Partida Rol por web

¡Auh, auh! -exclama la joven, dolorida, con cada piñazo del gnomo-. ¡Ey, para! -ordena cubriéndose con las manos, mientras se acerca despacio a la criatura-. No estamos aquí por gusto, ¿sabes?

Con un rápido movimiento, Anna trata de atrapar al ser.

El enanito esquiva con soltura el intento de Anna por atraparle, gracias a su pequeño tamaño y gran agilidad. Acto seguido coge una rama del suelo del bosque (que es casi más grande qué el, y de dos dedos de grosor al menos) y la usa para aporrear a la joven. Gracias al cielo falla, porque del golpe que da contra una piedra parte el arma improvisada en dos rociando todo el claro con una lluvia de astillas.

"¡Scheise! ¡Pues si no están aquí por gusto yo me encargaré que estén a disgusto! ¡Largo!" mientras arroja lo que queda de porra a alguno al azar (¡menos mal que no es un cuchillo!) e intenta dar puntapies y mordiscos a todo lo que se acerca. Alternativamente se acerca él hacia vosotros para echaros del claro, con los mismos métodos expeditivos...

El semblante de Anna palidece ante el tremendo ataque del enano… «¡Demonios, podría haberme hecho daño de verdad!», se asombra, ligeramente aturdida.

¡Diantres! -exclama exasperada, procurando resultar un poco más fina que en sus pensamientos-. ¡¿Quieres parar de una vez?!

Anna se levanta y se apresura a cubrirse tras las fuertes espaldas de Pedro.

Eres un diablillo mal educado y descortés, ¿lo sabías? -le espeta, sintiéndose segura tras el español- ¿Se puede saber porqué nos tratas así? No te hemos hecho nada.

Apenas le da tiempo ha reaccionar cuando el pequeño ser mágico hace su entrada en escena avisándonos ya desde si primer paso en el claro de que el va a ser el causante de mas de un dolor de cabeza.

Anna intenta cogerle no con muchas fortuna ademas de que ese gesto no hace si no cabrear al pequeño personaje. Rápidamente coge una rama del suelo y lanza un brutal ataque contra Anna. A todo esto Pedro no es capaz de reaccionar o al menos con la velocidad que seria aconsejable y no logra siquiera estorbar al enanito. El cual fallo afortunadamente su ataque.

Pero ese fallo no hace si no cabrear mas al pequeño ser que no duda en lanzar ataques y mas ataque con mas rabia que atino para suerte del grupo.

Pedro se sorprende al comprobar cono Anna le elige como se defensor o mas bien habría que decir como su escudo contra los golpes que lanza el bichejo.

Uno de los citados golpes le da a Pedro en las espinillas provocandole un fuerte dolor lo que hace que su humor no mejore si no que aumente.

-¿Pero...? Ay Ay ay...¿ quieres parar pequeño indeseable? ¿se puede saber en que te hemos molestado? miro hacia atrás a Anna disculpe pero sera mejor que le demos un radio de libertad para ver si conseguimos que se calme digo mientras doy unos pasos atras.

-¿Tienes idea de quien nos manda? Bavarica! digo intentando que mi voz suene todo lo convincente que puedo.

Mientras digo eso miro con el rabillo del ojo a Helena esperando que se encuentre bien y no necesite de mi ayuda.

Helena observa como el enanito melenudo hiere a sus compañeros, Pedro y Anna, por lo que intenta pensar en algo para poder quedarse y cumplir la misión de Bavarica.

- Hola Señor... ¿cómo se llama?- espera a la respuesta y continúa.- Se me ha ocurrido un buen trato en el que si ganas nos marcharemos y si pierdes nos quedaremos ¿le parece un buen trato? Pues verá consiste en un juego de cartas, el Doctor Stein dispone de una baraja de cartas por lo que jugará con todos nosotros y deberá ganarnos a todos, si lo hace nos marcharemos con la cabeza bajada y si ganamos nosotros tendrá que marcharse usted... ¿Haya trato?- extiende la mano derecha para formalizar el trato.

El enanito no sólo no deja de comportarse como un diablo sino que redobla sus esfuerzos para echaros del claro y/o daros una paliza al mismo tiempo. De hecho, vuestros esfuerzos para calmarle lo que consiguen es enfurecerle aún más hasta que su piel toma un color púrpura de ira.

"¿Que les manda Bavarica? ¡Mierda! ¡Y a mí qué! ¡Si quiere decirme algo que venga en persona!" dice a grito pelado.

Acto seguido intenta dar patadas y golpear con sus pequeños puños lo que queda a su alcance de Pedro.

"¡Las cartas se las pueden meter por donde no luce el sol! ¡Fuera de mi claro! ¡Fuera! ¡Fuera!"

Viendo que la técnica para calmarlo de Helena no da resultado, la joven inglesa intenta algo distinto:

Si no quieres hablar, no hablaremos; si no quieres jugar, no jugaremos -se pronuncia Anna con dureza, exasperada-. Pero no pienses, ni por un instante, que puedes darnos ordenes sobre dónde podemos estar o no. Puede que los “imaginarios” no entendáis las leyes humanas. Pues bien, nosotros tampoco tenemos porqué atender a las vuestras. ¿TÚ CLARO, dices? Pues enséñanos documentos que lo verifiquen. Así somos los hombres, solo atendemos a papeles, a leyes, a normas sociales. Que defiendas estas tierras no significan que sean de tu propiedad.

Anna no sabía que pudiera albergar tanta furia dentro, «… ni hablar tan deprisa». «Espero que la dureza de mis palabras lo desconcierten lo suficiente, como para que los demás puedan actuar», piensa mientras termina su retahíla. «¡Papeles y leyes? ¡Por Dios, Anna Smith, si ni siquiera sabes escribir!».

El bueno de Pedro sin esperarselo recibe un nuevo ataque y mientras intenta esquivarlo en su mente piensa:

En cuanto tenga un instante intentare devolverle el golpe.

Pedro consigue evitar el ataque del furibundo enanito, aunque un poco por los pelos porque es como un gato rabioso. Para intentar defenderse le lanza una patada a su vez, pero el pequeñajo la esquiva sin dificultad con reflejos felinos, valga la redundancia.

Parece que el imaginario es un combatiente bastante hábil, visto lo bien que se mueve y como maneja los puños. Es más que posible que subestimarle sea un error grave...

La parrafada de Anna, no obstante, parece tener más efecto, pues se detiene unos segundos mientras se sujeta el vientre al estallar en carcajadas. "¿Papeles? ¿Papeles? ¿Leyes? ¡Las leyes aquí son mis puños y mis pies, y voto a bríos que os voy a echar de mi claro a palos! ¡Voy a contar vuestras costillas a puñetazos, ya puedes estar segura mujer!"

-Diablos!!Eres mas tozudo que una mula!!

Pedro comienza a enojarse cada vez mas ante la actitud del pequeño.

-Antes de lanzarnos otra vez golpes sin sentido como sin lugar a dudas te gustaría a ti. ¿Me puedes decir si existe alguna alternativa para que nos dejes quedarnos aquí por muy remota que te parezca?

"¡Sí! ¡Se puede quedar si están muertos! ¡Yo les ayudo!" grita el enanito, mientras ataca de nuevo a Pedro.

¡Helena! -chilla la joven londinense, rotunda-. ¡Haz algo con este bicho! A ti te tiene que hacer caso, ¿no? Tú les gustas a las hadas y esas cosas -se justifica, bajando el volumen de su voz-. Seguro que tu sonrisa puede encandilar a esta pequeña fierecilla.

Sus palabras acaban por convertirse en un leve susurro, ya que no quiere enfurecer más al gnomo.

Helena piensa en como distraer al gnomo o por lo menos conseguir que no los eche de allí.

- ¿Yo? Yo no... en fin yo sólo hablo con hadas y poco más... ¿qué puedo hacer yo?

Se acerca al gnomo despacito evitando las piedras que este lanzaba.

- Hablemos francamente, nosotros debemos permanecer en este lugar durante esta noche por lo que dinos ¿qué podemos hacer por ti, a cambio de que nos dejes estar aquí?

Juzgando por sus conocimientos, y por su empatía, Helena rápidamente retrocede mientras Pedro salta hábilmente esquivando los pequeños puños del enanito, que aunque pequeños, impactan en la corteza de un árbol y dejan una marca de un par de centímetros de profundidad.

La verdad, no parece que sea posible calmar al furibundo enanito, es como esos inquilinos de vecindario que están enfadados con el mundo entero y se esfuerzan por hacer la vida imposible a los demás, solo que en su caso eso incluye usar la violencia física.

Y por cierto, como Pedro de momento ha conseguido evitar sus golpes, el imaginario parece más frustrado aún juzgando por el color carmesí que adquiere su rostro y los espumarajos que le brotan de los labios. "¡Maldito mortal! ¡Estate quieto que te parta la cara!"

Pedro esquiva agilmente los golpes lanzados por su contrincante que pese a lo pequeño que era pegaba como un demonio.

-Definitivamente se acabo la diplomacia . Esta visto que no atiendes a razones y las únicas palabras que entiendes sin las dichas por los puños.

Se acerca corriendo al imaginario y comienza a devolverle los golpes.

-Que así sea.

El enanito consigue bloquear y esquivar los ataques del español aunque un poco por los pelos (parece que la fortuna está del lado de Pedro después de todo) mientras sigue intentando darle la del pulpo, afortunadamente para el resto de los miembros del grupo. En cualquier caso, su mismo estado furibundo parece afectar a su habilidad de combate, porque ataca como una bestia enloquecida perdiendo (por suerte) algo de efectividad...

Mientras Pedro se pelea con el enanito (con escaso acierto para ambos, por suerte), Helena tiene una chispa de inspiración. Sea por sus extraordinarias experiencias, o por su entrenamiento en la Sociedad de Cuentacuentos, a Helena de repente le parece estar viviendo una "búsqueda" de cuento.

"Esto es una misión por sí misma, donde no nos han dicho la forma de triunfar pero que debe estar relacionado con la misma tarea... ¿qué nos dijo Bavaria exactamente? ¡Tiene que haber alguna clave ahí!" piensa rápidamente.