Partida Rol por web

CAW CAW.

Chilla, intentando demostrar que puede hacer más ruido que Penton si se lo propone. Y luego sigue leyendo, a su rollo.

Kendra, que había empezado a hojear la libreta que Penton le había acercado, alza la mirada ante la marcha de Joseph y, sobretodo, el grito de Penton. Dejándola encima de la mesa, se levanta y dice:

"Será mejor que..." — empieza a decir ausentemente — "... Discúlpenme un momento, por favor."​​​​​​

Saliendo de la habitación, asciende por las escaleras.

Kendra toca suavemente con el dorso de su mano en la puerta de la habitación de Joseph. Al otro lado de la puerta, se escucha su voz, levemente apagada:

"¿Señor Wheatfield...? ¿Está usted bien?" 

Joseph se encontraba tirado boca abajo en la cama. Su respiración era pesada y los latidos de su corazón casi eran capaces de mover su delgado cuerpo por sí solos. Apretó fuertemente la almohada con las manos. Quiso gritar, pero solamente consiguió canalizar sus sentimientos mordiéndola.

La señorita Kendra estaba tocando la puerta. La mente de Joseph seguía siendo un neblinoso mar de caos y aún no encontraba una solución. Aparentemente incapaz de tomar una decisión bajo presión, se rindió a la inercia. Joseph se incorporó rápidamente y se dirigió a la puerta para atender a la anfitriona.

"Es... pero que me disculpe. No esperaba este giro en los acontecimientos y todos mis planes se han desarmado por completo." Joseph suspiró. "Si esa es la última voluntad de su padre y puedo ayudar, así será. En cuanto a la fracción de la herencia... no es de mi agrado tener que aceptarla, pero si he de recibirla, tenga usted por seguro que estará a buen recaudo." Los pensamientos del mago comenzaron a reorganizarse a velocidad vertiginosa. "Pero antes... necesito escribir unas cartas para comunicarlo a mi familia y a mi tutor en Galt. Si pudiera usted facilitar el sello del profesor Lorrimor para firmar el mensaje a la academia no creo que haya ningún problema con que extienda mi estancia y pueda ayudarle con la tarea que describió el concejal."

"S-señor Wheatfield... Me malinterpreta usted. No he venido aquí para convencerle de nada. Si tiene usted compromisos, no voy a ser yo quien le retenga aquí en contra de su voluntad. No es usted el único que tiene objecciones ante... Esto." — Kendra suspira con nerviosismo y traga saliva mientras le tiembla la voz — ​​​​​"Si he venido es porque usted era amigo de mi padre, y claramente no se encuentra bien. Comprendo que usted tenga otros compromisos, y puedo proveerle el dinero de la herencia de mi bolsillo tan pronto como mañana... No quisiera que se sintiese usted forzado a quedarse aquí en contra de su voluntad."

"Señorita Kendra..." Ahora era Joseph quien estaba preocupado al ver a Kendra aparentemente afectada. "Puedo tener otros compromisos, pero estoy seguro de que no son de naturaleza tan urgente como en los que nos encontramos en estos momentos." Se estaba envalentonando sin darse cuenta, se negaba a sentir que estuviera fallando a una joven mujer cuyo padre había fallecido. "Si la última voluntad del profesor fue que yo estuviera aquí para llevarla a cabo, no voy a ser yo quien le falle."

Martell se giró a Audrey con quien tenia una conversación pendiente, y para con la cual, deseaba aclarar las cosas.

"¿Señorita Audrey, seria tan amable de acompañarme a la cocina para que podamos charlar con relativa privacidad? Le aseguro que mis intenciones son nulamente hostiles a pesar de mi generalizada rudeza."

Audrey titubea. No se muestra particularmente cómoda frente al Profesor y por más que le asegure que no tiene ninguna intención hostil, parece que sigue en alerta. De todos modos, eventualmente acaba asintiendo con la cabeza y se encamina hacia la cocina. Su cuervo se queda leyendo en la sala de estar.

Penton, al ver que se quedaba solo (salvo por el cuervo lector), se sentó en la butaca e iba ojeando los libros que había sacado. ¿De que iban? No entendía nada: 

"Cuervo, ¿tu los entiendes?" - Le dijo, mirándole. Pero que esperaba, ¿que le respondiera? - Perfecto, ahora no se si el Señor Wheatfield se apunta... ¡y tampoco se donde dormiré!" - Dijo en voz alta, para si. 

CAW.

Responde el cuervo.

CAW CAW.

Le da unas palmaditas sobre la mano tras ofrecerle aquellas palabras de consuelo.

CAW.

Joseph bajó las escaleras para reencontrarse con el grupo, acompañado por la señorita Kendra.

"Ya voy, ya voooooooy." Musitó, respondiendo a los sonoros gritos de Penton y el plumífero de hace unos minutos. "A ver esos libros. Con un poco de tiempo algo podré sacar en claro de ellos, pero antes de examinarlos con detenimiento, pongámonos cómodos..." Joseph recordó que no estaba en condiciones de ponerse a trabajar. Seguía sucio y desaliñado, y pensaba darse un rato para asearse un poco. No podía estudiar nada en esas condiciones. "Si me lo permitís, voy a asearme un poco y coger mis apuntes. No tardaré. Gracias, Kendra."

Al bajar, Joseph, puedes reparar en la ausencia de Audrey y el profesor Martell en la sala. Aquí solamente se encuentra Penton, un poco distraído y sin saber qué hacer, y el extraño cuervo que acompañaba a Audrey, que ahora está leyendo con sumo interés uno de los libros.

"Siéntase libre señor Joseph. Si necesita algo, Sebastian puede atenderle en lo que requiera." — dijo haciendo un gesto hacia la invisible presencia que os había estado atendiendo todo este tiempo. En ese momento, Kendra repara en la interesada atención del cuervo en uno de los oscuros libros que su padre les había pedido que transportasen y murmura para sí misma — "Curioso..."

"En todo caso, creo que hay algo importante en este libro. Me gustaría compartirlo luego con ustedes, cuando pueda reunirles en una sola habitación." — dice con una media sonrisa, mientras toma el diario de su padre.

Penton, alegre por ver las nuevas incorporaciones en la sala se levanta y dice: "Pues vamos a reunirles, ¿no? Amigo cuervil... puedo llamarte Crow, ¿verdad? ¿Podrías ir a buscar al profesor y a Audrey? Así podremos todos descansar pronto." Mientras, le acerca una mano en afán de acariciarlo. 

Martell procede a sentar en una de las sillas de la mesa de la cocina e invita con un gesto de su mano a hacer lo mismo a Audrey. Enciende su pipa, pero esta vez el olor es realativamente inocuo ( para el festival olfativo y desagradable que suele ser su tabaco). Se toma unos segundos, y con cierta calma se dirije a Audrey:

"He notado que desde nuestro primer vistazo hace unas horas y probablemente en relación a mi forma de hablar, se siente usted incomoda en mi presencia. Deseaba primeramente aclarar, que este es mi tono habitual. Soy profesor en la universidad de Caliphas y la recurrencia de la desfachatez en la actitud de alumnos, colegas y resto de personal puede rozar los limites de lo absurdo. He conocido la discriminación y el desprecio generalizado de primera mano y ello me ha forjado un caracter estricto y en ocasiones, intransigente del cual no tengo arrepentimiento."-Hace una pausa para tomar una calada de su pipa. Cuando expulsa el humo, relaja los hombros y toma una actitud mas calmada-" Dicho pues, me gustaria aclarar que no es algo personal, y que dado que tenemos un encargo a realizar en esta villa, me gustaria asegurarle que no corre usted ningun peligro por mi parte y que le aseguro que mi colaboracion para con este encargo esta garantizada. Aún nuestro encuentro pasado me inquieta y desearia preguntarle, ¿Como recuerda usted los eventos de aquel dia?

La joven se muestra visiblemente incómoda ante la larga pausa que se toma para encender su pipa, aunque tampoco parece que mejore mucho su predisposición a lo largo del discurso que le dedica el profesor.

"Si usted lo dice..." responde con un hilo de voz pero haciendo el mayor esfuerzo posible para hablar en alto. Es notorio en su lenguaje corporal que le está costando mucho mantener el contacto visual directo: Cada tanto se le escapa un poco la mirada y tiene que luchar para volver a observar al profesor a los ojos. Si bien cualquier variación de 'si tu lo dices' generalmente puede interpretarse como sarcástica, en su forma de decirlo en concreto sonó a un deseo en lugar de una duda.

"¿Con aquel día se refiere a...?" empieza a preguntar hasta que cae en lo obvio de la respuesta. Aparta la mirada con vergüenza y murmura "claro que se refiere a..." para luego volver a intentar mirarle tan directamente como su creciente ansiedad se lo permite. "Lamento haberme... haberme ido..." ella se disculpa: "Solo... Tenía miedo... Y... Y para cuando... Para cuando dejé de correr..." alza un poco más el tono. Su expresión se muestra apenada pero sin dejar de lado ese pequeño manojo de nervios que la caracteriza. Se muerde un poco la lengua y vuelve a bajar el tono. "Ya estaba muy lejos y... No podía volver atrás... Pero estoy muy agradecida de que me hayáis... Rescatado y... Salvado la vida..."

En ese momento una plumífera presencia irrumpe volando en la cocina, y afirmando con decisión:

"CAW CAW" — señala con el ala hacia la sala de estar, antes de posarse en el hombro de Audrey mientras señala con insistencia.

"¡Ah!" se sobresalta ella, que estaba en tensión, ante la entrada de Crow. "Está bien, está bien... Ya voy..."

"D... Disculpe." dice al Profesor y baja un poco la cabeza de forma pesarosa. Se deja guiar por su cuervo, yendo hacia donde este indica. 

Le dirije una mirada de ligeriiisimo interésy le dedica unas pocas palabras antes de darle una profunda calada a su pipa:
"Si si, tranquila, no necesita disculparse, me alegra que hayamos podido expresarnos con cierta..." -se para un momento deduciendo que provablemente ya no estaria escuchando- "Libertad..."

Audrey asiente con suavidad al profesor ante sus últimas palabras, aunque es fácil ver que la pobre tiene algo de ansiedad. Guiada por el cuervo, sin embargo, regresa a la sala principal y asiente con suavidad.

"Podemos... Seguir hablando luego..." le dice mientras se frota un poco el cuello, ya entrando en la sala de estar y mirando hacia atrás. "Me gustaría... Descansar un poco del viaje y esas cosas..." y como de costumbre, va bajando la voz a medida que avanza.

Kendra espera pacientemente a reunir a los cuatro en el salón de estar, a medida que Sebastian eventualmente se desvanece en un pequeño remolino ventoso antes de deshacerse en la nada. Cuando eventualmente Joseph regresa de su aseo, así como el profesor Martell y Audrey regresan de la cocina, Kendra está asiendo con firmeza el diario de su padre.

Tomando la palabra, se dirige a vosotros:

"Agradezco mucho su presencia aquí ahora mismo, pese a todo lo sucedido. Las circunstancias no son las ideales, y la verdad... Bueno, no tengo claras las intenciones de mi padre en atraerles a este lugar... Inicialmente, yo misma tuve mis dudas sobre lo que pretendía mi padre con ese extraño testamento, pero empiezo a creer que había algo más detrás de sus palabras..."

En ese momento, la voz de la joven es interumpida por unos insistentes golpes en la puerta principal.

"¿Otra vez?... Discúlpenme un momento." — suspira con frustración.