Partida Rol por web

De nuevo, volvía a tener una de aquellas criaturas frente a frente. Volvía a estar en desventaja. Localizó al enano y caminó de espaldas hacia él. "Garin! Quítame a este de encima!"

Eredhir evita agilmente el espadazo del Lobo que tiene enfrente y se protege con el muro derruido hasta salir del alcance del licántropo y situarse tras Garin, poniendo más de 100 kilos de enano acorazado de por medio con su enemigo. Tras ello ve tiro limpio y aprovecha para atravesar con una de sus flechas el cuello del Lobo Terrible que acosaba a Zaev, el cual cae al suelo para esfumarse inmediatamente en medio de una explosión de humo verdoso...

Los Lobos Demoníacos parecen inasequibles al desaliento pese a estar muchos de ellos gravemente heridos y siguen atacando, repartiéndose entre los oponentes que quedan para evitar que los miembros del grupo puedan apoyarse entre sí. La mayoría de los ataques son inefectivos pero de nuevo la oráculo recibe un golpe de falcata en la frente, de manera que la sangre que mana de la herida la deja sin visión temporalmente y no puede evitar derrumbarse sobre la tierra empapada...

"Menuda m$%&$, el lobo!! La próxima vez convocaré un velociraptor..."

Aunque uno de los lobos se lanzó a por él, Garv se mantuvo firme, deteniendo sus acometidas con el escudo pavés. Concentró una vez más energía divina mientras se cubría, dispuesto a mantener a todos sus compañeros en este lado del umbral, pues su hora aún no había llegado.

-Si alguien puede, que eche una mano a Dalia-voceó contando con que Garin o Eredhir pudieran dar soporte a la oráculo. Por el momento él aguantaba las acometidas de su rival concentrado en defenderse.

Alatar mira con rabia hacia el edificio, escuchando las maldiciones que profiere el mago licántropo, pero no puede dejar a Dalía a su suerte. El duelo de magia tendría que esperar.

El arcano vuela en dirección al oráculo mientras prepara un conjuro.

Dalía siente una mano en su hombro, mientras su piel se endurece y adquiere un aspecto pétreo. Escucha unas palabras de ánimo:

- Aguanta, compañera.

- Ya solo tengo a uno conmigo, me las apañaré sola si consigo levantarme sin que me maten. Gracias chicos. Ahí os va algo de ayuda... 

Estaba feliz, ahora que había tenido un instante para ver a los demás se percató que estaban todos con vida y luchando, y que poco a poco los enemigos iban cayendo. Dalía se levantó, tratando de defenderse de los golpes del lobo que tenía delante, para a continuación dar un paso atrás y decidir en un instante el siguiente paso, podía curarse, o encantar su arma para poder hacer más daño al lobo que aun la enfrentaba, pero optó por una tercera opción y volvió a lanzar su mejor hechizo para el grupo. Era hora de retribuir las dos ayudas que había recibido.

- No te preocupes, ahora vuelvo contigo que ya estamos en igualdad de condiciones... -sonrió malévolamente a su perruno oponente.

Viendo como se le acercó el lobo de manera inconsciente, persiguiendo a Eredhir, al enano casi se le saltan las lágrimas al ver el destino que del pobre lobo... ¡Qué ironía, al ser un lobo quien se mete en las propias fauces del lobo!!

Con un certero espadazo de Portadora de Llama, Garin acaba con el Lobos Demoníaco que acosaba a Eredhir. Tras ello, decide avanzar hacia el combate en el que Zaev se enfrenta a otro de los licántropos.

La ayuda llega por fín a Dalía en forma primero de un conjuro que Alatar le transmite con su toque y posteriormente con la energía curativa que fluye del clérigo de Pharasma, que se acerca a grandes zancadas hacia allí. Las tornas empiezan a cambiar para la oráculo pues el desesperado ataque de su oponente falla, circunstancia que aprovecha la oráculo para potenciar a sus aliados con un poderoso encantamiento.

Mientras tanto, Lazarov se eleva por encima de la posada y de nuevo realiza unos pases arcanos. Inmediatamente una bola de fuego se materializa encima de Alatar, precipitándose encima del mago...

Alatar siente un calor abrasador encima de él. Sabe que se exponía a esto al dejar libre a Estovion, pero ya es demasiado tarde...

Arg!! Malditos perros! cómo salpican!

Ya voy Zaev!

Alatar resulta impactado por una esfera incandescente que cae del cielo...

Los enemigos caían uno detrás de otro, empezaban a cambiar las tornas. "Buen golpe Garin! Pareces un elfo blandiendo esa espada!" agradeció con algo de sorna la contundencia del enano. "A por el siguiente!"

Eredhir se mueve flanqueando al lobo que queda en combate con el pícaro y lanza una certera flecha que atraviesa el torso del hombre lobo, que comienza a estar ya bastante perjudicado por sus heridas.

Los lobos demoníacos intentan rebelarse contra la suerte de la batalla que ahora ya parece adversa. Pero los ataques que lanzan contra sus adversarios fallan excepto el que lucha contra Dalía. Por suerte, el conjuro de Alatar la protege y el golpe que era mortal de necesidad se convierte en un mero rasguño...

Garin se dirige lo más rápidamente que puede hacia el lobo que está junto a Zaev, teniendo en cuenta la dificultad del terreno y justo antes de golpearle por la espalda le grita: ¡Cucu!

Avanzando con dificultad, el guerrero enano consigue de todas maneras atravesar de parte a parte al lobo al tomarlo por sorpresa...
 

El clérigo sabía que las heridas de la oráculo seguían siendo severas y ésta aún se veía acosada por los incesantes ataques de los hombres lobos. Él mismo iba a tener que probar sus garras próximamente si quería mantener a su compañera en pleno uso de sus capacidades. Intentando pillar por sorpresa a su rival salió corriendo por el lado menos esperado con el escudo alzado, su velocidad aumentada de forma sorprendente por la magia de Dalia, siendo él el primer sorprendido por la explosión de velocidad.

Rodeando el murete en ruinas alcanzó a ponerse junto a Alatar, así de paso también cubriría el flanco del mago, e invocando el poder de Pharasma una vez más sintió fluir la energía divina hacia las heridas de la oráculo cerrando gran parte de ellas. Aún quedaban varias abiertas, el castigo que había estado soportando era severo, pero incluso ésas parecían de menor gravedad.

En la mente de Zaev sólo existía un propósito: acabar con todos los lobos. Esta determinación le llenaba de una energía similar a la que había sentido antes, durante unos segundos, justo antes de que el nuevo Lazarov lanzase un conjuro contra Dalia...

- Te lo había dejado justo en su punto Garin, como a ti te gustan - Pero los pies de Zaev ya le llevaban hacia el otro extremo del campo de batalla, donde se encontró con una Dalia ensangrentada de los pies a la cabeza.

Alatar había recordado en el último momento que era capaz de anular la energía mágica elemental de fuego, al menos hasta cierto punto, y cerró los ojos mientras se concentraba, justo antes de que la bola de fuego impactara en él.

El mago sale volando de la nube de humo que se había formado, sin un rasguño, y con una mirada de odio hacia el mago que había intentado calcinarle...

Moviendo sus manos a una velocidad vertiginosa, Alatar conjura uno de sus preferidos...

- ¡Garin! Siento haberte privado de aquel combate. Espero que este te sirva al menos para pasar al rato...

Dice Alatar, que se deja contagiar de la socarronería del enano mientras le guiña un ojo.