Partida Rol por web

Orichalchum

Escena I: El Encargo de un Dragón

Cargando editor
23/02/2011, 19:23
Liv Björnsdottir

 Liv se dirige a Sven, sin saberlo engarzada en el hilo de sus pensamientos.

- Y si la cosa-tras-la-puerta puede emitir energía, quizá también acumularla -le dice, excitada y nerviosa-. Y si fuera, ¡y si fuera reproducible! ¿Un acumulador de energía? ¡La de maravillas que podríamos construir con eso! Una energía que necesite esa puerta para ser contenida, ¿se imagina? -continúa, soñadora-, ¿se imagina su gloriosa magnitud? ¡Si encontráramos el modo de contenerla, de reproducir la fuente emisora de alguna manera! La potencia que podríamos obtener es sencillamente inimaginable -vuelve su mirada hacia los grabados, ansiosa, completamente encantada-. Inimaginable... Podríamos crear...

Por su mente viajan imágenes de automotores yendo a toda velocidad, de dirigibles surcando el cielo como rayos,  de barcos atravesando raudos el mar... ¡velocidad!

Cargando editor
23/02/2011, 19:47
Dáravah Clums

Al dragón parecía divertirle la elocuencia de los allí presentes, lo que suponía que no decía mucho a favor de los que como yo, no teníamos " grandes comentarios " que aportar a las conversaciones, pero suponía que no me habían hecho llamar para comprobar lo bien que podía caerle a la gente o lo bien que podía hablar en público, así que simplemente guardé silencio y esperé aquella explicación que no tardó demasiado tiempo en llegar.

Lo que resultaba tan interesante para ellos, a mí no me lo pareció lo más mínimo, pero claro, quizás era porque era de las que pensaban que todos aquellos " trastos " construidos de metal carecían de ningún valor, pues cuanto más se acercaba el hombre a la tecnología más perdía el contacto con el mundo que lo rodeaba.

- Madre tiene que llorar viendo lo que anhelan estos hombres...

Suponía que aún había algo que no había escuchado, algo que quizás pudiera resultarme interesante, y eso que era de las que no necesitaba mucho para entretenerse, pero no, trastos forjados en metal, tan complicados como aquellos casi hacía que me salieran sarpullidos.

Si no corriera el riesgo de quemar mi casa aún cocinaría con un hierro y una hogera.

En el más absoluto de los silencios y observé los grabados de aquella puerta, como si ellos pudieran responderme a alguna de las cosas que se me pasaban por la cabeza.

Cargando editor
23/02/2011, 21:17
Sven Herzog

- Genau! - exclamo ante la afirmación de Liv con una sonrisa en mi rostro. - Velocidad, potencia... ¡Sería un acumulador de energía perfecto! - Miro a D.G., a mi hija y finalmente al resto de los presentes. Por sus expresiones dan la impresión de pensar que estamos locos, lo que hace que recupere mi semblante serio, pasada la excitación del momento. - Aunque, por supuesto, son sólo conjeturas... - Añado sin perder del todo el brillo en mis ojos. - Señor Draconis, ¿qué nos puede decir sobre esa puerta y la radiación que parece emitir?

Cargando editor
24/02/2011, 18:28
Jean Claude Renoir

-Mucho me temo que estamos dejando algo de lado, messieurs -comenta el francés, interrumpiendo la animada conversación entre los inventores-. ¿Habéis dicho, Su Gracia, que hay Daoine Sidhe metidos en este asunto? -pregunta.

Se pasa la ancha mano de perfecta manicura por la barbilla, pensativo.

-Si no quieren deciros nada a vos, monsieur Draconis, es posible que sí quieran hablar con... meros humanos, ce n'est pas? Hay... modos, ¿sí? -añade, esbozando una pícara sonrisa dirigida a lady Thornton.

Desde luego todo este asunto se estaba poniendo muy interesante. Muertes misteriosas, tumbas ancestrales, feéricos, dragones... no cabía duda que ya sólo por la experiencia merecía la pena acudir.

Cargando editor
24/02/2011, 18:42
Acteon Gwyn Dwr

El cazador irlandés parece no poder mantenerse callado más tiempo, pese a los consejos de Dáravah. Descruza sus brazos y habla, sin siquiera pedir la palabra, interrumpiendo al señor Renoir.

-¿Y todo eso qué importa? -pregunta en voz alta-. A ver: ¿qué demonios hay tras esa puerta? ¿Por qué quiere abrir un portón que, por lo que parece, mata gente? Están hablando ustedes de maravillas de energías, de aleaciones y demás. Eso -se acerca a los grabados y señala uno de ellos, mientras mira a todos los reunidos- es peligroso. No habría que abrirlo. Habría que sepultarlo -termina, mirando fijamente al dragón.

Intenta mantener su mirada, pero no lo consigue. Resopla y se vuelve a su sitio, refunfuñando por lo bajo.

Cargando editor
24/02/2011, 19:08
Everard Draconis

El rostro del dragón se mantiene sereno mientras escucha vuestra conversación. Sin inmutarse sostiene la mirada de Whiplash y de Acteon. Asiente de modo educado a la sugerencia de monsieur Renoir y a la encantadora lady Thornton.

Se pasa la mano izquierda por la barbilla y se acerca lentamente a los caballetes que sostienen los dibujos.

-Esto, señores, es algo muy peligroso. Sí. El señor Acteon ha dado en el clavo, pero lo ha hecho con el martillo equivocado -gira su cuerpo de forma grácil hasta encararse con el señor Whiplash-. En cambio, el señor Snidely Whiplash, acomodado burgués que siempre sopesa todas las implicaciones se ha acercado más... Sí, en efecto: ¿por qué les necesito a ustedes? -sonríe, encantador, mientras enumera:- soy más fuerte, más poderoso, más inteligente, más hábil y más longevo que cualquier humano. Por lo menos -se corrige, dirigiendo una mirada rápida a los presentes-, por lo menos que el humano medio.

Se vuelve de nuevo hacia los grabados y los señala.

-Estas representaciones, señores, simplemente son para que tengan una idea de algo: durante milenios "algo" ha estado dormitando aquí. Algo que parece que... es peligroso. No lo quiero en mi dominio. Ni, por supuesto -añade, volviendo a sonreír-, quiero que dañe a la humanidad. Dudo que ustedes vivan lo suficiente como para ver... lo que puede suceder. Pero yo sí, y no quiero.

Mira con detenimiento a todos y cada uno de sus invitados, serio, taladrándoos con su extraña mirada.

-Les voy a pagar mucho para dos cosas: desenterrar un misterio antediluviano y asegurarse de que no daña a nadie. Yo solo no puedo. Lo he intentado. Así que necesito ayuda. Y pagaré por su ayuda. Por supuesto -añade, cerrando los ojos y enarcando las cejas-, es muy probable que en el transcurso de estas... investigaciones... descubramos algo que sea de interés.

Por un momento dirige su atención a monsieur Renoir.

-Y... la Corte feérica de la zona está metida en ello. Normalmente no interfiero con los asuntos de la Buena Gente... pero la profusión de artefactos de extraña factura en este valle es exagerada. Más del 70% de mi colección la he recogido aquí -señala hacia el suelo, bajo sus pies-. Metafóricamente hablando, entiéndanme. ¿Es normal que Leales y Desleales firmen una tregua? ¿En este valle alejado de todo? Antonio -se gira hacia el mayordomo-, por favor, ¿cuándo fue la última vez que la Caza voló contra los habitantes de este valle o de los valles cercanos?

Cargando editor
24/02/2011, 19:24
Antonio Montenegro

Sin parpadear, contesto a la pregunta directa, dejando de pasar por un momento el paño por la garra inferior derecha de la estatua.

-Creo que nunca, mi señor -contesto, aunque algo dubitativo-. No estoy seguro, pero podría hablar con el párroco de la iglesia de Benasque, que es quien tiene los registros históricos de los sucesos del valle, pero... -esa última frase la dejo en suspenso, interrogativamente.

Cargando editor
24/02/2011, 19:27
Everard Draconis

-No será necesario, Antonio, muchas gracias -niega el señor del valle-. Al menos por ahora.

El dragón extiende las manos de forma elocuente.

-¿Lo ven? Demasiado extraño. Demasiado misterio. Unos no quieren hablan, otros no pueden... Y, mientras tanto -señala de nuevo los grabados-. Está eso. Algo que puede o no haber sido la causa de muertes entre humanos. Algo que impide que se teja magia en su cercanía. Algo tan preternatural, damas y caballeros, que nadie guarda recuerdo de ello.

Durante su alocución, Everad Draconis se ha ido moviendo a vuestro alrededor, por dentro y por fuera del círculo informal que habíais creado. Elevando y bajando la voz, hipnotizándoos con sus palabras, casi como uno de esos míticos oradores senatoriales de la Antigua Roma. No os ha robado la facultad de razonar, claro. Simplemente no os ha dejado interrumpirle, no os ha permitido dejar de prestarle atención.

Lo cierto es que ahora entendéis por qué los dragones son tan... tan... tan magníficos, tan terribles, tan fascinantes...

Cargando editor
24/02/2011, 19:44
Dáravah Clums

Era increíble la capacidad de aquel dragón para hacer que todo el mundo le prestara atención, pues conseguía que alrededor suyo no hubiera nada en cuanto decía cuatro palabras seguidas, aunque también se apreciaba ese deje de prepotencia en sus palabras que no me acababa de gustar, pues aunque consiguiera captar toda mi atención no me había pasado desapercibido el hecho de que casi le hubiera faltado decirnos algo así como " vosotros, tristes mortales.. ".

En aquel momento me dieron ganas de responder a aquellas palabras, de decirle que algo tendrían los humanos de lo que los dragones carecían, pero era una discusión que ya de antemano tenía perdida porque no plasmaría demasiado bien lo que pensaba y con semejante carisma, me vería casi amedrentada en cuanto abriera la boca.

Suspiré cuando terminó de hablar, pero más por mis propios pensamientos que por cualquier otra cosa de mi alrededor.

- El dinero está sobrevalorado. - Al menos a mí, me sobraba con el poco que tenía, sino, me hubiera encargado de cuidar los inmuebles familiares en su día y no venderlos por un precio menor del que valían como hice.

Esperaba que hubiera algo más, que no fuera sólo lo que se veía a simple vista.

- No sé con qué humanos está acostumbrado a tratar señor Draconis, pero si es sólo con los que se puede comprar sin más, con los que por cuatro monedas asienten y dicen que sí sin rechistar creo que aquí algunos sobramos..

No pude evitar recalcar la palabra " humanos " cuando le respondí, diciéndole de alguna manera que sus comentarios habían conseguido incomodarme un poco.

Cargando editor
24/02/2011, 20:03
Everard Draconis

La actitud del dragón cambia por completo ante las palabras de Dáravah. Se vuelve hacia ella y la mira con seriedad. Con mucha seriedad. Casi parece que la temperatura de la enorme sala baja una decena de grados. La tensión es palpable...

... y después sonríe. Incluso emite una pequeña carcajada. La tensión se disipa totalmente.

-Mi estimada señorita Clums... por favor, ¿acaso piensa de verdad por un momento que yo contrato por cuatro monedas de oro? Mire a su alrededor, a la gente que le acompaña -dirige un amplio gesto al resto de invitados-. Esta gente es de lo mejor en su campo. Verdaderos especialistas. Igual que usted. Tengo el pago perfecto para cada uno de ustedes... y si no lo tuviera ya, podría tenerlo en poco tiempo...

Se sonríe con verdadero humor. Parece que la intervención de la señorita Dáravah le ha animado. Sacude la cabeza, como diciendo "Humanos...".

-Hay pagos y pagos, señores. Algunos quieren oro, otros no. En algunos casos -entrecierra levemente los ojos-, ni siquiera es algo material. No importa. Un dragón siempre cumple con las expectativas. No obstante... ¿acaso lo que les he dicho ni siquiera ha animado su curiosidad? -pregunta en general.

Cargando editor
24/02/2011, 20:25
Liv Björnsdottir

 - ¿A quién le importan los faéricos? -dice Liv, sólo pensando en "La Cosa Tras La Puerta"-. No te lo tomes a mal, DG, pero tu madre es una estirada, y mi madrastra es tan tiesa que podría planchar la ropa sobre su espalda. ¡Merecería la pena soportar a esos presumidos sólo por poder hacer un plano de La Cosa, si La Cosa es la cuarta parte de lo que parece ser! Ojalá lo sea, ¡podríamos hacer milagros con ella! No puedo soportar estar aquí de cháchara cuando podríamos estar ya trasteando... -mira al ingeniero de vapor con emoción contenida, como si él y yo fuéramos los únicos que comprenden la verdadera magnitud del asunto.

Suspira, feliz. Se mete la mano en el cuello de la camisa, saca ligeramente una cadena de plata y juguetea con ella como siempre que está nerviosa.

- Patrón, vale que es un lagar...-se corrige justo a tiempo- terano y le guste crear expectativas, pero ya está bien. Hable del pago y deje de darle vueltas. Aunque he de decir que creo que ahora me quedaría aunque fuera yo la que tuviera que pagar.

Cargando editor
24/02/2011, 21:32
D.G. HijodeFeneris

Asiento a lo que dice Liv. Sé perfectamente cómo son algunos feéricos.

-Eso: la paga. Aquí la cerveza no es buena y hay una escasez insólita de costillas de cerdo... así que díganos, patrón, qué nos va a dar por abrir la portezuela ésa -señalo los dibujos con ademán impaciente.

Cargando editor
24/02/2011, 22:43
Everard Draconis

Ante la mención de "lagar...", sus pupilas se convierten en finas líneas negras sobre fondo ámbar. Unas líneas que taladran tu psique, Liv, como si se trataran de espadas de acero calentadas al rojo. Un rojo hecho de inmensas lenguas de fuego que abrasan tu cuerpo con un terror congénito a tu condición de homínida, algo primigenio, cavernario y que...

O eso parece.

El dragón sonríe, algo tensamente.

-Hablábamos de la trascendencia de lo inmaterial... y se me olvidaban los enanos... -contesta, despreocupadamente. Se mira la mano y se quita una mota de suciedad sobre una uña perfectamente recortada-. Puedo conseguirles una parte de una concesión por la explotación de una mina de hierro en las Highlands (Escocia)... también puedo conseguirles una parte de las exportaciones de estaño españolas. Porque no creo que quieran oro, ¿verdad? -mira a DG y a Liv. Entrecierra los ojos-. ¿Les interesa?

Cargando editor
24/02/2011, 23:05
Liv Björnsdottir

 Liv sufre un escalofrío espantoso cuando el dragón la mira, presa de un terror anclado en el inconsciente colectivo de esa humanidad a la que niega pertenecer... 

La mención del estaño y el hierro, sin embargo, le devuelven la sonrisa y la excitación.

- ¡Vaya, ¿de verdad?! Eso sería fabuloso -añade, soñadora-. Papá dará saltos de alegría.

Cargando editor
24/02/2011, 23:14
Daniel van Harkov

"Peligroso, niña. Muy peligroso es insultar a un señor dragón tan evidentemente poderoso en su propia cara, sin tener posibilidad de huir...", pienso, sintiendo por un momento un atisbo de empatía por esa joven alocada. "Los Pteridraconis sapiens son muy orgullosos... al menos éste también es MUY educado". Por suerte, ese momento de sintonía empática se esfuma enseguida.

Soy hombre de muy pocas palabras, por lo que decido no intervenir mientras los contertulios hablan sobre los grabados. Para mí es evidente que se trata de algo mágico... aunque me escama, y mucho, el hecho de que ese orichalchum sea impermeable a la manipulación hechicera... Es evidente, de todas maneras, que una vez que ns pongamos con el trabajo, si es que decido aceptar, se nos facilitará mucha más información. El dragón es inteligente y astuto. Se estará guardando un as en la manga. O incluso un comodín.

No obstante, la mención de la paga hace que mi taciturnidad se esfume. Por unos instantes, al menos.

-Espero, mi señor, que con lo que habéis manifestado os estéis refiriendo a una paga... para los enanos. ¿Me equivoco? -pregunto, tal vez de manera retórica. Pero hay que asegurarse-. Sinceramente no creo que un cargamento de estaño nos compense a mí o a, por ejemplo, la señorita Graham...

Cargando editor
24/02/2011, 23:23
Snidely Whiplash

Guardo silencio durante toda la explicación del Dragón, escuchándole atentamente. También escucho, por primera vez y con atención, a lo que dice el resto de los presentes en la sala. Me acaricio la barbilla con la mano derecha, pensativo.

- Es decir -Vuelvo a subir la voz para que el dragón me escuche con claridad-, no sabemos a qué nos exponemos aunque sí que algo peligroso hay. No sabemos si los féericos nos ayudarán o atacarán. Nos pedís ayuda, pero... ¿hasta qué punto? ¿Ayuda de haceros todo el trabajo sucio o ayuda de "todos ponemos de nuestra parte"? -Esbozo una irónica sonrisa. Por supuesto, yo jamás me mancharía las manos para ayudar a alguien a quien pagaba por sus servicios. Claro está, que ésa faena es para los esclavos y pobres, no para mi. Por lo que, por mucha fuente de conocimiento nuevo que fuera, deberé declinar la oferta.

- Deseo con impaciencia el momento en que intentéis comprar mi ayuda, señor Draconis. -Esbozo una sonrisa de verdad, divertida. No veo muchas opciones de que lo que tenga que decirme pueda convencerme de ayudarle. A él. Un lagarto. Yo, ensuciándome las manos. Con el peligro de morir de mil y una formas. Con el único objetivo de "salvar vidas inocentes" y el icentivo de una "paga".

"¿Proteger a los humanos? ¡JA! Hay algo más".

Me acerco a la estatua del dragón y lo observo, detalle a detalle. Las escamas, las garras, el grosor del cuerpo.

- ¿Sería inoportuno preguntar a quién representa? -Mantengo la mirada puesta en la estatua, dando la espalda a Draconis.

Cargando editor
26/02/2011, 02:12
Dáravah Clums

Por unos instantes sentí miedo, casi pánico y era algo que no me hubiera importado admitir, pues era de las que creía que sin el miedo, nuestro instinto de supervivencia desaparecería y nos haríamos demasiado vulnerables, pero cabrear a un dragón era un suicidio y mi sentido común, tarde quizás, me avisó de aque aquella había sido la peor idea que había tenido en mucho tiempo, pues incluso noté un escalofrío poco agradable que me recorría la espalda, pero, ya era tarde para arrepentirse.

Por suerte, el dragón se contuvo, lo que me hizo suponer que había algo demasiado importante para él en aquella misión, pues por mucho que se pensara que éramos unos cuantos humanos, no creía que ninguno de los allí presentes no se hubiera preguntado qué era lo que de verdad escondería aquella misión.

- Si no sintiera ninguna curiosidad ya habría puesto rumbo a otra parte... - Respondí cuando pude volver a hablar, cuando mis músculos se tranquilizaron un poco por aquel " altercado ".

- El venir a este lugar no ha sido la mejor decisión que has tomado en tu vida Dara.. - Me dije a mí misma, sabiendo que en realidad incluso había que ser muy valiente para partir ahora y decirle que no al trabajo, aunque eso sería ir sin duda en contra de mi curiosidad, que ya no era por averiguar lo que nos decía que quería averiguar, sino por saber exactamente qué ganaría él con aquello.

Cargando editor
26/02/2011, 22:48
Sven Herzog

Durante un rato sigo ensimismado en mis pensamientos, oyendo hablar a mis compañeros sin escucharles realmente. Las palabras del dragón resuenan aún en su cabeza, "Algo impide que se teja magia en su cercanía"... Tal vez no estaba tan desencaminado después de todo.

- Señor draconis, las propiedades de esa puerta... ¿Se reproducen únicamente allí o es una característica del material? Por otro lado, ¿qué tipo de radiación emite la puerta en esos grabados? ¿Pudo ser esa radiación la causante de la muerte de esos hombres? - Por un momento pienso preguntar también sobre los sidhe, pero realmente no entiendo nada de ese tema, así que prefiero dejarlo pasar.

Todos hablan de recompensas y pagos, pero yo no me siento cómodo hablando de esos temas en público. Mi querida Sveta, de esos temas siempre te encargabas tú... De todas formas, ni siquiera un dragón puede darme lo que más deseo. Miro nuevamente a mi hija, que lleva mucho rato callada... Tal vez sí pueda, pienso con cariño pensando en ella.

Cargando editor
27/02/2011, 04:44
Lady Thornton

Margaret, que continúa con sus manos enfundadas en unos guantes de cuero del mismo color que el pañuelo que llevaba anudado al cuello como si de una corbata se tratara, escucha y observa con atención todo cuanto se hace o dice a su alrededor.

Asiente con una media sonrisa al comentario de Renoir y se humedece los labios en un gesto del todo casual. Hay modos, sin duda, y ella los conoce bien a la par que los domina y, por lo que puede deducir tanto de las palabras de Draconis como de Renoir, con éste último tenía bastantes cosas en común.

-¿Y por qué recurrir a nuestra ayuda en lugar de la de vuestros pares? -pregunta tras haberse acomodado en uno de los mullidos y cómodos sitiales que había en aquella sala.

Parpadea, despacio, batiendo sus largas pestañas con natural coquetería y mirando a Draconis, pues era a él a quien iban dirigidas las interrogantes.

-No me malinterprete -añade antes de que el dragón responda-, no es por temor que pregunto. Si vuestra merced conoce de mí la mitad de lo que ha dado a entender conoce, sabrá de sobra que el temor no es algo que me detenga. Del mismo modo estoy segura sabrá retribuir generosamente tanto mis servicios como los del resto de los aquí presentes, si no lo creyera no habría respondido a vuestro llamado -hace una breve pausa antes de proseguir-. El trabajo que nos ofrece es todo un reto porque del mismo modo que nos presenta la posibilidad de develar un secreto celosamente guardado, también nos presenta una caja de Pandora. ¿Qué sucedería si esa puerta resulta ser la tapa de la caja? Si nadie guarda recuerdos de ello debe ser por alguna razón. ¿Estáis dispuesto a hacer frente a las posibles consecuencias que el éxito de nuestra misión conlleve?

Margaret en todo momento muestra control absoluto sobre sus gestos y voz. Permanece allí, sentada, con la espalda cómodamente apoyada en el respaldo, el mentón levantado pues para poder hablar a Draconis mirándole a los ojos debía alzar el rostro y, aún así, en esa posición de inferioridad, hablábale con una seguridad y confianza en sí misma abrumadora.

-Cuente conmigo, señor Draconis, pondré mis servicios al servicio de los vuestros y lo haré aún antes de siquiera saber el modo o forma en que éstos serán retribuídos, tema que, por cierto, preferiría hablásemos en privado pues no estoy interesada que más oídos que los míos estén al tanto de cuál ha sido nuestro acuerdo.

Cargando editor
27/02/2011, 15:30
Everard Draconis

Solucionado el tema con los enanos, al menos aparentemente, el dragón concentra su atención en el resto de los presentes.

-Ignoraba que desearan ustedes airear sus respectivos pagos ante el resto de sus compañeros -se encoge de hombros elocuentemente. No obstante, lo hace con un movimiento casual y elegante. Seguramente lleve perfeccionando ese gesto durante cientos de años-. Como deseen.

Os dirige una breve e intensa mirada a todos, calibrándoos. Tampoco le pasa inadvertida la rápida mirada de Sven a su hija.

Sonríe y se dirige a Snidely.

-Señor Whiplash, no tengo ningún problema en responderle -comenta, alzando la mirada hacia la estatua. Suspira-. Damas y caballeros, esta estatua representa a mi señora madre, Lady Iphigenia Draconis. A tamaño natural cuando encargué esta estatua -añade, casi sin darle importancia-. Actualmente pasa sus últimas décadas en la Abadía de Saint-Michel, en la Normandía francesa... Sin duda -añade- ustedes ignoran que los dragones preferimos no solicitarnos ayuda entre nosotros. Está... mal visto.

Vuelve a suspirar y de nuevo centra su atención en vosotros.

-Igualmente, señor Whiplash, usted que siempre anda a la caza y captura de nuevas ideas a partir de las cuales sacar dividendos... sin duda le resultará gratificante el saber que tendrá acceso a... ¿tal vez tecnología pretérita? -sonríe-. Alguien como usted sin duda ya habrá empezado a sospechar los... usos... de un metal como esta extraña aleación -se gira hacia Daniel-. Usted, señor, sin duda estará pensando algo similar. ¿Un metal que impide el uso de la magia? Sin duda está deseando poner sus manos, y las de su Logia, encima de este descubrimiento... un descubrimiento, por cierto, que todavía no ha salido de estas cavernas.

Después se vuelve hacia las señoras...

-Señorita Clums... señorita Clums... ¿sabe que hace poco unos de mis campesinos toparon con... una formación de piedras semienterrada de lo más interesante? Por lo poco que he podido averiguar se trata de un enterramiento comunal extremadamente primitivo. No lo conocía, pero sí que sé que guarda ciertas semejanzas con los enterramientos neanderthales. Estoy seguro de que deseará... acercarse y estudiarlo. Se ha conservado en muy buen estado. Muy bueno -repite-. Las pinturas rituales de las paredes del crómlech describen que es muy posible que allí se encuentre también enterrado un chamán bastante notorio... -sonríe entonces, seguro de haber picado mucho la curiosidad de Dáravah-. Señorita Graham y señor Gwyn Dwr... sin duda alguna 5.000 marcos, o el equivalente el libras esterlinas si lo prefieren, que tengo entendido que andarán por las 50.000 y una mención personal a la Real Sociedad de Exploradores saldarán bien el pago, ¿me equivoco?

Se vuelve a los demás.

-El resto, mis señores, parece que prefieren mantener en privado sus demandas. Lo comprendo -inclina levemente al cabeza- y lo respeto. Sin duda podremos tratarlo en privado, mis señores -le dedica una encantadora sonrisa a lady Thornton-. Tal vez después de la cena...

Parece que está visiblemente satisfecho de cómo se ha desarrollado la conversación.

-¡Ah! Señor Herzog -exclama de repente-... Discúlpeme, me olvidaba de usted -emite una breve risita-. Perdone, pero es que tiende usted a pasar tan desapercibido... En cuanto a su pregunta formulada, he de decirle que creo -remarca esa palabra- que las propiedades de esa aleación son consustanciales a la aleación. No soy un experto y es posible que usted sea el primero en estudiar esta cuestión de cerca. La... "radiación"... creo que no es más que algo decorativo, algo representativo. Ciertamente no emite rayos, mis señores. Se lo aseguro: yo he estado delante suyo múltiples veces y nunca he visto manifestaciones energéticas -ríe. Después se queda pensativo-. En cuanto a su pregunta no formulada... es posible que podamos hablarlo en las habitaciones que sin duda alguna ya han preparado para usted y su encantadora hija -añade, guiñando un ojo a la joven.

Notas de juego

Disculpen ustedes, señores jugadores, pero últimamente Umbría me da problemas. Ni siquiera he recibido los correos de aviso de nuevos mensajes...