Partida Rol por web

La armadura del clérigo detuvo sin excesivo apuro el ataque del hombre lobo, pero la mayor preocupación de Garv era el hechicero que les estaba bombardeando desde la parte superior del edificio. A su espalda sólo pudo ver un resplandor verde y éste dejó de ser visible. Por lo poco que él sabía de magia podía haber desaparecido mágicamente o haberse teleportado como había hecho siempre que podía Phos.

En el segundo caso no podría hacer nada más que suponer que Zaev le vería o Garin entraría en tromba a la casa cercana; pero en el caso del primero sí tenía herramientas para estorbarle en su propósito. Alzando el escudo para protegerse de la más que probable acometida conjuró una esfera que eliminaría toda invisibilidad a su alrededor y, para facilitar la tarea a sus compañeros, se acercó todo lo que pudo hacia la casa manteniendo el escudo alzado.

-¡Rayos!

Dice Alatar visiblemente airado mientras ve desaparecer al licántropo de nuevo. Mira atrás y espera que el resto pueda apañárselas con el otro licántropo para, acto seguido, descender de las alturas para echar una ojeada dentro de la posada.

Zaev observó con impotencia como Lazarov escapaba. No era un experto en magia, pero tenía la impresión de que el hombre lobo se encontraba ahora fuera de su alcance.

Conteniendo su frustración, aprovechó que se encontraba sobre la posada para escrutar el interior del molino a través de las aberturas que habían dejado los Lobos Demoníacos. ¿Quedaría alguien dentro?

Alatar se acerca flotando con cautela hacia la entrada de la posada derruida. Empujando y mirando entre el hueco que dejan las dos hojas de la puerta doble alcanza a ver los restos de un antiguo carro de tiro. El eje se ha podrido y uno da las ruedas yace separada del resto del carro, a un lado. Al fondo se adivinan unos cuantos barriles de aspecto envejecido. Todo ello se haya cubierto de una gruesa capa de polvo.

Es evidente que esto no es la entrada principal de la posada, si no posiblemente el lugar por donde entraban los suministros de la misma, seguramente mendiante el carro que se ve desde aquí.

No hay ni rastro de Lazarov ni de la figura translúcida que viste cuando miraste por la ventana...

Desde su posición Zaev alcanza a ver a través varios agujeros en los tablones de la pared del molino que el piso superior de la posada está compuesto también de madera. En el interior de este piso se vislumbra una larga mesa de trabajo sobre la que que hay un pequeño cofrecillo y una daga, clavada en la mesa.

Pero no hay rastro de Lazarov, al menos desde aquí...

Alatar, cansado del esquivo Estovion, vuelve a ascender a menor altura esta vez. Ve a Zaev ocupado en la misma tarea, y cuando este le mira, niega con la cabeza.

- Ni rastro...

El mago se dispone entonces a prepararse para la siguiente treta del licántropo...

Hombre! Por fin! Contigo quería yo hablar...

Al llegar finalmente al lobo y tenerlo a su alcance, Garin muestra una cara de alivio por haber podido llegar a tiempo a darle la extremaunción. Acto seguido le sacude con la espada aniquila bichos de esos.

Avanzando con paso decidido hacia el último de los Lobos, Garin resuelve rápidamente el asunto con dos certeros espadazos que atraviesan al hombre lobo y contempla complacido como el licántropo revierte a su forma natural: la de un humano musculoso con múltiples cicatrices y tatuajes de aspecto maligno...

Mientras Zaev y Alatar escudriñan el área buscando a Lazarov, Garv utiliza un conjuro que le permite revelar oponentes invisibles, aunque en este caso sin resultado.

Con un estallido de llamas, la esfera llameante que había conjurado Estovion deja de existir y el entorno de la cerería y el molino queda en silencio, sólo perturbado por el ruido del viento al penetrar por las ventanas y agujeros en la fachada de ambos edificios. Los cadáveres del líder y nada menos que seis de los Lobos Demoníacos son mudos testigos de la dura lucha...

Examinado los cuerpos de sus enemigos, los lanzadores de conjuros del grupo son capaces de identificar como mágicas las armaduras y armas de los Lobos Demoníacos...

-Parece que no hay nadie más en el molino, al menos en la parte de arriba. - Dijo Zaev mientras bajaba del tejado de la posada. Había tenido el impulso de saltar al edificio contiguo y explorarlo en profundidad, pero una necesidad más urgente le hizo dirigirse hacia Garv y Dalia.

- Padre, asegúrese de que Dalia está bien - De forma discreta, ofreció al clérigo las dosis de belladona que llevaba consigo. Dalia había estado a punto de morir y creía que no era el momento de atemorizarla con la maldición a la que había quedado expuesta.

Empezó a meditar sobre los siguientes pasos - Creo que deberíamos asegurar el molino y echarle una ojeada a la plaza desde su interior.

-Y a nuestros amigos les gustará saber que hemos hecho su trabajo sucio. A ver si cumplen su palabra...

Dónde estás!!?? No huyas con el rabo entre las piernas perro!!

Gain aún escudriñaba todos los rincones de alrededor en busca del lobo que faltaba...

Zaev tiende a Dalía una dosis de belladona. Se supone que consumir esta hierba puede curar la licantropía, pero también puede ser letal en ciertas dosis...

Mientras tanto, Garin desentierra lo que parece ser un antiguo cartel metálico, del tipo que se cuelga en la fachada de los edificios...

Escudriñas los alrededores buscando enemigos, sin encontrarlos.

Sin embargo, en el suelo ante tí encuentras semienterrado por el barro el antiguo cartel de la posada: "El Ciervo y la Flecha." Y en caracteres más pequeños: "Ulcris Sedmir, propietario".

El clérigo se aseguró que el estado de los componentes del equipo fuera más o menos aceptable habidas las circunstancias. Por lo que parecía habían sido capaces de mantenerse de una pieza y salvo pequeños rasguños, y el asunto de la belladona, estaban indemnes.

Garv se acercó a Garin, en su opinión había que ir asegurando cada edificio antes de avanzar al siguiente. -¿Qué pone en el cartel?-si el enano se encontrase en peligro ahora al menos contaba con su apoyo.

El mago desciende de las alturas hasta el resto de sus compañeros, visiblemente cansado y magullado. Escucha al resto con una actitud ausente.

- Yo... Si queréis explorar la posada, debéis saber que dentro vislumbré lo que parecía un fantasma. Era una figura blanca, translucida, y parecía flotar. Tenía el pelo largo y llevaba ropajes propios de alguien adinerado. No pude investigar más allá de eso...

Alatar calla durante unos instantes, taciturno, pero parece volver en sí.

- En cualquier caso, cuando lo ví, se encontraba de espaldas al final de un corredor, en la zona este de la posada. Sabed que os acompañaré sea cual sea la decisión que toméis, pero ya he usado la mayoría de conjuros que había estudiado hoy.

Dicho esto, el mago saca por primera vez el arma que porta a la espalda. Era una ballesta pesada de excelente manufactura, aunque algo ajada. En madera lacada color caoba, estaba adornada con inscripciones arcanas azuladas que brillaban levemente, indicando sus propiedades mágicas.

Alatar saca un paño de su bolsa y limpia cuidadosamente la ballesta de hollín de fuego arcano. La sujeta firmemente y apunta con ella hacia un árbol, como si intentara recordar cómo se usaba.

- No es que sea un tirador experto, pero me regalaron esta antigualla hace muchos años y le tengo cierto cariño. Al menos intentaré acertar a algo con esto si surge la ocasión...

El mago fuerza una sonrisa, mientras la guarda de nuevo.

Dalía observa la belladona con aprensión.

- No es mi cuerpo especialmente resistente a los venenos, sufrió demasiado cuando yo era una niña y me han quedado muchas secuelas. Lo más probable es que esto me mate, si es así podéis repartiros todo lo que tenga de valor y luego quemad mi cuerpo, no quiero ser pasto de alimañas ni que ningún nigromante decida experimentar con él. Siento haberos fallado.

Después, lanzó un conjuro sobre sí misma, una protección contra el mal en forma de círculo. Después sin pensárselo dos veces se tomó la belladona rápidamente y se sentó en el suelo. Al cabo de menos de un minuto comenzó a respirar agitadamente, después a sudar, su piel se volvió pálida al contraerse la sangre hacia los órganos internos, sus ojos se pusieron en blanco y empezó a sufrir convulsiones... Y finalmente abrió los ojos y comenzó a respirar mejor... 

- No me ha matado aunque diría que no ha andado muy lejos. Si ha curado la licantropía lo veremos con la próxima luna llena.

Ah! míralo tú mismo, parece ser un antiguo cartel de una posada, a ver si a ti te dice algo. Pone algo como: "El Ciervo y la Flecha." y  si te fijas aquí en pequeño pone Ulcris Sedmir, al parecer el propietario de la misma. ¿Deberían sonarme de algo estos nombres? Garin le acerca el cartel al clérigo mientras le señala lo que va leyendo él mismo.
 

Por cierto, en cuanto al número de conjuros que me quedan de los que preparé o los que sé, aún me quedan los mismos, así que por mi como queráis... Dice el enano refiriendose al grupo en general, ya que todos estan hablando de sus conjuros y hechizos, de manera que pretende hacer entender que por él no hay problema en si quieren continuar adelante.

También podemos ir a informar, o tal vez no todos, a los lobos amiguetes y les comentamos que ya hemos hecho su trabajo... y así descansar los que lo necesiten.