Partida Rol por web

Ander miró extrañado la cama. Ahora, el miedo estaba a un lado. ¿Qué pasaba? ¿Dónde estaba mamá? Igual era pronto y no se había acostado, pero no se escucaban ruidos, y Ander no pensaba bajar al salón estando todo tan oscuro.

Asi que se le ocurrió el plan B.

- Theresa - dijo tras llamar a la habitación. - ¿Estas despierta?

Ander esperó una respuesta al otro lado de la puerta de su hermana. No pudo escuchar nada. Se concentró en mantenerse en silencio, para intentar oír los pasos de su hermana para abrir la puerta. Seguramente le preguntaría con fastidio que qué hacía allí y por qué la despertaba a esas horas.

Pero los segundos pasaron y Theresa no acudió. Ander incluso comenzó a escuchar una canción muy lejana, como una letanía. Parecía venir de fuera de la casa. ¿No solían decir aquellas niñas al contar la historia de lo que les pasó un año antes, que las Hadas cantaban una canción triste y tortuosa?

La lluvia seguía cayendo, y cada vez era más obvio que Ander estaba completamente solo allí, en mitad de aquél pasillo.

Ander estaba solo. Se sentía, se sentía como aquel momento en que John Carter estaba solo en la cueva, con un monstruo acechándole, y se quedaba paralizado. No podía moverse. Su cuerpo se separaba de su alma y cuando se volvían a juntar... estaban en Marte. Sí. Algo había pasado, algo debía explicar por qué no estaba allí su familia. Y Ander tenía que averiguarlo. Se fue a su habitación, arrastrando de nuevo la mantita que le había comprado su padre.

Tenía que vestirse y recoger su pistola. Tenía que encontrar a su familia. Y saber qué estaba pasando.

Ander volvió a su habitación, seguido por su fiel mantita. El miedo le atenazaba a cada segundo, pero el recuerdo de sus héroes favoritos le hacía seguir adelante. Sabía que si cedía al terror, sería mucho peor. Si se quedaba allí llorando, no podría encontrar a los suyos.

En un momento había abierto los cajones de sus cómodas y reunido ropa suficiente. La pistola seguía en la mesita, y también tenía listo su casco. Ahora podía vestirse y prepararse para encontrar a su madre y a Theresa. Pero justo cuando estaba pensando en eso, oyó algo. Un sonido que le puso la piel de gallina.

A su espalda, había oído una risita lejana. Una risa muy parecida a la del Hada del río. Se volvió inmediatamente... pero no vio nada, ni tampoco volvió a oírlo. Las gotas de lluvia que golpeaban el cristal eran lo único que rompía el silencio.

Agarró su mochila de la guerra de las galaxias para meter dentro de la misma su ropa. Agarró su pistola y se puso el casco. Cuando escuchó la risita se giró rápidamente. De manera instintiva, la pislota había aparecido en su mano, aunque de juguete, le hacía sentirse más seguro.

- ¿Alien? - preguntó.

Tenía que salir de allí. Tenía que salir de la casa. ¿Cómo lo haría? No tenía ni idea. Pero primero tenía que asegurarse de que no estaba solo. - ¿Estas ahí o no? Da la cara.

Ander tenía la pistola de juguete en la mano y apuntaba a la oscuridad, mientras notaba cómo un sudor frío empezaba a mojarle la frente. Estaba tan asustado que apenas podía pensar, y desde luego no se le ocurrió que apuntar con una pistola de juguete era absurdo... Quizá por lo menos asustase a aquella maldita cosa que se reía.

Nadie respondió al otro lado de la puerta. Todo había quedado una vez más tan en silencio que hasta el sonido de las gotas de lluvia parecían haberse atenuado. Ander se concentró con todas sus fuerzas en escuchar el más mínimo sonido sospechoso cuando...

¡RIIIIIIIIIIIIIING!

El timbrazo fue tan súbito e inesperado que Ander casi se cayó al suelo de culo. ¡Era el teléfono, alguien estaba llamando a casa!

A punto estuvo de caerse al suelo del susto. De hecho, trastabilló un par de veces y el casco se movió hacia un lado de la cabeza, haciendole que no pudiera ver por un ojo.

Tras recolocarse el casco salió corriendo para cogerlo. Tenía que cogerlo, tenía que hablar con quien fuera que estuviese al otro lado del teléfono.

Llegó hasta la mesilla donde tenían el teléfono del piso de arriba. Se puso de puntillas para poder alcanzarlo y lo agarró. No se dió cuenta de que estaba cogiendolo al revés, con el micrófono en la oreja y el auricular en la boca, aún así, el sonido que venía del otro lado se oía en el silencio de la casa.

- ¿Diga?

Ander esperó una respuesta al otro lado del teléfono, y lo primero que oyó fue una exclamación de sorpresa. Luego, una voz infantil le contestó. Una voz que reconoció como la de Kate, su vecina.

- ¡Ander! ¿Eres tú?

Kate parecía muy nerviosa y asustada, igual que él. ¿Se habría despertado también sola en casa? Al menos ahora sabía que había alguien más ahí fuera aparte de todas esas Hadas...

- Ander, ¿y tus padres? ¿Estás bien? -siguió preguntando Kate.

- ¡Hola! - había alguien, había alguien - ¡Hola!... ¿Kate? - dijo Ander frunciendo el ceño. ¿Conocía el teléfono de su casa? - ¿Kate, eres tu? Mis papás no están. Mi mamá no estaba en la cama y Theresa... ha desaparecido. Estoy solo, Kate. Tengo miedo y oigo risas. ¿Qué está pasando Kate? ¿Hay una fiesta de mayores? Tieme que ser muy buena, porque mi mamá no me suele dejar solo nunca, aunque esté dormido. ¿Qué hago Kate? No me cuelgues, tengo miedo.  

Se le notaba cierto nerviosismo en la voz, aunque el hecho de estar hablando con alguien le reconfortaba, en cierto modo.

Ander esperó una respuesta por parte de Kate. Todo lo que estaba pasando aquella noche era muy raro, y que la niña llamase a esas horas tampoco era muy normal...

Estaba esperando una respuesta, cuando de pronto se le erizó el pelo de la nuca y notó un nudo en el estómago. Ahora no tenía ninguna duda, había alguien más allí. Y estaba completamente seguro, porque ese alguien le estaba llamando...

- Aaaaandeeeeer... -oyó que susurraba una voz a su espalda, en algún lugar de la casa. No conocía la voz, aunque sonaba femenina e infantil, y canturreaba su nombre como si se burlara de él.

- Aaaaandeeeeeeer...

- Kate - dijo Ander casi sin dejarle responder -Hay alguien en la casa, Kate. Me llama. Creo que es el Alien. - Trató de mantener la calma. - ¿Qué puedo hacer, Kate?

Las palabras de ambos niños se entremezclaron en el teléfono, pero Ander pudo entender algo de lo que Kate decía.

- Voy a ir a por ti, ¿vale? -la voz de Kate sonaba tranquilizadora-. Me voy a poner la chaqueta y voy a tu casa. Pero no abras a nadie que no sea yo...

Luego a Kate debió llegarle el mensaje de que había alguien en la casa, porque sonó un poco más preocupada y agregó algo.

- Ander no le hagas caso, no le escuches -dijo-. Voy... voy a ir ya a por ti, quiero que vayas a la puerta de la casa y me esperes allí cuando llame. Tú... tú sabrás cuando soy yo.

Ander asintió con la cabeza. Tampoco se dio cuenta de que ella no le estaba viendo. Pero es que no acostumbraba a hablar mucho por teléfono, eso ya lo hacía mamá.

Después de colgar, Ander corrió hacia abajo. Tenía que llegar cuanto antes al piso inferior. Llevaba la pistola en la mano, dispuesto a asustar a cualquiera que se cruzara en su camino.

Ander corrió hacia la puerta del recibidor, huyendo a toda prisa de quien quiera que estuviera detrás de él, llamándole por su nombre. Si de verdad era Kate la que estaba a punto de llegar, al menos no estaría solo...

Con su casco y su pistola, estaba dispuesto para enfrentarse a cualquier cosa que se cruzara en su camino, pero nada le impidió llegar a la puerta. La casa volvía a estar silenciosa una vez más, salvo por la lluvia del exterior y algún que otro relámpago. Pero entonces, volvió a oír la voz. Venía del piso superior que acababa de dejar.

- ¿Andeeer? ¿Dónde estás pequeñín...?

Manteniendo el silencio como pudo, Ander trató de buscar un sitio donde esconderse de la mejor manera posible. Tenía que ser un lugar donde no le encontrara pero que, a su vez, le permitiera salir corriendo hacia la puerta una vez hubiera llamado Kate. Si conseguía no estar solo, seguro que tendría el valor de enfrentarse a quien fuera que le estuviese llamando.

Aún estaba Ander temiendo que en cualquier momento, un Hada diabólica o algo peor aparecería por el hueco de la escalera antes de que pudiera esconderse cuando...

¡RIIIIIIIIIING!

¡El segundo timbrazo de la noche! Esta vez había sido la puerta. Kate se había dado mucha prisa en llegar, aunque tampoco es que viviera muy lejos de allí.

Del piso superior vino un ruido extraño, como si algún mueble se hubiese caído. Se oyó una risotada estridente, y un sonido zumbante, como las alas de un gran mosquito.

Ander suspiró, se colocó el casco, y corrió hacia la puerta. Sin mirar atrás, tenia que abrirla como fuera. Ya se preocuparía de si era ella o no más adelante. Le preocupaba más lo que estaba arriba. Mucho más.

Mientras corría, trató de cerciorarse.

- ¿Kate? ¿Eres tu?

La respuesta de Kate... o al menos alguien que sonaba igual que Kate, no se hizo esperar.

- ¡Ander, soy yo! ¡Corre, abre!

Ahora si que no habia dudas. Ander abrió la puerta, con la pistola por delante. Esperando que, la persona que estuviera fuera, fuese Kate.

Ander abrió la puerta sin dudarlo, y efectivamente, pudo ver que era Kate quien esperaba en el umbral. Sin embargo, la oleada de frío que entró en la casa por poco le dejó sin respiración. ¿Cómo era posible que en pleno verano hiciese aquél tiempo? ¡Casi parecía un día de invierno, de esos en que en cualquier momento puede ponerse a nevar!

Kate estaba fuera, con un paraguas y una chaqueta. Los ruidos del interior de la casa no se habían vuelto a oír... ¿Se habría ido quien fuera que había estado llamando al niño?