Partida Rol por web

V'fogan toma su pistola y le dispara a los sakkras.  Tu termina el explosivo que pidieron esos nueve que vienen subiendo la cuesta.  Si no se los das pronto van a venir por él muy enojados, ya ves cómo son estos clientes. 

Y cómo lo tuviera el destino, un sakkra en la pelea le empuja la mano y sus ojos de gato sólo alcanzan a ver que en la mirilla movida aparece el obus al tiempo que se da cuenta de que ya ha apretado el gatillo.  Y apretado el gatillo muere el gatillo. 

V'fogan sólo alcanzó a emitir el rugido salvaje que corresponde a una muerte heroica pero no por eso menos estúpida, y a una muerte estúpida pero no por eso menos heróica, que era el resultado inevitable de haber defendido este bastión, que era el resultado esperado de haber entrado a esta guerra. 

¡¡AURGHHHS AUURGHHS!!  ¡¡POR MRRSHAN!!

Con la contractura y sin balas, aventó la pistola a la cara del Sakkra más cercano, no sabía si aliviado o no, y mejor lo esquivó para conectar el fusor del explosivo improvisado con su paralelepípedo. Ok, momento de muerte embarazosamente evitado... 

Y claro, el mmrshan no lo sabía, pero si conectaba el cable así, sí explotaría.  Pero ahí. 

Entre el forcejeo de la lucha, intento desenfundar el arma y disparar a mis oponentes, pero no es tan fácil como parecía en mi cabeza. Se mueven con rapidez y es difícil apuntar, a menos que sea al bulto. Así que, a falta de blanco seguro, no disparo, no fuera a impactar donde no debía.

- ¡UUURRRRRSSHHHHHHAGG! - Vocifero, lamentando mi suerte, en un castizo rebuzno que podría traducirse al común como: ¡Estarse quieto, coño!

Mientras tanto, intento ponerme a salvo de las garras, colmillos, colas y demás muestras de afecto reptiloide que profesan los Sakkras.

El mrrshan decide ayudar al soldado V'fogan al ver que los Sakkras lo tenían en aprietos y al parecer su pistola se trabó...

Zz'orr utiliza su velocidad y agilidad típica de un felino para llegar rápidamente hasta su compañero, embistiendo por la espalda a un sakkra; acto seguido con su cuchillo de pelea ataca a los demás.

- ¡No te quedes mirando V'fogan!,¡Ayudame a eliminar a estos malditos!

Un cañonazo proveniente de la fortaleza mrrshan impacta no muy lejos de vuestra posición. Es imposible saber si ha sido un disparo para ayudaros o, sencillamente, alguna cagada de un artillero pero una nube de humo denso y espeso cae sobre el reducto haciéndoos toser.

Los componentes del explosivo casero ruedan por el suelo pisoteados por los sakkra y por V´fogan que rueda sobre ellos rugiendo e intentando quitárselos de encima. Una nube de humo los envuelve y el combate se vuelve angustioso y agobiante por las toses y el sofoco.

Cuando V´fogan está al borde de la desesperación, su salvación llega en forma del corpulento soldado Zz´orr que, cuchillo en mano y con cara de maniaco, despacha a tres de ellos en una rápida combinación de cuchillo, patada y mordisco en la garganta. 

Zz´orr, cuando impactes, suma el daño de tu arma, resta 6 y divide por dos el resultado (ignora decimales y el resultado mínimo es uno) para saber a cuántos matas cada vez.

El explosivo casero se ha perdido definitivamente. Demasiadas manos manipulándolo, demasiados fracasos y demasiados enemigos alrededor. No podéis seguir intentándolo.

Zz´orr se echa a V´fogan al hombro mientras apunta con el cuchillo al humo buscando al cuarto sakkra...

-¿Puedes andar?

-¡Me duele la espalda como si me la hubiera pisoteado un aurox!

-¿A quién se le ocurre intentar levantar un bidón sin...? ¡Agh!

El sakkra surge de entre el humo por su izquierda. Los reflejos del veterano son fulminantes pero otros cuatro sakkra aparecen a la vez y caen sobre él gruñendo y siseando. El mrrshan apenas logra quitar a su compañero de en medio antes de enzarzarse en una brutal pelea cuerpo a cuerpo contra cinco oponentes a la vez.

Zz´orr, pierdes un punto de vida.

Snar, perdido entre el humo, choca con el parapeto. Se da la vuelta asustado sólo para ver otro grupo de sakkras caer sobre él. Por suerte, está alerta y logra quitarse al primero de ellos de un codazo en la mandíbula. Otro le agarra por la cintura y Snar logra patearle el estómago. Cuando otros tres más aparecen a su lado, decide que la prudencia es la mejor parte del valor y sale por piernas.

Sale corriendo como un gamo entre el humo y la confusión. Sus enemigos le siguen de cerca babeando.

Snar, los componentes del explosivo se han perdido. Lo siento, por manazas.

En la posición de artillería se oyen disparos: ¡es Tofkin, el artillero, luchando por su vida! A pesar de sus disparos, los sakkras que le acosan tienen puestos chalecos de neutro-kevlar de colores chillones que no les protegen pero le distraen y afectan a su puntería. Por suerte, sus oponentes no están especialmente dispuestos a parar sus balazos y le rodean lentamente para acosarle por varios frentes a la vez. 

El artillero apoya la espalda contra el cañón mientras a sus oídos llega el ruido de más sakkras dirigiéndose hacia su posición.

La nube de humo se levanta.

Explosiones, polvo, gritos, rugidos y colores chillones que distraen las retinas, como dentro de un caleidoscopio gigantesco. El olor de la sangre es patente, lo ha sido durante todo el tiempo, pero se agudiza conforme avanza la refriega. Otro olor, el de carne asada, también hiere nuestras fosas nasales, que ya están encallecidas ante el abanico de olores que han tenido que soportar desde que comenzó todo esto.

Nada de eso importa ahora, sólo la nube carmesí que cubre mis ojos y los deseos por acabar con las sabandijas que luchan conmigo. Percibo que alguno de los sakkras cae tras mis disparos, pero no puedo constatarlo, pues el tumulto es tal que sólo veo extremidades variopintas que me atacan de todas partes.

Sale corriendo como un gamo entre el humo y la confusión. Sus enemigos le siguen de cerca babeando.

¡¡Me cago en la putaaaaaaaaaa!!! Grito mientras sigo acarreando el lanzallamas, que al notar que lo estoy cargando se enciende "algo" en mi mente y en la punta del lanzallamas... Así que me giro de improviso para que esos malditos reptiloides se coman una ración de fuego mrrshan. Que de hecho "catan" de lleno los 4 primeros que hacen de escudo al quinto...

V'fogan fue a donde las municiones a recargar su arma larga.  De ahí dispararía a los que atacaban al artillero. Sabía que Zz'or cuidaría el otro flanco.  Nadie pasará.  

Oía el retronar de su cargador y daba gracias de que ningún tiro fuera al obús. Pero...

¡¡¿Ven?! ¡¿Ven?!  Le estoy disparando al estúpido obús que está ahí en medio de ustedes, para que vuele ennnterito y se los lleve a ustedes con él a cualquier infieron.  Argh, fallo fallo -decía mientras sus tiros le quitaban sakkras de encima a Toffkin- no fallaré a la siguiente.  Lo que quería era hacerlos alejarse de ahí para que el artillero tuviera espacio para apuntar el cañón contra los que se venían acercando. O al menos estar nerviosos y que fueran presa más fácil para el atigrado compañero.  ¡Que fallo, ahhh, carajo!

Realmente lo que quería V'fogan es hacer un tratado de paz; esto de la guerra no le gustaba.  Es un sinsentido. 

¡¡Ahí va el siguiente!!

Cinco sakkras se abalanzan contra Zz'orr, haciéndole difícil tomar a Lucky Lady para defenderse... tendría que valerse con su viejo y fiel cuchillo de batalla.

Al ver los movimientos del veterano, y la agilidad con la que elimina a tres Sakkras en un instante podría decirse que nació para la guerra, en ese momento Muggsh ve como el soldado V'fogan se aleja.

-¡¿V'Fogan a donde diablos vas?!. Grita el Mrrshan a su compañero tratando de buscar ayuda. -Tendré que sobrevivir por mí mismo.

Lamentablemente dos sakkras sobrevivieron...

La reducida guarnición de soldados mrrshan lucha con uñas y dientes logrando rechazar al enemigo a duras penas. Entre llamaradas, machetazos y disparos, la estilizada figura del soldado V´fogan suelta toda clase de improperios al enemigo mientras aprieta el gatillo de sus armas vacías. La neurosis de guerra está empezando a afectarle.

Y no es el único. Durante los breves instantes que tienen para mirar por encima del parapeto aciertan a atisbar entre el humo una nueva escuadra de enormes sakkras sedientos de sangre. Quizás sea la tensión pero os parece que estos son mucho más grandes que los que habéis estado despachando hasta ahora.

• Tofkin, te llevas 1 punto de daño.
• V´fogan, cuando recargas tus armas no puedes hacer ninguna otra acción. Está explicado antes en este hilo. Ahora sí tienes balas en tus armas.
• Zz´orr, sí, puedes emplear la pistola cuerpo a cuerpo.
• Olvidaos del proyectil de cañón tirado por el suelo: se ha perdido.
• El lanzallamas todavía tiene combustible.

Una vez que Zz'orr pudo eliminar aquellos Sakkras con su cuchillo de batalla, tomó de su cinturón a Lucky Lady. Sabía que era más efectivo con las armas de fuego que con combate cuerpo a cuerpo.

En cuestión de segundos apunta y dispara contra los sakkras faltantes, eliminándolos y dejando libre su vista.

-¿Pero qué diablos comieron esas cosas?. Dice el Mrrshan al observar aquellos Sakkras gigantes acercándose. -¡Que alguien les tire una granada o algo!

Respiro aliviado mientras los compañeros del sakkra restante terminan de quemarse abrumado por la potencia del lanzallamas que le apunta, cuando del exterior se oyen e incluso se sienten los rugidos y pisadas de unos reptiles más grandes. Que hacen levantar el ánimo al sakkra y a 5 amiguitos más...

Joderrrr!! Estos bichos son insaciables, ¡tomad más fuego atajo de h*********a!

¡Ahora sí!

¡¡¿Ven?! ¡¿Ven?!  Le estoy disparando al estúpido obús que está ahí en medio de ustedes, para que vuele y se los lleve a consigo.  

Sus tiros le quitaban sakkras de encima a Toffkin- no fallaré a la siguiente.  Lo que quería era hacerlos alejarse de ahí para que el artillero tuviera espacio para apuntar el cañón contra los que se venían acercando. 

Corrió a colocarse junto al último bidón de combustible que quedaba.  Lancémoslo Zz'orr, dijo, esperando que entre los dos, a la siguiente ronda de asalto, si sobrevivían a esta, pudieran acabar con los sakkras supersaizd que subían. 

La lluvia de garras, dientes, colas y hedor de aliento repiliano hacen mella en mi resistencia, que ve como las carnes de mi achaparrado y prieto cuerpo son hendidas de alguna forma en la que no tengo tiempo en reparar.

Lo que me queda es tratar de sacarme enemigos de encima... antes que sean ellos los que se hagan un collar con mis dientes.

Pero el dolor me ha nublado la vista y no acierto a ver suficientemente al enemigo. Disparo a ciegas. Me siento a merced de esas bestias hediondas.

- ¡SACADMELOS DE ENCIMA! - Grito desesperado.