Partida Rol por web

Aquella noche dejaron atrás la posada y la ciudad pestilente de Desembarco del Rey y decidieron pasar la noche en la tienda que habían montado junto a muchas otras de las Casas en a la explanada del torneo. La noche transcurrió tranquila y pudieron descansar y recuperarse para lo que les aguardaba de nuevo aquella ciudad. Al huir del agobiante medio millón de almas que se acumulaban en la urbe, pudieron disfrutar del frescor de la noche veraniega y dormir evadiendo el calor plomizo de la noche anterior.

A la mañana siguiente, mientras desayunaban en el interior de la tienda, Larkin entró portando una caja de madera de roble, hecha con cuidado por algún hábil carpintero. Larkin la llevó frente al Lord y se la tendió para que la pudiera ver. En ella había grabado un nombre con delicada habilidad: Whalen Crogall.

-Mi señor, esta caja ha aparecido esta mañana junto a los caballos. -Explicó Larkin. -He preguntado a los hombres que han hecho guardia esta noche pero nadie ha visto a nadie merodeando por los alrededores. Parece un regalo...

El caballero se mostró somnoliento, comiendo con gestos lentos y su habitual actitud distraída. Iba a ser complicado que mejorara su opinión sobre la capital a raíz de aquella visita, pero tampoco tenía demasiado tiempo para pensar en ello. Los problemas que acechaban a la familia Crogall ocupaban sus pensamientos e intentaba encontrar la solución más óptima cuando un nuevo elemento desvió sus esfuerzos. 

- El joven Crogall ya tiene admiradoras. - comentó con una amplia sonrisa que ocultó su preocupación. Aquel presente no le transmitía buenas vibraciones. - Aunque yo tendría cuidado al abrirla, vuestra familia no es la más querida en estos momentos. - mostró los dientes divertido, como si solo estuviera sembrando la desconfianza para incordiarle. Esperaba que fuera suficiente cauto. 

Lady Varya se presentó para el desayuno con un aire radiante, sus movimientos eran fluidos y elegantes, y su rostro aparentaba brillar con luz propia, parecía que la noche de descanso le había sentado bien a la dama, o lo que hubiese hecho durante la noche.

Comenzó a comer un poco de pan con queso y frutos secos mientras selecionaba un par de manzanas y las guardaba, tenía pensado pasarse a ver a su yegua después y le llevaría un regalo. En eso estaba cuando entró el guardia con el 'presente' para Whalen, la mujer le dedicó una mirada al objeto y a la fina caligrafía y sonrió a su hijastro.

-O admirador -corrigió al caballero sabiendo lo temperamental que era su nuera - y por lo que parece, acaudalado. 

No dijo nada más de cómo y dónde esperaba que abriesen la caja, pues ni era para ella ni tenía potestad para ello, pero su ceja se elevó con la advertencia del hombre sobre los amores que despertaban los Crogall.

El heredero se sintió algo incómodo en cuanto le mostraron el regalo. No había remitente. No tenía admiradores. No recordaba dama o caballero que pudiera regalarle nada. lo primero que pensó fue en el caballero dorniense, pero le extrañaba que le regalara nada de una forma tan misteriosa. Alguien lo había tenido que dejar allí durante la noche, y la gente decente no hace eso.

¿Es esto un regalo de enamorada? ¿Qué treta es esta?

Whalen se mantuvo de pie. Pasó el peso de una pierna a otra, incómodo.

No me consta haber roto corazón alguno, ser Roshar... Y esperaba que si alguna vez pasara, entrerarme de ello... Si es de una dama, debe ser de una muy discreta.

Y se le dibujó una sonrisa sardónica.

No he hecho nada para merecer ese honor... Y menos para conseguir regalo alguno de un admirador.

Añadió mirando a la actual esposa de su padre.

Está bien, Larkin. Abrid esa caja. Veamos qué cosa desagradable contiene.

Anunció, a la vez que iba repasando mentalmente toda la gente de su casa que les había acompañado y si faltaba alguien.

El maestro de armas se encontraba revisando el equipo de Whalen para el torneo cuando vió a Larkin acercarse con la caja. Movido por la curiosidad se acercó al grupo que empezaba a levantarse.

La cara se le ensombreció cuando el soldado describió los detalles de la aparición de la caja. No le hacía ninguna gracia que alguien pudiese colarse en el campamento sin que nadie se percatase.

-¿A quien le tocaba la guardia de la noche? -Mentalmente preparó una serie de cambios para intentar mejorar la seguridad pero no los expresó en voz alta a la espera de conocer el contenido de la caja. Primero no quería que le tomasen por un paranoico si al final no era nada y, sobretodo, quería ver que contenía la caja antes de hacer una evaluación completa.

Pues si es regalo de enamorada, aquí alguien va a morir.  Aciago día en que a esa mujer se le ocurriese enviarle algo a mi Whalen. 

La expectación por el contenido de la caja que sostenía Larkin se fue incrementando entre todos los presentes, quienes miraban la caja esperando a que el soldado la abriera y desvelara el contenido del misterioso hallazgo. Ser Adrik se mantuvo en silencio, sin opinar sobre lo que debían hacer pero su rostro mostraba la preocupación que otros también reflejaban. El maestre Nicholas miraba con curiosidad la caja y no pudo evitar acercarse hacía Larkin para inspeccionar tanto la caja como el contenido que pudiera observar, y Willard miraba tras Whalen con miedo y curiosidad a partes iguales.

-Brennus y Cynbel se encargaron de la primera guardia, y Nynnianw y Elric de la segunda, -Respondió el soldado a la pregunta de Galdrín, -pero todos estuvieron atentos y vigilantes. - Defendió a sus compañeros antes de abrir la caja.

Cuando al fin el soldado abrió la pequeña caja que sostenía entre sus brazos, de un tamaño aproximado de dos palmos de largo y uno de ancho, todos pudieron ver el brillante y ostentoso objeto que había en su interior. Una daga descansaba sobre un mullido cojín de terciopelo. Resaltaba a simple vista que la hoja, que se curvaba ligeramente, poseía una maravillosa manufactura, pero lo más impresionante era la empuñadura, hecha de huesodragón, fue lo que levantó la admiración y la sorpresa de todos. 

El joven se sintió extrañamente orgulloso por las celosas palabras de su mujer. Le tenía más acostumbrado a desplantes que a palabras galantes, aunque quizás se trataba de orgullo Tully más que de aprecio real por él.

Whalen cerró los párpados cuando el soldado defendió a los que estaban de guardia.

Por supuesto... Camaradería de soldados...

Finalmente se abrió l caja y se mostró su contenido. El heredero se acercó más hasta el objeto.

¿Qué es esto?

Se mostraba perplejo.

Si no fuera un objeto tan valioso creería que se trata de una amenaza. ¿Qué siginifica esto?

Observó bien la caja, no fuera que al tomar la daga se pinchara con algún alfiler ponzoñoso o alguna treta similar. Sólo después de eso se atrevió a coger la daga para inspeccionarla de cerca, en busca de más pistas de su remitente o de la razón de tan exótico "regalo".

El caballero alzó la mirada para contemplar el obsequio. Sin duda una pieza admirable que no hizo otra cosa que agolpar más dudas en su mente. Desconocía si se trataba de un aviso o de una amenaza, de porqué se entregaba con tanto secretismo o de quién podría haberlo depositado junto a los caballos. ¿Habría pasado realmente desapercibido o se trataba de alguien conocido que no despertó sospechas? En aquel instante, al pensar en alguien escurridizo, le vino un nombre a la mente: Lord Clayton Archay.

- Espero que no sea el arma con la que el Zorro degolló a sus cómplices de masacre. 

Comentó impasible antes de levantarse y meterse el último bocado del desayuno con los dedos en la boca. Se desperezó, estirando los brazos mientras masticaba, y comenzó a caminar sin prisa hacia la abertura que servía de entrada y salida de la tienda. 

Galdrín se acercó a Larkin y le dió una palmada en la espalda mientras el resto observaba el contenido de la caja.

-No te preocupes, ya sé que han hecho bien su trabajo pero quiero saber si vieron a alguien sospechoso, o no, por la zona esta noche. -Con la mirada buscó la de Lord Evan indicandole que eso sería lo que hiciese a continuación.

Antes de abandonar el pabellón en busca de los hombres se acercó al heredero.

-Un excelente arma, mi señor. Quien quiera que os la haya obsequidado parece tener realmente buen gusto. -Tendió la mano hacie Whalen. -¿Me permitis que la examine?

Quería intentar averiguar algo de la manufactura del arma que pudiese ayudarles en la busqueda del dueño original.

El joven le tendió la daga con un gruñido. No sabía si Galdrin bromeaba o no. No le gustaba nada aquello. No podía entender aquel gesto. Y menos que ese obsequio llevara su nombre. Si fuera un asunto de la familia lo lógico sería que llevara el nombre de su padre, o el de la familia a secas. Pero no Whalen. Y no le constaba que pudiera ser la prueba de nada. No recordaba a nadie muerto por un puñal. Si fuera así podría tratarse de una ayuda inesperada al poner en sus manos una arma del crimen... Pero no parecía ese el caso. No parecía el arma que se usaría en un asesinato. Era un regalo muy caro.

Una vez que le tendió la daga a Galdrín fue pensando en opciones.

Es una arma de excelente factura. No debe haber muchos herreros que hayan trabajado con huesodragón. ¿Habéis visto si tiene marca del herrero, Galdrín? Quizás si seguimos la pista de la daga podamos saber quien es su dueño.

Le molestaba decir aquello, pues parecía que era la línea de investigación que deseaba el que había dejado aquella daga, y empezaba a enfadarse de tanto ser una marioneta. Alguien movía los hilos y se moría de ganas de clavarle la espada en las pelotas a ese jodido marionetero.

Whalen tendió la espada a Galdrín para que la examinara, la daga contaba con una hoja de acero bien equilibrada pero completamente lisa. Sin imperfecciones ni marcas, ni siquiera el herrero había dejado allí su impronta. Como Whalen pensaba tras examinarla, parecía un objeto que sirviera más como decoración que como arma, y no aparentaba haber sido utilizada nunca. Sin embargo, la hoja era de una factura exquisita, curvada con delicadeza y con un sólo, pero cortante, filo. Parecía haber sido equilibrada para poder ser arrojada o manejarse a muy corta distancia. Galdrín observó que se trataba de una daga antigua, aunque no pudo determinar su edad como podría hacerlo un herrero o un experto en la materia, aunque debía de serlo, dada la rareza del huesodragón. Se percató de que no contaba con ninguna marca o adorno que pudiera identificar a quién fabricó la daga o a quién perteneció anteriormente.

Cuando estuvo a punto de devolverle el arma a Whalen, se percató de que había una pequeña ranura en el huesodragón. Al inspeccionarla con más detalle descubrió que el pomo podía separarse del resto de la empuñadura como si de un tapón se tratase. Galdrín lo desenroscó y descubrió que la empuñadura estaba hueca. El interior contenía unas gotas de un líquido transparente e inodoro, apenas la cantidad justa para cubrir el fondo de la redoma.

El maestre había permanecido atento a todo el proceso, mirando con sus curiosos ojos como Whalen y Galdrín manipulaban el obsequio. El descubrimiento del orificio le sorprendió y se acercó a ellos para pedirle la daga a Gladrín y poder examinarla detalladamente por él mismo.

-Uhmm... ahora sabemos por qué no tiene marcas de herrero ni detalles de su dueño. - Acercó la nariz al recipiente de la empuñadura y olió en busca de alguna fragancia conocida pero el líquido no la poseía.

El joven se quedó pálido al descubrirse el compartimento de la daga. No hacía falta ser muy listo para darse cuenta que se trataba de algo similar a lo que había oído en las historias de los anillos huecos de los villanos de esos cuentos... Y ahora le habían "regalado" una daga digna de uno de esos villanos. Al percatarse de eso, pasó del pálido a sentir el calor de la sangre en su rostro y orejas. Estaba furioso.

El comentario jocoso de su mentor hizo que se le relajara la expresión, y la tensión fue cediendo, hasta que se le dibujó una ligera sonrisa en el rostro.

Un bonito regalo. Muy adecuado teniendo en cuenta la fama que se nos está endosando últimamente. ¿Qué hacemos con él? No me parece educado aceptar semejante regalo de un desconocido. Todo esto huele a trampa... También podría tratarse de una ayuda. Un indicio de algo que va a pasar. Quizás han envenenado a alguien y tenemos el arma que contenía el veneno, pero si no tenemos las pistas para unir la daga a su dueño, tenerlo en nuestro poder nos puede hacer parecer culpables de un crimen más...

Miró a su alrededor, en busca de otras opiniones. Podía ser tan peligroso guardar la daga como deshacerse de ella.

Ojalá pudiéramos clavar esta daga en el cuello de Archay...

Veamos primero si el veneno fue usado recientemente o no.  Debería haber menos que la capacidad total, y algo de restos en la cámara de conducción.  Lady Scarlett, pañuelo en mano, examinó la caja, y luego la daga y su mecanismo.

¿Debería haber rastros de sangre?  ¿Fue usada en Desembarco o hay señales de que viene de fuera?  

Si está tan limpia, ¿quedan trazos del trapo o sustancia con la que fue limpiada?   La caja probablemente más signos de esto tendría. 

¿Y que hacemos ahora?  ¿Es buena idea llevarla directamente con el jefe de la guardia, con los agentes de secretos del reino?  Eso evitaría que se usara como evidencia plantada contra nosotros.  No que se necesite en Desembarco mucho de evidencia para malempalabrar a alguien.. 

Ser Roshar se entretuvo en su camino hacia el exterior para empaparse de cualquier dato que fueran capaces de extraer de tan enigmático regalo. Lo descubierto no era de su agrado, y pensó que requería más información para alcanzar una respuesta idónea. ¿Había sido usado? Pronto las noticias se extenderían nombrando la victima envenenada. ¿Se creería el rey, ante la reputación que se les otorgaba, que ese presente había sido depositado junto a sus caballos por una persona misteriosa que no había sido detectada? De ser culpables no correrían a entregar el arma que podría causarles problemas, menos en su situación. Pero ocultarla o deshacerse de ella seguía siendo la opción con menos riesgo. Siempre que el responsable de semejante obsequio no dirija a la guardia hacia ellos. 

El caballero abandonó la tienda y realizó una panorámica de la explanada donde habían acampado tantas familias. Buscó a los hombres que se habían encargado de las guardias, comprobó si habían patrullas de la ciudad aproximándose e intentó localizar grupos exaltados por alguna noticia impactante. El resultado de su análisis guiaría sus próximas acciones. 

-Milady, si me permitís... -Dijo el maestre, que había sujetado la daga desde que Galdrín se la tendiera y rehusó cortésmente que la dama utilizará su pañuelo sobre daga para no perder la única muestra que quedaba en el interior de hueco de la empuñadura. -Si os place, Whalen, podría llevar el líquido al laboratorio del que disponen para el Cónclave de maestres e identificar de qué sustancia se trata. Mucho me temo que sin hacer algunas pruebas no puedo determinar su naturaleza.

Lady Scarlett pudo examinar la caja, que no tenía ningún tipo de sustancia sobre ella ni nada que resultara peculiar a parte del nombre de su marido grabado en la tapa. Mientras tanto, el siempre precavido Ser Roshar salió de la tienda temeroso de que los Capas Doradas corrieran a apresarles de un momento a otro, pero el movimiento de personas en la explanada era tan normal como la de cualquier otro día y nadie acudió a por ellos.

El caballero, aún en la abertura de la tienda, se alejó distraído. No dejó de prestar atención a la posible aparición de los capas doradas mientras buscaba a los soldados que habían hecho las guardias. Si estaban despiertos se acercaría para hablar con ellos. En caso de que ninguno se hubiera levantado aún, que también tenían derecho a descansar, dejaría que sus pasos le llevasen hasta algún grupo de las casas vecinas para mantener una charla trivial. Quizás hubiera alguna novedad en boca de todos. 

Galdrín sostuvo la daga en su mano y la inspecionó. De entrada, no halló nada especial debido a que sus conocimientos se centraban en el uso de las armas y, no tanto, en su manufactura. El arma le pareció poco práctica para su uso en un combate aunque su impresión igual se debia al recargado diseño que tenía.

Finalmente jugando con ella en las manos descubrió el compartimento interior con el misterioso liquido que contenía. El maestre casi se la quitó de las manos cosa que el maestro de armas agradeció, aquello ya se escapaba a sus conocimientos.

Dejó que el resto de miembros especulase sobre su uso y ante el comentario de Lady Scarlett añadió:

-No sabemos si es veneno aún. Quizas es algún tipo de licor y la daga una forma de relajarse en los largos bailes de la corte. -Sonrió mientras comenta la idea intentando rebajar la tensión pero no se la cree realmente.

Cuando el maestre propone analizar la sustancia asiente ante la idea pero deja que sean los señores los que le den el visto bueno o no. Mientras se dirige hacia el exterior con el objetivo de preguntar a sus hombres por lo ocurrido esa noche.