Partida Rol por web

Ser Gennady se levantó algo mareado tras rodar por la arena de la liza y después de lograr estabilizarse no pareció estar de muy buen humor. Tras haber sido derrotado por Ser Adrik, el caballero dorniense no se lo tomó muy bien y culpó a su caballo de tan mal desenlace. Asestó una bofetada al animal para pagar su frustración, lo que le valió el abucheo del público, y le espetó a Ser Adrik que podía quedarse con el estúpido animal. El Crogall, en vista de esto y temeroso de que decidiera desquitarse con el caballo más tarde, decidió no pedir rescate por la montura de Ser Gennady, pero sí le recordó que debía pagarle si quería conservar su armadura. Ser Adrik solía perdonar los rescates, pero quiso castigar al dorniense por el feo trato propinado al animal.

En el siguiente combate, Ser Bryan Telson logró desmontar a un caballero del Valle de Arryn en la primera ocasión que cruzaron lanzas. El dorniense cabalgaba con una gracilidad increíble a lomos de su caballo, inclinado hacía delante y con su cuerpo como flotando sobre la silla de montar. Comparado a su rival, Ser Bryan era como la marea que golpeaba las duras rocas, con la salvedad de que en esta ocasión las rocas se habían desmoronado incapaces de aguantar el golpe. 

Los siguientes en ser llamados a la liza fueron Ser Naton Lugus y Ser Roshar Blackfist.

La señora de la casa miró a Piper, ¿de verdad era tan tonto como para pensar lo que decía o estaba ocultando algo? La situación en el terreno de liza llamó su atención, no se esperaba ese comportamiento del dorniense y acabó mirando y contestando al mercader de forma algo brusca.

-Si he venido no ha sido para infectar nada, ni para hacer bandos, trataba de poder concertar una reunión con vuestra futura casa. Esperaba que vos precisamente entendieseis la importancia de la comunicación sin prejuicios y nos ayudaseis a tender puentes y cerrar viejas heridas.

Volvió a colocar el mechón de pelo entre el recogido mientras miraba de nuevo al torneo. Tenía que encontrar el punto, no podía volver de nuevo con las manos vacías, Evan esperaba más de ella y no lo decepcionaría. 

Whalen se sintió igualmente indignado por el trato al caballo de ser Gennady. Era un imbécil. El heredero sentía debilidad por los caballos. Había pasado mucho tiempo durante su vida con ellos. Y aquello le hizo hervir la sangre. Su primo, por eso, se comportó como un verdadero caballero y se quedó con el caballo del vencido.

En cuanto encontró el momento se acercó a él y se apoyó sobre su hombro, a la vez que le felicitaba por su victoria, así como por su caballerosidad ante el vencido. Podía ser un buen lord Crogall. Aunque fueran una casa pequeña, eran una casa honorable.

Pero fue pensar eso y pasar por su mente la imagen de la ejecución de los Claviger y cambió de opinión.

Por fortuna luego empezó la justa de su amigo idolatrado dorniense y se esfumaron tan nefastos pensamientos. El joven caballero era una delicia verlo. Gallardo, apuesto, valiente, grácil... Suspiró por esa vida nómada y libre de ser Bryan, y aplaudió a rabiar ante su clara victoria.

Ser Roshar se preparó para la justa con aire distraído, más preocupado por sus pensamientos que por el inminente choque de lanzas. Era una farsa. Reconoció que estaba más impaciente de lo que esperaba. Quizás por quitarse de en medio el torneo y poder desaparecer para ocuparse de otros quehaceres. Como encontrar a la joven Dannett, retomar contacto con su red o descubrir a quien pertenecen ciertos nombres.

El caballero no tuvo que perder demasiado tiempo saludando al gentío, no tenía demasiados aficionados. Inició la carga con actitud defensiva. Sabía que tenía pocas oportunidades y decidió jugársela en la primera mano. Se levantó de la silla antes de llegar a impactar contra el aguerrido Lugus, aferrando con firmeza su lanza. Esperaba contar con la sorpresa, y con un confiado rival. 

Ruber Piper se giró hacía la liza para ver como Ser Gennady Sharin aterrizaba en la arena y lamentó haberse perdido el golpe. No estaba pudiendo disfrutar del espectáculo por la, a su parecer, absurda discusión que estaba manteniendo con Lady Varya. Algo más irritado en esta ocasión se dirigió hacía ella.

-Lady Varya, insisto en que me dejéis disfrutar de la justa en paz. Ya me he perdido varios lances por vuestra culpa. -Los pliegues de su papada se sacudieron temblorosos al girar la cabeza.

Ser Naton Lugus podría catalogarse fácilmente como el mayor arrogante que jamás hubieran visto. Llegó a la liza con una seguridad implacable y al ver a su rival soltó una carcajada nada disimulada y le comentó algo a su escudero que le hizo también reír. Se paseó como un gallo de corral por la liza cuando presentaron sus nombres y saludó a las damas sin ningún pudor por estar retrasando el inicio de la justa aún en presencia del Rey.

Subido a su caballo y con las largas plumas azules sobre la cimera su aspecto era tan formidable como temible. Ser Naton tenía una constitución fuerte, anchos hombros y brazos y una altura digna de un caballero de leyenda. Estaba completamente acorazado por su armadura de placas y lucía en su sobrevesta el cáliz de argén tachonado de esmeraldas sobre campo sable de su casa. A pesar de su actitud jaranera en la posada se tomaba muy en serio las justas y su mirada cambió drásticamente en cuanto enfiló la liza de combate. Estudió con dureza a Ser Roshar, tensó las cuerdas del caballo y tomó la lanza que le tendía su escudero. Entonces picó espuelas al caballo y atacó con su habitual agresividad en el combate.

Ser Roshar Blackfist parecía que iba a mantener una posición defensiva sobre el caballo, algo completamente recomendable si te enfrentabas a una fuerza de la naturaleza tan devastadora como Ser Naton Lugus, pero en el último momento Ser Rosar se alzó sobre los estribos para impactar a su rival con más contundencia. Eso le hizo perder estabilidad sobre el caballo, que instantes más tarde demostró ser un grave error. Ser Naton Lugus atacó con la contundencia que de él se esperaba, y su brutal ataque logró desmontar al caballero del puño negro con tal violencia que lo lanzó duramente contra el suelo. El golpe fue tan impactante que muchos de los presentes entre el público se llevaron las manos a los ojos para no ver el desenlace.

La estrategia de Ser Roshar era sorprender a su rival y lograr derribarle del caballo cuanto antes. Y estuvo a punto de lograrlo. Ser Naton se balanceó peligrosamente sobre la silla y estuvo a punto de perder el equilibrio hasta el último momento, cuando logró enderezarse y mantenerse sobre la silla adjudicándose así la victoria.

Whalen odió la actitud de Naton, tan arrogante e infantil. Después de hacer esperar a su vasallo, finalmente van uno al encuentro del otro, elevándose sobre la silla ser Roshar, en el último momento. Parecía una buena estrategia. Whalen sonrió ante la astucia del Blackfist. Al ver el impacto entre ambos se puso tensó como una cuerda de arco. Vió caer con pesadez a ser Roshar y paretó los puños mientras observaba como el enorme Naton se balanceaba sobre su caballo como un pelele. Podía caer, pero no. Al final logró estabilizarse, por lo que venció el Lugus.

Lástima, pero había sido una buena justa.

La brutalidad de los golpes dejaron desorientado a Ser Roshar durante unos instantes. Sintió la áspera arenilla de la liza en la boca. Se había colado por las rendijas de su yelmo en la caída. Con la mirada a ras de suelo vio alejarse a su rival aún sobre su montura. Su visión se fue ampliando, perdiendo el foco y permitiéndole ver las reacciones entre el público. El dolor también se abrió paso cuando la adrenalina del combate lo abandonó. Apretó los dientes. 

Pese a todo, sonrió. Nadie podía verlo. 

Se revolvió en el suelo para ponerse en pie con aquella armadura a la que no estaba acostumbrado. Localizó los puntos de dolor y supuso la razón. El hombro derecho le ardía, pensó que había sido donde recibió el golpe. Su cadera y pierna izquierda recibieron el impacto contra el suelo. 

Una vez consiguió ponerse en pie se tomó su tiempo para acercarse hasta Naton Lugus, para que le informara del precio a pagar por sus pertenencias. Lo primero, antes de dar un paso, fue librarse del casco. En su acercamiento se aseguraba a si mismo que había sido su única forma de poder ganar. Derribarlo en el primer embate y acabar el duelo desmontado. 

Llegó hasta el vencedor con su habitual gesto despreocupado, esta vez manchado con alguna mueca por las heridas, lo miró y no dijo nada. 

-¡Por los Siete Dioses! - Le dijo con sorna a su escudero mientras le recogía el yelmo, la lanza rota y el escudo. Ser Naton todavía seguía a lomos de su caballo mirando con total superioridad a Ser Roshar mientras este se acercaba. - Parece que el viejo todavía vive.

Ser Roshar le informó de su pretensión de pagar el precio que Ser Naton podía poner a sus pertenencias como justo ganador del combate. A Ser Naton pareció darle un ataque de risa.

-¿Por ese caballo famélico vuestro y esa quincalla que lleváis puesta? Con tres barriles de cerveza bastará. Pero de la buena, no seáis tacaño, viejo. - A pesar de todo el Lugus no hablaba con malicia. Un buen combate era, junto con la bebida, uno de los placeres de la vida que más disfrutaba. A menos mientras él saliese victorioso.

Rió con brevedad.

- Nunca escatimo en cerveza. - 

Ser Roshar tiró de las riendas de Pomposo hacia el soldado que le servía de escudero. Se dejó ayudar para liberarse de la armadura. Estudió los alrededores en busca de alguien que pudiera tratar sus heridas. Aunque tampoco les daba gran importancia. Pensaba en ir en busca de esa cerveza. En busca de Maiyo Vierro.

Recordó que antes tendría que arreglar otros asuntos. 

Lord Evan no perdió detalle de la lid de Ser Roshar, pero no mostró el mismo entusiasmo por la actuación del veterano caballero de Blackfist que por la de los jóvenes de su Casa. No era ningún secreto que la relación entre los dos no era la mejor, y que las desavenencias eran profundas y de hace mucho tiempo.

-Ha luchado bien, pero Ser Naton le ha dado una buena lección, dijo mientras buscaba llenar su copa. -Me alegro por el caballero de Lugus.

-Lady Varya, no deseo seguir hablando con vos. Haced el favor de dejarme ver el espectáculo tranquilo o haré saber al Rey que no dejáis de incordiarme. -Dijo ya molesto cuando se percató de que estaba perdiéndose casi todos los combates.

Un hombre de baja estatura, con algo de barriga pero de extremidades delgadas y aspecto de enclenque se acercó a Lord Crogall. Tenía, en cambio, una mirada amable y amistosa adornada con una larga barba canosa. Casi le costó reconocerle sin su pesada mochila cargada de bártulos y enseres.

-Mi señor, -dijo el buhonero cuando se encontró cerca de Lord Evan para llamar su atención. -Me llamo Rog Thanders, compartí camino con vos y vuestra familia hace unos pocos días.

Thanders aguardó a que Lord Crogall quisiera reconocerle y tuviera a bien dirigirse a él o rechazar su aproximación para hablar. Entre tanto se anunciaban los nombres de los siguientes combatientes en la justa en el tiempo en que Ser Naton Lugus y Ser Roshar Blackfist abandonaban la arena.

-Ah, Rog Thanders, contestó Evan y miró con interés a aquel hombre que se le había acercado. Se levantó de su asiento, y le invitó a un lugar algo más apartado. -Nos conocimos en el viaje, lo recuerdo.

Una vez habían dado unos pasos para estar en una zona más tranquila, pero sin que pareciese una reunión clandestina, Lord Crogall le preguntó: -¿Qué te trae por aquí?

-Veréis mi señor, seré franco con vos. He oído los rumores que os atañen y todo lo malo que se dice sobre vuestra familia. He viajado con los vuestros y sé que no es verdad.

El buhonero miró fijamente a Lord Crogall, con la rabia contenida del que defiende una causa justa ante las injusticias de los tiranos y la necedad del pueblo.

-Quisiera pediros que me dejarais testificar en vuestro favor y contar todo lo que ví compartiendo trayecto. Lo bien que cuidasteis de este pobre viajero. Sé que el juicio por combate os declaró inocentes sobre las infamias que los Dannett vertían sobre vuestra casa. Pero también sé que vuestra nuera os ha traicionado y habla mal de lo que hicisteis en el camino.

Lord Evan se mostró sorprendido por el inesperado apoyo de aquel comerciante. Sopesó incluso la posibilidad de que se tratara de otra trampa, de otro engaño en la compleja conspiración que parecía querer acabar con su Casa. No obstante, rechazó aquellos pensamientos ya que de querer testificar en su contra o hacerles más daño a los Crogall, podría hacerlo sin necesidad de acercarse a ellos. -Agradezco de verdad tus palabras, Rog Thanders. Somos una familia sencilla, pero honrada. Sin duda, la traición de Lady Scarlett es el peor de los golpes que he sufrido en mi vida, y aún no logro comprender qué conspiraciones y qué personas le llevaron a actuar así, ni el motivo de tales infamias.

Miró fijamente al vendedor, y le puso la mano en el hombro en actitud fraternal. -¿Y de qué te has enterado, amigo? ¿Qué dice mi nuera de nosotros?

-Sé dice que en el banquete de bienvenida os acusó abiertamente de matar a unos emisarios del Rey. Desde entonces no se la ha vuelto a ver, pero desde la muerte del joven Adham Dannett tras la justa con vuestro hijo esos rumores han vuelto a coger fuerza. - El buhonero miraba seriamente a Lord Crogall, se inclinó hacia él para añadir unas palabras en voz baja. -Se os tilda de asesinos.

Los ojos de Evan Crogall se hicieron más pequeños al escuchar la palabra "asesinos". Respiró hondo, tratando de contener su ira. -No puedo permitir que se lancen calumnias sobre mi familia. Pero estoy indefenso ante las acusaciones vertidas en callejones oscuros y en reuniones clandestinas. Susurros en las sombras, espetó con aparente enfado. -La única acusación pública..., dijo y levantó el dedo para enfatizar sus palabras. -Cuando los Dannett nos acusaron públicamente de la muerte de aquellos campesinos, nos enfrentamos al juicio. Y ganamos. En el banquete, Lady Scarlett lanzó una acusación sin pruebas y por motivos que aún desconozco, ya que acto seguido huyó buscando la protección. Quien tiene la verdad de su parte no tiene que huir ni esconderse.

Dio un paso atrás, y extendió los brazos como mostrándose en un lugar público. En las justas. -Agradezco de verdad tu ayuda en este asunto. Y tu lealtad no será olvidada.

Se acercó de nuevo, y añadió: -Los Crogall somos gente de honor. Y nos defenderemos de aquellos que nos difamen o nos ataquen. Pero no somos asesinos.