Partida Rol por web

Vortex Dimensiune

A vuestro alrededor se ha levantado mucho polvo, y eso sumado a la oscuridad de la noche hace que no podáis percibir mucho de vuestro entorno. Kintsu recoge la Stela Albastra, y al introducirla en la bolsa su luz deja de iluminaros. La oscuridad os rodea, y a vuestro alrededor podéis oír algunos quejidos. Son los matones que se han precipitado al vacío y que empiezan a recuperarse. Zulira ha visto con detalle todo lo que ha sucedido antes de caer también. Ha oído lo que su maestro os ha dicho y le ha visto conjurar la estrella y contener en ella todo su conocimiento junto a sí mismo.

- ¡Cogedles! -es la voz de Zulira- ¡Quiero esa gema!

No hay señal del portal ni del "viejo amigo" de Goldrin. Según el sabio ese portal podría brindaros una salida, además de la protección y ayuda de su amigo.

Mis compañeros tienen razón y a simple vista no puedo ver el portal que Goldrin nos había prometido y empiezo a mirar a todos lados alerta.
Escucho atenta los quejidos de los matones que habían caído a nuestro alrededor y busco a Zulira entre ellos, temo que venga a por la estrella y quiero estar preparada.
Cierro los ojos un segundo intentando ver si siento alguna energía que pueda guiarnos hacia el portal, pero el estrés de la situación hace que me cueste concentrarme.
Tras escuchar las órdenes de Zulira, se confirman mis temores y empiezo a pensar en soluciones -No se donde está el portal- confieso algo alterada mientras escucho como los matones empiezan a recuperarse -Pero estoy de acuerdo, debemos huir antes de que nos atrapen-
La verdad es que no paro de darle vueltas al olor a mar que había olido mientras Goldrin conjuraba su hechizo, tal vez su portal nos llevaría a la costa o estaría cerca de ella... pero ahora mismo solo pienso en mantenerme con el grupo y salir de ahí

Tras la sorpresa inicial, Eranor comienza a darse cuenta de que pronto van a estar en serios problemas. Varios de los matones comienzan a recuperarse de la caída, espera que algunos no lo hagan o estén demasiado maltrechos como para atacarles. Trata de ver donde puede estar el portal del que les habló Goldrin, pero en la noche no es una tarea sencilla. Acto seguido apunta a Zulira y suelta su flecha, la maga puede ser una terrible amenaza, si al menos consigue herirla, tal vez puedan lograr salir de allí. Dispara con intención de herirla, pero la flecha apenas la roza.-Tenemos que salir rápido de aquí, por el portal o por donde sea, no vamos a poder contra tantos enemigos.-Y vuelve a sacar otra flecha, mientras vigila los movimientos de matones y de la maga. 

El portal puede estar cerca o no tan cerca, trata de ver por algún lado el dichoso portal, tal vez haya alguna luz o luminiscencia que indique su ubicación. Pero no tiene ni idea de como puede ser el portal del que hablo el mago, ni cual es ese viejo amigo suyo que vendría a ayudarles.-Tenemos que tratar de encontrar el portal, o irnos muy deprisa de aquí. Si tenemos que salir corriendo hacia la oscuridad, Kintsu podría tratar de guiarnos, y tal vez sea más fácil que vea el portal.- Eranor esta cansado, fatigado, ansioso y con remordimientos por tener que matar a otros seres humanos. Aun así, luchará mientras le queden fuerzas para proteger su vida y la de sus compañeros.

Parece que mi instinto falló con Zulira. Parece que, pese a todo, a ella no le tiembla la voz al ordenar nuestra muerte con tal de conseguir lo que quiere. Una marca más de los tiempos en los que vivimos. ¿O puede que todos los tiempos fueran como estos?

—No sabemos si ese portal va a aparecer, y no sé cómo lo veis vosotros... —musito entre dientes— pero no me parece la mejor de las ideas quedarnos aquí.

Pronunciadas unas palabras con las que estoy seguro que los tres estamos de acuerdo, doy un paso atrás y cabeceo, agarrando el mandoble con ambas manos.

—Sin esa ayudita, no queda otra que recorrer el camino de vuelta a detrimento de nuestras rodillas. ¡Vamos! Yo cubriré la retaguardia.

En esta ocasión, esperaré para cerrar la comitiva. Kintsu es la más apta para guiarnos, y Eranor es más vulnerable ahora que es tan complicado acertar objetivos. Pero yo puedo ser el escudo que los mantenga a salvo. Es lo que mejor sé hacer.

A vuestro alrededor oís ruidos de armas golpeando escudos, y primarios gritos amenazadores. Los matones os están rodeando, aprovechando la polvorienta nube y la oscuridad de la noche. Parecen obedecer directamente a la aprendiz, quien empieza a entonar un extraño y escalofriante cántico:

¡Dămi lumină stăpânal întunericului

îndrumămă cuvoiata fămă robultău

un slujitor credincios și docil!

Pentru a pune capăt dușmanilor

noștri și a obține măreție pentru tine...

Esos golpes con las armas son una táctica para amedrentar al enemigo. No es usual en matones de poca monta, sino en grupos más veteranos. Es una prueba de que estos bandidos están organizados y saben lo que se hacen. Un detalle que confirma que puedan pertenecer a la banda de Erik.

Lomo Plateado parece olfatear algo, hacia el norte. Alza sus orejas y agudiza sus sentidos, pero permanece a tu lado. No sabes si lo que ha detectado es amigo o enemigo. Al dirigir tu mirada hacia allí te parece ver un breve destello, como la luz de un relámpago a través de una niebla. El polvo se disipará pronto, y entonces estaréis a merced de Zulira y sus secuaces.

La estrella es fría, puedes notarla a través de la tela de la bolsa y de tus ropas. Y también es punzante, sus aristas se clavan en tu piel, pero sin hacerte daño. Es un objeto magnífico, un artificio fruto de quizás uno de los magos más sabios que hayas conocido.

Sobre ti recae la responsabilidad de guiar al grupo fuera de las fauces de Zulira. Notas una corriente de energía que tira de ti hacia el norte. Es una sensación extraña, como si la estrella te guiase, como si tuvieses un vínculo especial con ella. La sensación es similar a cuando conectas empáticamente con una criatura bondadosa, como cuando trasciendes al firmamento. Al norte, al otro lado de la nube de polvo, a las afueras de Esiracas, hay una presencia poderosa, una energía que te llama, y que os atrae a ti y a la estrella.

La situación es cada vez más preocupante, los matones parecen estar recuperándose y Zulira empieza a conjurar un hechizo que me eriza la piel, no se que hace pero tampoco quiero quedarme a comprobarlo.
Parece que la gema puede notar nuestra desesperación pues, justo cuando me disponía a empezar la huida en cualquier dirección siento un pequeño tirón que me guía, es una sensación agradable, me está invitando a que le siga y al saber que no estamos solos sonrío aliviada mientras paso mi mano por encima de la gema, acariciándola, a modo de agradecimiento.

-Seguirme, rápido- insto a mis compañeros mientras empiezo a correr hacía el norte después de asegurarme de que me siguen, no quiero decir a donde vamos para intentar escabullirnos, al igual que el polvo no nos deja ver, a nuestros adversarios tampoco

Los matones por el ruido que están haciendo, se están recuperando de la caída, y también Zulira, que comienza a entonar unas extrañas palabras de poder. Entre el polvo y la noche, apenas veo nada, pero de pronto Lomo Plateado me señala hacía el norte, y logro ver un breve destello, como una especie de relámpago. es justo lo que estaba buscando, y además coincide con lo que dice Kintsu, que seguro que tiene mejor visión en la oscuridad. En voz baja, susurrando para evitar que nos escuchen los matones, les comento a mis compañeros.-Te sigo Kintsu, yo he visto algo, pero Lomo Plateado tiene claro que hay que ir hacia el norte, allí debe de estar el portal.-

El polvo se esta disipando rápidamente, y Zulira sigue con su extraño cántico, deben de alejarse cuanto antes de allí, o no podrán hacer nada, son demasiados enemigos y una maga. De nuevo en un susurro comento:-Rápido o no podremos con ellos, en breve estarán listos para atacarnos.-

Y avanzo tan rápido como puedo siguiendo a Kintsu y a Lomo Plateado, con la esperanza de que se trate del portal del que nos hablo Goldrín y podamos salir del lugar, ya que en nuestra situación de inferioridad numérica, estos matones y la aprendiz, nos pueden poner en serios problemas. Tengo a mano el arco, pues no esta claro si lo podremos conseguir, aunque también confío en que la noche pueda ayudar a despistar a los matones, que por fuerza tras el golpe tienen que estar desorientados, y algunos heridos por la caída. 

Los cantos de Zulira me hielan la sangre. ¡Y pensar que había intentado animarla! Todos estos matones no pueden haber sido cosa de un momento. El golpe tenía que haber sido planeado desde antes. ¡Qué mal juzgas a la gente, Desmond, qué mal! Y a ese canto hay que sumarle los golpes en el escudo y los gritos. Una táctica común, una que hace que incluso un grupo pequeño pueda parecer más grande.

—Estos tíos saben lo que se hacen —mascullo, frunciendo los labios—. No son matones del tres al cuarto. Ahora ya sí que no tengo duda, son los chicos de Erik. ¡Detrás de ti, Kintsu!

Dicho eso, también empezó a seguirla. Incluso si los rodeaban, confiaba en que podrían hacer una brecha en la formación, aprovechando que tendrían que dispersarse. Aun así, si había alguien que podía guiarles a terreno seguro, esa era Kintsu. Por lo que sabía, su compañera se desenvolvía en la oscuridad como un búho. O, más apropiadamente, como un gato.

Eso sí: No suelto el mandoble. No tengo intención alguna de arriesgarme a que me pillen con la guardia baja.

Zulira sigue entonando su escalofriante cántico, y una bruma violácea empieza a formarse en el cielo. La felínida encabeza al grupo a través de la oscuridad y el polvo, que ya empieza a posarse. Notáis que el círculo de matones empieza a cerrarse a vuestro alrededor. Kintsu percibe un espacio vacío más adelante, una salida, y corre sigilosamente hacia allí. El cazador también es sigiloso, al igual que su lobo, aunque no consigue ver lo que se acerca a él. Y el guerrero, al ir el último y ser el más pesado y ruidoso, ni es silencioso ni se percata del matón que se le acerca por su flanco.

Kintsu consigue escabullirse, llegando hasta las primeras casas, pero dos sombras, armadas con porras, sorprenden a sus dos compañeros. El golpe que cae sobre Desmond es débil, y apenas roza su armadura. El que recibe Eranor sólo le produce una pequeña contusión. Uno de los matones grita: - ¡Aquí! ¡Están aquí!

Voy siguiendo como puedo a Kintsu y a Lomo Plateado, a penas puedo ver un par de metros delante o a los lados, la oscuridad y el polvo hacen que sea una marcha casi a ciegas. Pero no tengo dudas de que tanto kintsu como Lomo Plateado, saben hacia donde se encaminan, espero que podamos llegar al portal antes de que estos tipos se organicen. Pero justo alguien sale de las sombras y me descarga un golpe con una porra, recibo una contusión, y apenas tengo tiempo para pensar en que hacer. El matón ha alertado a sus compañeros de que estamos aquí, en un instante esto se va a llenar de matones, la única salida es correr y eso le digo a Desmond, que por lo que he oído, también ha tenido un encontronazo con un matón. Así que le digo en voz baja:-Corre Desmond, tenemos que largarnos de aquí antes de que lleguen el resto.-Y me dispongo a correr y tratar de escabullirme en la oscuridad tras el rastro de Kintsu. Y tras esquivar al matón, me meto en las sombras alejándome rápidamente de su porra, tras los pasos de Kintsu y junto a Lomo Plateado, al que le hago un gesto para que me siga y no haga ruido. Tenemos que llegar cuanto antes al portal, a la amenaza de los matones, ya de por si suficiente para atraparnos, hay que sumar la de la joven maga que esta utilizando su magia. Y tal vez llegue por ese portal el viejo amigo del mago, sería de agradecer algo de ayuda, ya que en breve las cosas se pueden poner muy difíciles.

Tras de ti tienes a Desmond y Eranor, que tratan de escapar de las zarpas de los matones. Ante ti algunas casas, y más allá el bosque. Notas la presencia de algo, la estrella tira de ti hacia el norte. Lo que sea, el portal, el amigo de Goldrin, o ambos, debe estar en esa dirección. Ciertamente hay una levísima bruma azulada sobre las copas de los árboles, apenas perceptible, a una distancia considerable. Tus sentidos agudizados pueden a duras penas percibirla, por lo que tus compañeros no podrán hacerlo con total seguridad. Ahora eres también su guía, sus ojos.

Se me da bien encajar golpes. Es lo que tiene la armadura y estar fuerte como un toro. Pero que se me de bien no significa que me guste, y el golpe, aunque débil, me hace reaccionar casi de inmediato. No voy a poder correr de todas formas, no más que ellos. Conozco mis límites, estos cansado y hago demasiado ruído. Pero golpear con el mandoble es como respirar: Su hoja forma parte de mis brazos.

Y si tantas ganas tienen, voy a dejaz que la conozcan. Por desgracia, voy a ciegas: Los golpes que puedo dar, en este momento, no son tan certeros. Pero no por ello van a doler menos. En lugar de seguir corriendo, como quizá esperan, planto los pies en el suelo, girando una pierna y aprovechando la inercia para hacer un barrido a la altura de la rodilla con el mandoble

Si no otra cosa, al menos daré una oportunidad más a Eanor y Kintsu de zafarse de ellos.