Partida Rol por web

Dejad que os cuente una historia. Una historia sobre...

El Legado del Fuego

Hace mucho tiempo, cuenta la leyenda que las tierras que hoy se conocen como los Picos de Bronce fueron también parte de la enorme Jungla de Mwangi. Vegetación frondosa cubriendo hasta donde el ojo alcanzaba, todo fue destruido cuando un gran fuego arrasó toda la región, y las cenizas pálidas se arremolinaron en un sólo lugar, la enorme Montaña Pálida que domina el horizonte desde allí a donde alcanza a ver la vista de nuestros héroes.

Tras seis agotadores días de viaje, por fin la expedición de Garavel llegaba a su término. El camino en camello no había sido sencillo y pronto comprobasteis que Garavel, aunque recio y firme, no es un hombre de muchas palabras, pero porta el símbolo de los Maestros del Pacto, lo que le hace respetado entre los pocos viajeros que os habéis llegado a cruzar. Lo que sí habéis averiguado, es que Garavel no es quien realmente os ha contratado, sino que él actúa en representación de la Princesa Mercante Almah Roveshki, quien actúa en nombre de los Maestros del Pacto para intentar reclamar Kelmarane. Aunque sí que sufristeis un ataque gnoll, una de las horribles criaturas se volvió contra sus congéneres y terminó acabando con varios de ellos a sangrientos mordiscos. Acercándose a Garavel, le pidió en un Kelish medio roto de viajar con vuestra caravana. Sin mediar palabra, vuestro silencioso patrón rajó el cuello de la criatura con su khopesh.

Capítulo 1: El Aullido del Rey de la Carroña

Cerca de la Garra del Sultán - Oathday 7 de Sarenith, 4719 AR

A medida que el viaje llegaba a su conclusión, ya tocando el mediodía del sexto día, los ánimos estaban altos y la esperanza de llegar finalmente a la Garra del Sultán y descansar era tangible en esos momentos. Hastiados por el sol del desierto, Garavel os propone detener los camellos para tomar un pequeño descanso.

Garavel: Detrás de aquellas dunas debería estar la Garra del Sultán. Lady Roveshki nos espera allá. Tomemos unos momentos para refrescarnos. El agua es vida en el desierto.

Acompaño al grupo bajo el implacable sol del dia y también el gélido colmillo de la noche.

Soy posiblemente el más joven del grupo -17 años- y de hecho se nota en algunas de mis anécdotas y salidas, que algunas son más bien francas y puede que algo infantiles. En cambio otras, historias de la arena o de la fosa, son demasiado crudas, y debo de callarlas tan pronto como empiezan

"Pues si, me podeis llamar Lybion" comienzo "En fin... a la gente le encantaba verme en el coliseo. Más que nada porque les encantaba verme luchar contra todo tipo de armas ¿Esta de aquí, del rostro? Fue contra una Rhoka. Y esta otra en el ambos brazos, contra un señor que usaba dos látigos espinados" digo juntando ambos brazos, haciendo de escudo.
Tras un rato finalmente queda claro: Me hacían ir a luchar desarmado. Y aun así, siempre volvía.

"Bueno ¿Y teneis vosotros alguna historia?" digo mirando de refilón una brújula, mientras intento reconocer la dirección en la que queda Katapesh y en la que siempre hemos viajado.

Edriel asintió silenciosamente cuando Garavel ejecutó al gnoll desertor. Aún recordaba que fue una partida gnolls esclavistas los que lo habían capturado cerca de las Tres Estrellas, en la costa. El elfo escuchó a su nuevo compañero y sonrió.

-Historias tengo mil. Me pase mis primeros 200 años leyendo sobre la historia de Katapesh y Orisian en general. Pero os contaré mi favorita. No sé si conoceis tres pequeñas pirámides en la Costa, a tiro de piedra del océano. Las Tres Estrellas, las llaman. 

Cada pirámide mide apenas 4 metros. Son pequeñas, comparadas con otras estructuras Orisianas, como la Pirámide Roja o las Pirámides de Cristal. Pues vereis, no hay entrada aparente a esas pirámides y se rumorean mil teorías sobre qué hay dentro. Desde que sean la guarida  de un dragón subterráneo, al tesoro de un rey pasando por tumbas de genios o ifrits.

Uno de los rumores más interesantes (y e que más me interesa a mí) es que en ellas permanecen los restos de unas criaturas ajenas a este plano, los "azatas", que duermen bajo las pirámides un sueño milenario. Se dice que, un día, los durmientes se alzarán cuando el mundo entero haya descendido entre el caos para devolver el orden y el equilibrio a nuestra civilización. 

Pues ahí estaba yo, buscando pistas sobre una teórica "cuarta estrella" enterrada, que me diera pistas sobre el verdadero origen de los monumentos, cuando un grupo de asquerosos gnolls cayeron sobre mí. Me apresaron, me vendieron como esclavo y aquí estoy, tratando de ganarme de nuevo mi libertad para volver a ver las Tres Estrellas un día y resolver el misterio.

Elnara sobrevolaba a la caravana bajo el sol abrasador. El turbante que lucía la gnoma funcionaba, reflejando parte de calor del astro rey pero. aún así, había que ser de piedra para no sudar a mares. o Roxie. El roc de Elnara parecía disfrutar meciéndose con las cálidas corrientes de aire que ascendía de la abrasadora arena mientras ambas oteaban el horizonte. 

Efectivamente, como Garavel describía, la Garra se divisaba desde las alturas, más allá de la duna y Elnara sonrió. No le gustaban los núcleos poblados pero esta vez iba a agradecer un poco de civilización.

Aún así, al ver que el grupo se detenía, el roc comenzó a descender a tiempo para escuchar la historia de Edriel. A la gnoma le encantaba escuchar al elfo y sus historias. Ellos dos eran los únicos allí con afinidad por la magia y se había creado un vínculo de complicidad entre ambos.

La gnomo bajó de Pixie con dificultad y caminó con lentitud hasta llegar a una de las mantas extendidas en el suelo. Si ya le cansaba caminar sobre la roca y la tierra, hacerlo sobre la arena, la agotaba aún más, así que se dejó caer allí, se sentó y bebió un poco de agua ella y, luego, le dió también a Roxie.

-Me encantaría ir allí contigo, Edriel, ver las Tres Estrellas y el océano. Quizás cuando hayamos acabado con esta misión podamos montar algo -dijo la hermosísima gnomo.

Guijarro siempre iba acompañado de su penetrante olor a sudor, pedernal y carbón producto de su camisa de cuero, un antiguo delantal de herrero acondicionado y el hecho que no se la quitase nunca por supuesto, como si fuese una segunda piel.

El cuerpo algo rechoncho del enano no parecía sufrir ni el calor, ni el frío ni la fatiga de la misma manera que aquejaban al resto de mortales, algo que deseaba remarcar una y otra vez a sus pusilánimes compañeros. No obstante la mayor parte del camino cuando no estaba insultando a alguna roca que en apariencia lo había insultado a el se dedicaba a juguetear con arena y guijarros del desierto que hacía levitar sin esfuerzo aparente.

A pesar de su brusquedad y que resultase extremadamente mal hablado Guijarro no parecía poseer malicia alguna, mas bien la de un perro muy ladrador que rara vez muerde.

...la forja es como una puta amante, tu te amoldas a ella y ella se amolda a ti, juntos sudáis como cerdos y al final se crea algo jodidamente bueno. Y si eres tan bueno como yo acabas creando muchas cosas, muy rápido. Así fue como... - tras una pequeña interrupción sigue -...así fue como conseguí el trabajo con ese hijo de una cabra inútil, zángano y chupaflores que sólo es herrero porque pudo comprar una forja.

Desde luego si se hablaba de forjar o de minar Guijarro se enaltecía y sacaba pecho, así como contaba sus proezas con todo lujo de detalles, ya se ocupaba él de sacar el tema si pasaba demasiado sin que ocurriese.

Aunque no sentía ninguna afinidad con los esclavos fugados... que demonios no sentía ninguna pero tampoco era plan de montar ningún numerito. No obstante esos traerían la ruina a la sociedad, estaba claro. Aún así si compraba su libertad pasaría a ser un ciudadano de bien por lo que Guijarro replicó a Edriel -ja, si eso ocurre no hace falta que busques algún inútil por ahí, puedo abrir cualquier cosa de piedra, roca o tierra con el tiempo suficiente. Y al mundo le vendrían cojonudamente bien muchas de esas "azatas". Si dependiese de mi tendríamos multitud de azatas, vaya que si, hasta les invitaría a una cerveza en La Esfinge de Osirion- de lo mas barato claro. Guijarro no era tan avaricioso como el resto de enanos, lo que lo situaba en la escala de un avaricioso común que ponía la mano abierta para recibir pero el puño bien cerrado para dar.

Ante el semiorco el enano no podía hacer a menos que torcer el gesto. No sólo parecía otro esclavo fugado, cosa que intuía que acabaría trayendo problemas a Garavel si es que Guijarro sabía lo que se hacía, sino que encima era un gladiador. Y... aunque no se le ocurría ningún motivo por el cual un gladiador seguramente era mas peligroso Guijarro estaba dispuesto a sospechar sin necesidad de un motivo lógico, los hechos ya le darían la razón en algún momento, de eso estaba seguro.

No obstante mientras ambos fuesen miembros del mismo grupo tendría que tratarle con camaradería por lo menos así que replicó -bueno comehojas. Estoy seguro que fueron muy impresionantes si, claro que ninguno sería un kobold raquítico o un goblin sifilítico, ¿eh? ¡Ja!- y lo estaba intentando de verdad, hasta había quitado el tono irónico... mas o menos.

Y respecto a Elnara... Guijarro sentía cierta ambivalencia, por un lado era hermosa y era gnoma. Se suponía que a los enanos los gnomos les tenían que caer bien, como primos alocados que necesitaban suicidarse para no morir. ¿Era así? Bueno algo así seguro, nada de vivir tranquilamente pero siempre un enano aceptando sus trastadas como las aceptaría de un chiquillo imberbe. ¡Por otro tenía a un maldito pollo como mascota! ¡Y uno muy grande! ¿A quien se le ocurría? ¿No podía buscar una forma de suicidarse mejor que estamparse contra el suelo cuando ese bicho tuviese un pronto?

¿Y como lidiar con sentimientos encontrados? Pues evitando resolverlos y evitando a la fuente, por ejemplo no hablándole directamente si ella no le hablaba antes. Si, era una solución perfecta.

¿Y que, malditas sean todas las fulanas de Katapesh, es la Garra del Sultán?- preguntó Guijarro buscando cubrir su ignorancia con una pregunta educada y refinada dirigida al aire entre Garavel y los demás. Mejor aprovechar ahora, seguro que Lady Roveshki era de las que se ofendía si uno soltaba un improperio o dos y a Guijarro no le gustaba tener que contener su lengua.

Mientras dejais descansar a los camellos a la sombra de unas cuantas palmeras y el grupo se para a descansar, Garavel aprovecha para beber agua y estirar las piernas. Siempre un hombre seco y de pocas palabras responde brevemente a Guijarro, con quien su política parece ser dejarle soltar sus retahílas de insultos sin interrupción y responder calmadamente con una sola frase:

Garavel: La Garra del Sultán es donde Lady Almah estableció su campamento cuando llegamos a esta región por primera vez.

Después de un cierto lapsus, Lybious se da cuenta de que ha vivido en Katapesh la mayor parte de su vida. Tanto el país como su capital comparten nombre; y es en este enorme puerto comercial donde el lanista Stilts le hizo combatir en el Gran Coliseo; así como donde vive con los otros fugitivus y donde Garavel le reclutó para su expedición.

La dirección de la caravana era el pueblo de Kelmarane; o por lo menos sus cercanías, ya que la misión es reclamar el pueblo de una tribu de gnolls. Este pueblo se encuentra al noroeste, más allá de la Garra del Sultán.

Desde los cielos, Elnara divisó a lo lejos el campamento de Lady Roveshki, compuesto por varios carromatos y un corral con varios animales. Estaba dispuesto a la sombra del enorme y retorcido árbol conocido como la Garra del Sultán. Anciano como ninguna otra cosa, este árbol llevaba aquí generaciones incontables e incluso desde la lejanía parecía enorme, empequeñeciendo al campamento.

Me acerco con paso apresurado a Garavel, nuestro contratista

"Señor, no quiero ser indiscreto, pero ¿Sabe ya a que nos vamos a enfrentar?"
"Me refiero a capacidad que puedan tener, al número o armamento. No creo que tengan caballería, pero no es lo mismo luchar en las dunas que en una caverna"

El grupo se me hace agradable, sobre todo el enano ¡Cuantas palabras nuevas estoy aprendiendo de este barbudo caga-fuegos! Aunque en verdad me muero de ganas de ver que es lo que hace Elnara. Al fin y al cabo nunca he tenido ocasión de ver de cerca la magia, la verdadera magia.

Aun así, en mi fuero interno intento disimular mi nerviosismo. En parte quiero terminar este encargo lo más deprisa posible y volver a Kelmaranae con lo que pueda tener de ganancias.
 

Tras seis días de viaje al final parecía que la caravana llegaba a su fín. Seis días repletos de cansancio, sudor y sol. Pero aquel sol no era el bendito sol de Sarenrae que hace crecer vida y da calor a los afligidos, no, aquél sol era una bola de fuego que mataba todo lo que tocaba. El astro que volaba sobre ellos era la antítesis de todo lo que ella conocía y adoraba.

Miró hacía el cielo mientras se tapaba los ojos del brillo cegador de aquella aberración. La gnoma volaba sobre ellos explorando desde las alturas. Tras dar su patrón, Garavel, la orden de parada, la gnoma bajó volando y se reunió con ellos. Mientras Kei remendaba a los cansados y heridos parte de los contratados comenzaron a hablar. 

La historia de los esclavos le hizo torcer el gesto. Pese a todo era una Andorana de nacimiento, valoraba la libertad por encima de todo y esta había sido vilmente arrebatada a esta gente. “Si vives pero lo haces encadenado, entonces no vives” murmuro para si misma.

Una vez finalizado su trabajo, por suerte corto, decidió unirse a la conversación. -Saludos, me llamo Keilyssa. Nuestro patrón Garavel me contrató para ejercer de médico de esta expedición.- comentó con voz tranquila y grave. -Provengo del norte, del otro lado del Mar Interior. Llevo un par de años deambulando por Katapesh, ofreciendo mis servicios y llevando la luz de Sarenrae a aquellos que la necesiten.- explicó. Para sí se guardó que durante estos años había estado buscando la señal profetizada por la FlordelAlba, ella misma estaba empezando a perder la fe al respecto y además no quería quedar como una lunática que escucha voces. 

Sobre todo tras escuchar al enano rajar como un marinero en día de paga.

Una vez termina de alimentar silenciosamente a los camellos, Garavel espera bajo la sombra de un raquítico arbolillo cercano a que los ánimos se calmen y todos puedan descansar para reemprender la marcha. Es un hombre paciente y, de momento, no parece haber prisa alguna.

Elnara se rió con las palabrotas del enano. Le hacía gracia su eterno malhumor.

-La "Garra" es un árbol, querido Guijarro. Un árbol muy grande, anciano y retorcido y ahora mismo está rodeado por todo un campamento militar. Ojalá pudieras verlo desde los cielos, Es hasta bonito!

Sus enormes ojos esmeralda brillaron al mencionar al árbol, como siempre que hablaba sobre la naturaleza.

Conforme descansamos, intercambiando las historias de nuestras vidas, me he permitido levantar un humilde toldo (Una parte de mi tienda de campaña. No la levanto completa, sino sólo una parte para orientarla y que de sombra) para que podamos refugiarnos de la furia del sol.
La lona tiene colores azules y verdes: Colores frescos que resaltan con facilidad sobre la arena. Colores que harán que te encuentren si te buscan, si te has perdido.
 

"Bueno, no quiero parecer maleducado, señora" le digo a Keilyssa "Pero creo que luz... lo que es luz, por ahora tenemos de sobra"

Y señalo al Sol. Dejo salir un leve carcajada de mi chascarrillo, intentando quitarle paja al asunto

Me alzo alzo tras el improvisado toldo

"Gente ¿No oleis a algo raro? Como a azufre. En esa dirección"

Tras levantarme, señalo por donde ha venido el tufazo