Partida Rol por web

No hacía calor, es más… se sentía muy agradable. Se movió de un lado a otro acomodase, prácticamente sin preocupaciones.

- Yves… Yves… -  ¿Yves? Uhm… ¿Quién me llama?...

El agua fría le hizo saltar de la cama, como si se terminara el mundo.

- Al fin despiertas, maldito vago, te ando llamando desde hace un buen rato – Aquel hombre soltó una carcajada – Ayúdame a arreglar el maldito techo de una vez y prometo enseñarte algo interesante.

Me levante boqueando, tratando de recuperar el aliento y de ajustar la temperatura corporal completamente perdida. Miro de un lado a otro con los ojos abiertos de par en par. Extiendo los brazos, intentado que la ropa helada no se me pegara al cuerpo, pero es un esfuerzo completamente inútil. Tiemblo aterido de frio, y mascullo varias maldiciones de las que he ido aprendiendo.

Finalmente tras un par de segundos, concluyo que no voy a recuperar nada de calor quedándome quieto y abandono el lecho empapado. Busco con la mirada la fuente de la risa y al culpable de que este mojado. Ahora mismo más que ayudar tengo ganas de romperle algo en la cabeza, pero solo serviría para llevarme otro golpe y una regañina, más un sermón y luego otro golpe.

Como si de un destello se tratase, allí estaba ahora, sobre la casa martillando los troncos en el techo. Sus ojos se tomaron un momento para mirar alrededor, aquel hermoso paisaje repleto de arboles, sumado al sonido de las criaturas normales que ejercían actividad diurna.

Un pequeño golpe en la cabeza le hizo girar de nuevo

- ¡Oye! No te distraigas, vas a darme en la mano y yo te daré una tunda… - Dijo aquel hombre frente a sí, no podía verle el rostro por el reflejo del sol, pero le conocía, de verdad que le conocía. Aquel aire nostálgico, estricto y a veces molesto, pero sobre todo agradable.

¿Quién era...? Yves hacia fuerza para saberlo, aunque ya de por sí, lo sabía.

Este lugar… es… porque siento que se mas de otros sitios, y… ¿No? Parece tan tranquilo, tan pacifico. No creo que nada fuese a ocurrir aquí, pero… ¿Porque la luz esconde tanto de lo que miro a mi alrededor? Incluso al mirar arriba para mirar a… ¿Es…? ¿Quién es…? ¿Creo que lo sé? Pero se escapa de mi cabeza cada vez que estoy a punto de lograr asirlo.

-Sí, si.- Respondió aburrido. Ni siquiera entiendo porque reparamos el techo ahora. No parece que vaya a llover.- ¿Por qué hacemos esto?

El paisaje había cambiado como si nada, una pradera, verde e interminable. Las nubes se inmutables en el cielo, manchadas por el vuelo de las aves. La mirada de Yves recorrió aquellos bastos campos, luego a la mujer, su pelo, sus ropas... estiró la mano para intentar tocarla, pero no lo hizo, aunque deseaba hacerlo. Trató de recordar que hacía allí y quien era. Si sólo pudiera hacerlo...

- Así que.... ¿Te vas?- ¿Quien eres? ¿Donde esta el hombre?... Todo había cambiado. - Podrías quedarte sabes... yo... bueno... ya no importa... supongo que... - Todo empezó a esfumarse...

-No… no, espera…- Estiro la mano para asir la figura pero todo lo que queda es niebla y oscuridad. Y frio… y… ¿Dolor? No… o ¿Si?

“No sabes nada si nadie te guía.”

Me giro buscando el origen de la voz, pero no hay nadie, en ninguna parte. Tampoco sé de donde viene. Y es… no la he escuchado nunca, pero… creo que… se de quien es.

“Tienes miedo.”

-Claro que no.- Respondo a la oscuridad, y solo el eco de mi voz responde. Mi… mi voz.

La luz regresa poco a poco, pero me ciega y trae algo nuevo ¿Qué es? ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy aquí?

La noche hubiera sido siniestra si la luna no era llena, aun así, eso no impedía a las criaturas del bosque maldito darse a conocer, en busca de una nueva alma que habite aquel lugar. Su daga, manchada con la sangre de monstruos y criaturas parecía aun tener sed, o al menos debía tenerla ya que la pelea no había acabado.

Apenas quedaba poco para salir de allí, solo debía aguantar un poco más. Las heridas le dolían y escocían, el cansancio se hacía notar, la muerte… acechaba en cada rincón o detrás de cada árbol.

La araña humanoide movió la larga lengua en todas direcciones y de un salto se posó delante de Yves, su veneno era peligroso así que debía esquivarlo, mantenía eso siempre en mente.

- CaARrNeE… - Balbuceo  de forma grotesca, para luego dar un golpe con uno de sus brazos.

No debí entrar… este lugar es demasiado peligroso y ahora… Jeger está muerto y yo… quizá muera también. Llevaba pensando esto desde que la noche me había sorprendido en aquel bosque corrupto. Tan solo el entrenamiento y una buena dosis de suerte me habían mantenido san y salvo, ahora a solo unos metros de la salida una criatura se interponía.

Me golpeo haciéndome retroceder bastante de lo avanzado, pero estaba encendido, el poder recorriendo mis músculos y sentidos. No iba a dejar que me detuviese. Salte y tome impulso sobre una rama, para caer sobre su abdomen, mi brazo se movió raudo, apuñalando aquel engendro tres veces. Siento una morbosa satisfacción al escuchar sus agudos gritos y notar su espesa sangre, así como orgullo.

Soy capaz, soy capaz de hacerlo.

Las puñaladas surtieron efecto, desgarrando el cuerpo de su víctima, que yacía muerta en el suelo. Una sustancia verde dentro de la araña salpico el rostro del asechador, tenía un hedor asqueroso y era algo pegajosa.

La salida no estaba lejos, él lo sabía y sabía que sus sentidos bajarían a pique si se tardaba mas, si eso sucedía dentro del bosque no sería bueno.

El cuerpo de la araña humanoide empezó a convulsionar muerto, su abdomen empezó a rajarse y de allí una a una, cientos de arañas empezaron a brotar, buscando su primera cena.

El engendro arácnido murió, no sin antes dejarme dos desagradables regalos, una porquería verde que olía a mierda muerta y corrompida… y su asquerosa prole que se arrastraba buscando hincarme el diente. Pero yo no tenia tiempo para esto.

- ¡Oh no! Comeros el cadáver de vuestra puta madre. Yo me largo de aquí.- Salte tan lejos como pude, aprovechando de nuevo el impulso que el hechizo aún me proporcionaba. Aterrizando en una rama, volví a saltar, así una y otra vez. Escuchaba el sonido de las hojas silbando y las ramas crujiendo mientras me desplazaba a gran velocidad por el aire. Pondría tanta distancia como mi cuerpo y la energía que aún me restaba me permitiesen.

Y luego… luego estaba el mapa.

Podían escucharse los murmullos, pisadas, ruidos y alaridos por doquier, el bosque estaba decidido a no dejar escapar al acechador, así como había hecho con su maestro.

Pudo notarlo, solo cuando todo aquellos sonidos se apagaron, aunque fue un segundo, aquella figura que había acabado con Jeger ahora iba a por él, a toda velocidad por el suelo, dispuesto a mermar su vida.

El bosque estaba por terminar…

No puedo verlo… pero lo siento venir. La tensión en el aire… en mi sangre… los sonidos del bosque desaparecen, no se alejan o callan, no, han cesado completamente. Miro hacia atrás, no veo más que niebla y sombras a través de los árboles. Pero sé que está ahí.

Veo el final del bosque, la línea donde los arboles dan paso a la hierba alta. El pecho se me hincha, y me impulso para alcanzar el suelo. Tan solo unos pasos mas…

Una respiración gutural a mi espalda. Y de repente ruedo por el suelo.

Estoy fuera del bosque. Pero sobre mí, un enorme lobo de ojos rojos y dientes plateados que lanzan dentelladas. Me protejo y agarro su cuello. Su silueta parece disolverse por momentos en una niebla que regresa al bosque. Apenas es nada y sonrío creyéndome a salvo.

El tiempo se congela, y noto como mi mano se escurre entre su cuello inexistente. Sus dientes se clavan en mi carne. El aire me abandona, es terriblemente doloroso, quema, como fuego y hielo, me desgarra… hasta el alma. Todo se apaga en aquel momento.

Un ojo azul inexpresivo y hermoso mirándome en la oscuridad.

¿Sería aquel el final? ¿Así acababa todo? Igual que su maestro… La mordida de la bestia fue intensa, causándole un gran dolor. Sus ojos se cerraron dejando al destino seguir su curso, a la par que sus límites mermaban y le causaban el efecto inverso al que había logrado.

Repentinamente la intensa luz de sol le dio de lleno en los ojos, la criatura sobre él había desaparecido y solo quedaba el dolor en la su carne.

Recordó al instante que en el bosque maldito siempre es de noche, así mismo aquellas criaturas que lo habitan no pueden salir de él, incluso las almas que perecen jamás lo abandonan.

Tal vez fue la suerte, la habilidad o una casualidad del destino, ahora estaba allí, vivo a las puertas de uno de los infiernos en el mundo.

Tardó un tiempo en recuperarse del efecto colateral, quedando allí tirado en el suelo.

El sol me daba en los ojos. Estoy cansado. Me arde el cuerpo, y la herida de forma brutal e indescriptible. Al girarme veo como volutas negras salen de los agujeros que ese monstruo ha dejado en mi carne. Pero no puedo moverme.

Río, durante unos segundos, me río, bajo el sol. Hasta que comienzo a llorar. Ni siquiera se porque lo hago. Ya estuve antes al borde de la muerte. Ya me había hecho a la idea de que Jeger podía morir. Ya he sufrido dolor y cansancio… entonces ¿Por qué? No lo se, pero las lágrimas no cesan, hasta que me quedo dormido.

- Ihusne… ¿Aslum le alham? – Dijo tímidamente una voz femenina y delicada, despertándolo de aquel sueño – Igulhe nauf turme nait, le imunie amut sole - ¿Quién le había llamado, en medio de la nada al borde del bosque maldito?

El acechador levantó la mirada con algo de dificultad, allí estaba vestida con pocas y extravagantes ropas, una joven que Yves no identificó. Portaba en sus hombros un cuenco y le miraba preocupadamente.

- ¿Holja? ¿Habljas mi ljengua? – Culmino con un acento extraño.

Abrí lo ojos sin comprender que estaba pasando. La mire de hito en hito, su voz y ropajes me eran desconocidos, y aunque curiosos y en aquel momento fueron datos que mi mente no iba a retener o a valorar.

Cuando consigo aferrarme a sus palabras, a pesar de la dicción ajena, balbuceo.- Aah… si. Si, te… te entiendo ¿Quién eres?- Cuando pregunte aquello me fije mejor en ella, dándome cuenta de lo escaso de su indumentaria y de mi propia situación.

El mordisco, es lo último que puedo recordar ¿Cuánto tiempo ha pasado? Trato de ver la posición de sol, pero… ni siquiera recuerdo donde estaba cuando salí del bosque.

Aquella chica se rió alegremente y se arrimo a él, dejando el cuenco a un lado y colocándose de cuclillas. Su aroma era dulce, combinado con hierbas y arena.

- Tua si, mija ljengua creo que noi , mi… - Penso unos segundos para hablar – nambre is Az – Volvió a sonreír, se mojó la mano con el agua que llevaba y la apoyó sobre la herida que. El dolor fue desapareciendo poco a poco y sentías como la piel iba cicatrizando.

- ¿Viejnes del biosque? ¿Quie hajces aquoi? – Se levanto y volvió a tomar el cuenco sobre su hombro.

Cierro los ojos y dejo escapar un suspiro de alivio. Me quedo un momento así, quizá un par de segundos disfrutando de la sensación en la que el dolor desaparece ¿Debería preocuparme lo rápido que me llego a acostumbrar a que mi cuerpo me duela?

-Gracias Az. Si, sali del bosque. Y… supongo que estaba recuperándome tras un ataque.- Le explico, no sé si entenderá lo que digo, o lo que significa; la verdad es que fuera del contexto a cualquiera le costaría entenderlo.- Mi nombre es Yves.- Me presento. Luego me giro para ver como que ocurre a mi alrededor pero en seguida regreso porque quiero observar más de cerca como hace para curarme.

En aquel momento Yves pudo notar que las ropas de Az, tenía piedras preciosas incrustadas, principalmente en la cintura. Giró para ver lo que le rodeaba y se dio cuenta que no muy lejos marchaba una caravana. Caballos, camellos, osos y elefantes podían verse a simple vista, tirando algunos de alguna carreta. Eran cientos, tal vez miles en línea recta.

- Iso... dejbio sier peljigroso, si sej quiedja aquji mojrirá, habljare con mío padjre - Aquella joven hizo una seña para que le siguieras y emprendió rumbo a la carabana.

Así que… es allí adonde pertenece esta chica. Al parecer he tenido suerte, Me levanto mientras veo como se marcha; la sigo con la mirada y me sorprendo un poco de la verdadera longitud de la caravana. Había escuchado pero jamás había visto una similar. Deben ser bastante pudientes si pueden permitirse vestir de joyas a su hija.

Comienzo a caminar, y me llevo una mano al hombro. El dolor ha mermado muchísimo, pero mi ropa ha quedado destrozada, y he perdido muchas cosas en el camino. Suspiro amargamente. Al menos estoy vivo, y he tenido suerte de encontrarme con esta gente. Al menos… eso parece.