Partida Rol por web

Desde que los pases comenzaron lady Varya no pudo apartar los ojos del terreno del torneo cada vez que se sentía el galope de los caballos, la dureza del Lugus era todo lo que había llegado a sus oídos y más, por contra Whalen se estaba mostrando como un verdadero Crogall, la sangre fría de los lagarto-león parecía correr por sus venas. Por cada gramo de impulsividad que derrochaba ser Naton, el heredero de su casa lo gastaba buscando el hueco para poder derribarlo.

La dama estaba orgullosa de él, fuese cual fuese el resultado de la justa estaba demostrando de qué estaban hechos los hijos del pantano y eso valía mucho, quizás incluso más que el ganar. Aunque todo el empeño de la mujer estaba en que ese sentimiento no se notase, para el observador casual simplemente estaba atenta para ver quien era el desmontado sin tener predilección por ninguno de los dos, o en todo caso tirando en contra de su hijastro.

Aprovechaba los momentos entre envites para deslizar sus ojos por las gradas, tratando de apreciar algo fuera de lo normal.

-Bien. -Dijo Ruth con decisión. -La encontraré y os diré dónde está.

Hablaba como si aquella tarea fuese pan comido, pero Ser Roshar sabía que de la dificultad que entrañaba pues ni él mismo había logrado dar con la desaparecida. Ni él, ni los Dannett, ni muchas más personas que andaban tras su pista. Pero cuando volvió a mirar a los ojos de Ruth se percató de hasta dónde podía llegar ella para conseguir lo que se proponía. Como mujer podía acceder a lugares donde él no podía llegar, y lograr confidencias que a él le resultarían imposibles.

Ser Naton Lugus se tambaleó en la silla tras el golpe tan preciso de Whalen en el segundo envite. Ya no se reía bajo el yelmo, pues había estado a punto de caer al suelo y todo por confiarse demasiado ante un mequetrefe similar a su hermano que había tenido la osadía de enfundarse una armadura y alzar a duras penas una lanza para participar en el torneo.

-Dame la puta lanza. -Le espetó a su escudero después de que éste le preguntase si estaba bien al llegar a su rincón.

Ser Naton clavó los ojos en Whalen con una mirada fulminante que bien podría haberle echo caer del caballo allí mismo. Pero Whalen la resistió del mismo modo que había resultado los brutales golpes del Lugus, más parecidos a las coces de una mula que al justar de un caballero ungido con los Siete Óleos.

-¡Vas a caer, Crogall! - Gritó antes de picar espuelas con tanta fuerza que su caballo salió a galope tendido.

Después de la segunda ronda de aquel duelo entre Ser Naton Lugus y Whalen Crogall, el público se puso en pie para aplaudir el espectáculo que ambos contendientes estaban dando a los asistentes. Incluso el Rey Robert acompañó los aplausos con sus manazas. Empezaba el tercer y decisivo cruce entre aquellos dos oponentes que con tanta fiereza habían luchado para alzarse con la victoria. Pero tras aquel último choque de lanzas sólo uno podría seguir en el torneo, y si ninguno caía al suelo derribado serían los jueces quienes decidirían al vencedor.

Whalen logró tocar al Lugus pero este se mantuvo firmemente sobre el caballo sin dejar que el golpe del Crogall le hiciera tambalearse nuevamente. Naton había echado el resto para desmontar a Whalen, y le encajó un duro golpe en el centro del escudo que podía hacerle caer dada su fuerza y buena colocación. Todo el mundo contuvo el aliento para ver si el Crogall caía, incluso Naton se giró en la grupa del caballo para observarle mientras el animal seguía avanzando. Todo dependía de aquello.

De fondo oía al público animando. Eso le daba ánimos, pero era como algo lejano, como si en realidad no fuera con él. La amenaza de ser Naton hizo que de forma instintiva elevara un poco el escudo y a la vez que colocaba su lanza notó como la de su adversario arañaba, por un instante, su escudo.

El golpe fue brutal. El asta del Lugus se hizo añicos contra el escudo. Casi le pareció que su brazo se partía por el impacto. Todo se llenó de un fulgor blanco y creyó que iba a ser arrancado de la silla, pero no fue así. Si en una cosa era bueno, era montando a caballo. Una vez superado el impacto siguió a un trote ligero, como si Bella supiera que aquello ya había terminado. Notó más que vió, los ojos de ser naton clavados en él. El terco mequetrefe Crogall que se resisitía a caerse de la silla. Le dolía todo el cuerpo. Se sentía desfallecer. Tenía el cuerpo molido por los trompazos de esa bestia.

¿Quién habría ganado? Él no lo sabía y bien poco lo que le importaba. La tozudez Crogall le había mantenido en la silla. Ahora ya nada dependía de él. Los primeros metros seguía sobre su montura como un pelele, llevado por la inercia de su montura. parecía que podía caer, como si estuviera al borde del colapso, pero finalmente se rehizo y volvió a girar su montura al final del carril, como si fuera a acometer por cuarta vez, pero una vez allí, detuvo a Bella.

Levantó la celada de su yelmo para tomar aire. Se sentía mareado, pero ahora no podía permitirse el lujo de caerse del caballo. Paseó su vista de ser Naton al palco de los jueces, y viceversa. Quería buscar a su familia entre el público, saber qué opinaban, buscar su apoyo, pero se resistió a ello.

Necesito un maestre... Joder! Qué dolor.

Ser Naton Lugus maldijo la suerte del Crogall al ver que este todavía se mantenía sobre el caballo después de haber sido golpeado con toda su fuerza. Naton sabía que el segundo golpe de Whalen, aquel que casi le había echo caer, había sido muy bello, lleno de técnica, fuerte y bien colocado. Un golpe clave para desempatar un igualado encuentro como aquel. Ser Naton se quitó la celada de un arrebato y la lanzó al suelo. 

-¡Es un empate!- Gritó sin poder disimular el tono de desesperación. -¡Os reto a un cuarto! - Señaló con un dedo a Whalen, apretando los dientes.

Willard celebró que Whalen no hubiera caído de la montura como si ya hubiese ganado el torneo. Alzó los puños al cielo y dio un brinco a causa de la felicidad repentina y la emoción contenida durante aquel minuto anterior. Pero al ver que Whalen parecía estar herido echó a correr hacia el otro extremo de la liza como si le persiguiera un lagarto-león; pasó al lado de Ser Naton ignorando sus exigencias.

-¡Mi señor! ¿Estáis bien? - preguntó alarmado al llegar a su altura.

Desde luego, ser Naton y su hermano no podían ser más distintos. Quizás era un empate, o ser Naton podía ser el ganador. No se atrevía a dar su opinión. Los jueces eran más expertos en eso. Él sólo quería no caerse. No tenía fuerzas para contestar.

Su fiel escudero llegó corriendo y posó una mano enguantada sobre la cabeza del joven. Le habría gustado contestarle, pero no se sentía con fuerzas, así que simplemente le sonrió levemente.

Miró a ser Naton y desvió la vista hacia los jueces. Lo que ellos dijeran estaría bien. No se iba a dejar llevar por la arrogancia de su adversario. Si no le doliera tanto el brazo quizás habría caído en su trampa. Deseaba que ser Naton mordiera el suelo, pero se sentía jodidamente mal. Prefería que los jueces decidieran quien ganaba y quien perdía. Un pase más podría arrancarle el brazo de cuajo.

Ser Roshar miró con curiosidad a la joven. Podía resultar útil. Si conseguía la información tendría que replantearse cumplir su supuesta parte del trato. Le gustaría concedersela, pero habían más cosas en juego y su señor no tenía porque tener ningún interés en acceder. Aunque era posible siempre que no repercutiera de forma negativa en la familia.

El caballero indicó a Ruth la forma del próximo encuentro. Como ya tenía una tarea asignada, y quizás también conociese alguna de las encomiendas hechas a Rata, sería ella la encargada de dejarle una señal cuando tuviera información que darle. Por esta vez serviría el mismo pañuelo, aunque cambió el lugar donde sería colocado y el punto de encuentro. Se encargaría de pasar por la zona a las últimas horas de cada día para reunirse al cobijo de la noche.

Si la joven no tenía más que añadir el Blackfist se despediría de ella para poder ir a descansar sus heridas. Su vuelta iba a ser mas larga de lo que le hubiera gustado, para prevenir cualquier persecución indeseada.

El caballero compartió la emoción del público ante la justa. Whalen había demostrado gran habilidad. Bien sabía el Blackfist lo difícil que era sobrellevar los embates de aquella bestia Lugus y él solo tuvo que sufrir uno. Esperó que la armadura del heredero Crogall hubiera podido contener gran parte de los golpes.

Ser Roshar soltó una risa divertida ante la actitud de Ser Naton al final del último choque de lanzas. Sentaba bien cuando la arrogancia mordía el polvo y confiaba en que así fuera dictaminado.

Los jueces rehusaron la petición de Ser Naton al considerar que debían mantener el mismo criterio para todos los concursantes del torneo, y pese a lo igualado de la contienda entre ambos dieron por vencedor a Whalen Crogall con total merecimiento. Ser Naton montó en cólera ante la resolución y comenzó a gritar que aquello era un robo terrible. Sólo cerró su bocaza cuando el propio Rey Robert se puso en pie con gesto serio y mirada adusta para indicarle que no iba a consentir pataletas como aquella. Pese a que Robert había ganado considerable peso en los últimos años, su porte todavía era muy intimidante como para no guardarse las quejas para uno mismo. Ser Naton abandonó la liza enfurecido y apartó de un empujón a su escudero cuando este iba a consolarlo, el muchacho cayó de culo en la arena y quiso disimularlo recogiendo el yelmo que Naton había lanzado al suelo anteriormente.

Entre tanto se daba a Whalen como vencedor oficialmente, pero el Crogall se sentía dolorido por dentro y sabía que aquel bruto de Naton le había roto algo con total seguridad, probablemente un par de costillas. Whalen rezaba para que no fuese el brazo, que le dolía como si un herrero hubiese forjado acero valyrio usándolo de yunque. Willard le tendió una mano para ayudarle a desmontar del caballo una vez estuvieron en las cuadras. Los siguientes caballeros fueron llamados y pronto sería el turno del enfrentamiento entre Ser Adrik y el dorniense Bryan Telson.

Aquella lid había había captado la atención de todo el público, entre ellos Lord Evan. Sus manos se habían aferrado a su asiento en cada uno de los pases, sus pies habían pisado con fuerza las gradas para sostener a su hijo sobre el caballo... Y cuando finalmente le dieron la victoria merecida, se puso en pie a aplaudir rabiosamente. Su familia, su Casa, había logrado que el mismísimo rey les aplaudiera. -¡Por los Crogall! ¡Viva!, exclamó entusiasmado y emocionado.

Cuando se sentó de nuevo, cogió la mano de Lady Varya entre las suyas en un gesto cariñoso y poco habitual en él, al menos en público. -Lo ha hecho bien Whalen, dijo. Era una sensación nueva. Ahora se sentía orgulloso de su hijo, y al mismo tiempo lamentaba el largo tiempo perdido. Suspiró. -Hoy es un buen día para los Crogall. Pase lo que pase después, debemos recordar este momento.

Miró alrededor, y aún sonaban los aplausos de la muchedumbre del Desembarco del Rey.
 

El joven observó con atención todas las reacciones de Naton. Aunque se sentía molido una pequeña alarma en su cerebro se obstinaba en lanzarle patadas. Alguien como ese Lugus no iba a olvidar aquella afrenta imaginaria así como así. El viejo Whalen habría ido a presentarle sus respetos más tarde, pero el nuevo Whalen no haría semejante cosa. Era un Crogall y podía arrancarle la cabeza de un mordisco a ese idiota. Al menos así se sentía en aquel instante, con el rey interponiéndose en aquella riña y todo el público aullando por su victoria. Si más tarde se encontraba a aquel energúmeno en un callejón oscuro, seguramente no se sentiría tan seguro.

El público... Ese fue otro detalle que le llamó la atención. Qué rápido mudaba la atención y opinión de la gente. Los apestados Crogall ahora eran adorados por aquella gente. Sólo había hecho falta un poco de espectáculo para que la percepción cambiara.

Una vez en las cuadras se dejó ayudar por Willard y se recostó contra un montón de paja, gruñendo por el dolor.

Por los Siete... Necesito que me vea un maestre. Mirad de conseguirme uno, muchacho. Nicholas si puede ser, pero me temo que quizás esté muy ocupado con el Cónclave. Debe de haber un maestre o algo similar en la zona de justas, por si alguien recibe daño... Como parece que es el caso. Maldito Naton. Parecía que quería separarme las piernas del tronco. Menudos trompazos... Ve, ve... Ah! Y acércame la espada. Me ayudará a incorporarme si necesito hacerlo antes de que vuelvas.

Tampoco las tenía todas de que ese tarado de ser Naton no decidiera venir a hacer algo más que a pedir el rescate por su caballo y su armadura. De hecho no esperaba que lo hiciera, viendo su tan caballeroso comportamiento.

Ser Roshar sonrió ampliamente al escuchar el veredicto de los jueces y la iracunda retirada de Ser Naton. Lo siguió con la mirada, evaluando si sería capaz de pretender algún tipo de desquite por la derrota sufrida. No era momento de que se les sumaran nuevos problemas...

El caballero dejó de prestar atención a la liza y a los contendientes que se preparaban para la siguiente justa. Empezó a deambular con paso vacilante por la zona mientras las conversaciones ajenas llenaban sus oídos. Quería comprobar si aún se seguía hablando de los Crogall y en qué terminos. Además daba la oportunidad de que algún rumor de interés llegara a su conocimiento.

Con el final de la liza en manos de los jueces lady Varya paseó de nuevo la mirada por la grada como si no le importase, aunque la realidad era que esperaba que el veredicto les fuese favorable pues el Lugus más parecía un bárbaro que un caballero, y sus ojos buscaron a ser Gennady. Quizás él tuviese más éxito buscando a la joven Dannet ahora reconvertida en meretriz altiva.

Cuando se hizo público que el ganador era Whalen y la gente rompió en vítores y aplausos, la señora de la casa volvió a mirar a la pista y aplaudió casi por obligación, sonrió a su esposo mientras éste le cogía la mano y asintió.

-Por supuesto. -le contestó totalmente convencida -Si me disculpais mi señor, hasta que os toque a vos saldré a refrescarme.

El poco aguante de la dama era algo de lo que todos los integrantes de la casa sabían, no solía poder estar mucho tiempo de pie o en lugares sofocantes, y siempre se ausentaba de las largas reuniones por cortos períodos.

-De acuerdo, le contestó a Lady Varya y apretó la mano de su esposa. Le reconfortaba tenerla cerca, pero comprendía que un día entero de justas podía resultar algo tedioso. Por un fugaz instante, sus miradas se entrelazaron. Un silencio compartido entre el ruido de la multitud. Evan mostró una sonrisa amable. -No os preocupéis, Lady Varya. Podéis iros. Cuando sea mi turno espero veros entre el público...

Willard había hecho bien su trabajo, y había ido corriendo hasta el cónclave de maestres para encontrar a Nicholas y traerlo consigo. Por culpa de la precipitada carrera persiguiendo al muchacho, el anciano maestre llegó enrojecido y sudando como si hubiese cruzado los desiertos de la Marca de Dorne.

-¡Por la Madre!- Exclamó Nicholas. -Este muchacho me ha dado un susto de muerte, pensaba que os moríais.

Tras recuperar el resuello, el anciano se dedicó a sanar las heridas que su brutal encuentro con Ser Naton habían dejado en Whalen. Examinó su brazo y comprobó que no había nada roto, aunque el hombro estaba dislocado.

-Debéis guardar reposo absoluto hasta mañana en ese brazo si queréis justar. También tenéis rota una costilla, así que deberíais descansar.

El maestre Nicholas acudió corriendo a los establos para atender a Whalen alertado por Willard. El heredero de los Crogall había permanecido allí durante todo ese tiempo en soledad, temiendo que Ser Naton apareciera con malos modos y con su ya más que demostrada poca caballerosidad. Pero el mayor de los Lugus no acudió a entregarle su armadura y su caballo como ofrenda al vencedor, aunque tampoco a montar bronca. Ser Naton se había ido a desahogar su rabia contenida en algún burdel de la ciudad o en alguna taberna que sirviera ya alcohol a esas horas.

En la arena, el heraldo llamó a Ser Adrik Crogall y a Ser Bryan Telson y ambos oponentes se encontraron en la liza de combate. El Crogall aferró con firmeza sus pies a los estribos de su silla para mantenerse firme como una roca mientras que el dorniense utilizaba su peculiar y extraña manera de justar de pie sobre la silla aprovechando el balanceo del caballo para tomar impulso. Ambos jinetes se cruzaron en mitad del campo y las maderas de las lanzas crujieron con un sonido seco mientras el público vitoreaba y animaba a su justador favorito.

A pesar del golpe fuerte que recibió Adrik, el primo de Whalen y sobrino de Lord Evan se mantuvo en la silla como si nada hubiera pasado. Había sabido colocar el escudo justo a tiempo para detener el ataque del rival. Ser Bryan en cambio recibió un poderoso golpe que no pudo esquivar ni detener salvo con su cuerpo. A pesar de su magnífica habilidad sobre el caballo, el dorniense estuvo a punto de caer de la silla y tuvo serios apuras para mantenerse sobre el caballo. En un último segundo, logró incorporarse y evitar la caída. Aún así, el golpe recibido había sido brutal, Ser Adrik había golpeado con tanta fuerza que el sonido de la madera contra el metal resonó con fuerza en las gradas.

El heredero hizo que su mentor descansara para recobrar el aliento antes de atenderle y asintió a sus indicaciones, agradeciéndole muchísimo que hubiera abandonado en Cónclave para verle.

Se sintió íntimamente agradecido que no apareciera por allí el brutal ser Naton y en lugar de eso, cuando anunciaron la liza entre su primo y su amigo dorniense salió a observar la justa entre ambos.

El choque había sido brutal y envidió la habilidad marcial de ambos. Casi cae ser Bryan. Dudaba sobre quien quería que ganara. Se avergonzaba por ello. Debía de ir con su primo pero sentía que tenía el corazón partido entre ambos contendientes. Ambos excelentes justadores y mejores personas.

Ser Roshar, después de varias vueltas por la zona, se acercó renqueante hacia Orten Lugus. Ya había escuchado suficientes tonterias por el momento.

- No se puede ganar siempre. - comentó con una sonrisa. - ¿Has apostado por alguien? Si no es indiscreción. -

El caballero tenía que confirmar si había descubierto algo nuevo. Cualquier pieza podía dar sentido al puzzle entero. Faltaba aquella pieza. Como habían desaparecido otras.