Partida Rol por web

- Somos la Coordinadora de Arregladores de Carros en Apuros, más conocida por sus siglas: Caca. -respondió Dalía con total seriedad -Si usted tiene un carro en apuros, y estamos cerca, siempre podemos socorrerle. Solo tiene que llamarnos a voz en grito.

La oráculo mantuvo la seriedad unos segundos, antes de empezar a reír. Sus facciones, ya de por sí hermosas, mejoraban enormemente con aquella risa cantarina.

- Nos conocen como los héroes de Harrowond Harrowstone, aunque realmente solo este enano era uno de ellos, los demás nos unimos  más tarde. Estamos buscando información sobre los siervos de unos nigromantes, es posible que pasasen por aquí recientemente.

El hombre se quedó pasmado observando a Dalía, como intentando saber si aquella hermosa joven, con una fuerza desproporcionada para su tamaño, hablaba realmente en serio.

-No se nada de ningún nigromante replicó. Tendréis que ser más específicos. ¿Qué aspecto tenían aquellos a los que buscáis? contestó mientras enarcaba una ceja.

Demostraba cierta reticencia a hablar porque no quería involucrar a gente inocente en el camino que estaban siguiendo ellos-El profesor Lorrimor estableció los primeros cimientos de algo que está demostrando ser grande y peligroso.-cuando retornó la chica agradeció el vaso de agua con una inclinación leve de cabeza y tras aclararse la garganta finalizó-Aparte que atenta contra nuestras más sagradas creencias, por lo que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Padre Ghaler, ¿cuenta este templo con biblioteca?-

El clérigo se encogió de hombros a modo de disculpa y contestó a Garv:

-Me temo que ya no, hermano Aximand. Cuando el culto se trasladó desde la Capilla Vieja a la Nueva se estableció una pequeña sala para manuscritos, pero esta maldita salitre que lo invade todo acababa por perjudicar el estado de los volúmenes y el abad anterior a mi terminó por trasladarlo todo a la biblioteca pública, sobre la colina, para que se conservasen mejor. El edificio está justo al norte de los menhires que conocemos como Star Stellae. Quizás allí encuentres lo que buscas.

- En realidad no sabemos cual era su aspecto, aunque se refirieron a ellos como "los jinetes negros" así que es probable que vistiesen de ese color.

Mientras Garin forcejea ligeramente con la rueda, intentando encajarla en el eje nuevo, el hombre continua con la mirada centrada en Dalía:

-Pues lo cierto es que hace dos días, cuando ya había anochecido, aparecieron dos encapuchados que, con muy malos modos, pidieron intercambiar sus caballos por monturas frescas. Eran bastante siniestros y a mis caballos les dieron un susto de muerte al entrar casi al galope en el cobertizo. Después, mientras limpiaba el establo encontré esto en el suelo... dice y le lanza un pequeño objeto a Zaev.

El objeto parece ser un pequeño huevo de cerámica de exquisita factura.

Bueno, parece que esto ya está arreglado! acto seguido mientras Dalia aguanta aún el carro en alto, el enano le da un pequeño empujón a la rueda para ver que ruede correctamente. Perfecto! Ya puedes soltar Dalía.

Emmm, ¿y eso? Garin se acercó a Zaev y cogiéndole el objeto que le acababa de lanzar el Sr. Viliras, lo observó para tratar de averiguar si poseía algun valor o encontraba alguna talla que pudiera reconocer que le dijera de donde provenía...

-Hermano Aximand, antes de que te vayas, creo que sería mejor que guardases el pergamino que queda. Pharasma no quiera que sea necesario, pero por si acaso, llévatelo dice mientras le alcanza el pergamino.

Garv camina sin prisa por las calles de la ciudad, camino a la biblioteca. Antes de llegar, rodea un gigantesco menhir en cuya superficie se adivinan todavía un bajorrelieve de escrituras talladas, pese al efecto de los elementos. Es curioso, porque parece escritura Kélida primigenia, pero según sus estudios nunca se ha documentado la existencia de estas tribus tan al sur, en la orilla del lago Encarthan.

Agitando la cabeza, como para disipar esos extraños pensamientos, continua hasta divisar lo que sólo puede ser la biblioteca. Tras saludar con un asentimiento a los dos guardias de la entrada, sube unas escaleras y se encuentra ante un hombre menudo que parece disfrutar de su emparedado de mediodía. Se limpia ligeramente, pero verdaderamente parece bastante fastidiado.

-Perfecto, más clérigos buscando libros raros. No me diga que es pariente de esa Helanu que viene cada dos por tres...

Alatar deja a Garv en camino a la biblioteca, ansioso por presentarse ante el resto de los miembros del grupo y darles la buena nueva de su vuelta. Atravesando las calles centrales se fija en varios puestos, sobre todo de pescado común pero tambien de extraños pulpos albinos y peces con afilados dientes, de aspecto abisal. Curioso sobre cómo es posible que tales criaturas acaben en la mesa de los habitantes de Thrushmoor, decide preguntar a una de las pescaderas:

-Un par de mohosos nos los traen de Illmarsh por la mañana en un carro. Aunque su aspecto me hiela la sangre, hay que decir que esos pellejudos saben pescar. No fallan ni un día, aunque últimamente los cargamentos han disminuido bastante. Es raro.

El extraño huevo de cerámica parece ser algún tipo de amuleto de la buena suerte. Hay un pequeño surco oculto en el ecuador del mismo que hace pensar que podría abrirse...

Zaev hizo lo posible para disimular la risa, pero no pudo evitar seguirle el juego a Dalía.

- ¿Y por casualidad no sabrás adonde se dirigieron? - le dijo al mozo mientras recibía el extraño objeto.

- La verdad es que a mí me recuerda al objeto que usan las costureras para zurcir calcetines. Dalía, a lo mejor pertenecen a la Cofradía Anti Calcetines Agujereados.

A continuación examinó el pequeño huevo de cerámica con más atención.

Alatar indaga un poco más, antes de continuar su camino

- Así que Ilmarsh, ¿eh? ¿Tiene idea de por qué esos llamados mohosos han bajado el ritmo de distribución? Me gustaría aprender más sobre ellos.

Zaev examina el huevo, sin detectar de manera aparente ningun peligro. Deslizando una parte en sentido contrario a la otra, ambas se separan revelando una espesa nube que envuelve la cara del pícaro, que se siente que la cabeza comienza a darle vueltas. En el interior  hueco de ambas mitades de la porcelanas se puede ver un bajorrelieve mostrando una calavera amordazada...

Al mismo tiempo, mientras Garin acaba de colocar la rueda en su sitio, Dalía siente como si algo le golpease súbitamente en el pecho. Al bajar la cabeza, ve una una gran mancha de sangre en el lugar. El dolor de la herida ha sido tal que la puñalada ha debido rozar algún un órgano vital...

A continuación, los rasgos y la silueta del anteriormente fofo maestro del establo parece cambiar ante los ojos del grupo y un hombre delgado de aspecto malvado, envuelto en una capa y con una máscara de calavera, sostiene una daga de hueso.

De forma perfectamente sincronizada, la paja parece explotar en el cajón del carro y de su interior salen dos criaturas de afilados colmillos y garras que se situan al lado de Garin y Dalía, flanqueándolos y preparados para atacar...

-¡¡El Sendero Susurrante os manda saludos, entrometidos!! ¡¡No saldréis de aquí!!

Ante la pregunta de Alatar, la mujer se encoje de hombros -No sé mucho más que lo que cuentan por ahí. Al parecen los habitantes de Illmarsh llevan practicando la pesca desde hace generaciones y se han vuelto muy buenos en ello. Además parece que son muy afortunados. Se dice que en sus redes aparecen incluso collares y brazaletes de oro macizo. ¿Puedes creerlo? Sobre el descenso en las capturas no podría decir nada...

Con eso, la mujer se gira y continua atendiendo a dos o tres clientas que han formado cola mientras echan miradas reprobadoras hacia el mago -A ver, ¿va a comprar o se va a quedar ahí mirando, joven? dice una de ellas...

Dios, había sido tan estúpida... notaba como la herida sangraba a borbotones, y notó como tenía que poner toda su fuerza de voluntad en superar ataques mágicos también... Que estupidez, y ella bromeando...

El elfo se dirigió hacia la puerta -No puedo aportar mucho más aquí, dejaré los libros para los estudiosos... si no os importa, iré a hacerle una visita al mozo de cuadras, recuerdo que alguien mencionó que podría tener información de los jinetes... veamos que puedo sonsacarle... añadió. Compraré algunos pertrechos de camino. Necesitáis algo?

Si tuviera que escoger entre enfrentarse a un troll o a aquella señora, el mago habría optado por el primero. Sin embargo, un pensamiento cruza su mente

"¿Por qué no?"

- ¿Sabe qué? Por qué no me recomienda alguno de sus pescados. Le agradecería que fuera fácil de preparar... ¡e incluso algunas directrices para cocinarlo serán bienvenidas!

A Alatar le agradaba la idea de preparar la cena para todos, a modo de humilde agradecimiento.

Y una vez abierto el monedero, quizá no fuera descabellado aprovechar el camino a la posada para adquirir algún que otro objeto de aventurero. Sin saber muy bien por qué, mientras reflexiona sobre ese último pensamiento, las palabras escapan de su boca:

- ¡Bid'M, Bid'M, Bid'M!

Extrañado, el mago espera que algo pase después de su extraña pérdida de control, dispuesto a seguir su camino en caso contrario.

Al final, la mujer de la cola le da a Alatar una o dos recomendaciones sobre pescados y recetas para cocinarlos. Y termina llevándose unos peces semejantes a mantarrayas de aspecto bastante dudoso pero que todas las mujeres de la cola coinciden que resultan deliciosos si se preparan bien.

El clérigo cogió el pergamino con una inclinación de cabeza, agradeciendo el honor y el esfuerzo que depositaban en sus manos. Tras ello se dirigió a sus compañeros -Iré a investigar en la biblioteca. Por mi parte creo que no necesito nada más allá de raciones de viaje para cuando partamos-añadió respondiendo al Inquisidor. Aún le quedaban algunas pero en caso de viaje no sabía si serían suficientes.