitar que los otros puedan subir, estirando el brazo en cuanto estaban a mi alcance para tirar de ellos en los últimos momentos y evitar que cayesen. 

Nos faltaba tan poco, que no íbamos a fastidiarla por una tontería así. O quizás no era aún tan fácil lo que quedaba. Pero a mí en ese momento, me parecía que todo estaba ya chupado.

Zaina miró hacia arriba y luego su herida en el hombro. Iba a ser difícil, porque la quemadura tiraba mucho ya sin moverse. Trepando mejor ni pensarlo.

—John cruza las manos y dame impulso para subir, por favor... —pidió la niña— Jess. Cuando llegue arriba tira.

Le daba rabia no poder hacerlo por si misma, pero no era momento de jugar a ver quien era más valiente y menos teniendo en cuenta que tenían que subir a Anette y Ander.

Sin perder tiempo, Kate y Zaina se apresuraron a subir al tejado. La niña pelirroja estuvo a punto de resbalar y caer, pero Robert la cogió justo a tiempo para evitarlo. La ayudó a subir y enseguida estuvo a salvo sobre el tejado.

Por su parte, la gitanilla tampoco lo tuvo fácil, pero afortunadamente su experiencia trepando a árboles, vallas y todo tipo de obstáculos hizo que pudiera conseguirlo con un poco de ayuda de John para impulsarse.

Tenían que darse prisa, los extraterrestres grises no iban a darles mucho más tiempo...

—¡Estupendo! John, Ander... os toca.

Robert se preparó para ayudar a los dos chicos. Él subiría el último, cuando todos los demás estuvieran a salvo. Ni siquiera se paró a pensarlo, pero hacía sólo unos días jamás se hubiera creído capaz de aguantar el tipo tan bien como estaba haciéndolo.

John asintió y dio un paso adelante para dejar que Robert le impulsara como él había hecho con Zaina. El chico de las gafas estaba tremendamente débil, y ascender por aquella cuerda le costó un esfuerzo enorme. Además, el brazo con el que había levantado la alcantarilla de Noxville aún le dolía, y su compañero tuvo que ayudarle bastante para que pudiera subir. Pero finalmente lo consiguió. Sólo faltaban Ander y Robert, además de Anette.

Anette, por suerte, era bastante ligera y ágil. Así que entre Robert y Zaina pudieron alzarla sin demasiadas dificultades hasta el tejado. Una vez arriba, la cerillera se asomó a la chimenea. Sólo había negrura dentro de ella.

—¿Co... cómo vamos a bajar...?

-¿Y si imaginamos que nuestras chaquetas y cazadoras son paracaídas? Yo no sé si podría*, pero quizás alguno de vosotros pueda intentarlo. Es un modo de bajar más despacio, a no ser que surja otra idea.

En las pelis de guerra, los soldados siempre aterrizan mal con paracaídas, pero al menos lo hacen despacio. Siempre que alguno se enreda en un árbol me resulta gracioso, pero aquí no habría tanta altura como para eso.

—El hada dijo que sería como un tobogán —recordó la gitanilla asomándose. Tras unos segundos pensando, la niña cogió la cuerda y se la ató haciendo un arnés. — Puedo atarme y bajar primero, por si acaso. Si es un tobogán me deslizaré y me soltáis. Si es caída, como estoy atada, no pasará nada. Ane, ¿bajas conmigo?.

La niña ya se había subido para saltar por la chimenea abajo, pero en el último momento se paró en seco.

—Chicas— dijo mirando a las hadas— ¿Podéis comprobar si es tobogán o caída? ¡Que vosotras voláis! 

Ander dió un paso adelante. Afirmó con la cabeza. En su cara, el rostro transmitía una tremenda determinación. Lo iba a conseguir, estaba seguro. 

A pesar de la decisión que mostró Ander, trepar a un sitio tan alto era realmente difícil para un niño tan pequeño como él. Puso todo su empeño en lograrlo, pero de no haber sido por Robert, que le impulsó desde abajo, y por Jess y Siobhan, que le echaron una mano desde arriba, ni siquiera se hubiera acercado al tejado.

Sin embargo, por fin lo logró. Y como todos estaban ya arriba, Robert fue el último en subir.

—Uf... —resolló al llegar al tejado—. Menos mal, empezaban a dolerme un montón los brazos...

La verdad era que todos empezaban a encontrarse bastante cansados físicamente. Si aquello duraba mucho más, iban a tener problemas para poder seguir el ritmo endiablado al que aquella situación les estaba forzando.

Kolda asintió a la sugerencia de Zaina. Revoloteó hasta la abertura de la chimenea y se metió con cuidado con el hueco. La oyeron toser un par de veces. Cuando salió, estaba casi negra por el hollín.

—Ugh... es un asco, está terriblemente sucio —dijo—. Pero es verdad que no es una chimenea normal, desciende durante unos metros y después se curva hasta quedar más o menos así...

Colocó el brazo en un ángulo de unos 45 grados, para indicar la inclinación del misterioso camino que había en el interior de la chimenea. Si querían intentarlo, sólo les quedaba decidir en qué orden iban a entrar, porque dado lo estrecho de la chimenea, sólo iban a caber de uno en uno.

Ante el silencio sus compañeros, que parecían reflexionar sobre cómo proceder, Zaina dio un paso adelante. Ay. Tenía la cuerda atada, de modo que había que aprovecharlo.

-Ire primero. Si veo que hay algo mal daré dos tirones seguidos a la cuerda y me subís. Si va bien, daré tres. Kolda, ¿vienes conmigo?Ehhhhhh... Verás como divertida la bajada...

Aquí la última frase no rebosaba seguridad precisamente. De hecho, aquel túnel oscuro y la idea de tener que bajar sola le daba miedo, pero si Kolda iba con ella la cosa cambiaba. Además, tenía un montón de nuez a que Annette desapareciese mientras bajaban por había chimenea. Pero no había forma de mantener el contacto con ella... Y aún así...Si bajaban juntas y la cerillera se disolvió en la nada...

-No dejéis que Anette o Ander se queden solos arriba- advirtió. Era evidente que eran los más pequeños y era mejor que fuesen en medio.

Parece que la chimenea es una especie de tobogán que puede llevarles a casa. Tiene ganas de volver a ver a sus padres y a los mayores y derrotar a las hadas, por supuesto. No a las buenas, claro.

-Después de Zaina podría ir uno de los más mayores y luego Ander y Anette y luego los demás. Así no se quedarían solos aquí y si hubiese algo al otro lado del tobogán, Zaina tendría la ayuda de uno de los mayores. ¿Qué os parece?

Mira en el interior de la chimenea. Espera que sea lo bastante ancha para que todos puedan pasar sin problemas.

-Iré yo detrás de Zaina, así si algo hay ahí delante podremos enfrentarlo las dos, y también protegeros a vosotros de paso.

Estaba decidida a no dejarme amedrentar por ese sitio, y explorar sitios raros era de mis especialidades. 

-¿Vamos allá? -pregunté, ansiosa por ver qué habría al otro lado. Seguro que aunque fuese estrecha podríamos colarnos por ella como quien estira un calcetín al meter el pie, como pasabe en la peli de Alicia en el País de las Maravillas-. Estoy segura de que cabremos -añadí con resolución.

Robert asintió a Kate y Jess.

—Vale, yo puedo ir el último, en la retragu... retaguardia.

Intentó que su voz no titubera, pero no lo consiguió. No le hacía ninguna gracia arriesgarse a ser el que cerrara la marcha, pero lo haría por sus compañeros sin dudarlo.

Siobhan sonrió a Robert. Ella se sentía igual que él, pero tampoco dudaría en proteger a los demás cerrando la marcha.

—Yo también iré detrás —dijo—. Que en el centro vayan Anette y Ander, con Kate y John. Ya que hemos venido a sacarle de aquí, no lo estropeemos justo al final.

Y una vez decidido el orden, Siobhan asintió a Zaina y Jess para que se pusieran en movimiento cuando quisieran.

Zaina se introdujo con cuidado por el hueco de la chimenea, aferrándose con fuerza a la cuerda. Kolda la siguió volando. Mientras tanto, los arbustos cercanos a la cabaña comenzaban a moverse. Y también las copas de los árboles...

El grupo pudo ver que a lo lejos, una especie de nube blanquecina se movía con rapidez. Pero no había viento, y era una nube rara. Además, parecía acercarse y sonaba como... como si un montón de alas se movieran a toda velocidad. ¡Las Hadas! La urgencia recorrió sus cuerpecitos en forma de escalofríos de terror. ¡Tenían que darse toda la prisa que pudieran!