Partida Rol por web

Montaña gritó, parecía mentira que un hombretón alto, fuerte, con un único pero enorme abdominal, y de habitual voz ronca, pudiese gritar con una voz aguda cuando era atrapado por una especie de planta acuática que salía de una charca apestosa.

Las garras salieron como era habitual, pero sus golpes fueron muy imprecisos y no demasiado fuertes. Parecía querer romper el tentáculo que lo aprisionaba.

Garin y Montaña golpean los tentáculos vegetales que les aprisionan, pero algunos de los golpes no consiguen impactar debido a la precipitación de ambos guerreros y el padre Aximandias apunta y golpea a uno de los tentáculos con un rayo de luz que deja su marca en forma de tejido vegetal abrasado. Por el contrario, el disparo de Eredhir apenas parece tener algún efecto: la flecha atraviesa la masa vegertal sin causar apenas daño y saliendo por el otro lado.

Para añadir más presión, los aventureros obseervan como cada vez que hieren a las masas de vegetación, una asquerosa nube de esporas amarillas surge de la zona de la herida, saturando el aire cercano...

Las monstruosidades intentan aprisionar más fuerte a sus víctimas y aunque Montaña consigue zafarse del fatal abrazo, Garin comienza a escuchar crujidos procedentes de su armadura y lo que es peor, también de su caja torácica. La masa vegetal que lo sujeta sale de la piscina, avanzando hacia el resto del grupo y buscando más víctimas que apresar.

- Si crees que eso es venenoso, espera a que te suelte un pedo, planta del demonio, si no te corto a cachitos te voy a marchitar... 

Arg! cómo aprieta!! te he gustado eh asquerosa planta apestosa!!

El conjurador ya conocía lo suficiente a Garin como para entender que su socarronería no era indicativo de que se encontrara fuera de peligro. De hecho, el sonido de la armadura enana cediendo al abrazo de los tentáculos daba a entender todo lo contrario.

Por fortuna, aquel amasijo vegetal, dueño de los citados tentáculos, había emergido de la charca y se había convertido en un blanco fácil para la magia de Alatar, que pensaba comprobar si aquellos engendros eran inflamables, como todo parecía indicar... 

- ¡Arde!

Alatar se coloca detrás de sus compañeros y lanza dos rayos de fuego contra la planta gigante que sujeta a Garin. Puede que por el hecho de estar completamente empapada en agua putrefacta o por alguna extraña resistencia al fuego, la enorme criatura parece resitir bien las llamas.

Sin embargo, aquí y allá aparecen pequeñas quemaduras en los puntos de impacto y lo que es más importante, el fuego incinera las glándulas emisoras de esporas más superficiales del monstruo, evitando muy brevemente que las emitan de nuevo durante unos segundos preciosos.

Zaev intenta salir de su escondite y colocar un disparo de su arco en una parte vulnerable de la misma planta. Pero se las apaña para hacer suficiente ruido para alertar a la criatura de su presencia. Maldiciendo en élfico su propia torpeza, mueve una de sus manos para ejecutar un sencillo conjuro que le vuelve invisible...

El padre Aximandias, preocupado por el crujir de pollo de Garin, decidió invocar una vez más la luz de las cuencas de los ojos de Pharasma.  La luz abrasadora salió de nuevo de la palma de su mano, y se dirigió a aquella planta de las cavernas que parecía querer estrujar hasta la desecación al valiente enano.  

¡Ahora Garin, corta tu camino de regreso! 

Gracias amigos! pero no os preocupéis, lo tengo justo donde quería... Garin era consciente que más bien era al revés, la planta le tenía a él donde quería, pero no se iba a rendir fácilmente. Tenía que liberarse cuanto antes y ayudar a Montaña.

Viendo que su proyectil había atravesado a la extraña planta sin apenas causarle daño,  el elfo prefirió utilizar otro tipo de munición que quizá pudiera resultar más efectiva. Aún sabiendo que su munición parecía poco efectiva, el elfo siguió disparando contra la enorme planta, apuntando allí donde los largos tentáculos se unían al tronco principal de la criatura.

Montaña sigue golpeando a la curiosa planta reptante.

- Te voy a reducir a astillas con las que encenderé una hoguera.

El grupo comienza a actuar de forma coordinada: una de las flechas de Eredhir atraviesa la masa tentacular provocando suficientes daños en esta ocasión, aunque la otra falla y la tercera golpea de refilón a Garin en un lateral del casco, causándole un buen chichón. El propio enano ataca con saña el tentáculo, como si talara un simple árbol, y el Padre Aximandias quema con luz sagrada los restos. Semejante combinación de golpes deja los restos de la planta ardiendo a poca distancia del charco putrefacto.

Por su parte, Montaña desgarra con sus afilados apéndices a la criatura que intenta atraparlo. La planta intenta por todos los medios echarles el guante (o más bien la rama) tanto a él como a Garin pero no lo consigue, aunque el bárbaro sí acaba bañado en una auténtica nube de esporas amarillas. El enano sale más o menos bien librado con un golpe lateral de tentáculo...

Esta vez el enorme y orondo guerrero no puede evitar que el polen de la horrenda criatura le afecte y comienza a toser.

El asqueroso polvo amarillo se pega a las fosas nasales y la garganta del bárbaro, debilitándole...

El mago no da crédito cuando el fuego mágico parece no afectar demasiado a las plantas. Al menos, una de ellas ya había caído, lo que significaba que sólo tenía que concentrar su magia en la restante:

- Magicus Telum!

Los proyectiles de fuerza funcionan como habitualmente, dejando agujeros del tamaño de un puño en la superficie de la planta asesina que queda. Sin embargo la criatura parece todavía querer seguir avanzando hacia los aventureros.

Entonces, como un fantasma, el pícaro del grupo reaparece de la nada y corta lo que parece ser una parte vital del núcleo de la masa de plantas. Si este ser tuviese un corazón, sin duda estaría en ese lugar. Ello acaba con la resistencia del extraño enemigo que, como su congénere, se colapsa en un montículo de vegetación putrefacta.

Garin aliviado se dirige a sus compañeros. Parece que esta planta me ha visto más delgado de lo que soy y me estaba ajustando la armadura. O tal vez me confundió con un viejo amigo suyo al que hacía tiempo que no veía... De todas formas gracias chicos.

Eredhir avanzó hasta sus compañeros heridos, la luz de su arco iluminando las paredes de la sala -No hay de qué, Garin, aunque la próxima vez deja que lo haga un armero profesional, esa cosa te ha apretado demasiado las sobaqueras...- le contestó mientras examinaba los restos de la criatura -Gavros, puedes encargarte de las heridas de nuestros barbudos compañeros? Esa rana gigante sigue suelta por ahi, y no parecía querer invitarnos a una fiesta...

Montaña trató de decir algo, pero solo consiguió entrar en un ataque de estornudos. La nariz y la garganta le picaban y por un momento casi se había mareado.

- Vaya mierda tan desagradable soltaba la cosa esa... 

El padre Aximandias canalizó la bendición de Pharasma poniendo las palmas de sus manos sobre las frentes de Montaña y Garin.  Que las curaciones que nos regales diosa justa sirvan para corregir los rumbos tergiversados de la vida y la muerte.

Acabando de decir esto tomó una de las pociones de curar heridas moderadas y se la dió a Garin para que restaurara esas costillas rotas. 

Garin tomó la poción que le ofrecía Gavros y se la bebió. A su salud Padre. Y gracias de nuevo. Tras bebérsela el enano demostró su desagrado para con este tipo de brebajes. Argh! que asco! creo que prefiero que me vuelvan a romper las costillas antes que volverme a tomar esto tan malo!! Calentujo y sin nada de alcohol...