Partida Rol por web

Cuando el viejo se interna en su destartalada torre de ladrillo rojizo, y tras despediros de Tiltán, cogéis vuestras cosas y emprendéis el camino de regreso a casa. Han pasado dos días desde que tomasteis el Camino de la Culebra hacia el claro del bosque donde encontraríais destrozada la cabaña del leñador Drake Muelatuerta. En Adalas deben estar preocupados por vuestra desaparición, como bien os ha explicado el druida. Más aún si Drake ha contado lo sucedido y les ha descrito a todos vuestro encuentro y a la criatura metálica Tiltán. Uñasucias os ha aconsejado no dejaros ver hasta después del hechizo, cuyo efecto borrará los dos últimos días de las memorias de todos los adalasinos, salvo los que toméis la poción que os dio, y además introducirá en sus mentes la idea de que todo lo ocurrido sobre la cabaña de Muelatuerta no ha sido más que un tornado salido del bosque. A él, sin embargo, debéis hacerle tragar la otra poción, también antes del plenilunio, para que el hechizo surta efecto sobre su mente, más consciente de todo lo ocurrido al haberlo vivido en persona.

El camino de vuelta es sencillo, y el miedo que os oprimía hace unos días se ha esfumado por completo. Ahora camináis por el bosque sin temor, sin ver sombras extrañas enredadas en las ramas ni oír escalofriantes aullidos y cascabeleos. El bosque ahora es un lugar conocido, que sigue albergando misterios, sí, pero ahora ya no teméis encontrarlos. A las pocas horas de caminata, un poco antes del mediodía, llegáis a la linde del bosque por detrás de los huertos y corrales más allá del puente y el molino.

El camino de regreso se me hizo mucho más corto que la ida, incluso lo veía todo con otros ojos. Me sentía muy cómoda y contenta de volver a casa después de esa primera aventura, y también porque sabía que era sólo el comienzo de las que vendrían después, ahora teníamos dos misiones: ocuparnos de Drake y salvar Adalas.

Al cruzar la linde que separa el bosque de la aldea notaba que mis pasos eran más firmes y seguros que nunca, me sentía una persona importante con algo importante que hacer.

- Amigos, me iré directa a la taberna e intentaré averiguar qué es lo que se habla de Drake, si se sabe donde vive ahora o cualquier cosa que nos pueda servir. Si queréis nos vemos allí al mediodía y ponemos en común lo que cada uno averigüe. Y si por lo que sea, no sabemos mucho aún, tendremos margen de doce horas más para dar con su paradero. ¿Os parece bien?-

Es impresionante cómo lo que hemos vivido este último par de días, que parecía tan poco tiempo y tantísimo a la vez, nos ha cambiado... Íbamos recorriendo el bosque en relativo silencio, cada uno pensando en nuestras cosas, y repasando lo que nos había dicho el viejo Opilaf... Y parecía que pisábamos con más seguridad este dominio sobre el que el viejo velaba. Con una mezcla de excitación y preocupación, no podía quitarme de la cabeza la tarea que nos había encomendado... ¿cómo haremos para cumplirla con éxito?

Al llegar a la linde y volver a sentirme cerca del hogar, siento una mezcla de felicidad y angustia totalmente nueva para mí... Como si... como si me reencontrara con algo muy querido, y al mismo tiempo y de alguna manera, supiera que pronto... tendría que dejarlo atrás... No sé si los tres sentimos algo parecido, pero... ¡tenemos poco tiempo y hay que actuar...!

- Eh... v-vale, me parece buen plan, Trea. Pero... ¿cómo haremos para que no nos vean...? - A decir verdad, creo Trea y Rupert sabrán bien cómo ocultarse y acercarse con sigilo a algún grupo de adalasinos para escuchar sus conversaciones... pero con lo grande y lo... ejem... bueno, que no sé cómo haré para pasar desapercibido...

- Bueno, se me ocurre... creo que es posible que en la torre y en las casas del gobernador y los soldados, podamos enterarnos de algo también... - Me rasco la cabeza intentando poner en orden mis pensamientos - No sé, supongo que Drake fue a avisarles de lo que pasó con el "monstruo", y puede que estén preparando una batida por el bosque para encontrarlo... o... encontrarnos. Si fuera así, hay una posibilidad de que Drake esté con ellos... quiero decir... él conoce bien el bosque, y sabe dónde ocurrió todo. Y... ah, el mango de su hacha se rompió y se llevó la cabeza consigo, quizá la estén arreglando en la herrería...

No sabía si con tanto barullo por el tema del monstruo Drake pensaría en arreglar su hacha, pero... en cualquier caso se gana la vida con esa herramienta, así que no sé... quizá no es una idea muy descabellada.

La extraña conversación paralela con el viejo Opilaf me reconcomía durante el camino por el bosque... ¡había tanto que hubiera querido preguntarle! ¡Hay tantas cosas que no sé y tan poco tiempo...! Nuestra partida fue precipitada, y si el viejo había hablado en mi mente debía ser porque por ahora no debo compartir con Rupert y Trea lo que me contó... no puedo evitar una punzada de culpa, pero supongo que es mejor así.

Tengo... el Anciano dice que tengo algún tipo de poder, el del Sol y la Luz... y debo... debo escuchar la Voz para poder usarlo... Debo ser sensible a ella, pero... ¡dioses, no sé si seré capaz...! Tenemos que conseguir encontrar a Drake y darle la poción, o todo se irá al traste... pero me aterra que nos vean en la aldea, buscando su rastro a plena luz... Debo concentrarme en encontrar la manera de conseguir algo de información sobre su paradero sin que me vean, quizá en la herrería, la conozco bien y sé dónde podría esconderme mejor... No quiero arriesgarme a acercarme a casa del Tío Lanos... no sé qué haría si viera que los tíos y los primos sufren pensando que he muerto...

Si todo esto sale bien, el viejo Opilaf me enseñará cómo usar ese don, y... y me ayudará a llegar hasta Abatis... ¡dioses, ni siquiera sé si Abatis es una persona o un lugar! Definitivamente, tengo mucho que aprender...

Aquel bosque, una vez que te acostumbrabas a él, no era tan tremendo, y la verdad, me estaba hasta empezando a gustar. Sin embargo, mientras nos acercábamos a Adalas, iba preocupándome más y más. Y la razón era... ¿cómo conseguir que no nos vieran si además, nos estaban buscando, preocupados? 

Por eso, cuando hablaron mis compañeros, escuché primero, y luego, viendo lo que decían, me puse a hablar: 

-Lo que más me preocupa es que nos vean y entonces estropeemos el hechizo. Y es que nos estarán hasta buscando. Yo diría que, siendo mediodía, más o menos, va a ser la hora de comer, y muchos irán a la posada. Si eres capaz de ir y que no te vean, genial. Si está allí Drake, vigílalo, y dale la poción si se queda solo. Nosotros miraremos en dos o tres sitios de Adalas, esperando que por ser hora de comer... la gente esté más despistada. -Luego dije, pensativo... - Y si no, como Drake no tiene "trabajo" que hacer, es posible que esté en la plaza, esperando a que la gente le pregunte y contar de nuevo su historia... Si consiguiéramos que le diera alguien allí nuestra poción... Tenemos toda la tarde para ello, así que no nos agobiemos. 

Era hora de trazar un plan - A ver qué os parece lo que he pensado: continuamos la linde del bosque hasta el río Alegre, lo cruzamos y seguimos por la linde hasta que estemos frente a la casa del herrero, allí dijiste tu -me dirijo a Berod- que querías mirar, yo continuaré rodeando todo el perímetro pasando por detrás de la torre, como soy pequeña creo que puedo ocultarme con facilidad.Luego intentaré llegar a la casa más cercana a la taberna, la de Anja, sé que cultiva maíz y los campos me cubrirán. Rupert tu si quieres puedes hacer una parte del camino conmigo y luego ir a donde tenías pensado-

Al transportar las pociones notas algo. De ellas se desprende una especie de energía; no es calor, ni frío, es otra cosa. Puedes sentir algo, puedes sentir ¿su poder? Lo notas, está ahí, como un pulso, como una presencia. Mientras estabas en la isla del druida notaste algo parecido, pero más débil, más sutil, más tenue. Quizá esa misma energía esté condensada en las pociones, quizá ese poder, esa magia, esté concentrada en el interior de los frascos.

Cuando te alejas del bosque notas como que dejas algo atrás. Es una sensación muy tenue, muy sutil, pero puedes sentirlo. Si te acercas a Trea esa sensación vuelve, por el contrario si te acercas a Rupert, no. ¿Qué tiene Trea que Rupert no tiene? ¿Qué tiene Trea en común con el bosque, con la isla del viejo Opilaf?

Asiento enérgicamente. Me parece que, dadas las circunstancias, poco más podemos hacer. Pero me parece bastante acertado que tanteemos el terreno. 

Eso es, yo revisaría los dos o tres sitios donde puede estar, y luego planearía. Si come en la taberna, perfecto, vendrá allí. Y eso nos viene de perlas, ya que tendríamos la tarde para planear. Si no, desde el puente podría verse la plaza, y ver si está ahí. O quizás... Me pueda acercar a casa de los Hebez, y mirar desde mi trastero. Es arriesgado, pero son panaderos, por la tarde duermen a pierna suelta, ya que han madrugado para tener el pan del desayuno listo. 

Pensé en las posibilidades de donde estaría Drake, y no se me ocurría más. Excepto que estuviera en casa de algún amigo... ¡Y había que tener en cuenta a su hijo! -¿Y donde tendrá a su hijo durmiendo? ¿En casa del carpintero? ¿En la del cazador? Esa podría ser otra buena pista. 

Así pues, decidís avanzar por la linde del bosque, al amparo de los árboles, hacia el este. Lo hacéis hasta toparos con la orilla del río, que se llama Alegre por llevar siempre agua cristalina, pero sin llegar a ser furioso o turbulento. Podéis cruzar a nado, o bordearlo hasta el puente con el riesgo de ser vistos que ello conlleva. Si optáis por el puente deberéis esperar, además, a que el soldado que hace la ronde dé media vuelta y no os descubra.

El plan de Trea y Rupert es nuestra mejor opción para intentar acercarnos a la aldea sin ser vistos, para intentar averiguar algo mientras los adalasinos hacen un descanso para comer... Pero me entran sudores fríos al pensar en atravesar el río... ¡no sé nadar!

- Va... vale... Esto... lo siento chicos, no sé si podré atravesar el río, no sé nadar... pero si intento cruzar el puente, seguro que me ven... - Resoplo con angustia... Vamos, vamos, tengo que superar mis miedos, ¡Adalas nos necesita! - Si buscamos un punto menos ancho del río, puedo... puedo atar mi horca a mi cuerda y lanzárosla una vez crucéis. Sólo mide 5 metros, pero si es suficiente agarraré el otro extremo y así no me hundiré... - Me avergüenza que mis amigos tengan que tirar de mí como un peso muerto mientras intento no ahogarme en el río... pero no se me ocurre otra forma de conseguir cruzarlo...

- Después... puedo acercarme desde los campos a la herrería... y si allí no veo nada, puedo acercarme entre los trastos de Beleg y Tome que se amontonan junto al aserradero del carpintero para echar un vistazo a la plaza, mientras vais hacia la panadería y la taberna... - Me paro un momento para pensar. - Si no veo nada allí, quizá puedo acercarme a la cabaña de caza de Odo y volver a la linde del bosque junto al Camino de la Culebra que sale de Adalas. Después... a lo mejor podemos encontrarnos allí para decidir qué hacer... ¿qué os parece...?

Avanzando por la linde del bosque mientras trazamos nuestro plan para acercarnos a Adalas, noto una extraña sensación cuando estoy cerca de Trea... como si la isla de Opilaf siguiera abrazándonos con su manto... Es rarísimo, pero... es como si Trea hubiera guardado algo de ese lugar en ella... o como si, de alguna manera, perteneciera a ese lugar...

Mirándola con disimulo, me pregunto si ese deseo que siempre ha tenido de traspasar los límites de nuestra aldea fuera... no sé, como una especie de... ¿llamada...? El viejo Opilaf decía que podía ver Adalas... quizá con sus poderes de druida... ¿podría también llamar sin palabras a Trea? Quizá... si ha encontrado algún tipo de poder en mí, ¡haya encontrado otro diferente en Trea, más parecido al suyo!

Recordando lo que me dijo el viejo Uñasucias y cómo habló conmigo sin palabras, intento concentrarme en mi amiga, en todas las cosas que conozco de ella, y en canturrear sin sonido algo... Mientras, la observo fijamente por si advierto alguna reacción en ella:

Trea de cabellos rojos como el fuego,

mirada penetrante, y corazón amable,

Dime si me escuchas, si percibes esto,

Hazme una señal, si puedes escucharme...

Notas que Berod te mira fijamente, moviendo sus labios como si cantase, pero sin emitir sonido alguno. Su mirada es de buscar algo, algo sobre ti, como si hubiese algo extraño en tus ropas o tu pelo.

Siento como una energía que me impulsa, es como una presencia - "¿tendrá que ver con los frascos que llevo encima?"- Supongo que ser la portadora de magia conlleva cierta sensación.

Antes de cruzar el río, me recoloco el mapa y los botes de las pociones en mi escote, no me fío que al cruzar los pierda o se mojen. Intento cruzar el río, pero al tener las piernas cortitas me pongo pingueando. Ya en la otra orilla ayudo a Rupert a colocar la cuerda para que Berod pueda cruzar sin problema.

Mientras espero a que Berod cruce noto que me mira fijamente pero no oigo nada, supongo que estará cantando bajito, pero aún así, siento su mirada como si algo le extrañase en mi pelo o en mis ropas -"seguro que está cagadito de miedo"- Venga hombre que sólo es un poco de agua, si la corriente no me arrastró con lo pequeña que soy, no lo hará con un grandullón como tú- le digo intentando quitarle hierro al asunto.

Con ayuda de la cuerda cruzáis sin problema el río. Seguís avanzando un poco más por la linde del bosque, hasta que os separáis. Berod avanza agachado entre los cultivos hasta la casa de Beleg el herrero, mientras Trea y Rupert rodean la aldea, por detrás de la Torre del Gobernador, hasta estar cerca de la parte trasera de la Taberna de los padres de la joven y la Panadería de los Hébez. Todo parece tranquilo en Adalas, vuestros vecinos deben estar comiendo.

La sensación desaparece al alejarse Trea, que al parecer no ha oído tu llamada mental.

Cerca de la herrería, ves a tu amigo Tome sentado en un taburete afuera, en la parte de atrás, a la sombra, comiendo un trozo de pan y algo más. Parece algo serio. Beleg debe estar dentro, golpeando algo en la forja, pues oyes el ruido metálico de los golpes. O bien ha comido ya o bien aún no lo ha hecho...

Dejáis a Berod cerca de la herrería y bordeáis la aldea. Cruzáis el Camino de la Culebra en apenas dos zancadas, evitando la mirada del soldado que hace guardia en la puerta de la Torre. Por detrás de ella veis las casas de los soldados y la gran casa del gobernador, y pasáis de largo, agazapados entre los cultivos, hasta llegar a la parte de atrás de la Taberna y de la Panadería. Podéis ver el corral que cuida Rupert a cambio de una cama en la buhardilla de los Hébez, y el olor a guiso de carne de la madre de Trea llega hasta aquí. Huele delicioso.

Dentro se oye bastante ruido, es la hora de la comida y debe estar a rebosar. Desde tan lejos no conseguís ver el interior, para ver si Drake está adentro debéis acercaros un poco más y mirar por una de las ventanas. La casa de los Hébez parece tranquila, los panaderos deben estar descansando.