Partida Rol por web

Pierce caminaba tranquila y relajadamente por la ciudad, el lugar realmente era llamativo, se notaba que a los americanos les gustaba todo lo grande, como escucho una vez a un español decir, "americano, grande, ande o no ande" y estaba claro que era una frase que definía perfectamente a estos. Caminaba mirando las tiendas y los lugares, turistas por todos lados de todas las nacionalidades, sin duda era un lugar transitado y allí no destacaría demasiado, a fin de cuentas, quien iba a fijarse en un ingles cuando había etnias mucho más llamativas por allí y sobretodo personas con ropas e indumentarias mucho más llamativas, si hasta vio gente que parecían sacados de películas de la época victoriana, estaba claro que aquello era un lugar realmente multicultural.

Sus primeras intenciones no eran otras que la de pasar por las zonas cercanas a la clínica, lo prioritario era determinar qué clase de negocios había cerca y las salidas y entradas del edificio, en cierta forma era una buena idea saber cómo era el edificio, además también quería saber qué clase de personas entraban y salían del lugar, todo eso lo hacia mientras se dedicaba a comprar algo de ropa, la poca ropa elegante y de buen gusto que pudiera encontrar y quizás una camisa para su compañero, algo menos veraniego.

Silva, acostumbrado a hacer caso a su instinto decidió tomar una fotografía del hombre... no le resultó estremadamente difícil ya que el sujeto en cuestión se detuvo unos segundos a mirar un escaparate de ropa... se mostraba confiado y tranquilo, como un turista más de aquella inmensa ciudad.

Pierce se detuvo en varios escaparates de ropa minetras examinaba el contenido de dichas tiendas... lo cierto es que todo lo que había escuchado de la Gran Manzana era cierto, cualquier cosa que deseara podía adquirirla... siempre y cuando tuviese dinero y afortunadamente para él... lo tenía.

Mientras miraba el escaparate de varias tiendas de trajes de Armani, pudo controlar un poco los alrededores de la clínica... era una clínica de prestigio pues los clientes estaba claro que poseían dinero, incluso le pareció distinguir a algún actor famoso...

Daniel, se puso un traje de corte deportivo, quería parecer elegante, pero no un estirado. Guardó en la maleta su ordenador y las revistas por si necesitaba abrirla delante de alguien. Salió del hotel y se dirigió a una de las direcciones que le habían dado, quedaba bastante cerca pero aún así prefirió coger un taxi, pues no quería ir por la calle arrastrando la maleta.

El taxista como era habitual en New York era de etnia sij y llevaba una musiquita Hindú bastante molesta, pero al ser un pequeño trayecto Daniel no le pidió que la apagara.

Daniel iba observando por la ventanilla la gran ciudad, New York tenía algo especial, no es que fuera muy distinta a Chicago o a otras grandes ciudades americanas, pero tenía una especie de aura, de glamour que la distinguía de las otras. 

El taxi llegó a la puerta de la clínica, Daniel pagó al conductor y bajó del taxi con su omnipresente maleta a su lado. Observó la fachada del edificio, combinaba la arquitectura modernista con los espacios abiertos y acristalados. Desde luego no era una clínica asociada a una aseguradora del montón sino que a simple vista era evidente que se trataba de una clínica privada orientada a un cliente con poder un poder adquisitivo elevado, las maderas nobles, los detalles de arte...

Daniel accedió a la clínica y se dirigió a la recepción donde le atendió una bellísima joven.

Buenos Días, mi nombre es Allister, Edwin Allister. Saludó Daniel con una encantadora y cautivadora sonrisa.

Daniel que no se andaba nunca por las ramas, accedió directamente a la clínica... tal y como había supuesto se trataba de una clínica de lujo. Su clientela estaba entre mediana y avanzada edad, de clase acomodada e incluso pudo distinguir caras conocidas del celuloide lo que ya era bastante rebelador del tipo de especialidad que se trataba en aquella fundación.

- Buenos días señor Edwind- le sonrió la joven devolviéndole una gran sonrisa- encantada de conocerle, ¿en que podemos ayudarle?- le dijo la muchacha jovial y amable desviando una llamada entrante que acababa de recibir hacia su compañera para centrar su atención en el posible nuevo cliente.

Abrí los ojos de par en par ¡no sabía en que lío me había metido!

Sonreí sin parar a la anciana, no quería que se sintiese incómoda conmigo así que asentía a cada explicación que me daba. Por la Reina, estos chinos están en todos lados.

- Vaya... veo que su género es bastante variado... y de calidad - cerré tanto los ojos al sonreír que temía que se notase que estaba siendo demasiado cordial.

- Creo que ésta es la que mejor se adapta a mi estilo - dije con dolor para mi orgullo.

Me encantaba el color azul, y dentro de lo malo no era tan absolutamente descompensada en cuanto a armonía cromática.

- Y para complementar.... ¡estas! - dije seleccionando las gafas azules.

Sin entrar en modestia, dejé varios dólares esperando que fuese más que suficiente. No importaba el cambio, tan solo quería salir de allí lo antes posible.

Una vez finalizada la compra iba a intentar entrar en alguna cafetería donde pedir un zumo y así tener acceso libre a los aseos. Ese iba a ser mi lugar perfecto para cambiarme

Mientras Daniel urdía su estratagema para sonsacar toda la información que pudiera de aquella clínica, una sensación de picazón en el cuello le hizo darse cuenta de que estaba siendo observado... Con disimulo sus ojos se desviaron hacia uno de los lados... no le costó mucho distinguir a la persona que lo miraba.

 Un hombretón vestido de negro, perfectamente peinado y con unas gafas de sol guardadas en uno de los bolsillos de su americana...

- Mucho guapo...- asintió la china enormemente complacida por la compra que le había realizado el inglés- cami..tela ilual ojos lullos- sonrió asintiendo varias veces con la cabeza, mientra señalaba la camiseta de los yankies y los ojos de Roger.

El agente decidió entonces marcharse para ensuciar su prestigio vistiendo aquellas prendas con el agradecimiento infinito de la anciana china, que lo despidió con una sonrisa de oreja a oreja y varias reverencias... estaba muy poco acostumbrada a que los clientes no quisieran quedarse con el cambio, lo que a ella le suponía un dinero extra bastante interesante.

 De manera que Roger caminó por el parque esquivando a los champiñones humanos que estaban tan agusto tumbados sobre la hierba tomando el solecito... que envidia... con lo bien que se tenía que estar sin preocupaciones... aunque por otro lado... que poco glamouroso, no... estra tumbado en la hierba no era su estilo.

Finalmente el señor Bond III si que pudo encontrar lo que buscaba, ¡Una cafetería! y hasta se veía limpia y todo

Finalmente me despedí de la simpática china buscando mi siguiente objetivo: la cafetería más cercana.

Tras hacer las reverencias pertinentes me puse manos a la obra, debía encontrar lo que estaba buscando cuanto antes porque cada minuto perdido era una posibilidad desperdiciada de encontrar pistas.

Tras recorrer el parque encontré justo el local que ansiaba a la vez que sonreía acordándome del comentario de la chinita sobre mis ojos a juego.

Miré a todos lados intentando no llamar la atención, el lugar parecía limpio así que ¿para qué esperar más?

El inglés entró en la cafetería tranquilamente, al fin y al cabo sólo había entrado para poder ponerse la camiseta recién adquirida. El ambiente en sí era bueno, había varias familias con sus hijos, estudiantes, gente mayor e incluso funcionarios, tras una rápida batida ocular localizó la puerta de los servicios...

 Entonces al dirigirse hacia la puerta sintió como una pequeña punzada en el cuello, una sensación que hacía tiempo que no experimentaba, la de estar siendo observado... alguien lo estaba observando entre la multitud allí congregada... pero ¿quien?

Esa sensación, hacía tiempo que no la sentía. Alguien me observaba y mi siguiente movimiento era crucial. ¿Qué debía hacer?¿Ignorarlo?¿o arriesgarme?

Tras unos segundos de reflexión pensé que la mejor manera era aprovechar la entrada al bar para actuar con normalidad y después investigar a fondo.

Solicité un zumo de piña para humedecer mi garganta y así ser cortés y no usar los aseos sin haber consumido. Mientras esperaba el servicio no miré hacia atrás, debía parecer que no me había dado cuenta de nada.

En ningún momento borré la sonrisa de mi cara mientras buscaba con la mirada alguna televisión en la que enterarme de las noticias locales para hacer tiempo.

El camarero le sirvió a Roger un zumo de piña natural recién exprimida... o más bien pasada por la batidora, y presentada en un vaso adornado con una filigrana de cáscara de piña. Aquel refrigerio le saldría caro, pero había que reconocer que estaba bueno... y como quien pagaba era el MI6 pues no había problema ninguno...

 Mientras trataba de centrarse y hacerse el turista inofensivo, pudo hacerse con un ejemplar del New York Times, en el que a parte de una obra de arte de dudoso gusto... venían una serie de noticias sobre la dificultad de aprobar leyes que estaba teniendo el actual presidente, Obama y otra serie de noticias mundiales y locales...

Tras pasar varias páginas, finalmente hubo algo que le llamó la atención, se trataba de un pequeño titular en la sección de economía.

Hermes Foundation planea abrir nuevas sucursales en Europa. Hay varios países europeos sobre los que se están realizando negociaciones, entre ellos España e Italia. Ambos ofrecen unas perspectivas empresariales óptimas de mercado, sin embargo todo dependerá en última instancia del acuerdo que se produzca entre los dirigentes políticos y la direción de la fundación.

Mientras el agente leía el periódico alguien se sentó a su lado.

- Si no fuera porque hace poco me operé de la vista, diría que me falla... puede también que me esté haciendo viejo, más de lo que soy... pero... juraría que eres alguien a quien conozco.

Le dijo la voz de un hombre mayor... tremendamente familiar

Pierce miraba los escaparates de la zona mientras examinaba la clinica y las personas que en ella entraba, estaba claro que era un lugar famoso y de prestigio, al menos por la clientela que parecía entrar y salir de ella, observa el lugar mientras piensa:

- Bien, creo que lo ideal sería entrar a mirar un poco como es por dentro, aunque creo que antes voy a entrar en la tienda más cercana a la clínica.

Pensaba mientras caminaba hacia alguna de las tiendas que colindaban con la clínica

Vaya, que preciosidad!. Pensó Daniel al ver a la chica que atendía la recepción.

Verá, acabo de llegar del Reino Unido a New York con un encargo especial. Trabajo como jefe de implantación en las clínicas Hogwarts que seguramente conocerá (la lectura de las revistas médicas e internet le había proporcionado información para su coartada.) y me estoy entrevistando con los directores de las clínicas más punteras y avanzadas. Mi intención es intercambiar impresiones y conocimientos, así como trasladarles una invitación para visitar nuestras instalaciones. Sé que és un poco precipitado pero en el aeropuerto me han perdido la maleta, que es donde traía los contactos y citas.... de hecho tuve que comprar la primera maleta que pude encontrar. Dijo Daniel. ¿Podría ser posible tener una pequeña reunión con el Director?

Mientras la chica consultaba sus notas y hablaba por teléfono, Daniel se dió cuenta de que estaba siendo observado por un hombre de rostro serio e imperturbable que desde luego no cuadraba en una clínica de este tipo. Podría ser un cliente, pero no tendría sentido que lo observara con tanto interés... tal vez un guardia... o un agente... En cualquier caso Daniel percibió que la presencia de aquel tipo confirmaba que estaba en el lugar correcto y en el momento apropiado.

También pensó que posiblemente aquel hombre lo hubiese reconocido, si era de Spectra desde luego conocían de sobra su cara, su nombre y quien era.

Pierce fue a parar a una boutique... o al menos eso era lo que había creído en un principio, pero una vez dentro se dió cuenta que se trataba de una tienda de lujo de chinos... mira que no había tiendas y tenía que haber ido a parar ahí, Roger tenía razón... ¡estaban por todos lados!

 Justo cuando se estaba planetando salir de allí, el taconeo inconfundible de una mujer le hizo girarse para mirar... al darse la vuelta, descubrió la esbelta silueta de una mujer con melena rubia vestida de negro y con tacones de infarto, se encontraba de espaldas a él hablando con la dependienta.

- Buenos días Mihao, ¿tienes lo que te pedí?

- Buenos días señora Goode- le contestó la china en perfecto inglés- sí, ha llegado esta misma mañana

- Perfecto, ¿puedes mandarlo a la clínica? envuélvelos todos y recuerda envolverlos de forma diferente

- Sí, señora

La muchacha se quedó unos segundos noqueada ante la respuesta de Daniel, pero no perdió la sonrisa en ningún momento y reaccionó con rapidez.

- Lo cierto es que estamos buscando nuevos ámbitos de mercado...- se asomó para ver la maleta y no pudo evitar hacer un guiño para volver a esbozar una sonrisa entre forzada y divertida- es una maleta... curiosa señor Edwin. Voy a consultar con el director, disculpeme- se excusó mientras accionada un botón del teléfono y consultaba con su jefe- El señor Mercury le recibirá en su despacho... por favor sigame- le contestó con una amplia sonrisa tras unos segundos.

 La recepcionista condujo entonces a Daniel hacia una zona más apartada de la clínica, abrió la puerta y le pidió que aguardara un momento que su jefe estaba a punto de llegar, tras lo cual salió del despacho cerrando la puerta y dejando al actual Bond solo.

Sin dejar de mirar el periódico escuché como aquella persona se acercaba. Decía conocerme pero... ¿sería eso así?

Yo no pisaba Nueva York con tanta frecuencia como para hacer amigos, lo cual me llevó a pensar a que era o una confusión o una trampa.

Seguí pasando las páginas mientras me quedaba en la memoria aquel indicio de que Hermes, la principal fundación sospechosa estará expandiéndose en Europa... incluída España ¿cómo le irá a nuestros compañeros?

Mi intento de ignorar al hombre no surtieron efecto, su voz era conocida ¿pero de quién diantres se trataba? Puede que haya rejuvenecido mi cuerpo pero parece que mis neuronas siguen en la tercera edad.

- Creo que se está confundiendo amigo, no soy de por aquí - respondí aún clavando la mirada en las páginas del diario.

Pierce se disponía a marcharse de aquel lugar cuando el sonido de los tacones le llamo la atención, y como buen espía escucho la conversación en especial cuando dijo lo de la clínica. Realmente le llamo la atención que quisiera algo de una tienda de lujo de chinos y el hecho de que quería que lo envolviera de forma diferente le llamo aún más la atención. Mirando el escaparate del lugar permanece unos momentos atento a la conversación, nunca se sabía, siempre podría sacar algo más de esa conversación que le podría dar alguna forma de acercarse y hablar con la mujer o simplemente enterarse de algo más.

• Ummm es curioso que una tienda así este justo al lado de la clínica… bien, aunque en cierta forma eso podría arreglarlo.

Entonces camina hacia el mostrador con tranquilidad esperando que la conversación vaya terminando y antes de que la mujer se marche con una gran sonrisa dice:

• Buenos días señoritas… si me permite el cumplido bonita tienda, pero no me esperaba una tienda así junto a una conocida clínica, sin duda debe ser… provechoso para el negocio, aunque a mí me ha resultado en todo un golpe de suerte.

Sonríe y continúa hablando con movimientos de manos y cuerpo muy medidos y calibrados:

• Si no le importa señorita…. Usted parece que tiene un buen gusto, podría solicitar su ayuda para elegir un obsequio para la mujer de un amigo, ya sabe, los hombres no se nos dan muy bien estas cosas

El Despacho era moderno, con estilo, se veía la preocupación por los detalles, pero estaba vacío. Daniel nada más entrar comenzó a estudiarlo de arriba a abajo, sin embargo la chica de recepción le dijo que esperara allí a que llegara el director. Era el momento perfecto para investigar a fondo antes de que llegase.

Muchas Gracias Señorita. Contestó Daniel.

Daniel tanía claro que no iba a tocar nada, pues el director podría sorprenderlo, pero eso no le impedía mirar a todo lo que estuviera a la vista. Tal vez una foto, un recorte, una ficha sobre la mesa, un correo, un pendrive...

El ordenador era una buena fuente de información, sin embargo estaría seguramente protegido por contraseña y hasta que el director lo desbloqueara no valdría de nada.

Mientras esperaba, Daniel fué montando mentalmente su tapadera.