Partida Rol por web

El padre Aximandias, confiado de contar con la bendición de Pharasma, decide canalizar su energía positiva a su alrededor, en este caso no para curar a sus compañeros, sino para mandar a aquellos espectros fiscales, sordos ante razones de peso, de regreso pa'su hueso. 

Con los huesos entumecidos por el abrazo helado de los espectros, Eredhir sabía que no aguantaría otra embestida como aquella. Necesitaba ganar algo de tiempo para recuperarse, pero también sabía que sin su ayuda sus compañeros lo tendrían difícil para lidiar con aquellos no-muertos.

Esquivando la presencia de aquellas pesadillas, se escurrió como pudo hacia Garin,  agarrando la mano con la que sujetaba su arma - Dales duro! - le dijo a su compañero, antes de que el metal que blandía el enano se tornara translúcido.

Alatar calculaba a qué altura se encontraba el sol. Sería fácil derribar la pared atendiendo a la accidentada escalada de hace sólo unos minutos, aunque eso significaría alertar al resto de habitantes de la mansión...

- ¡Son vulnerables a la luz solar!

Dio un paso atrás para alejarse del espectro que se acercaba peligrosamente mientras intentaba descifrar el pergamino que le había recomendado el clérigo. Odiaba admitir que no entendía uno de los símbolos arcanos que explicaban uno de los pasos esenciales, así que se limitó a maldecir impotente.

- ¡Pharasma me lleve!

Alatar intenta apartarse del camino de los espectros y toca el hacha de Garin, mejorando las posibilidades del enano en la lucha contra los seres de ultratumba.

Garv canaliza la energía de Pharasma dañando a los espectros, que sisean y maldicen de dolor al contacto con la energía bendita. Mientras Alatar saca un pergamino de su mochila intentando descifrarlo apresuradamente, pero no lo consigue.

Los espectros, al desconcertante grito de "No estaaaaaaamos aquiiiiiiií para daaaaaaar cariiiiiño", parecen perseguir a Eredhir con el objetivo de acabar con el responsable del aura cuya sola presencia les causa terribles dolores. Pese a golpearle repetidas veces con sus garras espectrales, el inquisidor resiste los embates de manera admirable. Por ahora...

Montaña dio un paso para hacerle una caricia al espectro que tenía más cerca.

- ¡Hacienda seremos todos, pero la calle es mía!

Garin por un momento, no sabía que estaba pasando, se había quedado embobado mirando el tridente que acababa de arrancar Eredhir del cadáver que allí yacía. Empezó a oir voces, que no reconocía ni localizaba, de repente Garv empezó a hablar en voz alta y sin saber ni a quien se dirigía, y cuando al fin el enano se miró las manos vió que su hacha se había vuelto parcialmente traslúcida... En ese momento parece que recobró la velocidad de mente y en ese mismo instante vió los tres enemigos que rodeaban a Eredhir y le golpeó con todas sus ganas al que tuvo más a mano.

¡¡¿¿Pe-pe-pe-ro qué-é??!! ¡¡TOMA!!
 

El pícaro retrocede un paso y descarga dos flechas sobre el espectro más cercano, confiando en las propiedades mágicas del arco.

Como cualquier habitante de su barrio en Lepidstat, le tenía manía a los recaudadores de impuestos, vivos o muertos.

Las garras de Montaña, el hacha de Garin y las flechas de Zaev golpean a uno de los espectros, que pese a todo aguanta el castigo aunque cada golpe arranca jirones de la forma incorpórea de la criatura...

El padre Gavros dio un  cuidadoso paso atrás para evitar que los espectros que rodeaban al inquisidor lo atacaran mientras él pedía a Pharasma el poder de la luz abrasadora.  Había que quemar estos espectros, pues no eran almas en pena, eran sombras, nada más.  Entre tu vida y la mía. 

Atacó al que estaba al norte de Erhedir, uno de los menos dañados.  Con suerte la luz pasaría destruyendo a este y quizá afectaría al que estaba a su lado también.

El clérigo de Pharasma consigue apartarse de la meleé para lanzar su conjunto, pero la combinación de mala puntería, cobertura del espectro que está parcialmente materializado a nivel del suelo y al estar en combate con Eredhir hacen que el rayo de luz divina impacte en el muro de detrás del blanco, sin consecuencias...

Mientras Eredhir intenta evitar el contacto helado de los no-muertos sin mucho éxito, observa cómo el mago se entretiene desplegando y examinando un viejo pergamino - Alatar, no es momento ahora de revisar tus facturas! - le increpa mientras esquiva la garra de uno de los espectros - Si les debes algo, más vale que les pagues ahora, en especie, preferiblemente una buena ración de proyectiles mágicos! 

El elfo persiste con sus fintas y zambullidas, escurriéndose de nuevo y acercándose esta vez al arco de Zaev...

El mago ya sabía que los proyectiles mágicos serían efectivos contra los espectros, pero en un principio, la idea de tener a un recaudador de impuestos espectral a sus órdenes era tentadora. Ahora, la urgencia de Eredhir estaba más que justificada:

- ¡Ah! Sí,si. Aquí lo pone bien claro...

Levantó la vista del pergamino y señaló a los espectros...

- A ti te debo dos... ¡y a ti te debo tres!

Siendo poco habitual escucharle soltar chascarrillos, Alatar (secretamente orgulloso de su chiste) conjura una ráfaga de proyectiles que impactan exactamente en los objetivos.

Los proyectiles de Alatar impactan en ambos espectros y uno de ellos empieza a perder sustancia y parece a punto de desvanecerse, aunque todavía tiene energía para un último golpe.

Como tiburones del etéreo que han visto sangre en el agua, los espectros persiguen de nuevo al inquisidor, sabiendo que si cae el resto del grupo será presa fácil para sus habilidades de drenaje. Uno de ellos rodea a Garin y Alatar. Atacan a Eredhir viciosamente, de tal forma que el inquisidor siente que sus fuerzas empiezan a abandonarle. Sólo queda pedirle a Pharasma que sus compañeros puedan acabar con la amenaza no muerta a tiempo...

Malditos! se movían demasiado, pensó Garin. El espíritu al que estaba golpeando ya no estaba a su alcance, pero otro se cruzó por delante del enano, para desgracia de éste claro...

No me ignoréis! que yo también he sido mal pagador de hacienda!! Le grita el enano al espíritu que se pasea delante de él ignorándolo, para ir a atacar a Eredhir. Y se lleva todos los hachazos que Garin tiene tiempo a darle...

Garin hace buen uso de su hacha fantasmal, arrancando al espectro buena parte de su sustancia con cada golpe; sin embargo, como el anterior, todavía no consigue exorcizar del todo la maligna presencia...

- Esto va, por aquella vez que tuve que que cerrar mi peluquería por los impuestos.

Y montaña siguió golpeando a aquellos horribles espectros.

Si no fuera por el aprieto en el que estaba metido Eredhir, Zaev se estaría partiendo de la risa. La cadena de chistes que estaban acumulando sus compañeros era memorable. Pero en lugar de sumarse al juego dialectal, se concentró en aprovechar el poder que le había imbuido el elfo, empezando por el espectro que parecía más débil.

-¡Vuelva usted mañana! - le dijo al espectro mientras acababa con él.

Al final no lo pudo evitar.

Los puntiagudos argumentos de Zaev a favor de la burocracia económica hacen mella en dos de los espectros, que tras sendos impactos se deshacen en una nube de ceniza con olor a ultratumba...

El clérigo de Pharasma llena su cuerpo de energía positiva y se mueve entre el espectro y el enano para alcanzar a tocar el brazo del inquisidor.  Con esta energía te curaré, Eredhir, aguanta un poco más.  Como sabe que se está poniendo al alcance del espectro tiene la esperanza (¿infundada?) de que si éste lo toca con su helada y descarnada mano, hará que la energía positiva contenida en él se desate como electricidad y dañe al espectro en vez.

¡Tómalo como un crédito a mi favor, espectro!