Partida Rol por web

Le molestó tremendamente el comentario tan machista de aquel joven. ¿A fregar? Lo que le vinieron ganas de sacar la pistola y hacerle lamer el suelo para que fuese el quien fregase con la lengua. Pero les habían enseñado en la academia a no dejarse llevar por aquel primer impulso, no debía convertir aquello en algo personal. Por suerte Fernando actuó rápido, sacándola de aquella espiral de furia, y aunque ambos estaban dispuestos a dar lo mejor de si mismos Mamadou terminó por huir a toda prisa, con sus chancletas claqueteando al golpear en sus talones. Aina imaginó los dedos de sus pies tratando de hacer algo similar a una garra, pero ni así logró evitar caer de bruces el joven. 

Bien merecido lo tienes, más fuerte tenías que haberte dado.

Su rostro no reflejó alegría por aquella captura tan ridícula para el africano, aunque estaba claro que de haber ido más preparado para la carrera posiblemente no lo hubiesen atrapado a pie. 

Ante la llamada por radio negó levemente con la cabeza mientras miraba a María. 

Joder, si es que la gente es la bomba. Pueden ver como roban a una anciana y esconderse y ni llamarnos. Pero nos ven con algo que se complica un poco y denuncian que les pegamos a unos negros ¿por que no piensan si estamos haciendo simplemente nuestro trabajo? 

Pero no importaba, que la mayoría de las personas eran ruines, egoístas y zafias era algo que ya había descubierto mucho tiempo atrás. 

Precisamente por contenernos este, el exhibicionista, se ha podido ir por patas, saboreando su victoria tan solo unos segundos... 

Al final el trabajo había salido adelante, aunque de no estar sus superiores a saber cómo habría terminado aquello. Aina pensaba tomar nota sobre varias cuestiones de lo vivido en aquel control.

-Ya ves, aunque a mi me han dado ganas de un combate - Respondió a MaMi mientras comían lo que su compañera había prometido - Estaría bien aprender algo de él. Además me falta saber más para poder contener a un hombre joven, ágil y fuerte, y grande, porque ese negro chiquitín no era, aunque creía que la tendría más grande.- Terminó bromeando, aunque claro, eso lo sabía María a base de convivir con ella, porque por la cara de Aina era imposible si era cierto lo que declaraba.

La noche había avanzado bien, sorprendentemente sin demasiados sobresaltos. Un borracho por aquí, una pelea por allá, nada nuevo.

Ya de vuelta el sueño empezaba a ser máás que evidente y notorio. Alguna cabezadita cayó mientras volvían a la base. De repente, un extraño aviso por radio despertó a Alvaro.

...¿Pero que cojones? ¿Qué estará pasando? ¿Se estará inundando la base? ¿La estarán atacando? Una vez pasó algo así en el ejército...aunque claro, esto no era el ejército. Aunque viendo los personajes que tenía como veteranos en la comisaria, igual era cualquier chorrada exagerada...¿Aliens? Con este último pensamiento Álvaro sonrió, más bien se echo a reir de forma absurda. Aun así, preparó su arma, no fuera a ser...

La noche no había tenido muchos más problemas, no al menos remarcables. A Aina no le gustaban los piropos que los guiris les lanzaban, aquellas miradas como si en vez de ser verdaderas agentes ellas fuesen dos streepers, ¿Por qué no las tomaban en serio? Tenía la certeza de que era por ser mujeres, simplemente. 

Trató de ignorarles y centrarse en lo que debía, aunque aquella falta de respeto le ponía de bastante mal humor. Por suerte su compañera era María, quien ya la conocía bastante bien y en muchas ocasiones la veía venir, así que supo contener a la agente Vallespir, que trataba de aplicar lo aprendido, pero algunas cosas le superaban a veces.

El cansancio se hacía notar, pronto saldría el Sol, y Aina era perfectamente consciente de que no dormiría las horas necesarias. Si el Sol la pillaba antes de meterse en la cama ya no descansaba bien, le había sucedido siempre, y seguramente estaría de nuevo en pie pasadas unas cuatro horas. Poner las motos dirección al pueblo era algo que hacía ya un rato que deseaba. Por suerte las carreteras parecían ir tranquilas a esas horas, y el ruido del motor le ayudaba a mantener los ojos abiertos. De haber conducido en ese momento el Yunday eléctrico no se habría atrevido a poner la mano en el fuego por que no sucumbiese al sueño.  Entonces sonó la radio. Al otro lado Capllons claramente alterado pedía refuerzos, algo sucedía en base y no parecía nada bueno. Aina escuchó atenta, mientras el sueño se perdía quedando atrás en el asfalto como si fuese un paquete que había caído del vehículo de dos ruedas. Su preocupación aumentó cuando Capllons no respondió a la pregunta del oficial Más. No era buena señal, para nada, así que como una reacción automática, sin pensarlo, activó las luces y la alarma de su moto. Más valía que en el caso de haber alguien circulando por aquellas carreteras les dejase paso, algo le decía que no podían perder ni un minuto, tal vez la vida de Capllons estuviese en peligro. 

¿Pero qué cojones le habrá pasado? ¿No estaba con Campaner? ¿Será que a Campaner le ha sucedido algo?

Aceleró mientras miles de opciones cruzaban por su mente, algunas con sangre, otras con Campaner sacando espuma por la boca como si sufriese un ataque de epilepsia o algo similar. De vez en cuando trataba de templarse un poco diciéndose que tal vez no fuese nada de aquello, que quizás se tratase de otra cosa y no estuviesen en una situación tan crítica.

Si venga, una jodida fiesta de bienvenida para los novatos. ¿De verdad crees que no es grave? ¡Y una leche!

Fernando puso el "piloto automático", y las líneas blancas del asfalto se fueron sucediendo bajo sus ojos cansados, como el troquelado de una cinta cinematográfica.

Álvaro parecía cansado, y no se le veía con ganas de conversación, así que Fernando decidió no molestarle con conversación. Desde luego, se había ganado el descanso: había actuado con determinación cuando fue necesario emplear la fuerza, y había sido él quien había encontrado la marihuana: a Fernando no se le había ocurrido ni mirar ahí.

 - Tengo que aprender también de él - pensó. No sentía envidia: más bien, estaba orgulloso de su compañero.

De pronto, las transmisiones tronaron con la voz de Capllons.

 - Joder - pensó Fernando de inmediato, y miró a Álvaro, mientras accionaba los prioritarios del vehículo y hundía el pie en el pedal del acelerador.

 - Avisa por transmisiones - dijo - Vamos a base ya.

Aina y María pusieron las motos a toda velocidad, lo mismo hizo Fernando y momentos después, en una curva, el furgón derrapó y no pudo controlarlo hasta que chocó contra un poste eléctrico. Por suerte no fue un choque frontal, aunque el lateral derecho del furgón quedó bastante tocado. Por suerte parecía que solo era chapa y una rueda que había reventado al impactar con el bordillo.

Fernando y Álvaro, algo doloridos salieron el furgón para observar los daños que se habían producido y el conductor se llevó las manos a la cabeza. Por suerte se trataba sólo de daños materiales, nadie había salido herido salvo ellos. A Fernando le dolía el cuello y a Álvaro el costado derecho. Pero con un poco de suerte solo sería algo muscular y no tendrían que coger ni tan solo la baja. Mucha mala suerte habían llevado en un momento tan crítico como aquel.

De pronto las dos motoristas, que habían escuchado el golpe y visto por el retrovisor lo sucedido dieron la vuelta para interesarse por sus compañeros. Al ver cómo había quedado el furgón se sintieron un tanto angustiadas por el bueno de Fernando. Había sido un fallo que podía haber tenido cualquiera, pero no dejaba de ser algo embarazoso el tener que comunicarle aquello a sus superiores jerárquicos. Sólo esperaba que lo entendieran y que no le suspendieran las prácticas.

- ¿Estáis bien? – Preguntó Aina.

- ¡Sí, tranquila! – Respondió Álvaro.

- Entonces nos vamos… - Replicó María. – Os mantendremos informados.

- Entendido… - Alcanzó a decir un afligido Fernando.

Y tras aquella brevísima conversación, las dos motoristas dieron la vuelta y continuaran su marcha hacia dependencias policiales. Álvaro y Fernando tendrían que esperar allí a la grúa, pues con aquel vehículo accidentado no podían continuar. Tampoco estaban demasiado lejos de la comisaría. Igual si iban corriendo estarían en no más de cinco o diez minutos. Lo que era evidente, era que con el furgón en aquellas condiciones no llegarían a ningún sitio.

María y Aina prosiguieron la marcha. Ya estaban dentro del casco urbano y tras ver lo que le había sucedido a Fernando, aun circulando de emergencia, se tomaron con más calma el trayecto. De haberles pasado algo así a ellas, hubieran acabado bastante peor paradas que sus compañeros.

Lo cierto era que las calles a esas horas de la mañana estaban prácticamente vacías. Muy pocas fueron las personas con las que se cruzaron y finalmente, en menos de dos minutos desde el accidente, ya vislumbraron al fondo de la carretera, en la parte delantera del polígono industrial, la jefatura de policía. Aceleraron por la recta y en ese mismo instante, observaron como otro coche patrulla con los rotativos en marcha llegaba desde el fondo del polígono y aparcaba en la entrada de la comisaria.

Para cuando las dos chicas llegaron a la puerta de la jefatura, el subinspector Mate y el oficial Más ya habían descendido del vehículo. Sus rostros eran de preocupación extrema y al ver que las dos jóvenes acababan de llegar, las esperaron para entrar los cuatro juntos en la comisaría. Una vez dentro se encontraron que nadie estaba sentado tras la barra situada en la sala de espera. Enseguida observaron que bajo la silla donde debía estar sentado su compañero Capllons al mando de las comunicaciones había un gran charco de sangre y sobre el mismo hojas de papel de periódico.

- ¿Pero qué cojones ha pasado? - Dijo el subinspector que inmediatamente desenfundó su arma y la cargó. - ¡Capllons! - Gritó el nombre de su compañero. - ¡Policía, somos la policía! - Avisó entonces de que se encontraban allí.

Álvaro bajó del coche dolorido, pero no pudo mas que acercarse a su compañero. Imaginaba todo lo que le estaría pasando por la cabeza...

-¿Estás bien Fernando? ¿Te has hecho daño?- Esperaba que solo fuera un golpe tonto y se encontrara bien. A Álvaro le dolía un poco, pero nada que no pudiera superar.

-Parece que no estamos muy lejos, y si cerramos el furgón...no le pasará nada. Deberiamos ir, aunque sea corriendo, a la comisaria. No sabemos lo que está pasando y pueden necesitarnos...- Álvaro le dio un golpecito a su compañero en el hombro, se colocó bien el uniforme y arrancó a correr, a un ritmo suficiente como para llegar pronto pero no morir en el intento.

Luego de asegurarnos de que los chicos estaban bien, de salud al menos, continuamos hacia la base. Tal vez hubiese podido traer a Alvaro conmigo mientras Fernando esperaba a la grua pero ya no tenia importancia. No habia tiempo que perder y ya estabamos alli.

Mate estaba en la entrada y solo nos tomo un par de segundos soltar el casco y ponernos a su lado mientras asimilabamos lo que sucedia. No habia mucho que procesar. De seguro uno de nuestros compañeros estaba herido o incluso los dos. Ni Aina ni yo habiamos estado en una situacion asi y no esperaba tener la improdencia de proceder al menos que Mate o Mas me lo dijeran.

Tal vez podian rodear el edificio y entrar por el patio si es que alguien respondia con balas pero de momento saque mi arma y la cargue de la misma manera que nuestros superior y busque cobertura en la entrada para entrar todos juntos si era lo dispuesto.

- Llamo a una ambulancia? Pregunte en un susurro a Aina.

No era necesaria una respuesta. Primero teniamos que asegurar el lugar ya que no podiamos poner en peligro a los paramedicos.

Me aferré con más fuerza al manillar cuando oí el golpe. Miré por el retrovisor y vi el furgón contra aquel poste. Por suerte el golpe había sido lateral y nuestros compañeros parecían estar bien. Ya veríamos al día siguiente, cuando el cuerpo se les hubiese enfriado y la adrenalina no corriese a raudales.

Continuamos nuestro camino, con más cautela, había que llegar. Una vez allí tuvimos la suerte de coincidir con los otros dos agentes, Mate y Más.

Aina sentía la boca pastosa mientras se quitaba el casco y se acercaba a la puerta, los cuatro juntos.

Abrieron la puerta y ni rastro de Capllons, no había nadie de hecho, y eso no era normal. Algo no encajaba, había algo extraño que envolvía el ambiente en una especie de bruma momentánea y le erizaba el vello. Tardó un segundo en identificarlo, un charco de sangre. Luis Mate ya había desenfundado, se notaba en cosas así la veteranía de cada uno, pues el subinspector había procesado más rápido la información visual. Aina desenfundó y se preocupó de quitar el seguro al arma.

No habló, no quería anunciar su posición, pero escuchó por si se oyese algún ruido o alguien respondiese.

Miró a su superior por si les quería indicar algo.
¿Nos dividimos en dos grupos para cubrir más espacio y hacer un reconocimiento más rápido?

- Luis, algo no cuadra... - Intervino el oficial casi en un susurro y mirando el charco de sangre cubierto por hojas de periódico. Entonces sacó su arma. - Las hojas de diario... - El oficial Más fue interrumpido por su superior y amigo.

- Lo sé, José, lo sé... - Interrumpió el subinspector mirando atentamente el charco. - Si alguien hubiera disparado contra Miquel no se hubiera entretenido en... - Borró de golpe las especulaciones de su cabeza. No valían para nada, ahora tocaba actuar. - Aina conmigo hacia la zona de seguridad, Más y María mirad en los lavabos. - Dio las órdenes pertinentes y empezaron a moverse.

Fue justo cuando las dos parejas empezaban a moverse para registrar la jefatura, cuando escucharon pasos procedentes de los lavabos. Todos se quedaron quietos y expectantes y apuntaron en esa dirección.

Segundos después la puerta del pasillo que daba a los servicios, se abría de par en par e irrumpía en la recepción un conocido por todos. Se trataba de Capllons.

Miquel estaba blanco como la nieve. No tenía para nada buen aspecto. Era como si hubiera visto un fantasma. Pero lo que más llamaba la atención era que portaba una gran cantidad de papel higiénico enrollado sobre la mano izquierda y que este papel estaba teñido de rojo carmesí.

Aquello era confuso y por demas extraño.

Si Miquel estaba herido porque asi parecia la mano cubierta en papel higuienico se habian disparado mutuamente? y si no entonces donde estaban los malos? Y el arma de Miquel?

Sabia que Mas y Mate controlarian a Miquel para averigura que habia pasado asi que siguiendo mi ultima orden y pasando al lado de Miquel entre al baño para asegurarme de que estaba vacio. Era sencillo cubrir la puerta primero y luego cada seccion y cada esquina. Entrenamiento basico, o al menos eso pensaba.

Iba con mi pistola en la mano.

 - Joder...  tío, lo siento... se me ha ido...

Fernando no daba crédito a lo que le acababa de pasar. Temía no superar las prácticas, sentía haberle hecho daño a su compañero y le dolía un poco el cuello.

 - Joder, joder...

Ante la sugerencia de Álvaro, Fernando le siguió, tomando el portófono como pudo para comunicarse mientras corría.

No le parecía buena idea dejar el furgón tirado; allí había un equipo que valía un dineral, y Fernando todavía estaba a tiempo de cagarla aún más.

 - Mierda...  Sólo nos faltaba que a alguien le diera por robar en el furgón...

Y, haciendo uso de las transmisiones, y vocalizando lo mejor que pudo a pesar del nerviosismo y la carrera, dijo:

 - Base, Base de Tango 2. Hemos sufrido un alfa tango* de camino a Base, sin heridos... vamos hacia Base a pie... Mike 1 y Mike 2** iban hacia allí...

Una cosa eran las prácticas y simulacros, otra muy distinta encontrarse en una situación así real. El corazón le iba a toda velocidad y latía con tanta fuerza que podía sentirlo en sus sienes. Por suerte contaban con el entrenamiento en la academia para ayudarles a llevar aquello de la mejor forma posible.

Asintió a Mate y se colocó a su lado con el arma desenfundado y tratando de ser sigilosa pero ágil. Entonces oyeron los pasos y apuntó hacia la puerta que llevaba a los lavabos. Según lo que saliese de allí no habría tiempo para preguntas.

Fue un alivio ver que se trataba de Capllons. Salió pálido y lo mano envuelta en papel higiénico, sin duda para contener la sangre.

Aina no bajó la guardia y lanzó una mirada interrogativa al compañero que les había llamado solicitando que se diesen prisa en volver. Todavía no sabían nada de Campaner ni de lo que había sucedido allí.
¿Era posible que la amenaza siguiese dentro?

- ¿Qué ha pasado, Miquel? - Le preguntó el subinspector. - Estás bien...

En ese preciso momento sonó la emisora.  

- Base, Base de Tango 2. Hemos sufrido un alfa tango* de camino a Base, sin heridos... vamos hacia Base a pie... Mike 1 y Mike 2** iban hacia allí... - Sonó la voz de Fernando, el cual estaba jadeando por lo visto estaba corriendo.

- Recibido... - Respondió rápido y conciso el jefe. Tenía algo más importante en esos momentos.

- ¡Me he pegado un tiro, joder! - Exclamó dolorido y enfadado el agente. 

Capllons se acercó al subinspector acercándole la mano envuelta en papel higiénico y manchada de rojo carmesí.

- Ha sido en el dedo. - Dijo entonces. - Me duele... me duele mucho...

- ¡Joder, Capllons! - Exclamó el subinspector pasándose la mano por la cara y suspirado. - Levanta la mano por encima del hombro. - Miró entonces a la agente Vallespir. - Aina, vienes conmigo. Ayudame a meter a Miquel en el coche. Jose, llama a Son Llatzer, nos vamos de urgencia para allá. María, cuando lleguen los chicos id a ver lo que ha pasado. Jose ves con ellos y llamad a la grúa si es necesario. - Miró a Aina. - ¿Nos vamos? - Y luego a Miquel. - Tranquilo, enseguida estamos en la clínica...

Y una vez las instrucciones fueron dadas, el Subinspector salió del cuartel junto con Aina y entre los dos ayudaron a Miquel a entrar en el coche patrulla. Acto seguido el oficial Más llamó al hospital informando de lo sucedido y alertándoles para que estuvieran atentos a la llegada del coche policial.