Partida Rol por web

Ríe entre dientes ante tu propuesta de pago- me temo que eso no me interesa señorita - de uno de los bolsillos interiores saca una pequeña cajita azul. Cuando la abre puedes ver que en su interior una especie de habichuela trasparente - necesito algo como esto, es raro lo sé, pero es la única manera de que tengas ese vestido - guarda la caja de nuevo - he oído que alguien en el puerto tiene una de estas maravillas... 

Me quedo mirando la extraña habichuela y sonrío. - ¿Solo eso? Chupado.- Contesto indiferente. - ¿Me puedes decir exactamente quién la tiene? 

Sonríe un poco ante tu "indiferencia" - querida, si supiera quien es iría expresamente- chasquea la lengua y niega con la cabeza - pero no es así, me temo que vas a tener que buscar a esa persona y arrebatar esta pequeña joya de sus manos - entrelaza los dedos de sus manos y te mira a los ojos, muy serio. 

- No hay problema. Usaré mis encantos de damisela.- Contesto y me doy la vuelta, para salir de la tienda. Sin embargo, doy media vuelta y sonrío. - Un placer, Sr.Gold.- Añado mientras cojo a Erick de la mano y tiro de él para que salga conmigo. El pobre parecía bastante afectado. 

Ahm, no sé, a ver, déjame pensar... - dijo llevándose el índice al mentón, fingiendo hacer memoria, para luego hablar aceleradamente  - ¡Ah si! Tu comportamiento errático en la reunión, lo nervioso y extraño que estabas, la nueva cercanía a Samantha y el que ni siquiera me presentaras a tu acompañante de allá adentro y me hicieras salir persiguiéndote. Pero principalmente lo de la reunión.

Suspira y entra a la tienda de Gold con él. 

¿Que llevas ahí, de todas maneras? - pregunta señalando lo que llevaba en los brazos, envuelto en sábanas. 

Suspira y te mira con ojos cansados, muy cansados. Antes de entrar a la tienda se detiene y frunce los labios - perdona Raphaelle, no ha sido un día fácil para mi- se muerde el labio inferior- lo de Samantha, no debes preocuparte, ella está enamorada de otro hombre - sonríe un poco- no sabía que eras algo celosa, no te enfades por favor... James, bueno no pasará nada por no conocerle antes de tiempo - te abre la puerta de la tienda y espera a que pases - esto de aquí es algo muy especial para mi...

La tienda de Mr Gold, como siempre llena de cachivaches extraños, ropas de época, armas antiguas, etc... El hombre os recibe con una sonrisa lobuna - vaya, buenas tardes Dr. Lawler, que sorpresa tenerle... aquí ¿qué es lo que busca?

Sebastian avanza hasta el mostrador y deja el bulto encima. Quita con cuidado las sábanas hasta que el contenido se deja ver. Es un hacha de plata, muy bien labrada y bastante cuidada - necesito la caperuza- dice el doctor de forma tajante.

Mr. Gold chasquea la lengua y mira el hacha - antes tendré que probar que es la auténtica, cosas del negocio, no es personal.. - dice sin dejar de sonreír. El hombre saca de debajo del mostrador una estatuilla de oro y lo coloca en el mostrador - del mismo Rey Midas... - coge el hacha de plata y se dispone a cortar la figura con ella. Sin mucha esfuerzo, cuando el filo del hacha toca la pequeña estatua, esta se parte por la mitad. Arquea una ceja sorprendido y mira a Sebastian, que por su parte muestra indiferencia - trato hecho Dr. Lawler... voy a buscar esa prenda a la trastienda - con el hacha en la mano, entra en la sala trasera dejándoos solos. 

Ignora a Mr. Gold tal como él lo había hecho con ella, y pasa un brazo por la espalda de Sebastian, tomándolo por la cadera. En un principio, solo mira el hacha con mucha atención. Las armas solían llamarle la atención, y una que estuviese hecha de plata era doblemente atractiva. Pero no fue hasta que el dueño de la tienda partió una estatuilla de oro que realmente sintió deseo por aquel objeto. Si podía partir oro así, ¿De que más sería capaz?

Pero no, no. Ella había salido de eso, sabía que no era bueno tener armas porque estaba segura de que las usaría. 

Miró a Sebastian, sorprendida, mientras el locatario se iba a buscar una caperuza... ¡Una caperuza! 

Maldición, Sebastian, si tanto querías una caperuza te la podría haber fabricado yo. ¿Cómo vas a cambiar esa preciosura por ropa?... ¿De dónde la sacaste, de todas maneras?

Después de ver como Gold se adentraba en la otra sala, te sonríe cansado - no sabía que sabías tejer - ríe un poco entre dientes - sin duda sería una imagen muy tierna que ver... y extraña, después de ese golpe que le diste a mi paciente esta mañana, no eres una chica delicada. Vaya que no pega contigo - suspira un poco mientras ve la estatuilla partida que sigue encima del mostrador - digamos que es una herencia familiar...

Aparece Gold con una caja que coloca encima del mostrador. Abre la caja y saca la caperuza, de color rojo y bastante desgastada además de sucia - perfecto- dice el doctor mientras toca la prenda. Guarda la caperuza en su caja y la coge - un placer hacer negocios - se da media vuelta, dispuesto a irse del local. 

Bueno, más que tejer, sé coser. Alguien tenía que arreglarme la ropa mientras crecía, y ya que mi madre no tenía mucho interés en ello... Aprendí sola. A enmendar, hacer bastas e incluso a hacerme ropa a partir de cosas que ya me quedaban chicas. - dice encogiéndose de hombros. 

Alzó una ceja al ver la caperuza, en pésimo estado, que le mostraba Mr.Gold. 

Espera, ¿En serio vas a cambiar una herencia familiar por esa basura? - dice frenando repentinamente.

Sin duda eres una auténtica superviviente- te dice mirándote a los ojos- me temo, que esto va a ser más útil ahora que esa hacha... no voy a pelearme con nadie o eso espero - abre la puerta del local y sale. De reojo ves algo que podría llamar tu atención, pero que Sebastian se vaya haciendo un trueque te quema la sangre y no prestas atención.

¡¿Como podría ser esa cosa harapienta mejor que tu hacha?! Vamos, anda a devolverla, yo te haré una caperuza y tu me das tu hacha si tanto te quieres deshacer de ella. - dice poniéndose frente a él y empujándolo de vuelta a la tienda.

Resopla y pone los ojos en blanco- Raphaelle, déjalo estar, de verdad- se resiste a tus empujones quedándose clavado en el sitio, aunque frunce el ceño algo molesto por hacer fuerza con las piernas - no te preocupes mujer... anda ayúdame a buscar a Eileen ¿de acuerdo? - te mira cansado.

No te voy a ayudar a buscar nada hasta que me digas que mierda pasa. Actúas raro, erráticamente. Si no fuese porque me agradas ya habría llamado a Dan para que te echara un ojo. Y ya basta de ponerme esas caras cada tres segundos. - respondió molesta, dejando de empujarlo pero sin quitarse de su camino.

El hombre inspira y te mira frunciendo el ceño- lo que pasa, Raphaelle, es que eres más testaruda que una mula. No quieres ver lo que pasa realmente en este pueblo ¿crees que la herida de mi pierna ha sido por algún perro? - chasquea la lengua, algo molesto y sigue hablando antes de dejarte responder- errático dices, pero las muertes, desapariciones, extraños pacientes al borde de la locura... eso es normal ¿cierto? - mira a su alrededor sin mover mucho la cabeza- y esos revolucionarios, la alcaldesa haciendo un llamamiento para encontrarlos ¿de verdad tengo que decirte que me pasa?

¡Claro que no es normal! - exclama enojada - No dentro de este pueblo, al menos. Pero puede que la civilización o falta de ella haya alcanzado incluso este pedazo de mierda en medio de la nada y la corrupción de la sociedad se esté notando cada día más. - mira hacia un lado, incómoda. Si había algo que jamás lograría comprender del todo era como funcionaba la mente de las masas. Una de las tantas razones por las que no se había hecho psicóloga -  Y si no, puede ser algún tipo de gas tóxico que produzca alucinaciones, o que se yo. ¿Acaso tu tienes una explicación más lógica que esa? - toma una pausa y lo mira, recién procesando sus últimas palabras - ¿Y que sabes tú de los revolucionarios? 

¿Y acaso no es raro? Piensa en todos estos años, el pueblo ha sido un lugar casi perfecto. Quizás alguna muerte, algún accidente, pero hazte esta pregunta ¿cuánta gente se ha marchado para siempre de Storybrooke? o al revés ¿cuántos forasteros se han mudado aquí? - coge la caja con fuerza y sin alzar mucho la voz- _{los revolucionarios no quieren hacer daño a nadie de este pueblo, todo lo contrario, quieren parar los pies de aquellos que si lo hacen...}

Eres parte de ellos, ¿no? ¿A quién quieren detener? ¿Y por qué? - preguntó mirándolo seriamente, buscando más información. Poco le gustaba el pueblo y su gente, así que si querían cambiarlo ella no sería quien se los impidiera.