Partida Rol por web

Joseph, en tu nerviosismo, te percatas de una cosa: Un denso olor a azufre aún permanece en el salón de la Mansion Lorrimor.

Al examinar el arcón de los libros, descubrieron que, inusitadamente, se encontraban todos en orden. Nada parecía haber sido alterado al respecto de los volúmenes que allí se encontraban. Por desgracia, eran principalmente volúmenes de investigación, con relación a los no muertos, y otros oscuros temas.

Por más que examinaron la casa, únicamente encontraron una cosa notoria: La habitación del profesor Martell estaba completamente vacía.

Reen la noche estaba ya bien caída para cuando llegaste a la posada y terminaste tomando la última cerveza a solas con Durgrin. El enano tiene a bien dejar una escueta cena de pan, queso y una granada delante de tu puerta, pero eventualmente el sueño os alcanza a ti y a Zaffs.

Esa noche tienes un sueño extraño: Te encuentras colgando a centenares de metros por encima del suelo, aguantado únicamente por un sangriento gancho de hierro que atraviesa tu pecho, encadenado a la parte superior de algún tipo de horrible estructura, al igual que Zaffs, que cuelga a tu lado, en similares circunstancias. Centenares de lamentos de otros pobres desgraciados en la misma situación que vosotros se levantan al unísono, como una melodía de sufrimiento, a la vez que el viento os mece.

Nubes oscuras cubren el cielo, truenos parten el horizonte mientras una tormenta se arremolina y centenares de sombras se unen en un torbellino de energía que rodea la enorme torre desde donde colgáis hasta cubrirlo todo con un manto oscuro y lo único que ves es oscuridad.

Cuando te despiertas, el amuleto que te dio el profesor está brillando con intensidad, y Zaffs está durmiendo tranquilamente como un bebé.

Tras examinar la casa y descubrir la habitación vacía del profesor Martell Tadeus, Joseph se sintió extrañamente aliviado. "Quiero pensar que el profesor Martell fue inteligente y retrocedió para llevar a Kendra a algún lugar seguro mientras estábamos fuera, pero..." El mago sacó a Gervasio de su casita de bolsillo y lo acarició para tranquilizarlo. Aunque en realidad también buscaba tranquilizarse él. Sin embargo, notó al roedor mover sospechosamente su diminuto hocico, como si estuviera oliendo algo.

Joseph se reincorpora y alza la vista, visiblemente alertado y mirando al infinito como si pudiera ver a través de las paredes. "¿Oléis eso?" Dice, olfateando el aire. Gervasio se hallaba protegido en sus manos, las cuales estaban cerca de su cara. Posiblemente los dos estuvieran olfateando en ese momento al unísono. "Es tenue pero... huele a azufre. ¿Lo oléis?"

- Estamos a salvo!!- Escuchaba sus propias palabras, sin duda como eco del horrible sueño. Se relajó y tomó aire, sin embargo no le tranquilizaba ver el amuleto brillando, era la primera vez que ocurría y jamás habría pensado que tuviese algun tipo de poder... ¿o no lo tenía?

Qué demonios está pasando en este pueblo.

No sabía qué hora era pero decidió que ya había descansado lo suficiente, y de todos modos le sería imposible conciliar el sueño de nuevo después de lo visto. Se levantó y se vistió dejando a su amigo dormir plácidamente.

Al abrir lentamente la puerta por si había alguien vio la cena que le había preparado el enano, sería una lástima desperdiciarla, y la engulló casi entera. Por desgracia no había nada de carne, sacó parte de la que llevaba seca en las alforjas para cuando se levantase Zaffs, le agradaría ver el festín sin tener que despertarlo a él por una vez.

Esperando al alba se apoltronó en el descansillo de la ventana, atento a lo que había en la calle mientras meditaba profundamente en todo lo que había ocurrido y en cómo transcurriría el día.

Tranquilamente sentado en la ventana, la calidez del alba poco a poco llega a ti, mientras observas los primeros resquicios de vida despertar en el pueblo. Padres llevan sus hijos a la escuela, una mujer pasea a sus cuatro gatos, los aldeanos empiezan a retomar sus vidas diarias. No tarda en llegar una joven a la fuente, cargada con utensilios de limpieza, para intentar borrar la sangrienta C.

Para cuando el despertar de Zaffs con un gran bostezo te saca de tu ensimismamiento, no parece haber tenido mucho éxito.

En su experiencia como cazadora de monstruos sabía que había poderosas deidades en otras dimensiones y pensaba que de eso trataban los libros. Tomó el primero de ellos para pasar las páginas en busca de anotaciones mientras pensaba que el profesor fue una persona muy entera para tener tantos tomos oscuros y conservar a pesar de ello el sentido común, o quizás lo desarrolló gracias a lamentarse sobre las monstruosidades que pudo descubrir.

- Estos tres libros tienen aspecto de desvelar secretos acerca de macabros seres.

Sigyn pensó que estaba preparada para leerlos, era una sacrificada servidora de su semidiosa, no se iba a amilanar, pero por ahora solo pasó páginas en busca de pistas.

Antes de poder terminar se fijó en el familiar del mago, en el modo en el que movía el hocico. Ella inspiró despacio pero profundo buscando ese rastro en el aire, no creía que pudiera competir con el animalillo en ese sentido. Miró a Joseph conteniendo el deseo de gastar una pequeña broma acerca del olor del roedor.

- Suena interesante, quizás pueda seguir el azufre, podría llevarnos hasta un descubrimiento. Cualquier detalle puede arrojar mucha luz por pequeño que sea.

Le expuso queriendo convertir al familiar en "punta de lanza" de este nuevo descubrimiento, ¿quién si no? porque el tigre de Reen no estaba con ellos para tomar ese rol.
 

Sigyn encuentra que, el olor a azufre es leve, casi un deje en el aire, pero efectivamente permea la casa entera. Examinando los libros, la inquisidora nota algo de relevancia: Originalmente, habían cinco tomos, no cuatro. Uno de los libros, el tomo violeta con el escarabajo en la portada, había desaparecido.

Más allá de eso, los libros restantes eran ciertamente tomos oscuros de conocimientos que, probablemente, los mortales no debían nunca de haber descubierto. Mientras que uno ensalzaba la gloria en la servidumbre a Zon Kuthon, el Señor de las Cadenas, otro promulgaba las virtudes del canibalismo y un tercero describía el arte del asesinato, docenas de letales maneras en las que acabar con la vida de una persona y cómo hacerlo de manera silenciosa. Quedó en el aire la incógnita de por qué el profesor había retirado estos libros.

El diario del profesor, probablemente el único tomo que no incitaba a la maldad, no arrojó luz nueva sobre la desaparición de Kendra. Pese a que los seis pasajes que el profesor dejó marcados seguían guardados entre las páginas del libro, nada nuevo sobre ellos llamaba la atención.

La luna estaba ya alta en el cielo para cuando terminasteis vuestra investigación y, eventualmente, el sueño os alcanza.

Renan se acerca a Sigyn, la chica está hojeando uno de los libros del arca. Renan echa una ojeada por encima mientras ella está pasando páginas. Alcanza a captar algunas de las palabras entra el pasar de cada hoja de papel. - Fiuuu...- silba el muchacho- el contenido de estos libros es bastante difícil de digerir. Se nota que el profesor estaba volcado en una investigación peligrosa-.

Después de examinar la casa, situación de la cual Renan no sabía mucho, aprende que ese hombre que había conocido en el cementerio, el profesor Martell, había estado instalado ahí pero por alguna razón había recogido sus cosas y se había ido. De pronto Joseph se muestra algo más aliviado. Presiente pues, que es una buena señal y que se puede confiar en ese profesor.

De pronto el mago los alerta del olor a azufre. Renan no había reparado en ello y no puede evitar soltar la típica broma de graciosillo: - Yo no he sido, que conste... ¡Ja ja ja!- Se ríe solo de su propio estúpido chiste, como siempre.

Ya es tarde y se siente cansado de todos los eventos recientes, lleva horas sin dormir y el cuerpo le pesa. - Chicos, si no os importa yo me voy a descansar. Después de lo ocurrido, este olor a azufre me parece el menor de los problemas. ¡Pero despertadme en seguida si ocurre algo!  Siempre me apunto a un bombardeo-. Y con media sonrisa en los labios, busca alguna cama disponible y se estira. Se queda frito en cero coma.

Viendo que faltaba un libro se añadía otra incógnita, no sabían qué pasó con Kendra y el azufre no era una pista muy clara pues podía olerse en toda la vivienda. La joven se convenció de que había llegado el momento de dormir y además que no hacía falta hacer guardias, tan solo cerrar bien la puerta.

- Nos vemos mañana, dormid bien.

Mostró una pequeña sonrisa deseando que la noche fuera tranquila para todos. Si temía por alguien era por Audrey pues parecía ser especialmente perseguida por la Vía Susurrante, esos desalmados que tan poco tardaron en profanar el cementerio. Sigyn dejó los libros en su sitio cerrando el cofrecito después.

- Los diarios del profesor hablaban del templo de Pharasma, de la lista de personas que habían en Piedra Atormentada pues una de ellas es quien interesa a la Vía Susurrante.

Había que seguir descubriendo cosas, todo este misterio estaba en sus orígenes.

Renan, esa noche tienes un extraño sueño lúcido. Te despiertas en medio del vacío, tirado encima de un suelo invisible, lo único que se ve a tu alrededor son las luces del cosmos.

Al levantarte, observas delante tuyo una figura misteriosa, viste unas togas monásticas de color negro y flota unos centímetros por encima del suelo, en plena meditación. Su cabeza está rapada y tatuada con tatuajes gemelos de pájaros negros.

Pese a que no le has visto nunca antes, le reconoces como le Maestre de los Cuervos.

Tras haber pasado casi toda la noche en vela, Reen bajó a desayunar con su amigo buscando al enano que tan bien los había atendido el día anterior. Tomaría algo fregal para dirigirse rápidamente a la mansión.

Había pensado mucho en el sueño, y observado a conciencia el amuleto que colgaba de su cuello... sin duda el profesor le había dado algo importante, más de lo que él creía. Pero ¿de qué se trataba? ¿Qué era aquello?

De momento solo se le ocurría preguntar a sus nuevos compañeros, igual podían arrojar algo de luz antes de ir a ver al alcalde.

- Vamos, Zaffs, adelantémonos o se nos echará el día encima.- El tigre soltó su bufido característico de querer estar tranquilo en lugar de comenzar a moverse pero cedió. Reen colocó barda y alforjas y fue a despedirse de su anfitrión para agradecerle todo antes de ponerse en marcha.

-Nada, ni una pista...- comentó Audrey tras las vueltas por la casa. Ya estaba muy cansada, de todos modos, y le costaba mantenerse despierta: Fue un día duro... Aún no había acabado de descansar del viaje y ya se había metido en muchos líos.

Había estado envuelta en violentos combates contra no-muertos, había conocido a demasiada gente nueva, había tenido un nada agradable recordatorio de los viejos tiempos... Ahora lo que necesita es dormir.

-Supongo que... Mañana podemos investigar más. Espero Kendra esté bien...

Y dicho eso, ella subió las escaleras para refugiarse en una de las habitaciones y allí poder finalmente conciliar el sueño.

Renan dormía plácidamente, casi como si flotara en el espacio. Poco a poco empieza a tomar consciencia y se da cuenta que la sensación de flotar era... ¿Real? Ahora se levanta y se da cuenta que puede caminar perfectamente. Y así, de pronto se encuentra en medio de la nada. Todo sería oscuridad de no ser por algunas luces lejanas, aun sin ellas podría distinguir perfectamente la figura que ahora tiene delante de él.

- ¿Esto es un sueño? Tiene que serlo...- piensa mientras se acerca al hombre levitante. Le recuerda un poco a los maestros del templo donde se había formado. - ¿Quién eres?- Renan frunce el ceño, no sabe muy bien porqué pero es como si ya lo conociera, el nombre "Maestre de los Cuervos" le viene a la mente. - ¿Nos conocemos?- Sigue fijándose en él y en los tatuajes de su cabeza. 

​​​​​​La figura se da la vuelta y mira hacia ti, y puedes observar que sus ojos han sido cerrados con hilo de sutura hace tanto tiempo que el hilo es apenas visible.

"Caminas por la Senda del Qin." — sus palabras resuenan con eco en este lugar, con una voz que casi no parece humana — "Una gran tragedia ocurrió en este lugar hace 50 años. Estoy buscando un aprendiz digno. Alguien que pueda derrotarme y mantener vivas mis técnicas. Sentí algo en ti, pero ahora veo que me equivocado..."

Renan sigue aun confundido cuando escucha el nombre Senda del Qin y eso le retorna por un instante a sus días en el templo. Todos sus compañeros aprendices y maestros  muchas veces mencionaban las sendas, pero el muchacho nunca había prestado demasiada atención a las enseñanzas del ámbito espiritual. ¿Se arrepentía ahora de eso? La verdad es que no.

 — ¡Já! ¿Intentáis decirme que sois una especie de santo o divinidad?— Renan siente que debe hablarle con cierto respeto, pero eso no evita que se crezca ante la fría respuesta del Maestre; rascando todos los conocimientos que puede recordar acerca de las enseñanzas en el templo. El muchacho se cruza de brazos, adoptando una posición firme, y sonríe mostrando sus relucientes dientes con pura emoción reflejada en sus ojos.  — ¿Acaso me estáis desafiando, Maestre? ¿Aquí, en MI sueño? ¡JA JA JA!— sus carcajadas resuenan en la lejanía. — ¡Deberíais saber que en mis sueños siempre gano!—. Renan tiene la absoluta confianza de estar dentro de su propio territorio y que ahí no hay nada imposible para él.

 — Espero que tus técnicas valgan la pena, porque pienso derrotaros. ¡Y probaré que no estabais equivocado al acudir a mi!— Por el momento, deja de lado las palabras del extraño monje sobre la tragedia de hace 50 años. Ya le hará escupir más información sobre ello cuando lo haya vencido. Por ahora, el orgullo y el hecho de ser retado dominan al ifrit que adopta una posición de combate; dándole a su oponente la primera oportunidad de ataque. 
 

"Mi naturaleza no es de tu incumbencia." — responde le enigmatique Maestre — "Alguien que ni siquiera ha despertado su Tercer Ojo no es digno de mis técnicas..."

Le Maestre cruza sus piernas y empieza a levitar en el aire, la cola de su toga colgando por detrás suyo en el suelo y abre las palmas de sus manos. En el centro de su frente, un ojo morado, con el iris dorado se abre, y al verlo, algo se remueve en ti.

Puedes observarte a ti mismo en tercera persona mientras empiezas a flotar en la nada del espacio, y súbitamente la realidad se desmorona a tu alrededor. Planos de existencia colapsan unos sobre otros como si fueran meros espejos que se mueven de formas antinaturales en patrones geométricos, el espacio se rompe en centenares de fragmentos, se colapsa sobre sí mismo para luego crecer. Eres lanzado a través de este reflejo oscuro del mundo mientras cruzas el aire en un frenético vuelo que te lleva a través de oscuras versiones de todos los lugares donde has estado, Ravengro, Caliphas, las campiñas de Ustalav, las Montañas Hambrientas, el Templo de la Palma Vacía...

Finalmente regresas en ti ante le Maestre quien te observa fijamente.

"Si consigues despertar tu Tercer Ojo, busca mi lugar de reposo, bajo las profundidades de la locura. Allí junto al Color encontrarás mis enseñanzas." — son sus últimas palabras antes de que despiertes.

Toda la energía combativa que tenia acumulada Renan se ve desvanecida de golpe al ser lanzado por una especie de caleidoscopio inter-dimensional el cual lo deja bastante mareado y más confundido aun. Las últimas palabras del Maestre parecen ser una valiosa y enigmática pista. 

Se incorpora de golpe, despertándose en el acto y empapado en sudor. - ¿¡Pero qué Tercer Ojo!?- chilla involuntariamente mientras se palpa la frente allí dónde el Maestre de los Cuervos tenía el ojo morado. 

Plaza Mayor de Ravengro, Solares 22 de Neth, 4720 AR [ Mañana ]

El alba os despierta a todos eventualmente de vuestros respectivos descansos. La noche anterior parece casi una horrible pesadilla puesto que, pese a la densa niebla que como siempre cubre este valle, bajo los cálidos rayos de Sarenrae todo parece menos amenazador.

Desayunáis y realizáis vuestros preparativos bajo la sombría ausencia de Kendra. Joseph ha aprovechado la noche para examinar los objetos obtenidos de la Cripta de la Dama Gris, y los ha clasificado apropiadamente con sus conocimientos arcanos.

No tardáis en reuniros en la plaza del pueblo junto a Reen, quien espera tranquilamente junto a Zaffs delante del Segundo Ojo de Aroden, la taberna donde se ha alojado, mientras observa los ires y venires de la plaza del pueblo.

El agua de la fuente ha sido drenada y el cadáver del gato retirado desde la noche anterior, y una mujer de mediana edad intenta limpiar la C de sangre con agua y jabón, pero con escaso resultado. Un grupo de niños juegan a saltar la comba en una esquina, e incluso un bardo está cantando una canción elogiando las hazañas de héroes de eras pasadas.

"¡AYUA AYUA! ¡HAYUMMUERTUNELSEMENTERIO!" — irrumpe corriendo la extravagante figura de Biggs en la plaza del pueblo de buena mañana.

Parece claramente agitado y en cuanto os ve se dirige inmediatamente hacia vosotros, ignorando el escándalo que ha causado a su paso con su griterío. Con nerviosismo y claro miedo os relata:

"Miseñores, ustés si saben q'ayer m'ayudaron ustés y se cargarun a los muertus... S'a muerto... Me l'encontré hechu pedasus... Pobre diablo... Tienen ustés q'aser algu, el caballeru educau si que sabía... No le veo entre ustés pero pregúntenle y seguro q'el sabe lo q'aser..." — dice mientras os entrega la pipa de fumar del profesor Martell Tadeus.