Partida Rol por web

Hoy amaneció como un día cualquiera en Adalas. El sol brillaba, los pájaros cantaban, y los campesinos se remangaban para acometer sus labores con los primeros rayos del sol. El panadero abría su despacho con su riquísimo pan de centeno y el mercado empezaba a llenarse con los artesanos y productores de la aldea, bajo la atenta mirada de los soldados. Vosotros estabais cada uno con vuestras labores. Trea ventilaba la taberna y empezaba a fregar el suelo tras la juerga de todos los días que se prolongaba hasta el alba, Berod ya hundía sus pies en la turbera, buscando las mejores bolas para el herrero, y Rupert paseaba por la plaza en busca de algún trabajillo que le proporcione algo que llevarse a la boca.

Adalas y las casas de los campos

Todo iba como siempre, como todos los días, hasta que se oyeron esos gritos. Eran gritos de miedo, de histeria. Eran gritos de niños, que corrían desde el Camino de la Culebra, ese camino que se adentra en lo sombrío del bosque y que va hasta las cabañas del cazador y el leñador, fuera de la aldea. Los que gritaban eran Enar y Noco, los hijos del cazador y del leñador respectivamente. Estaban muy asustados, y directamente fueron hasta la torre, que está en el lado de la plaza más próximo al camino, donde dos soldados charlaban en la puerta.

Al ver quiénes eran, nadie prestó más atención (esos dos siempre están ideando trastadas), y al instante la mayoría reanudaron sus tareas, sin dar crédito a lo que los niños contaban. Sin embargo, como sabéis, la curiosidad de los aldeanos es demasiado fuerte, y el rumor de lo que los niños contaron corrió como la pólvora entre las casas de Adalas. La historia más consensuada era que los niños contaron una historia inventada acerca de un monstruo que había salido del bosque y que había devorado a Drake, el leñador, tras descuartizarlo (tengo que aclarar que esto es totalmente imposible, pues Drake es de lejos la persona más fuerte, bruta y resistente que jamás haya conocido Adalas). Muchos criticaron la falta de respeto de Noco al inventar semejante historia sobre su propio padre, otros dijeron que no eran más que ocurrencias de críos.

Fue así como por la tarde Enar, ignorado, habló con vosotros, apenado por Noco y aterrado por lo que aseguraba que había ocurrido. Sin que los adultos le creyeran, os pidió a vosotros tres, mayores que ellos, que fueseis a echar un vistazo, aunque sólo fuera para confirmar su historia. Nunca habéis tomado ese sendero, nunca os habéis alejado tanto de la aldea, nunca habéis visitado las cabañas del cazador ni del leñador. Pero os lo está pidiendo un niño pequeño, amigo vuestro, que parece estar muerto de miedo, y a quien ningún adulto hace caso.

Camino de la Culebra

sale de la Plaza, del lado de la Torre, y se adentra en el Bosque hasta las casas del Cazador y del Leñador

Y habéis aceptado, aunque sólo sea por tranquilizarle. Trea fue la primera en aceptar el reto de adentrarse en el bosque, dejando ver un brillo en sus ojos, segura de descubrir alguna pista sobre el complot de los adultos en todo este asunto. Rupert quiso acompañarla, a cambio de devolverle algún favor lejano a los niños, y esperando ser recompensado por el leñador si de verdad algo había ocurrido (está claro que no hay monstruo, pero podría haber sido atacado por algún animal y estar en apuros). Berod aceptó acompañar a sus amigos, esperando vencer su miedo y contar su osadía al volver, demostrando a todos de lo que realmente era capaz.

No tenéis obligaciones hasta mañana al amanecer, aunque esperáis volver mucho antes, por supuesto mucho antes de que caiga la noche. Enar no os acompaña, tiene demasiado miedo, y se quedará cuidando de Noco. Tras armaros con lo que teníais a vuestra disposición, os habéis reunido donde empieza el camino, dejando atrás la Plaza, la Torre, y el murmullo de la aldea. Aquí ya podéis sentir el frescor del bosque, podéis notar el aire que se arrastra rozándoos los pies, los olores húmedos, el ruido de pájaros y roedores... nunca antes habéis pasado de aquí. Sólo Drake el leñador y Odo el cazador, y sus hijos, lo hacen. No es que esté prohibido, tampoco nunca ha ocurrido nada, pero... da miedo...

El día era normal. Incluso bueno. De hecho, la buena cena de ayer me daba un muy buen humor para hoy, y la verdad, madrugué mucho para llevar unos sacos de harina, a cambio de un pan de ayer para el desayuno. Riquísimo. Y ya claro, me dirigí a la plaza a buscar trabajos sueltos, saludando a todo el mundo, soldados incluidos, pero estos... Pues como siempre, me miraban con algo de condescendencia. Sabían que quería ser de los suyos, y les gustaba esa admiración que les tenía. De todos modos, aquella mañana no tenían nada de trabajo para mí. 

Luego de un rato, donde conseguí media manzana a cambio de mover unos muebles en la casa del sastre, llegaron los gritos. Al principio parecían otra tontería de Noco y Enar, pero ellos insistían. En un momento, los ignoraron. No los culpo, a veces los adultos les veían demasiadas bromas y aquello parecía  imposible. Un monstruo, pffff. Pues yo lo dejé de lado. De hecho, conseguí comida y cena, sorprendentemente, en la casa de los Hopb, que tenían un bebé, y necesitaban que alguien lavara la casa y llevará las viandas y demás. Así que aquel día había sido bueno. Buena racha, tres días sin faltar una comida. A

Así que decidí tomarme la tarde de descanso en un árbol que me gustaba cerca de donde dormía. Allí me encontró Dísi, diciéndome que queria hablar con nosotros Enar. Y con nosotros era con Trea y Berod, así que fui a por ellos, y hablamos con Enar. Algo raro había ahí, y no era una broma. Un monstruo seguro que tampoco, pero algo había pasado. ¿Un oso? ¿Un lobo? Bueno...

-Hay que ir a ver. -​​​​​​-Dije, ya que Tres habia aceptado y me había dado un codazo para que dijera algo así. Me apetecía ir más lejos que de costumbre, pero imponía respeto aquel bosque. Aunque mi pala era un instrumento muy versátil, así que la llevaba como si fuera una lanza, dispuesto a golpear a lo que hubiese de camino, si era malo. -Bueno, chicos, esto será algo divertido de contar, seguro, así que venga, que aún volveremos antes de la hora de la cena. -​​​​​​-Dije con una sonrisa, pensando en la rica sopa que me habían dado...

Me disponía a vaciar mi cubo de agua sucia a la puerta, cuando se oyeron a lo lejos gritos de niños, hice por ver de quiénes se trataban - Ah, Enar y Noco, entonces no pasa nada- dije riéndome a los vecinos que habíamos parado un segundo a ver qué pasaba - siempre la están liando- y continúe con mi tarea, que no era poca, habían dejado la taberna tan sucia que parecía una zahurda.

Pero a lo largo de la mañana, las historias de estos dos críos no hacían más que ser el tema más comentado tras la barra, y poco a poco, no hacía más que crecer mi curiosidad acerca del monstruo que habitaba en el bosque y se había zampado a sus padres. ¿Sería verdad o tal vez, se trataba de una estratagema más para meter miedo a salir fuera de la aldea? La duda empezaba a reconcomerme por dentro y andaba más atenta a las habladurías de la gente que a recoger los platos.

Así que, cuando aparecieron Rupert, Berod y Enar para hablar sobre lo que le había ocurrido a su padre y nos propuso ir a verlo en persona, sin pensarlo - Si si si si nosotros vamos-  dije antes incluso de dejar aceptar a mis amigos, era lo mejor que me podía suceder esa tarde.

Os adentráis, pues, en el bosque. El camino es sinuoso, serpenteando entre los ancianos árboles. Las copas proyectan grandes y frías sombras, impidiendo ver con claridad mucho más allá de una docena de pasos hacia el interior, como si fuera de noche, como si todos vuestros temores y peores pesadillas habitasen ahí, sin nada que les impida salir a buscaros. Por suerte el sol os acompaña mientras no salgáis del camino, aunque a veces un árbol adelantado os hace sombra, o el sendero se desdibuja un poco y teméis perderos.

Llegáis primero a la cabaña de Odo, el cazador, y padre de Enar. Está vacía, pero intacta. No parece haber nadie, ni tampoco parece haber sucedido nada, ni dentro de ella ni fuera. Sus muros hechos de troncos , colocados sobre un zócalo de piedra, y su cubierta de paja están en su sitio. Afuera hay algunas pieles, limpias, estiradas sobre marcos de madera para que se sequen al sol. Si llamáis a Odo nadie responderá.

Sabéis, por lo que os han contado, que la cabaña del leñador, del padre de vuestro pequeño amigo Noco, está al final del Camino de la Culebra, así que seguís avanzando, temerosos de que os sorprenda la noche. A medida que avanzáis el sendero es más estrecho, más sinuoso, e incluso más escarpado. A veces tenéis que imaginar por dónde sigue, otras veces os adentráis un par de pasos en falso hacia el bosque, y tenéis que desandarlos para volver a él. Hasta que llegáis a un gran claro, plagado de tocones, restos de la tala indiscriminada que Drake ejerce para ganarse la vida. En el centro del claro hay un montón de maderas astilladas, más alto que vosotros, rocas trituradas y maleza. Alrededor del montón podéis ver huellas, aunque está bien claro que todas no son de personas.

La perspectiva de ir en búsqueda de Drake, el leñador, y Odo, el cazador, no me hacía ninguna gracia... pero, ¿cómo dejar a los pobres Enar y Noco en la estacada? Habían estado gritando, llorando y rogando ayuda por toda la aldea y nadie les había hecho caso. Para cuando vi a Rupert, ya había escuchado algún comentario sobre el asunto en la aldea, durante los repartos de turba... Dioses, me ponía los vellos de punta pensar que algo en el bosque hubiera podido hacerle algo terrible a Drake y a Odo... ¿Por qué estos dos insensatos no podían vivir en la aldea, como todo el mundo?

Así que en esas estábamos Rupert, Trea y yo, adentrándonos por el bosque (que los dioses nos amparen) para intentar aclarar qué podría haber ocurrido... Ellos insistían en que estaríamos de vuelta antes de caer la noche, ¡y ojalá sea así...! Pero que me parta un rayo si no los conozco, y sé que querrán llegar al fondo de este asunto nos lleve a donde nos lleve... Y la verdad es que es lo mínimo que podemos hacer por Enar y Noco... ¿Qué será de ellos si sus padres faltan? Por lo que pueda ocurrir, he decidido llevar todas mis cosas conmigo, aprovechando que había terminado los repartos. ¡Nunca se sabe para qué nos pueden servir! Ruego a las Gracias que podamos resolver esto pronto, porque si no, será al Tío Lanos a quien tendré que temer...

Y así y todo, no sé... hay algo en la perspectiva de salir de la aldea que... quizá el camino que nos lleve fuera es el que recorrieron mis padres para irse de la aldea a... Bah, ¡bobadas! Nosotros nos dirigíamos al bosque, ¡que es aún más inquietante que irse fuera! Sobre estas cosas iba barruntando cuando, tras vueltas y revueltas por el bosque, hemos llegado al claro donde Drake tala árboles... la casa de Odo parecía en buen estado, pero esto... Dioses, ¿qué es ese montón....?

- C-chicos... esto no me gusta nada... eso del centro del claro... ¿es aquí donde debería estar la cabaña Drake? ¿Q-qué es ese montón...? - No quiero acercarme, pero no puedo evitar fijarme en las pisadas alrededor de ese montón que espero que no sea la casa de Drake... - Eso... ¿pueden ser pisadas? - La voz casi no me sale... sí, estoy cagado de miedo.

Cuando entramos en el bosque, no es que fuera cantando, pero la verdad iba animado. Con mis amigos, intentando impresionar a Dísi, por el camino del bosque, donde las sombras ni tocaban el camino. Bueno bueno, la verdad, si eso era el exterior, no da tanto miedo. De hecho, la propia cabaña del cazador está como si nada. 

-Bueno, con respecto a Odo... estará cazando. Es lo normal, así que ni me molestaría en llamarle. Si no está en casa, es que está cazando. -Repetí, para convencerme. La verdad, hubiera preferido verlo allí, y saludarlo, y que nos hubiera echado un rapapolvo por hacer caso a su hijo, pero tampoco me parecía preocupante. 

Más preocupante me parecía el camino a la cabaña de Drake. La verdad, ese si era un camino feo, y hasta oscuro. Cobarde no era, pero respeto ante eso desconocido, si, claro. Aunque no lo iba a demostrar, por supuesto. -Yo diría que es por ahí. -Dije en un momento con alguna duda, cuando perdimos el camino, y al final acerté. Me gustó quedar bien, aunque sabía que había sido suerte. Bueno, allí estaba la cabaña de Drake...

-Ehh... Si, yo diría que el sendero acaba aquí, que ese es el claro dónde Drake trabaja... Pero la cabaña... -No podía ser. Si el montón de madera y piedra era la cabaña, entonces los chicos decían la verdad. Y allí había huellas, Berod las había visto, así que dije:-​​​​​​-Ya voy a ver de qué son esas huellas, no te preocupes, seguro que la cabaña está más allí, y que esto son restos del trabajo de leñador. -Crucé los dedos porque fuera verdad lo que decía...

-¡Uy qué emocionante!- iba repitiendo a cada paso en el que nos adentrábamos en el bosque.

Estaba tan absorta en fijarme en cada detalle, que me dejaba llevar por mis amigos y no echaba cuenta en el camino correcto, menos mal que para eso estaba atento Rupert. Sólo quería mirar todos esos árboles con sus sombras que me ponían los pelos de punta, toda una nueva sensación para mí. Sentir el cosquilleo de invadir el lado prohibido durante tanto tiempo. 

No regresé a la realidad hasta que llegamos a un claro, donde los tocones dejaban entrever que Drake había conseguido la madera para las nuevas mesas de la taberna o para la casa del herrero, bueno tal vez, aquí esté talada media aldea. Aparentemente aún debíamos continuar nuestro camino para encontrar su casa, pero - ¿Y esas huellas, Drake no tiene los pies tan grandes?- abrí los ojos de par en par - Amigos, tenemos nuestro primer misterio por resolver- me froté las manos de excitación.

Miras a tu alrededor, frunciendo el ceño, extrañado por ese montón de piedras y maderos. Tus compañeros parecen ver algo ahí, pero tú no alcanzas a ver más que eso, piedras y madera destrozada. Luego los dos se ponen a caminar por el claro, como jugando a seguir las huellas de Drake.

Miras con detenimiento el montón. Ves piedras abajo, maderos astillados arribe, y encima de todo paja, todo mezclado y destrozado. Te recuerda a la cabaña de Odo, pero destrozada. Está claro que algo ha hecho esto, y no es algo precisamente débil.

Reconoces dos tipos de huellas, unas de un pie humano, de Drake probablemente, y otras más profundas, lisas y cuadradas. Éstas últimas son las más extrañas, ¿quién utiliza un calzado así, con esquinas? Por la profundidad debe ser alguien bastante pesado, más que Drake, que ya es decir...

Si te fijas bien ambas huellas dan vueltas alrededor de las ruinas de la cabaña, e incluso se adentran y salen varias veces del bosque, por distintos sitios, como si los dueños de ambas huellas hubiesen ido juntos, o más bien, como si uno persiguiese al otro. Las sigues, recorres el claro, y ves que hacia el final del recorrido, al este, entran ambas pero sólo salen las cuadradas, para luego perderse al oeste. Drake debe estar ahí.

Ves a tus compañeros, Berod mira el montón rascándose la cabeza sin comprender demasiado. Rupert observa detenidamente algo en el suelo, esas huellas extrañas, parece que las está analizando.

Tú te centras en la cabaña en sí. Está claro que es la cabaña, que ha sido destrozada por algo, o alguien. El techo se ha venido abajo y el hogar de Drake y Noco está hecho trizas. Analizas por partes: el zócalo de piedra parece que ha resistido mejor, aunque está derribado y hay algunas piedras cascadas, quebradas, la mayoría están bien, aunque aprecias arañazos de algo metálico, ¿el hacha de Drake, una espada? La madera se ha llevado la peor parte. Si esta cabaña es como la de Odo, sobre el zócalo de piedra debían estar los muros de madera, con puertas y ventanas, pero de ellos no queda nada, sólo astillas. ¿Drake sería capaz de hacer esto con su propia casa? El trozo de madera más grande que ves es del tamaño del cubo con el que friegas el suelo de la taberna. El techo de paja sencillamente se ha venido abajo, se ha hundido, al haber sido destrozados los muros de madera, y luego el viento ha esparcido todo por alrededor.

Respecto a Drake... no le ves. Lo bueno es que tampoco hay sangre, al parecer, y las huellas indican que estaba fuera. No ha muerto, en principio, aplastado por el edificio. Ves a Rupert siguiendo las huellas, recorriendo el claro. Las sigues con él, y ves que hacia el al este, entran ambas en el bosque pero sólo salen las cuadradas y profundas, que vuelven a atravesar el claro sorteando los tocones, y dejando alguno hecho astillas como la madera de la cabaña, para finalmente perderse por la linde oeste. Drake debe estar ahí, al este, y el dueño de las otras huellas al oeste.

Me llevé las manos a la cabeza, y me acerqué al montón de madera y rocas. -Hummm... Diría que esto es paja, hay paja también. Vale. A ver las huellas. - y entonces, fui tras las huellas. La verdad, había muchas, y por muchos lados. Decidí seguirlas, y se me vio caminando por el claro, siguiéndolas. A veces me detenía en el borde del bosque, y buscaba algunos pasos alrededor. En un caso en concreto, me quedé mirando al suelo un buen rato, hasta me agaché y gatee observando con atención.-Extraño... extrañísimo.-  Lo que encontré... Bueno, debíamos hablarlo. 

Me había olvidado de Berod y Trea, así que me di la vuelta y los miré. Ahí estaban, en diversas cosas, y me acerqué a ellos. La verdad, tragué saliva antes de hablar. La verdad, si en la cabaña de Oro todo era normal, incluso la ausencia del cazador, aquí... 

-Aquel montón es la cabaña. Apostaría mi cena de hoy. - Y con la comida no se bromeaba...- Está la base de piedra, pero hecha polvo, están las paredes de madera, astillada, y montones de paja por los alrededores. Del tejado, casi seguro. Así que la cabaña está en su sitio, pero no es cabaña. Y para eso hay que tener fuerza. -Tragué saliva de nuevo, señalé las huellas, y me encogí de hombros. - Las huellas son raras. Unas son de Drake, y las otras... Ni idea. Porque son cuadradas, si, cuadradas, estoy alucinando. Y lisas. No como las nuestras que tienen más en el talón, o en los dedos, no, cuadradas y lisas. Y más profundas que las de Drake. Como si fueran más pesadas. Y le perseguían. Y hay unas, justo allí, - Digo, señalando donde me había agachado y revisado- que tiene huellas solo de las que le persiguen... No se se  pensar. ¿Y si tenían algo de razón?

Te recuerdo que sacar 5 o menos en una tirada es una Pifia. En este caso es simplemente Observar... así que no hay consecuencias muy graves más allá de no ver nada.

¿De verdad cogiste la arqueta de casa de tu tío y la llevas encima? xD 

Incapaz de leer nada más allá de lo que mis propios ojos veían en ese montón de madera y piedras donde debería estar la cabaña de Drake, casi ni me había dado cuenta de que Rupert estaba rastreando el suelo como un sabueso, y Trea parecía estudiar atentamente cada trozo desperdigado a nuestro alrededor... ¿Qué es todo esto...? Con un escalofrío salí de mi ensimismamiento, al tiempo que Rupert nos hablaba.

- N-no sé si lo entiendo, Rupert... ¿dices que esto era la cabaña de Drake, y que alguien la ha tirado abajo? - Con un dedo tembloroso señalaba lo que ahora empezaba a tener sentido, más allá de una pila caprichosa de cosas amontonadas...Me negaba a aceptar que algo pudiera hacer eso... Quiero decir, creo que soy bastante fuerte, ¡pero ni el campesino más grande y fornido de la aldea podría tirar una cabaña sin más! No quería seguir mirando ese montón donde quizá Drake había estado hacía solo algunas horas, así que me dirigí de nuevo a Rupert:

- ¿Crees entonces que las pisadas que has visto pueden ser de quien ha hecho... esto? - Y espera, Rupert decía... ¡decía que eran pisadas cuadradas! - Todo esto es rarísimo, ¿q-qué puede hacer pisadas con forma cuadrada...? - Y estaban más hundidas que las de Drake, que ya de por sí era un tipo corpulento... - ¿Has... has visto algo más donde... dónde terminan las huellas de Drake, Rupert? Si alguien ha podido tirar la cabaña, quizá puede... ¡cargar con alguien encima!

Escucho atenta las sospechas de mis amigos, mientras continuo observando y buscando pistas al enigma - Y si...¡fijáos! Quizás no murió aplastado. Ambas huellas salen por el este del bosque, él entro pero..., sólo las cuadradas regresan por el oeste, entonces no salió. Eso significaría que puede que Drake aún se encuentre por allí, vayamos al este a ver si lo encontramos-  encabezaba la marcha con tal disposición que, en ese momento, la ignorancia a lo que podía hallar,  me hacía más valiente.

-Oh, cierto, no se me había ocurrido que quizás Drake se quedase por allí. De hecho, mi idea era que lo que fuera se lo llevaba consigo, por el otro lado. Pero miremos primero lo que dices tu. - En ese momento, quizás fuera la mejor opción, no había ninguna pista de que lo que fueran las pisadas cuadradas se había llevado a Drake. Quizás estuviera escondido en esa parte del bosque.

- Así que... ¿entremos no? - Digo, con la pala en la mano señalando con la otra al lugar que Trea ha dicho... y hacia el que ya se dirige

Os acercáis al borde del bosque, por donde dos tipos de huellas entran y uno sale; las de Drake sólo entran. Nunca antes os habéis internado en el bosque, jamás en vuestras cortas vidas, ni tampoco conocéis a nadie que lo haya hecho, salvo el anciano, Odo el cazador y Drake el leñador. Los primeros pasos son tímidos, atentos a todo lo que ocurre a vuestro alrededor. El miedo y la sugestión os juega malas pasadas, y creéis ver formas de monstruos en los árboles:

formas ideadas por vuestra imaginación, pero no son más que viejos árboles

El aire se vuelve más denso, y tenéis la sensación de que os cuesta respirar, ¿es sólo la sensación? La luz de la tarde se tamiza y parece que anochezca de repente. La vegetación es exuberante, las ramas de los árboles se retuercen y expanden sobre vuestras cabezas, los troncos tienen formas terroríficas (al menos para vosotros, en vuestras jóvenes y temerosas mentes), las raíces traicionan vuestros pasos. Los arbustos esconden pequeños animales, pájaros y roedores, que salen huyendo, volando o corriendo, ante vuestra presencia. Todo es diferente aquí dentro, agobiante, asfixiante, húmedo, frío.

Pero las huellas, y vuestra curiosidad, os obligan a seguir adelante. De algún modo conseguís superar el miedo. Un hallazgo os confirma que vais por el buen camino: en el suelo, en un lugar donde las huellas giran sobre sí mismas varias veces, está lo que fuera el hacha de Drake. La cabeza de hierro está hundida en el barro, pero el mango de madera está hecho trizas, convertido en astillas, al igual que las partes leñosas de la casa. Aquí las huellas se separan, las cuadradas giran a la izquierda y regresan al claro, y las de botas siguen adelante. Esto os confirma al menos que Drake sigue vivo, o siguió vivo cuando su perseguidor decidió dejarle ir.