Partida Rol por web

Ser Roshar veía cada vez más difícil la posibilidad de arrancar algo de información al Caballero Zorro. Padecía una obsesión, al igual que Ser Joris, y moriría en su intento por alcanzarla. 

El caballero del puño prefería no matar al anciano, al menos por el momento, pero lo primero sería conseguir que soltara la espada. Para ello aprovechó la atención dividida de Lord Archay para lanzar un golpe a su arma. Un intento por desarmarlo.

Galdrín vio sangrar al Caballero Zorro y no tuvo tanta compasión de él como Ser Roshar. Se desplazó hacía un lado y blandió su espada de nuevo para cruzar un segundo golpe contra el Zorro.

Galdrín de nuevo lanzaba su espada para proferir un segundo corte en la piel del anciano bandido. El filo de la espada logró superar la armadura de Lord Cayton y clavarse en su carne provocándole una segunda herida que sangraba tan abundantemente como la primera. Con dos heridas graves, el Caballero Zorro no pudo sino retroceder un par de pasos y lanzar unas cuantas maldiciones contra el grupo.

El Caballero Zorro apretaba los dientes con tanta fuerza que incluso a pesar del entrechocar de los metales podían escuchar como rechinaban. Era más por rabia que por el dolor que sentía en sus heridas. Corrió contra Galdrín desesperado y furioso y no vio venir la espada de ser Roshar, quien con un contundente movimiento en un arco ascendente logró arrebatar de las manos del zorro su propia espada y recogerla con la mano libre antes de que ésta cayera al suelo. En ese mismo momento, Whalen aprovechó para golpear con su espada a Lord Archay pero este retrocedió lo justo y se colocó de manera que su armadura logró amortiguar el golpe.

El heredero estaba asombrado del valor de sus hombres. Eran hombres de armas muy válidos. En un momento habían malherido al jodido caballero Zorro, además de conseguir desarmarlo. Se sentía muy afortunado de poder contar con semejantes caballeros en su feudo.

Whalen jadeaba por el esfuerzo. Por la adrenalina.

Rendíos... ahora... y seréis tratado... como un ca... caballero vencido en batalla.

Reunió aliento para continuar con mayor aplomo que el de un jovenzuelo que respiraba como un fuelle roto.

Resistid y vuestro fin será como el de un sucio forajido.

Ambas cosas eran ciertas en su caso. Él podía elegir como quería acabar su existencia.

Ser Roshar apuntó al Caballero Zorro con las dos armas, cercando su posición para que no pudiera huir. El señor había hablado y él no tenía más que añadir. Solo esperar a que se cumplieran sus palabras. O hacerlas cumplir. 

Estaba deseando conseguir algunas respuestas. Unas más urgentes que otras. Pensó en la persona que pudo haber citado a Lord Archay, preguntándose si tenía pensado acudir al encuentro. ¿En qué condiciones se presentaría? ¿o estaban allí para hacerles un favor a los conspiradores eliminando su cabo suelto? El caballero del puño torció el gesto, esperando el ataque del Zorro en cualquier momento. 

La cara de la mujer no revelaba sus auténticos pensamientos, en lugar de eso una expresión de concentración llenaba sus facciones. Al acabar de leer, y sin devolver el papel al chico, se dirigió a él con el mismo tono moderado empleado anteriormente.

-Excelente caligrafía la de tu madre, te enseñaría ella a leer, -mientras hablaba no perdía detalle de la expresión de Neil, dejando espacios para que las papabras calasen en la mente del niño -podría haber cobrado buenas sumas de dinero haciendo de escribano.

Lord Clayton mostró un rictus de amargura y sorpresa en su rostro al verse desarmado por ser Roshar. Retrocedió un par de pasos esperando el siguiente golpe y preparándose para recibirlo desarmado, pero el joven señor habló para ordenarle que se rindiera y depusiera su actitud beligerante ahora que se encontraba desarmado, rodeado y herido. El Zorro hizo una mueca de disgusto con la situación y maldijo a los Siete Infiernos pero finalmente alzó las manos y retrocedió un par de pasos para indicar que se sometería.

-Está bien... -Aceptó a regañadientes. -Vosotros ganáis.

Las heridas que le había infligido Galdrín sangraban profusamente y el Caballero Zorro tuvo que llevarse una mano al costado para sostener la herida y evitar desangrarse. Apretó los dientes de rabia y miró con ira a ser Roshar por arrebatarle su espada y con ella su privilegio de luchar hasta la muerte.

-Yo me encargo, mi señor. -Dijo el maestro de armas a Whalen satisfecho por haber reducido al temible enemigo de manera tan rápida. Y se dirigió hacía Lord Archay para apresarlo y llevarlo con ellos de vuelta a la ciudad o a donde Ser Roshar tuviera a bien interrogarle, pues sin duda esa era su parte. Él ya se había encargado de malherir al viejo caballero.

Galdrín se mostraba confiado, habían escuchado hablar mucho del Caballero Zorro, pero ahora que lo habían enfrentado le resultó mucho ruido y pocas nueces. Además ser Roshar tenía su espada y con esas dos profundas y graves heridas poco podría hacer. Agarró con fuerza la mano que el Caballero Zorro alzaba para mostrar su rendición y la retorció por la muñeca para llevársela a la espalda y atarla.

El Caballero Zorro era una vil sabandija, un astuto personaje que había sobrevivido largos años en un bosque plagado de bandidos y maleantes manteniéndose fiel a los dragones en un mundo nuevo que le repudiaba y al que no pretendía conocer. Era un sucio forajido, y como tal moriría. Un brillo de relució en sus despreciables ojos y en el mismo momento en que Galdrín retorcía su mano derecha para llevársela a la espalda, Lord Archay sacaba un puñal bajo los pliegues de la ropa cercanos a las heridas que había estado apretando para evitar su desangramiento. Con un rápido movimiento se retorció como la inmunda criatura que era y asestó una mortal puñalada en la garganta del maestro de armas.

-¡Por Rhaegar!- Gritó enardecido.

Mientras Galdrín caía herido de muerte el Caballero Zorro enfrentó al resto del grupo armado únicamente con su puñal recuperando en su lenguaje los improperios hacía ellos.

-¡Traidores de mierda! -Escupió al suelo. -Venid a por mi si sois hombres.

Los acontecimientos fueron demasiado rápidos para conseguir evitarlos. Ser Roshar estaba apuntando al Zorro con especial atención cuando Galdrín se acercó para apresarlo. La confianza reflejada en el maestro de armas le inquietó, ¿cuántas veces le había repetido que no debía bajar la guardia? Por desgracia, se percató tarde. No se lo pudo repetir de nuevo. No se lo podría repetir nunca. 

El caballero observó impotente como Lord Archay conseguía revolverse para acabar asestando una puñalada mortal a su amigo. No lo quiso creer, intentando negar lo que sus ojos acababan de ver. Un instante de conmoción. Lo que tardó en retomar consciencia de la situación y continuar un movimiento que había iniciado de forma automática para abalanzarse sobre el enemigo. En su mente la única idea de hacérselo pagar. Y con creces. 

Whalen observa tranquilo como el caballero triador se somete y Galdrín se acerca para reducirlo. Todo ha terminado. Ha sido una buena escaramuza. Lord Archay no es tan duro como lo pintan... Pero en ese momento el viejo se retuerce como un hurón y antes que se de cuenta le ha cortado el cuello a Galdrín. A su estimado mentor en el ejercicio de las armas. A su hermanastro sensato y fiel. A su amigo.

NOOOOOOOOOO!!!

Galdrín chorrea sangre como una fuente. Cae al suelo. No puede estar vivo. No puede ser. No puede estar muerto.

Se lanza contra el jodido cabrón del Caballero Zorro. No quiere otra cosa que ver su puta cabeza en una pica. Que sufra como el cabrón que es.

Ser Adrik ya se preparaba para envainar la espada y dar media vuelta en busca de los caballos cuando el Caballero Zorro se reveló como el vil y sucio canalla que era para asestar una puñalada trapera y sin honor ninguno a Galdrín, quien iba a encargarse de atarle las manos a la espalda.

Para Adrik ver a su amigo caer fue demoledor. Mientras Ser Roshar, Whalen se lanzaban con furia contra Lord Archay, él sintió que se quedaba paralizado al ver el rictus de dolor y sufrimiento que se dibujaba en el rostro de Galdrín mientras se ahogaba en su propia sangre, la cual salia a borbotes por la raja que ese malnacido había abierto en su garganta.

El estómago le palpitaba subiendo la última comida a su garganta y el corazón le había dejado de latir. Ser Adrik dejó caer la espada al suelo olvidándose por completo de la pelea y se lanzó corriendo a por su querido amigo. Tapando con sus manos la herida que manaba sangre a borbotones, con la ilusa esperanza de poder salvar su vida.

-¡Galdrín! -Logró decir con la voz medio ahogada y las lágrimas asomando a sus ojos.

-¡Cuidado!. -Quiso advertir ser Bryan, pero ya era tarde. El filo del puñal del Caballero Zorro ya había rebanado la garganta de Galdrín.

El caballero errante quedo sorprendido por la falta de escrúpulos, honor y decencia que Lord Clayton había demostrado con esa sucia jugarreta. Asió con fuerza la empuñadura de su espada y se lanzó a la carga para propinarle un buen golpe que le tumbara de una vez por todas.

-¡Traidores! ¡Tragavirotes! ¡Rebeldes hijos de puta!. -Bramaba el Caballero Zorro mientras mantenía su puñal frente a su cuerpo adquiriendo una posición tan beligerante como si sostuviese un poderoso mangual con el que abrir en dos las cabezas de sus oponentes. -¡Os mataré sucias ratas!.

Las palabras del Caballero Zorro estaban cargadas de bilis y rabia pero eran lo más peligroso que tenía en ese momento ahora que las fuerzas comenzaban a fallarle. Las dos graves heridas que su cuerpo resistía milagrosamente habían provocado que sus movimientos se ralentirzaran tras el esfuerzo para retorcerse y apuñalar a Galdrín.

Whalen atacó primero y logró golpear al Caballero Zorro sobre el hombro y hacerlo retroceder. En la cara de Lord Archay se advirtió el daño que aquel golpe le había producido. Luego ser Bryan impactó con el filo de su espada en la armadura robusta y pesada de Lord Archay, quien alzaba su puñal para protegerse a duras penas. Por último ser Roshar se lanzó con brutalidad sobre él y la fuerza de su ataque logró hacer que Lord Clayton se tambaleara hasta estar a punto de caer al suelo. La espada de Roshar golpeó duramente y la afilada hoja del arma seccionó el brazó del Caballero Zorro que sostenía el puñal. El brazo cayó al suelo todavía agarrando con fuerza la empuñadura y lord Clayton se retorció de dolor hasta caer al suelo de espaldas. 

El muchacho se mostró algo extrañado con las palabras de Varya sobre la caligrafía de su madre, palabras que no logró entender y simplemente se limitó a asentir con la cabeza y pronunciar en voz baja un tímido. -Gracias. -Recogió la carta que la dama le regresaba y la guardó en su chaqueta.

-Yo no sé leer, mi señora. - confesó con la simplicidad sincera de un niño. -Pero el mensajero que me la trajo tuvo la amabilidad de leérmela.

Neil mostró una tímida sonrisa en sus labios y se quedó a la espera durante unos segundos. Después alzó tenuemente la voz para realizar la pregunta que más le importaba con la ilusión desbordando por sus ojos y sonrisa.

-Entonces... ¿podré ver a mi padre?.

Ser Roshar se adelantó hasta la posición donde había caído el Caballero Zorro para pisar su espalda e inmovilizarlo. Resoplaba con fuerza a causa de la furia que contenía a duras penas. Aquel hombre aún tenía información importante y podía ser clave para desentrañar la trama que se cernía sobre la familia. Era lo único que le salvaba por el momento. Pero llegaría su hora. Y el caballero tenía pensado que fuera un proceso lento...

- ¿A quién esperabas en el claro? 

Tras tenerlo controlado haría que las dos espadas arañasen el suelo alrededor de Lord Clayton con clara amenaza. El caballero del puño no estaba dispuesto a tolerar que se le negasen las respuestas. Ni siquiera la demora de las mismas. Las hojas ya estarían buscando los puntos vulnerables en la armadura del viejo. Si no le complacía con rapidez le haría notar el mordisco del acero en el reverso de su rodilla. Para empezar. 

-Vete a la mierda, hijo de perra. - Espetó como respuesta el Caballero Zorro. -No pienso decirle nada a un sucio traidor de mierda.

Lord Archay se sostenía el muñón sangrante retorciéndose de dolor. Ni siquiera pareció importarle que Ser Roshar tuviera dos espadas, incluyendo la suya propia, con las que trataba de intimidarle. Pero el viejo Zorro no se dejaba amedentrar a pesar de que el caballero del Puño Negro estuviera dispuesto a dejarle nuevas heridas. 

-Ya puedes matarme. 

Con el golpe a Archay también salió parte de su furia, que se enfrió un punto más cuando fue reducido por su fiel vasallo. Miró a un lado y vió a Adrik sujetando la cabeza de galdrín. Whalen dejó caer su espada y se agachó igualmente al lado de su hermanastro, que ya mostraba la lividez de la muerte.

Aquella escena le recordó oscuros episodios de su niñez y, al igual que aquella vez, podía notar el sabor de la bilis en el cuello. El olor de la sangre le producía arcadas. Galdrín estaba muerto. Hacía un momento estaba vivo y ya no lo estaba.

Levantó la vista ante las bravatas del Caballero Zorro.

Haced que sufra ese viejo cabrón.

Le ordenó a ser Roshar. Al diablo con él y sus respuestas. Ni había pensado en ellas. Sólo deseaba venganza. Y el caballero traidor parecía ansioso por proporcionarle esa venganza con sus palabras de bravucón.

El caballero hundió la espada en la rodilla del Caballero Zorro.

- No eres más que un estúpido. - Siguió empujando la hoja. - Has sido utilizado y sacrificado. 

Ser Roshar luchaba por contenerse. Ya habría tiempo de acatar las ordenes. Y sus propios deseos.

- Y ni siquiera eres capaz de verlo. - dijo cargado de desdén. - Tus aliados ya no te consideran útil, por eso nos han ayudado a encontrarte. ¿O acaso has enviado una carta al anciano para retarlo a duelo? - señaló a Ser Joris con el arma libre. - Traedle la carta. - pidió al resto del grupo. - Así sabrá quienes son los traidores.