Partida Rol por web

Si en las noches anteriores la manada tuvo tiempo para despertarse unos antes que otros y poder dar un poco de rienda suelta a la personalidad de cada uno, en esta ocasión se despertaron todos a la vez al oir como alguien llamaba con tres golpes bien marcados a la puerta de su habitación.

-Toc, toc, toc. -Volvió a sonar terminando de sacar del sopor a todos con esa insistencia.

Por incomprensible que pudiera parecer, la actuación de anoche había ido más allá de lo que estaba acostumbrada a representar. No era por miedo, o por encontrarse más allá de mis capacidades, sino por el hambre que me provocaba. Sin embargos anoche era una situación especial, una celebración de nuestra condición e incluso un homenaje a la Madre Oscura, dado que la Danza de Fuego era una gran prueba, puesto que no solo ponía a prueba nuestra fuerza, tanto mental como física, sino que los indignos veían cómo eran castigados por el doloroso fuego, ya fuera con la vergüenza que suponía caer en el Rötschreck ante tantos hijos de la noche como por el abrazo de las mismísimas llamas. Es por eso que no podía contenerme y, claramente, no lo había hecho. De hecho cerraba los ojos y aún veía como había cambiado de dirección y saltado sobre la hoguera, girando sobre mi misma conforme atravesaba las llamas y sentía como su calor amenazaba con destruirme en caso de que hubiera calculado mal.

Evidentemente eso no había ocurrido o ahora mismo estaría rabiando y llena de cicatrices, pero en lugar de ello abría los ojos con una sonrisa estúpida en los labios tras la cual podían verse claramente los colmillos. Los había desenfundado en mitad del salto y ya no los había vuelto a recoger desde entonces, ya fuera por en el banquete había sido necesario disponer de ellos o porque no había visto motivos para esconderlo en los juegos, aunque cuando se juega a vaciar la botella también es necesario hacer uso de ellos.

En cualquier caso había sido una buena noche, no únicamente por los juegos, sino también por la cantidad de gente que había llegado a conocer. Lamentablemente seguía con la espinita clavada de Nora o la del Tzimisce, quién por lo visto se llamaba Josh según me comentó uno de sus estudiantes, y lo mismo se aplicaba a dejar en evidencia a Lousie, pero esos pensamientos únicamente servían para empañar mi visión de una noche más que divertida, una noche en la que también pude confirmar como los Tercios parecían ser los más cabales de los residentes.

Pero todo eso había sido ayer, hoy debía lidiar con el hecho de que Fox seguía con nosotros, que Salem parecían continuar vigilantes, o que alguien había creído buena idea despertarnos antes de tiempo, lo cual era un problema dado que no tenía ropa para cambiarme y ni siquiera había podido bañarme. Es por eso que cuando me levanté para abrir la puerta, ya no sonreía.

Los festejos han estado bien, aunque hubiera preferido una cacería en que las presas hubieran tenido alguna oportunidad de huir. Todas encerradas en una sala fue una bacanal de sangre, aunque puede que haya algunos que no hallan abandonado Orlando desde que se fundó.

Me cuesta, pero logro encontrar otro gangrel, si todo el clan ha abandonado la Camarilla, ¿dónde están los demás?

Cuando es la hora de volver no acuden al vehículo ni Sonya, ni Tarja. No tenemos tiempo de volver para buscarlos ya que esta a punto de amanecer, seguramente estarán con otras manadas y ya nos encontraremos en los siguientes actos de esta noche.

Unos golpes me sacan del sopor, pero cuando me despierto completamente Christine esta a punto de abrir la puerta.

– ¿Quién es Christine? – Pregunto mientras alargo la mano hacía la pistola que he dejado a mi lado al acostarme.

La noche fue un éxito rotundo, si bien no pude alcanzar ninguna nueva pista de porque estamos aquí, si departí tranquilamente con unos y otros entre los mandamás de la ciudad. ¿Con quién si no?

De todos ellos Los Tercios son quienes mejor impresión me han causado, demasiado marciales tal vez, pero seguramente sean útiles en algún momento de mi cruzada.
En cuanto a los dos bandos enfrentados en la ciudad, nada me hace decantarme por uno u otro, y sin una visión no pienso montar en uno u otro barco.

Descanso impertérrito a los golpes en la puerta, mi manada ya sabe que requiero algo más intenso para molestarme en regresar de dónde quiera que sea a donde voy durante mis sueños diurnos.

Christine, con la ropa algo acartonada y maloliente por la sangre seca de la noche anterior que no tuvo tiempo a cambiarse sale a recibir a la persona que llama.

Al abrirla entra algo de luz, pero débil, dado que el gran salón destaca por su penumbra. Frente a ella hay una figura alta, fácilmente llega a medir dos metros y va con ropa formal, como de ejecutiva o secretaria. 

Cuando se le acostumbra la vista al contraluz, solo Christine puede ver que se trata de una mujer con rasgos afilados y muy severos, con las orejas algo acabadas en punta y con los ojos negros como dos pozos de oscuridad. En primera impresión podría ser un gangrel pero el instinto le dice a Christine que es otra cosa.

Tardan un poco en abrir pero trato de no disgustarme, comprendo que estoy llamando a una hora temprana y no todo el mundo es madrugador. Cuando sale a recibirme una chica desaliñada de ojos azules, se me arruga la nariz por la falta de higiene pero trato de hacer caso omiso.

-Buenas noches, estoy buscando a Tarja de los Peregrinos. ¿Está por aqui?

La voz suena aún mas severa que su rostro a pesar de las formalidades y lo escueto de la frase.

No es la única que examina a quién tiene enfrente y por eso mismo no tardo en sonreír. Esta debía ser la Kiasyd que tenían los Jesuitas entre sus filas, sin duda un espécimen extraño e inusual, pero el hecho de que se muestre tan educada consigue que evite soltar uno de mis exabruptos habituales.

- Buenas noches. Me temo que no, anoche no regresó - dicho lo cual me aparto para que pueda ver el interior de la sala - Y como podéis ver, Sonya tampoco. Quizás ligaran.

Teorizo bromista sobre los motivos por los que no habían regresado, aunque si el bicho este había decidido salir de su zulo no podía ser nada bueno, por lo que tras la broma borro por completo la sonrisa de mi cara.

- La Kiasyd de los Jesuitas - respondo a la pregunta de Anita sin volverme - disculpa pero no nos han presentado.

Añado esta vez a la invitada, por si quería dejar ahí las cosas o seguir un poco más el protocolo y llegar a ese punto.

La noche fue lo que tuvo que ser, espectáculo y diversión y comida, que más se puede pedir, tras de ello, regresamos a descansar como era normal, para luego despertarnos gracias a que alguien toco la puerte para sacarnos de nuestro sopor.

Christine fue quien tomo la iniciativa para abrir, al parecer la persona preguntaba por Tarja que al igual que Sonya tampoco, que curioso pensó Fox en el momento, de allí empezó a incorporarse, tenía que solucionar un pequeño problema por lo que se preparo para darse un baño y salir a hacer unas cosas pendientes! 

6 de Marzo, 10:30 pm

Ahi estaba Samantha, en mitad de una interestal en un tramo elevado que pasaba por encima de una carretera local y atrapada en un atasco. Llevaba aproximadamente hora y media avanzando unos pocos metros cada muchos minutos y ni siquiera podia aprovechar que era una moto para avanzar entre pared y los autos, no si no queria tener problemas con la policía.

Podia verse el motivo: Un accidente de tráfico en el que los restos de un monovolumen que habia ardido por completo se encontraba parcialmente colgando, al menos lo bomberos cumplieron su parte y era seguro pasar una vez extinguieron las llamas.

Sin embargo lo que también se estaba extinguiendo era la paciencia de la ventrue y la idea de dejar de pasar desapercibida comenzaba a rondarle en la mente, en verdad no tenia ninguna prisa pero estar allí no era parte del plan.

Dado que no tenía nada mejor que hacer y que siempre era bueno practicar se puso a observar a los otros conductores, buscando posibles presas que pudieran ser útiles en un futuro y que le proporcionaran ese rico sustento que la sostenía.

Fue mirando a los vehículos que pasaban a su lado y que estaban parados a su alrededor.

Una bonita noche para cazar.

Puso la pata a su moto y dejó un pie en tierra mientras se recolocaba la ropa de cuero y revisaba manualmente que todo siguiera en su sitio, tanto en su chaqueta como en los paquetes atados a su moto.

Dejando suavemente la pistola donde estaba me incorporo sin movimientos bruscos dirigiéndome hacía la puerta. Soy consciente de que solamente llevo una vieja camiseta deportiva de la talla de un defensa de futbol americano que me queda muy grande pero no limita para nada mis movimientos.

Cuando llego a la puerta me quedo detrás de Christine sin bloquearle el paso a la jesuita por si desea entrar. – Buenas noches, soy Anita, la ductus de los Peregrinos. ¿Sabes alguna cosa de ellas?

Mientras le pregunto recuerdo la advertencia de Eve respecto a que yo sería la responsable de lo que hicieran los demás al ser la ductus.

Las voces acaban por despertarme de mi letargo diurno y me incorporo en la cama.

Arrugo la nariz y observo a la mujer con curiosidad mientras me voz abrochando los botones de la camisa que tenia colgada del cabecero.

Pongo un mano en la jamba de la puerta y tamborilleo con fuerza mirando a esa . En ese momento llega otra mujer y se presenta. Por desgracia parece cierto que Tarja no está aqui y que algo le ha pasado.

-Mas bien los Jesuitas de la Kyasid. Es llamativo que sepas mi clan y cofradia y no mi nombre y que soy la máxima autoridad entre estos muros. 

Me pueden llamar Britney. No, no se nada de ellas desde anoche temprano, mas concretamente de Tarja. Pensaba que podria reunirme con ella un momento antes de que marcharan. 

-Al asomarme al fondo de la habitación veo camas sin deshacer, a un hombre entrado en edad y a -¿FOX? -Las poca voluntad que tenia por salir de la biblioteca se esfuma con lo que acabo de ver.

-No les molesto mas entonces, que tengan buena noche y suerte para encontrarlas pronto.

Era interesante que ella considerara suyos a los Jesuitas cuando técnicamente era solo la encargada de mantener la biblioteca y el buen estado del refugio. En cualquier caso no estaba con ganas de continuar aquí parada sin darme un baño.

- No te preocupes Britney, sigue siendo vuestra casa y mi memoria no es lo mejor del universo - le indico mientras salgo de la habitación pasando a su lado - Aunque Britney - vuelvo a llamarla por su nombre para recuperar su atención - la otra noche me dio la sensación de que Nolan podría discrepar de que los Jesuitas son tuyos. Quizás debáis tener una conversación al respecto.

Era difícil resistirse a esas pequeñas tentaciones y ante la ausencia de posibles repercusiones, era una oportunidad ideal para sembrar un poco el caos entre la cofradía. Quizás fuera lo que había estado esperando esta ciudad, alguien que desestabilizara el status quo en el que se encontraba.

- Me voy a las duchas.

Añado a modo de aviso para todos los presentes, porque lo último que quería era que viniera detrás mía como para evitar que nos separáramos más.

Una vez marchan la jesuita y Christine. Me giro hacía lo demás hablando con tono serio como ductus, no como Anita, cosa que hago muy raramente.

– Si sabéis alguna cosa de ellas decirlo. Si las están buscando los responsables de la seguridad no creo que sea simplemente porque no han dormido aquí en esta habitación. Tiene que haber ocurrido algo serio.

Hago una pausa antes de decirles lo que último que se de ellas. – La última vez que las vi fue durante la danza del fuego. Estaban hablando entre ellas justo al lado de las llamas, les dije que se animaran a saltar, pero no se si lo hicieron ya no las he vuelto a ver.

Mirando a Iann. – ¿Puedes ponerte en contacto con tu amiga de los Tercios? Si ha habido algún incidente grave seguramente ellos lo sabrán, podría haber habido una represalia de la Camarilla por los dos de los suyos que matamos para comenzar la celebración.

Cuando vuelva Christine iré también a las duchas.

A penas me he despertado y ya tenemos problemas.

Asiento a las palabras de Anita y recojo mi móvil del suelo donde ha estado cargando durante el día.

Marco el número de Aurora.

Todo está en orden, tanto los objetos que porta consigo como la maleta con efectos personales y eso transmite cierta calma. Por contra resulta algo complicado elegir una presa cuando todos están dentro de sus vehículos y solo se distinguen siluetas de conductores y pasajeros.

Pasado un tiempo la ventrue consigue sobrepasar el punto de congestión de la carretera y prosigue su camino con libertad.  La mayor parte del paisaje del trayecto consiste en bosques y cultivos a ambos lados de la carretera iluminados por focos y eventualmente el paisaje nocturno de las distintas ciudades que bordeaban como cúmulos de puntos luminosos en mitad de la noche.

Cuando faltaba menos de quince minutos para llegar se fueron dando distintas señales como un numero cada vez mas creciente de luces intermitentes en el cielo de los aviones y el cambio de paisaje boscoso dejando sitio uno a cada vez mas urbano. 

Tras pasar un cartel que daba la bienvenida a la ciudad, Samanta pudo ver Orlando Nocturno por primera vez.

Se encontraba ya en pleno centro de la ciudad y mientras se movia por su calles pudo apreciar que era una ciudad diseñada para el turista. Grandes hoteles y restaurantes allá donde miraba, por no mencionar parques de atracciones como el de Disney.

Era en ese momento las 11:25 y por fin logró llegar a su destino pero quedaba ver que haría allí y en que orden.

Christine llega a las duchas de mujeres. En el lugar ya hay una atmósfera cálida con una nube de vapor algo densa para ser tan temprano y se oyen bastante risas y conversaciones animadas.

Las paredes son de azulejos azul cielo y el suelo naranja, todo bastante sobrio. Lo primero que se encuentra es un largo banco para poder cambiarse con una arco de aluminio con perchas y dejar las cosas lejos del suelo. A la izquierda lavamanos con espejos empañados y secadores eléctricos donde dos de ellos están siendo usados por dos vampiresas tapadas solo con las toallas. A la derecha curiosamente una pared azul lisa y despejada donde deberia haber cubículos con los inodoros, al no tener ciertas necesidades fisiológicas, parece que prefirieron recortar en gastos. Al fondo a la derecha es de donde sale el vapor de agua y las risas.

Es entonces cuando a la malkavian le viene la duda si quizá deberia coger ropa nueva y toalla para no tener que salir desnuda al exterior o ponerse la ropa sucia de nuevo tras asearse.

Decido empezar por establecerme en la ciudad, al menos por unos días. Después ya pensaré qué hago para colocar un puesto mucho más sólido.

Repaso mis notas y averiguo que uno de los hoteles en los que es posible dormir para uno de los integrantes de la estirpe es el Hyatt Regency Orlando International Airport Hotel, en el que mi información establece que un par de días después se pasará mi objetivo. Es una oportunidad de oro.

Uno de los senadores por el estado de Florida, el senador junior Anthony Rodríguez, ha de dar una conferencia sobre las últimas políticas migratorias y el consabido muro, apoyándolo. Eso puede ser un problema para nuestros compañeros del sur de la frontera, pero no vengo por eso. Se rumorea que esos movimientos pueden estar orquestados por algunos de los integrantes de la primogenitura de Miami. Necesito ver qué guarda esa cabecita y, ya que estamos, qué puedo sacar en claro. Puede que no pueda acallar sus palabras esta vez, pero puede que sea posible en el futuro hacer que cambie de opinión. Nunca se sabe del todo.

Me dirijo hacia ese bonito hotel, cercano al aeropuerto. Quiero poder dejar las maletas en una habitación y asegurarme de que el sol no será un problema en unas horas. Estoy harta de dormir en bodegas y cementerios, incluso una Ventrue merece una habitación de hotel decente algunas noches.

Comienza a llover con poca fuerza y al ser de noche resulta imposible saber si empeorará o no. 

Samantha con su objetivo claro y sin nada que se lo impida aparca en una zona habilitada para motos del parking del hotel y camina hasta recepción con su pequeña maleta en mano. El hotel es enorme y cuesta un poco orientarse, hay que dar gracias de que las indicaciones y carteles están bien situados.

Cruzando el enorme loby llega hasta recepción donde hay varias personas atendiendo tras el mostrador y una pequeña cola de clientes con sus maletas esperando ser atendidos. Cuando le toca el turno a la Ventrue, sin miramientos usa unos de sus dones de cain sobre el hombre que le corresponde atenderla. Un chico de pelo castaño claro y barba afeitada que no llegaba a la treintena de edad.

Tiene la sensación de que ha surtido efecto por siente las miradas del otros clientes y de algunos empleados observándola como si fuese lo más interesante del lugar.

Ahhh... Buenas noches señorita, bienvenida a nuestro hotel ¿En que le puedo atender?