Partida Rol por web

La figura del maestre Warren se encontraba encorvada sobre su mesa repasando bajo la luz de las velas los distintos mapas del territorio para localizar los límites fronterizos del territorio otorgados en su día por Brynden Tully. En aquel momento el sonido brusco de un aleteo delató la figura del cuervo que entró por la ventana. Este era joven y de orgulloso porte, tal vez una especie proveniente del sur. Portaba un mensaje en su pata.

A las casas nobles de Poniente: saludos en nombre del Rey Robert Baratheon. Su Alteza Real ha declarado que se ha de celebrar un torneo en honor de la corona en los campos de Desembarco del Rey dentro de dos semanas. Todos los vasallos de la Corona están invitados a participar y a defender el honor de sus nombres.

La estancia era húmeda y oscura, el olor de alcohol era bastante evidente en el ambiente que parecía que una llama podía hacer detonar aquel lugar. Una figura desnuda se incorporó desde el catre en el que se encontraba cayendo una segunda figura desnuda.

-¡Ay! -Protestó la segunda totalmente dolorida por el golpe, una fulana que Brynden conoció en la taberna el día anterior.

Tras desperezarse, Brynden miró a su alrededor tratando de recordar dónde estaba. Un hilillo fino de luz se filtraba en las juntas de las ventanas. Es de día y madre se estará inquietando por su ausencia.

Gale Swanriver y Brent, el hijo del hierro se encontraban recorriendo algún lugar de los bosques, en los límites de los terrenos de la Casa Swanriver. El heredero decidió pasar aquella tarde de caza y al no encontrar otro acompañante invitó a Brent a la batida. La figura de un chiquillo apareció detrás de un tronco

-Sí, venid venid, creo que era por aquí- Instaba a aquella extraña pareja Erryk, el hijo del herrero.

Los pasos resonaban los pasillos que circundaban el patio mayor, Lord Swanriver caminaba airado seguido por su hija. Repentinamente se detuvo sin importarle que en aquel momento pasara por allí ser Osbin:

-Rechazaste al hijo de Lord Lugus, no me importó, al final cabo había mas señores, ahora también rechazas a los Blackford y a los Tuller. -Grandes aspavientos evidenciaban su desesperación- ¿Con quién quieres casarte?, ¿con los Tully?. Sois una hija de un señor y has de cumplir vuestro deber pues ya estáis en edad casadera.

Lady Dana Swanriver sabía que podía aguantar perfectamente la mirada con su padre, que su voluntad, su coraje y vitalidad era más que suficiente para ello. Pero no lo hizo, pues ese no era su papel en la vida, solo era una mujer de la alta nobleza y como tal debía obrar.

Siento si no estoy cumpliendo sus expectativas padre -respondió Dana mirando hacia el suelo -si no acordé finalmente mi matrimonio con esos hombres no fue por el deseo estúpido y egoísta de una joven noble sino por el futuro de nuestra casa. El hijo de Lord Lugus es demasiado infantil para gobernar algo con reflexión y serenidad, he escuchado de los Blackford que no tratan bien a sus vasallos, algo muy importante para gobernar con eficacia, y mi prometido de los Tuller es demasiado anciano y débil.

Tras tanta palabrería Lady Dana cogió aire -Padre, debemos escoger bien, los dos juntos, a mi marido pues este podrá ser algún día el señor de la casa. Ambos sabemos que hermano es demasiado aventurero e irreflexivo, a la par que está ansioso de entrar en combate para mostrar su valía. Deberíamos tener en cuenta esto y obrar con cuidado. Si vos, padre, estáis de acuerdo.

- Dile a tu padre que deje de moldearte la cabeza a martillazos, inútil.- le espetó, retirando la flecha que a punto había estado de salir disparada en dirección a los matorrales por los que la figura de Erryk apareció de improvisto- O tu descuido hará que te ganes un buen flechazo en el culo por cortesía de la Casa.- resoplando, burlón, dejó caer el brazo con el que sujetaba el arco y devolvió el proyectil al carcaj con un claro gesto de hastío en sus facciones.

La idea de participar en un pequeño capricho del heredero no le atraía lo más mínimo. Sin embargo, era una oportunidad para explorar los lindes de la espesura que se extendían a lo largo de los dominios de los Swanriver, actividad que le estaba vetada por su condición de rehén, por lo que no tuvo más remedio que asistir a regañadientes. La aparición del chiquillo a punto estuvo de cobrarse la primera, y probablemente última, pieza de la jornada. Sin esperar una respuesta por parte de Gale, Brent avanzó hacia la posición indicada.

Maldita sea, si es que es torpe hasta para levantarse de la cama —pensó Brynden rescatando de entre el dolor de la resaca el recuerdo de una noche que si valió la pena era porque estaba totalmente borracho. Miró a la puta con gesto de aburrimiento y tras decidir que no valía la pena decirle nada, se levantó y empezó a vestirse con rapidez mientras veía cómo su compañera de una noche se levantaba torpemente.

Con el jubón en la mano decidió que al menos debía llevarse un trofeo de aquella noche y se acercó a la mujer desnuda, y sin preguntarle metió sus dedos entre las piernas de ella, sacándolos húmedos y calientes. Le sonrió no sin cierta superioridad y habló con la voz rasposa de la resaca.

—Cómo sois las putas, que estáis húmedas desde la primera hora —se rió y llevó sus dedos mojados a la boca—. Sí, Brynden Wells ha estado aquí.

Se terminó de vestir y cogió sus cosas para luego salir. Tocaba escuchar las quejas de su madre. Solo de pensarlo le aparecía una mueca de asco en la cara. No se cansaban de hacerle saber que era una deshonra, y ya se había convertido en una costumbre, pero cada día estaba más harto. Necesitaba una excusa para alejarse de todos los asuntos familiares.

Me sorprendo un poco al escuchar el aleteo, estaba relativamente sumergido en la tarea de revisar nuestras fronteras. Alas negras palabras negras, a ver qué nos trae este granuja. Sin tomarme muchas prisas echo la mano a la cabeza del animal, le acaricio la cabeza y leo la carta. No me extraña en absoluto, este rey nuestro sólo sabe pensar en celebraciones y torneos. Un rey no debería tener estas cosas en mente, si no a su pueblo en todo momento. 
Sé de sobra que este mensaje debe ser llevado a Lord Swanriver, así que me lo guardo enrollado en uno de mis bolsillos y voy caminando a un paso lento hacia el salón principal. Bueno, te has portado bien. Cojo un grano de maíz de un cazuelo de mi escritorio y se lo tiendo al pájaro antes de irme. 

Lord Swanriver articuló una sonrisa como respuesta:

-Se nota que sois mi hija, sabes lo que responderme para tenerme contento. Pero no deberías decir esas palabras de vuestro hermano, al menos no frente a oídos indiscretos.- Tras ello reanudó el paso más calmadamente. -¿Qué debo hacer con vosotros?, pues debo intentar encontrar algún tipo de prueba para vuestro hermano para que sea consciente de que el mundo es más grande de lo que las historias relatan. En cuanto a ti... A ver quién es sabio y honorable para mi hijita, voto a los dioses que ni vuestra madre de quien heredaste la hermosura me resultó tan dura.

Tras ello empezó a reírse, el enfado parecía cosa del pasado, entonces se percató de la presencia del caballero:

-Ser Osbin, estoy seguro de que fuese quien fuese tu mayor adversario, no fue tan duro como mi hijita para los hombres. Ser Dana, la rompecorazones. -Nuevas carcajadas brotaron de la garganta del señor mientras el maestre aparecía en escena.

-¿Cuándo te veré?- Las palabras de la mujer desnuda sonaron a sus espaldas mientras se alejaba rumbo a su hogar. Ni merecía la pena prestarlas atención.

El sol estaba alto, al menos sería la hora del mediodía, realmente estaba llegando tarde. Varios minutos después, bajo una columna de humo, la modesta casita apareció: primero apareció una chimenea la cual coronaba un tejado de madera de una vivienda de dos plantas. Una galería en primera planta donde estaban las habitaciones, bajo ésta los establos y una cerca para cerdos. Allí se encontraba madre con uno de sus hermanos.

No aceleró el paso ni hizo ningún gesto cuando vio a su madre y su hermano. Estaba demasiado cansado y dolorido, y aunque su hermano normalmente le arrancaba una sonrisa, ver a su madre con él le hizo esperarse una mañana más accidentada aún. Cuando llegó a su altura gruñó sin mucha energía a modo de saludo y miró a su madre con una expresión que lo decía todo: Ya sé lo que me vas a decir.

Entro en la sala con paso lento y miro a todos los presentes en la sala. Mi señor, ha llegado un cuervo. Sigo con mi paso ahora más apresurado hacia su Lord. Está la pequeña, algo habrá hecho... Del mismísimo Robert Baratheon. Cuando llego a la altura de Bronwell Swanriver le tiendo el pergamino que saco con destreza de mi bolsillo. Mientras lo coge miro a los herederos. Lady Dana, Ser Osbin. Asiento con la cabeza. 

_ Tan agradable como siempre Brent... _ comentó Gale repasando la punta de una de sus flechas antes de colocarla de nuevo en el carcaj. Miró de reojo a su compañero de caza comenzando a caminar tras sus pasos y los del chico. Le alcanzó en dos amplias zancadas y caminó a la par durante un trecho, sin perder de vista al muchacho pelirrojo que abría la marcha. Apoyó su mano izquierda sobre el pomo de la espada para apartarla al caminar y así hacer más rápido el paso. _ ¿Crees o estás seguro Erryk? No tengo ganas de perder el tiempo...

La amenaza del hombre del hierro y las palabras inquisidoras del heredero minaron la moral del chiquillo poco acostumbrado a tratar con señores:

-Sí creo, digo estoy seguro, sólo que... No me suenan estos árboles, el otro día me metí por un camino que no había visto nunca y había bastante caza pero esto... Juraría que vinimos por el mismo sitio.

Mientras farfullaba excusas para poder salir lo mejor parado de la situación, los dos cazadores divisaron entre los troncos una aldea que ninguno había visto anteriormente. Aunque no terminaba de quedar muy claro por parte del muchacho, sabiendo que habían caminado al oeste todo apuntaba a que estaban en tierras de los Dannett.

-Esto no son...  

Osbin no había consideró apropiado intervenir, por lo que intentó pasar desapercibido mientras sus pensamientos se dirigían a su difunta familia años atrás.

Estaba reuniendo las palabras adecuadas para responder a Lord Bronwell cuando el maestre anunció el mensaje del cuervo y las palabras se desvanecieron en su cabeza, sustituidas por interrogantes sobre el significado de un mensaje del mismísimo Rey a esa humilde casa; apenas acierta a devolver el saludo junto a una ligera inclinación de cabeza.

- Maestre Warren

Miró al cielo, que ya se dejaba entrever al salir de la espesura y terminarse los frondosos árboles y calculó la posición del sol. Según sus cálculos habían andado el tiempo suficiente como para tener que empezar a preocuparse. Aquella aldea sin duda alguna... no era de sus tierras.

_ Maldita sea Erryk... Estamos en las tierras de Lord Dannett _ bufó exasperado echándose la capa hacia atrás con gesto molesto. 

Miró a su alrededor, alerta, temiendo lo que aquello podía causar. Después de todo, no sólo estaban en sus tierras, sino también cazando en ellas. Se llevó la mano enguantada en piel al puente de la nariz y se lo apretó pensativo negando con la cabeza.

_ Lo mejor será dar la vuelta y tratar de desandar el camino. Tarde o temprano regresaremos al sendero principal... _ sentenció mirando a ambos apoyando de nuevo la mano izquierda en el pomo de la espada y colgándose el arco a la espalda.  

El hombre de Hierro bufó, limitándose a fruncir el ceño ante la inesperada revelación. Tras dedicar una mirada furibunda a Erryk, giró repentinamente sobre sus talones e inició la marcha de regreso a la fortaleza de los Swanriver.

Tomar para sí animales pertenecientes a tierras ajenas a la Casa que le garantizaba protección le resultaba indiferente. La política de pillajes y saqueos, intensificada por su familia tras la Rebelión de Robert, en los diferentes enclaves costeros más occidentales del Norte y de la Tierra de los Ríos, desdibujaba el concepto que muchas casas nobiliarias poseían de la propiedad. Brent consideraba que toda presa que abatía, bien fuera animal o humana, pasaba a ser de su propiedad; lejos de toda actitud poblada de prejuicios ético-morales que nublaba la visión de los hombres. Sin embargo, su situación como rehén coartaba gran parte de su libertad, por lo que era consciente de que no podía arriesgarse a causar un conflicto que añadiese más tensiones.

Su rostro se ensombreció al oír la mención del rey de los siete reinos mientras regoznaba para sus adentros. -¿Qué asuntos tendrá el rey con la casa Swanriver

Todos los testigos presentes enmudecieron mientras Lord Bronwell rompía el sello de lacre tras verificar la autenticidad del remitente. Se detuvo a leer para sus adentros y su rostro fue suavizándose a cada línea que leía.

-Loados sean los siete en su infinita sabiduría -Exclamó con devoción-, mientras pensaba qué hacer con vosotros me han traído la respuesta bajo la forma de un cuervo. El Rey Robert ha convocado un torneo y esta vez hemos tenido el honor de ser invitados, al parecer tiene la intención de que sea el torneo más grande del que jamás se halla hablado y es por ello que ha invitado a todas las Casas. -Tras ello se dirigió a su hija mostrando su rostro paternal, un rostro severo que no admitía réplicas, distinto del que mostraba a sus súbditos, pues éste estaba dotado de compasión y ternura- Dana... Tú también irás a Desembarco del Rey con tu hermano, para distintos motivos por supuesto. Te acompañará el Maestre y entre él y tu hermano buscarán un hombre apto para ser tu esposo, desde luego que las circunstancias serán propicias pues todas las casas estarán allí.

-Warren, toca las campanas y convoca una junta en el gran comedor, me dirigiré allí a todos dándoles las buenas nuevas y pidiendo voluntarios para defender el honor de la casa. -Y repentinamente sin darle tiempo a réplica pasó a hablar con Osbin, la emoción le albergaba y le permitía ser alguien informal- Osbin, ¿cuanto hace que no cogemos armas?, desde la guerra contra los Targayren, voto al guerrero que si no estuviera tan mayor cogería ahora mismo la lanza e iría a la liza. Ahora ha llegado el turno a Gale, espero que lo haga bien, y que le sirva para ser consciente de que el mundo es más grande de lo que parece. Lo haga como lo haga, volverá más sabio, ya lo creo.

-¡Brynden! ¡Dónde te habías metido! No me lo digas, no quiero saberlo, ¿pero qué horas son estas? Podrías haber aprendido de Alder que ha estado ayudándome a alimentar a los cerdos, vale que seais espadas de Lord Swanriver y os dediquéis a otras cosas, pero tenemos cerdos para poder comer en más abundancia que con la paga que tenemos. -Madre como siempre hablaba sin darse tiempo a respirar, su frustración se palpaba, el hastío era algo compartido entre todos aquellos presentes. Alder por el contrario parecía enorgullecerse de las palabras de elogio que su madre le dispensaba, con su pecho henchido sonreía mientras miraba con un aire que oscilaba entre la superioridad y la burla al oír a su madre reñir a su hermano y saliendo él bien parado de las circunstancias.

-Ve al castillo y mira a ver si puedes hacer algo útil, quién sabe hasta puede que escalemos posición. No olvides ser respetuoso con nuestro señor, le debemos mucho.

El grupo marchaba de nuevo hacia el este, de vuelta a los terrenos de la casa. El crío farfullaba de manera inteligible un sinfín de escusas a fin de intentar evitar el castigo por parte de su padre o aún peor de sus señores.

-De verdad... No pretendía llevaros allí, el otro día vi un venado y creí que sería perfecto para el joven señor. No quería iniciar una guerra con los Dannet. No se lo digáis a mi padre, dios mío me zurrará como se entere y además no me dejará ir por el patio de armas.

A lo lejos se oía el tañido de las campanas, parece provenir del este y no suena con la emergencia que supondría un ataque de los bandidos, tal vez sea la señal que utiliza Bronwell Swanriver cuando quiere convocar una reunión con la villa. Erryk por su parte sacó sus propias conclusiones precipitadas:

-¡Dios mío, nos han visto!, ¡nos atacan! -Tras ello echó a correr en dirección al interior del bosque dejándoos atrás.