Partida Rol por web

Antorchas

La visita a la taberna y posada de Esiracas, cuyo letrero es un tablón cortado en forma de jarra, es algo peliaguda. Al entrar en ella los lugareños os miran de arriba a abajo, en silencio, con mucha desconfianza. A vuestro paso se van apartando, con cara de pocos amigos y sin mostrar la más mínima amabilidad. Incluso la camarera tras la barra parece ignoraros al principio. No sin algo de dificultad, y mostrando la moneda que os ha dado Goldrin, conseguís una habitación en la planta superior. Una con ventana, chimenea y cinco cómodas camas nada menos, toda para vosotros (tampoco es que haya muchos forasteros por aquí). La cena os la servirán allí, para evitar que os mezcléis con el resto de contertulios, vecinos todos de la aldea. Vecinos que beben en silencio y que os miran de reojo sin demasiada alegría. El ambiente es muy distinto al de la Taberna del Orco Tuerto.

Por la ventana podéis ver cómo el cielo se va oscureciendo, y cómo los esiracenses regresan a sus casas, a paso rápido y en silencio, como si no quisieran estar demasiado tiempo en el exterior, bajo la debilitada protección del orbis. Estáis solos y esperáis a que alguien os suba la cena.

El recibimiento en la posada no resulta especialmente cálido, pero después de nuestros primeros pasos en este lugar tampoco resulta de extrañar. Por suerte, la moneda de Goldrin consigue que al menos nos tengan en algo de consideración. Menos es nada. De hecho, la habitación no está nada mal, aunque dado que incluso quieren que cenemos aquí, me recuerda vagamente a una prisión.

—Bueno —suspiro, cruzando los brazos sobre el pecho—, ¿cómo lo veis? Incluso si está claro que lo ideal es que Goldrin recupere su magia, todavía no tenemos pistas sobre cómo conseguirlo, ¿verdad? Si es que podemos conseguirlo.

Aunque miro a ambos, la última pregunta está especialmente dirigida a Kintsu. Eranor está seguramente tan perdido como yo en todo lo que tiene que ver con la magia, así que creo que dependeremos de la cabeza pensante de nuestra compañera de rasgos felinos.

Tras despedirnos del viejo mago, siento lástima por el, esta perdiendo su magia y tiene una aprendiz muy compleja. No me gustaría estar en su pellejo, supongo que no lo llevaría nada bien. En la posada, hay aldeanos que se notan preocupados, esta claro que estas gentes están sometidas a una gran tensión, ven sus vidas amenazadas, pobres gentes, espero que podamos ayudarles a recuperar sus vidas. La moneda de plata del mago les brinda la posibilidad de una espaciosa habitación, donde descansar y pasar la noche, además nos subirán algo para cenar en ella.-Comienzo a entender por lo que están pasando estas gentes. Sus vidas están constantemente amenazadas, espero que podamos ayudarles.-Digo mientras observo desde una ventana como vuelven apresurados y temerosos a sus casas antes de que se haga tarde.  

Me siento sobre una de las camas y acaricio a Lomo Plateado, a la espera de que llegue la prometida cena, no olvidare darle su parte a mi lobo.-Nada entiendo de magia y de colores, pero Zulira esta muy claro que puede ser un grave problema para Goldrin, el cada día con menos magia y ella cada día más fuerte y sin control sobre sus poderes.-Luego me quedo pensativo mirando a Kintsu.-Tal vez ahora más tranquilos, puedas comentarnos a Desmond y a mi, lo que has averiguado y cuales podrían ser nuestros siguientes pasos, pues poco o nada es lo que se de magia.-

Cuando entramos en la posada, es fácil percibir que no somos demasiado bien recibidos por los lugareños pero no es algo a lo que le de demasiada importancia, no era la primera vez que recibía miradas indiscretas y sabía que tampoco sería la última.

Al final logramos que nos atiendan, pagando con la moneda de plata del mago, para conseguir una habitación dónde pasar la noche. Es amplia, agradable y privada por lo que me parece perfecta para la conversación que tenemos que tener.

-Espero que estéis cómodos porque voy a contaros todo lo que se- digo con una sonrisa mientras me siento en una de las camas -lo primero y más importante es que los tipos de magia o tipos de energía están divididos por colores, los tres principales son la Azul, la Roja y la Verde y al parecer la Azul, que es la que se obtiene a través del conocimiento, esta siendo consumida por el resto- hago una pequeña pausa para comprobar si mis dos compañeros me están entendiendo para luego proseguir -el problema es que, con la desaparición de este tipo de magia, todo lo relacionado con ella también desaparecerá y Goldrin no me llego a contar como restablecer el equilibrio-

Antes de proseguir, me quito el velo y echo un vistazo hacia la puerta para comprobar que no este fuera la camarera con nuestra cena, por si acaso decido bajar un poco el tono.

-Con Zulira lo que pasa es que su magia, al igual que la mía, es distinta a las tres principales. La suya es Magenta y su fuente de poder es el Kaos, lo que no tiene que significar nada malo a primeras, al final todo depende en como decida utilizarla- no quiero que piensen que porque su magia venga del Kaos eso la convierte automáticamente en malvada, yo diría más bien que podría ser peligrosa -No se si os habré aclarado algo y si tenéis alguna duda sobre lo que he dicho, preguntad sin miedo, solo entender que yo tampoco conozco todas las respuesta-

Sentado en una silla, aprovecho para quitarme el equipo de encima mientras escucho a Kintsu. La espada pasa a reposar contra la mesa con especial cuidado, y le siguen los guantes. Aun así, voy asintiendo vagamente de vez en cuando para que tenga claro que todavía la estoy escuchando.

—Por ir entendiendo mejor las cosas: Si la azul proviene del conocimiento y la morada del kaos, ¿de dónde vienen la roja y la verde? —No tengo ni idea de si será importante o no a la hora de desempeñar nuestro cometido, pero me da la sensación de que todo lo que podamos saber será poco.

En cualquier caso, uno de los puntos claves ya ha quedado en el aire.

—Restablecer el equilibrio... —Me levanto y recorro la habitación de una punta a otra, hasta apoyarme cerca de la ventana—. ¿Es algo que está a nuestro alcance, siquiera? Confío planeamente en vuestras habilidades, tanto como conozco las mías, pero... —Termino la frase con una mueca—. No creo que ni la misma Alura Reginloc esperara tanto de nosotros.

Hago un gesto vago con los hombros.

—No digo, no me entendáis mal, que no lo intentemos. Al contrario, es nuestro deber. Pero quizá tenemos que valorar soluciones alternativas —Tuerzo los morros, mirando de refilón por la ventana—. Por curiosidad, Kintsu. ¿Qué fue lo que dijiste a Goldrin que tanto lo enfadó?

Al escuchar la pregunta de Desmond niego levemente con la cabeza -La verdad es que no se de donde vienen la Roja y la Verde, la magia es algo muy intuitivo, simplemente sientes como algo conecta contigo y poco a poco aprendes a darle forma...- mientras intento explicarme voy gesticulando con las manos imitando el movimiento de una corriente de agua invisible -hasta que Goldrin no me ha hablado hoy de los colores, nunca había intentado entender el porque de la magia, para mi es algo natural, sería como intentar entender el porque de la existencia misma-

No se si les he confundido más de lo que ya estaban pero no puedo contestar a esa pregunta, al fin y al cabo yo he aprendido a utilizar magia por mi cuenta y lo poco que he leído sobre ella es información que suele estar al alcance de cualquier persona

-Yo bueno... cuando estábamos en la torre, Goldrin me contó que el era un erudito o por lo menos lo fue hasta que empezó a desaparecer su magia- miro a Desmond a los ojos antes de proseguir -yo para intentar animarle le dije que aun sin magia seguía siendo uno pues no había perdido todo su conocimiento pero parece que el no estaba de acuerdo conmigo- levanto un poco los hombros al recordar la exagerada reacción del mago -empezó a gritarme que sin poder era inútil y que teníamos que marcharnos, que el lugar era peligroso con ella- concluyo haciendo énfasis en la última palabra para dar a entender que me refería a Zulira

Eranor escucho con atención las palabras de Kintsu, si ella reconocía que eran muchas las cosas que no sabía de la magia, para mi y para Desmond era normal que todo nos sonase muy extraño.-Y tienes alguna idea de por donde podemos comenzar a ayudar. Tiene que haber alguna causa para que este cambiando el equilibrio entre los diferentes tipos de magia. Tal vez este relacionado con esos bosques que están apareciendo. Aunque supongo que lo mejor es que tratemos de descansar esta noche, y mañana volvamos a hablar con el mago. Para pensar como podemos comenzar a tratar de ayudar, si es que podemos hacer algo.-Cada vez tenía más dudas acerca de cual podría ser su papel en tratar de ayudar con un problema que no terminaba de entender, mucho menos aún sus causas o posibles soluciones. Aun así, habían venido para ayudar o al menos tratar de hacerlo. Tendrían que hacer algo, y el próximo día sería clave a la hora de decidir por donde deberían comenzar. 

Vuestra sensación es la de estar un poco fuera de lugar. Kintsu tiene cierta afinidad con la magia, pero aún así todo lo que atañe al equilibrio de los colores y de las fuentes de la magia os queda algo lejos, tanto que apenas podéis concebir una idea general del problema. La Marquesa Paladina Alura os ha enviado para verificar que todo en Esiracas está bien, y para ayudar en lo que esté en vuestra mano. Claramente la situación de la aldea, lejos de ser satisfactoria, es peligrosa e inestable. Con un mago que ha perdido su poder casi por completo, con un orbis debilitándose cada vez más, con una aprendiz impredecible con su poder en aumento y fuera de control, y con algo más que no termina de encajar en todo esto. Podéis intuirlo.

Enfrascados en vuestra conversación sobre lo ocurrido en el día de hoy, acomodados ya en vuestra habitación, alguien llama a la puerta. TOC, TOC, TOC. Un hombretón con cara de pocos amigos, al que no habéis visto antes, y que no es ni la camarera tras la barra ni el chico que barría entre las mesas de la taberna, os trae una olla y un cucharón.

No dice nada, sólo os mira con ojos de asesino, y deja la olla en el suelo. No trae cuencos ni cucharas ni nada con lo que os podáis apartar la comida. Sólo la olla humeante y el cucharón. No huele tan bien como el guiso de verduras de Zulira, pero es comida, y habéis pagado por ella. En el caldo blanquecino flotan algunos trozos de dudosa procedencia, ¿gachas? Deben ser gachas, aunque las peores gachas que habéis visto en vuestra vida.

Lomo Plateado se levanta y adquiere una actitud de alerta. Se queda inmóvil junto a la cama, mirando fijamente hacia la puerta. Algo hay en ese hombretón que no le gusta.

Algo no te gusta en el sirviente que os ha traído la comida. Algo te inquieta y te incomoda.

Las preguntas se van amontonando y yo no conozco las respuestas, este asunto del orbis se nos queda grande y para mejorar la situación nadie parecía demasiado dispuesto a ayudarnos.

-Sinceramente, sobre por donde empezar, estoy tan perdida como vosotros- confieso un tanto avergonzada, me gustaría poder ser de más ayuda -A ver si nos traen la cena pronto y podemos descansar toda la noche-

No tenemos que esperar mucho más pues, al poco rato llama a la puerta un hombre con nuestra cena. Cuando entra, me quedo mirándole unos segundos antes de darme cuenta de algunas cosas un tanto extrañas; para empezar, no me suena haberle visto antes mientras subíamos al cuarto y lo más importante es, que algo dentro de mí esta inquieto con su presencia y mi instinto no suele fallar.

Discretamente intento llamar la atención de mis compañeros, mirándoles muy fijamente y negando levemente la cabeza para dar a entender que algo no está bien con el "camarero", pero tampoco quiero hacer nada para que esté se de por aludido.

Lentamente me pongo en pie con el velo entre las manos, preparándome por si tengo que defenderme.

—Si se enfadó por eso, debe ser que a nuestro Goldrin no le hace demasiada gracia el optimismo —bromeo sin demasiado humor, dejando caer los hombros.

La vida del aventurero es, sin lugar a dudas, mucho más sencilla el negro y el blanco están bien diferenciados. Dejo escapar cuando escucho la respuesta negativa a la pregunta de Eranor. No saber ni por dónde empezar es lo que más desagradable me resulta de esta situación.

Antes de que tenga tiempo de comentar nada más, escucho los golpes en la puerta. La mirada de ese hombre me hiela la sangre en las venas. Una cosa es recelo, pero eso va un paso más allá, es desprecio. Podría hasta entender que no estén contentos con cómo ha terminado el asunto de Zulira, pero... ¿es para tanto?

Es Kintsu la que responde a esa pregunta. Mi espada todavía sigue contra la mesa, pero tengo el puñal a mano. No lo alcanzo todavía, pero lo tengo presente mientras me muevo lentamente, sin apartar la mirada más de la cuenta del hombre. No intento parecer amenazador, pero desde luego no bajo la guardia.

No estaban mejor que cuando llegaron, no tenían no idea de por donde comenzar, tal vez al día siguiente Goldrín les daría más información de como podían ser de más utilidad.-Tal vez mañana el mago sea más claro y nos diga algo que podamos hacer para ayudar. Nos enviaron ha saber si había problemas, y eso ya lo sabemos, tal vez tengamos que informar y solicitar ayuda con estos problemas que hemos encontrado.-Estaba reflexionando sobre su situación cuando llamaron a la puerta, al hombre de mala cara que entró no le habían visto abajo, y la olla sin nada con que servirse, no parecía lo esperado. A esto se unió la reacción de Lomo Plateado, que de nuevo intuyó la presencia de algo que no era lo que debía. así que me dirigí con cautela al recién llegado:-¿Trabaja usted en la taberna? No tiene pinta de camarero y no le habíamos visto abajo, cuando llegamos. No debería haber traído unas escudillas o al menos unas cucharas.-Y quede alerta, muy pendiente tanto de su reacción y movimientos, como de sus palabras, el tipo no tenía pinta de ayudante del posadero. Era cuando menos todo muy extraño, y Lomo Plateado me estaba indicando a las claras que algo no iba bien, con disimulo hice un gesto a mis compañeros, para que estuviesen alerta.

Ante las palabras de Eranor el hombretón se muestra abiertamente molesto: - Poco mimporta si no me conoces. Yo no quiero conocerta ti. Muches cos he traídosta sopa. No queremos questéis aquí. -Tras esto, el corpulento sirviente se da media vuelta, mirando la olla en el suelo antes de irse. Baja las escaleras, mirándoos por encima del hombro, como si no se fiara de vosotros.

El hombretón te parece más un matón que un sirviente de taberna. Por su reacción no está acostumbrado a tratar con clientes, más bien al contrario. Podría ser el dueño, o un amigo de los posaderos, algo más "duro" que ellos. Es raro, sí, pero las circunstancias de Esiracas no es que sean muy normales.

El hombretón te parece más un matón que un sirviente de taberna. Por su forma de hablaros no está acostumbrado a tratar con clientes, más bien al contrario. Aunque es cierto que no sois clientes "normales". Podría ser un enviado de los posaderos, alguien más "duro" que ellos. Es raro, sí, pero las circunstancias de Esiracas no es que sean muy normales.

Eranor no se quedó nada tranquilo con la apariencia y maneras de aquel hombre. Cuando se fue le dijo a sus compañeros.-Tal vez este nervioso y comience a ver problemas donde no los hay. Pero esto me ha parecido bastante extraño, ese tipo no tenía buen aspecto, parecía un matón. Está claro que estás gentes están pasándolo mal, pero aún así no me quedo tranquilo.-Y espera a ver qué opinan sus compañeros de lo que ha ocurrido. Tiene hasta desconfianza del contenido de la olla, y además no tienen nada con lo que servirse, ni unas cucharas. Y la reacción de Lomo Plateado, que pudo ser debida a la manifiesta hostilidad, tampoco le había tranquilizado. Vaya acogida que estaban teniendo, quedaba muy clara la enorme tensión en la que vivían estás gentes.

—Debo concordar con Eranor —murmuro en voz baja, —. ¿Esos brazos? Antes me creería antes que tala árboles con ellos a que prepara sopas o friega platos, por no hablar del trato.

Cierro un momento los ojos, llevándome una mano al cuello. No, desde luego aquí hay algo que no encaja en absoluto.

—¿No veis todo esto extraño? —pregunto, apoyandome en la mesa, cerca de donde descansa mi espada—. Más allá de que ese hombre pareciera un matón, los mismos habitantes de Esiracas nos miran como si fueramos asesinos. ¿Soy el único que piensa que aquó hay algo que está mal, más allá de que el orbis esté fallando?

Eranor escuchó como Desmond tenía una opinión similar a la suya, y comento en voz baja.-Desde luego no parecía el típico trabajador de una posada, el trato con las personas no parecía lo suyo. Es muy posible que aquí haya mucho más de lo que pensamos Desmond. Y que haya otros problemas a parte de la pérdida de fuerza del orbis. O que incluso sean los que la han provocado. Hemos de estar muy atentos y tratar de ver que es lo que esta ocurriendo en Esiracas, pues de momento es poco lo que sabemos, y la situación parece bastante compleja.-Tras volver a mirar la olla comenta a sus compañeros.-Menos mal que comimos el guiso en la torre de Goldrín, porque a parte de no tener buen aspecto el contenido de esta olla, entre el recelo por quien la ha traído y la falta de unas escudillas o cucharas, no me apetece nada probarlo.-

No dejo de mirar al extraño con mirada recelosa hasta que esté se marcha de la habitación. Me alegra ver que mis compañeros también han visto que algo no estaba bien y se mantienen alertas alertas.

-La verdad es que he notado algo raro con este hombre, ¿deberíamos bloquear la puerta para dormir tranquilos?- pregunto preocupada mientras me acerco a la olla a ver si notaba algo raro -Yo tampoco entiendo porque se muestran tan recelosos con nosotros, a lo mejor son un pueblo muy cerrado-

Tras examinar la olla, me vuelvo a poner de pie y suelto un pequeño suspiro, estoy cansada y todavía sigo un poco confusa tras el grito de Zulira.

-Sinceramente, después del día de hoy, me gustaría poder dormir algo para tener energía mañana- comento a mis compañeros mientras me asomo a la ventana para ver si el hombre sale de la posada -Si os parece bien, claro-

Sin esperar respuesta me dirijo a una de las camas y me quedo sentada en la esquina de la misma para ver qué sugieren ellos.