Partida Rol por web

Llegas a la comisaría donde te encuentras al Sheriff más atareado de lo normal. Cuando te ve suelta un bufido, ni si quiera se pone en pie para recibirte -Que placer verte Dominique ¿a qué se debe la visita tan inesperada? -  dice con sarcasmo. Justo suena el teléfono y con una mano te hace una señal para que esperes. Contesta y comienza a anotar cosas en una especie de lista muy mal elaborada y con una letra horrible. Cuelga y suelta un bufido - con este llegamos a los 12 desaparecidos en Storybrooke...

En mi cabeza seguía dando vuelta la información que me había dado Olivia, había algo que no me parecía normal – ¿cómo pudo haber pasado el examen psicológico para la emancipación y ser un asesino? – pensé , ya que para mí esto no tenía lógica ninguna. Aun así me dirigí con paso tranquilo aunque decidido hasta la comisaria del Sheriff, abrí la puerta y cuando entré el Sheriff Wolf tenía cara de pocos amigos.

Buenos días Sheriff – le saludé con mi mejor sonrisa – el placer de verte es todo mío – noto su sarcasmo en la voz y aunque se veía ocupado, no entendía le motivo de tan hastiada actitud, pero cuando pensaba responderle suena su teléfono y me hace una seña con la mano, mientras él habla, yo miro los detalles de la comisaría pero sobretodo escudriño las papales que tiene sobre la mesa con una mirada rápida. El bufido  que suelta al terminar la llamada me hace alzar una ceja – ¿Un día duro Sheriff? – le pregunto de forma encantadora, que él fuese un borde o que al menos hoy actuase de esa manera no era motivo para que yo hiciese lo mismo, además, no tenía intención de enemistarme con el Sheriff del pueblo.

Me han pedido que venga a hablar con el testigo protegido del asesinato del señor Mayard – le digo con toda tranquilidad  - también sé que está aquí, por lo que si me haces el favor de indicarme donde está dejaré de ser una molestia lo antes posible – mi tono era suave y hasta dulce, y mi sonrisa no desaparecía de mis labios

El Sheriff te hizo una señal hacia la puerta de la izquierda con una mano mientras que con la otra escribía, al lado de la puerta había una enorme ventana donde se podía ver la sala. Allí se encontraba sentado un hombre bajito y rechoncho. Estaba nervioso, no paraba de entrecuzar los dedos y mirar a todos lados. Cuando entras a la sala da un pequeño bote sobre su asiento y te mira con los ojos muy abiertos - ¿Quién es usted? ¿Quién le envía?

Con una simple seña, Wolf me indica hacia donde tengo que ir, -Gracias Sheriff -, y mientras me pongo en marcha le mando un mensaje a Olivia, se me había olvidado un detalle tan importante que no podía creer como lo había pasado por alto.

Quien ha contratado mi servicio?

Cuando entré en la sala un hombre rechoncho y bajito juega con sus manos de manera inquieta, así que ante su estado nervioso decidí actuar con toda la serenidad posible  -Buenos días Señor – le salude con una sonrisa y voz suave mientras me acercaba despacio a la silla que estaba delante de él – Soy Dominique Laveau, abogada y soy quien meterá a ese desgraciado entre rejas – le dije mientras me desabrochaba la chaqueta y tomaba asiento.

Entiendo que esto es muy duro para usted, pero créame cuando le digo que ese hombre pasará el resto de sus días en prisión. – esperaba infundirle algo de tranquilidad con mis palabras, ya que sabía de sobra que si el testigo se sentía en peligro o malas manos, lo mas probable era que terminase huyendo o retractándose – Pero vamos a empezar con lo fácil, ¿cuál es su nombre?

Cuando dices "ese desgraciado" por un segundo parece que ves en su rostro una mueca de disgusto antes esas palabras, pero enseguida, como si no hubiese pasado nada, vuelve a estar nervioso. Habla casi tan rápido como tu secretaria Olivia, cosa que estabas agradecida ya que tenías el oído preparado. 

-Bueno, soy el Sr. Thomas Brown, periodista de Storybrooke, ¿cuánto tiempo más debo estar  aquí retenido? Me gustaría volver a casa y descansar un poco ¡y trabajar! si, eso... trabajar...

Te miraba aún con los ojos muy abiertos y una respiración algo acelerada. Sacó un pañuelo y se secaba la cara. 

Encantada Señor Brown, como bien sabrá eso depende más de usted que de mí – dije con tranquilidad refiriéndome a cuando podría salir , no era raro que me tocara gente como esta, aunque siempre fue en Francia, aquí todo parecía mas tranquilo o monótono – Si me han informado bien, usted ha sido testigo de un crimen  ¿es así? – le dejo un tiempo prudencial para que responda, aunque si hablaba tan rápido como antes, este se reduciría de sobremanera – ¿podría contarme que es lo que vio? Estoy segura que como periodista, sabrá de sobra que es lo que necesito saber, por lo que en cuanto antes me de la información, antes podré decirle al Sheriff que usted a cooperado y a ver si así le deja marchar – le comenté con una sonrisa, estaba claro que calmar a este buen hombre sería una tarea hercúlea pero debía intentarlo si quería que hablase. 

El hombre sudaba mucho y se secaba repetidamente la frente con el pañuelo que ya estaba húmedo- B-bueno, eran entre las 2:50 am o 3:10 am. Estaba haciendo un paseo nocturno, me ayuda mucho cuando no puedo dormir. Y entonces los vi - hizo una pausa como si buscase darle dramatismo a la situación- ese chico y al Sr.  Mayard, parecían enfrascados en una disputa -entrelazó los dedos, pensativo - creo que era sobre dinero, no conseguí oírles muy bien.  Entonces el chico sacó un cuchillo y le apuñaló varias veces en el pecho ¡sí, así fue!.

Volvió a callarse y apretó los labios.

-Obviamente me asusté mucho, y corrí a casa a llamar a la policía. Le envié a mi jefe la noticia, la cual publicó esta mañana y muy amable por su parte no puso mi nombre. Lo último que quiero es llamar la atención...

Saqué mi libreta mientras el hombre se secaba su sudorosa frente con un pañuelo , tomé nota de todo lo que decía – Entonces usted está totalmente seguro que el joven fue quien asesino al señor Mayard? – pregunté alzando una ceja, me parecía curioso que, habiendo un testigo tan clave como este , no se hubiese procesado ya al joven – muchas gracias Señor Brown, a sido muy amable por su colaboración – le digo sacando una tarjeta y entregándosela – si recuerda algún detalle, por más mínimo que sea por favor, no dude en llamarme – me levanté de mi asiento, habían cosas que no me cuadraban pero cuando llegase a casa analizaría todo tranquilamente. Que tanga usted una buena tarde – terminé por despedirme y Salí hasta la recepción.

Sheriff Wolf – le dije al hombre esperando que esta vez su actitud no fuese tan arisca como antes – el joven, ha dicho algo? también me sería de ayuda hablar con el policía que acudió a la llamada del testigo, como hablar también con el forense – sabía que le estaba pidiendo muchas cosas, pero también era necesario para poder hacer un informe completo y poder hacer bien mi trabajo – y ya sin intención de aprovecharme de su buen hacer, también me gustaría hablar con el joven acusado, sé que ha pedido defenderse a el mismo – termino de decir mientras vuelvo a abotonarme la chaqueta 

El Sheriff seguía rellenando documentación cuando volviste a la sala. Alzó la vista para mirarte y se apoyó en el respaldo de su asiento con los brazos cruzados -hmmm no.. no ha dicho nada, solo que por favor le cambiase de celda. Yo soy quien atendió al testigo. Vaya me estoy encargando de todo lo que está pasando en este pueblo estos días- dijo ciertamente molesto.

 El forense estará en el hospital, supongo que analizando el cuerpo, sobre el acusado...- se encogió de hombros- no creo que saques mucho de ese chaval, adelante pasa - te señala la puerta que hay detrás de él.

-Y dale esto, a ver si se anima a comer de una maldita vez -  te lanzó una chocolatina que no te costó trabajo coger al vuelo. 

Escuché a Wolf intentando no impacientarme, entendía que tuviese mucho trabajo, pero no veía motivo para pagar su mal humor – Si quieres puedo mandarte a mi secretaria para que te ayude con el papeleo – le ofrecí con una amplia y dulce sonrisa , así el Sheriff estaría menos liado y de paso Olivia podría mirar algunas cosas.

Podrías darme una copia del informe? Le pregunto con suavidad y dulzura – necesito toda la información necesaria y me imagino que no está en tus planes sentarte conmigo a hablar un par de horas – me dice por donde está joven y donde está el cadáver – me pasaré después de comer por el hospital – y acto seguido cojo la chocolatina en el aire – veré que puedo hacer – le digo con una sonrisa antes de poner rumbo hacia la celda donde está el presunto asesino.

Cuando accedes a la otra habitación ves otra oficina, la principal del Sheriff. A la izquierda hay una encimera con una cafetera encendida y un microondas. En el centro un escritorio más grande y bonito que el de la sala anterior. Con un ordenador, muchas carpetas de expedientes y un flexo. Detrás del escritorio, en la pared, hay un mapa completo del pueblo y sus alrededores. 

En el fondo de la habitación hay tres celdas, dos so grandes y con luz. Estaban vacías. La tercera, donde está el chico, era más pequeña y estrecha. La luz apenas llega a esa celda. El muchacho está sentado en el suelo, con las rodillas flexionadas y la cara escondida entre sus piernas. Viste con una camisa de color azul (arrugada) y unos pantalones negros. A una pequeña distancia de él ves sus zapatos, una corbata y un chaleco, todo tirado de cualquier manera en el suelo. Alza la cabeza cuando te oye llegar. Cuando te acercas a él, ves que no está en la mejor de las condiciones. Su pelo castaño claro está muy alborotado, tiene unas grandes ojeras y está muy muy pálido. Aparte de estar empapado en sudor, escuchas su respiración forzosa. Jurarías que tiene ansiedad.

-Buenos días- intenta dibujar una sonrisa, pero en cambio respira profundamente por la nariz- supongo que ya sabes quien soy y como me llamo. ¿Quién es mi primera visitante? si no cuento al Sheriff, claro. 

Dice con calma, mientras se pone en una posición más "digna" para recibirte. 

Abro la puerta de la oficina que me indican tras dedicarle una sonrisa cálida a Wolf, y después de cerrar la puerta detrás de mí me fijo en los detalles de la estancia, a un lado la oficina de Wolf que a simple vista se veía mucho más cómoda que el sitio que ocupaba ahora, también había una encimera con un microondas y una cafetera encendida, y como un acto reflejo olisqueo el ambiente en busca de ese olor a café que tanto me gusta – sin duda el café de Olivia huele mucho mejor – pienso mientras se dibuja una sonrisa en mi rostro, pero eso no es todo lo que hay, en pleno centro de la habitación un escritorio macizo llenaba el espacio, me acerqué mientras mordía nerviosa mi labio y sin pensarlo dos veces eché un “inocente” vistazo a las carpetas que habían sobre la mesa, algo gordo estaba pasando sino, Wolf no estaría de ese humor, pero tampoco quería entretenerme demasiado en lo que había sobre la mesa, tenía trabajo pero sobretodo no quería que Wolf entrase y me pillase metiendo la nariz donde no me llamaban, pero también miré la pantalla del ordenador rápidamente por si estaba encendida y veía algo interesante.

Después de mi rápido vistazo “sin mala intención” me fijé en las celdas que tenía delante, dos eran de un tamaño medianamente decente si tenemos en cuenta que eran celdas, pero la tercera era mucho más pequeña y en ella, un joven sentado en el suelo, se veía en mal estado – ¿cómo es posible que este chico sea un asesino?- pensé , cogí una silla y me senté delante de él devolviéndole la sonrisa.

Si, ya me han contado quien eres y por qué estás aquí – le digo con tono suave y calmado – yo soy Dominique, la abogada de la fiscalía – hice una pausa para elegir mis siguientes palabras – sé que no es común que la fiscalía hable con el acusado, pero quería preguntarte directamente que es lo que ha pasado para que estés aquí – no quité vista del chiquillo – Ten, Wolf dice que deberías comer algo, y tiene razón.

Levanta la mano en forma de rechazo a la chocolatina -no...gracias... no tengo hambre, de verdad- ves como pone expresión pensativa mientras arruga la nariz- no recuerdo nada sobre esta madrugada. No sé donde estaba, desperté en el bosque, algo dolorido.

Se pasa la mano por el pelo, haciendo que esté aún más despeinado-  Alguien, no sé quien era, de verdad, me contó lo sucedido, así que decidí entregarme. Si me escondía, tarde o temprano me encontrarían y sé que acabaría siendo peor...

Te mira a los ojos durante unos segundos que se te hacen eternos.

-Dígame señorita Dominique ¿Qué opina usted sobre los padres egoístas con sus hijos? Hay un cuento sobre una princesa, la niña más bonita del reino decían que era. Su padre, el Rey, pensó que cualquier príncipe no era suficiente para su hija, así que la encerró en una torre. El Rey dispuso una serie de pruebas, cada cual más y más difícil... El príncipe que consiguiera superarlas todas, se casaría con su hija. Obviamente muchos príncipes lo intentaron y la misma cantidad fracasaron. Se dice que hasta el día de hoy nadie ha conseguido superar las pruebas del Rey... -  hizo una pequeña pausa- de pequeño siempre le preguntaba lo mismo a mi madre cuando me leía el cuento, ¿Mamá y que pasa con la Princesa? ¿Acaso ella quiere estar apartados de todos? ¿Quiere estar sola? 

Una extraña sensación de tristeza te invadía, sin saber mucho el por qué, te identificaste con esa princesa. Era bien cierto que vivías a las afueras del pueblo, pero no estabas sola ¿o si? 

Cuando le ofrezco la chocolatina la rechaza aludiendo a que no tiene hambre - ¿sabes? Te la voy a dejar aquí, y cuando te dé hambre no tienes que pedirle nada al Sheriff – le digo con una sonrisa cómplice. Aquel chico me transmitía muchas cosas pero en ningún caso me dio la sensación de estar delante de un asesino, pero por muy convencida que estuviese de su inocencia, tendría que guiarme por las pruebas.

El joven me dice que no recuerda nada de la noche anterior, que un hombre que no recuerda le ha dicho lo sucedido y que decidió entregarse – Sin duda ha sido la mejor decisión que pudiste tomar – le digo refiriéndome a lo de haberse entregado - me han informado que querrás defenderte tú mismo en el juicio, ¿estás seguro de ello? – termino por preguntarle con una sonrisa.

Pero de pronto cambia de tema de forma drástica y mientras escucho lo que me cuenta, una sensación profunda de tristeza y desasosiego me invade, en sus palabras me veo reflejada aunque su relato va de un cuento que nada tiene que ver conmigo, no hay parecido en lo absoluto ¿o si? Sacudí mi cabeza levemente, a diferencia de esa princesa que el relata yo había decidido donde vivir sin que nadie me lo impusiese, tenía una amiga a la que adoraba, un novio al que amaba con toda mi alma y un gatito que era mi adoración, ni siquiera el color del cabello podía ser comparado, pero ¿entonces? Sacudí la cabeza sutilmente despejando esa idea de mi cabeza, esa sensación que me había envuelto hace unos segundos no era mas que la falta de descanso por la noche tan mala que había pasado, y cuando terminé de hablar le respondí con una sonrisa fraternal y voz tierna – Pues creo que nadie debe decidir como otra persona tiene que vivir, y ¿sabes que mas? – le dije ahora hablando mas bajito y de manera cómplice – No importa si ella quería vivir apartada y sola, si lo hizo obligada estoy segura que no era feliz.

Dicho esto me levanté de la silla – Será mejor que me vaya, me imagino que el Sheriff no estará de humor como para que pase aquí la tarde – le digo mientras le guiño un ojo – Si por algún casual quieres hablar conmigo, dile a Wolf que me llame – y dicho esto y una sonrisa me despedí con un movimiento de mano y volví a salir.

Una vez fuera me dirigí a hablar con Wolf, que a esta altura estaba segura que tendría unas ganas locas de verme desaparecer – Bueno, el chico sigue sin querer comer – le digo intentando captar su atención  - ¿qué ha dicho el psicólogo sobre el chaval? 

Esta vez el Sheriff estaba descansando de tanto papeleo, se tomaba un café que olía muy fuerte.  Alzó una ceja y se pasó la mano por el mentón -¿el psicólogo? es uno de los desaparecidos. 

Entonces se abre la puerta, es una estudiante la que acaba de entrar a la comisaría. 

-Otra visita más... ¿qué pasa chiquilla? - dice a Antye - ¿alguien ha desparecido?

La jovencita pelirroja entra con sus mejillas rojas a raíz de haber corrido bastante. Le falta un poco el aire y se queda en el marco de la puerta intentando calmar su fatiga. Antye respira hondo y después se acerca con cautela al sheriff, o al menos para no marearse por el olor a café.

-Buen día... señor Wolf, buen día señorita. Me acaban de informar que mi... que el estudiante Zacharías Bell es sospechoso de un crimen. ¿Es cierto?

Su voz, cargada de temor y nervios, es palpable en las palabras dichas por ella ante la incertidumbre que la domina. Su cuerpo tiembla un poco y sus labios igual, tiritando por el cansancio y la angustia.

Se cruzó de brazos - así es... ¿vienes a verle? - dio un sorbo a su café y apoyó la taza en el escritorio que tenía detrás de el -dime chiquilla, ¿eres su hermana? ¿algún familiar suyo? - se dirigía a un archivador a coger un documento para rellena - si quiere entrar debe dejar aquí sus pertenencias...

Antye baja la vista y juega con sus manos sin saber qué decir. Mueve un poco el pie derecho y tuerce su boca sin tranquilizarse. Manteniendo su mirada evasiva, responde con un dejo de tristeza.

-No soy familiar suyo... sus padres fallecieron en un accidente y solo soy una compañera de clases.

Alzó sus ojos, los cuales brillaban suplicante. La joven se acercó un poco más al Sheriff y deja que una lágrima escape a su mejilla, pues se había estado conteniendo desde que se enteró de la noticia.

-Por favor, déjeme verlo... Dejo mis cosas aquí. Sólo unos minutos... es mi amigo... mi mejor amigo.

Su respuesta me pillo totalmente por sorpresa – ¿cuantas personas más han desaparecido? – le pregunté, pero antes de que pudiese contestar una joven de cabellos rojizos, aunque mas apagados que los míos entró en la estancia. – Buenos días  - respondí a su saludo, y aunque hubiese sido mucho mas apropiado haberme ido, su estado de nerviosismo no me pasó desapercibido.

Wolf le hace las preguntas de rigor y entrecierro los ojos ¿Qué escondían los jóvenes? Me pregunté y con voz tranquila me atreví a hablar – Quizás tu puedas hacer que coma –le dije usando mi habitual tono de voz dulce y tranquilo – y si no te importa, después me gustaría hablar contigo – terminé por decirle.

Cuando el Sheriff ve la lagrimita de Antye, su cara refleja como si le hubiesen pegado un puñetazo en el estómago. Se deja caer en el asiento y coge un bolígrafo -Dime tu nombre...- suspiró - bueno si ella quiere hablar después contigo, rellenaré tus datos después.

Te señala la puerta de atrás - ahí está... no te enrolles mucho, ¿eh?

Mira después a la abogada -12,12 han desparecido ¿de verdad vas a quedarte aquí?