Partida Rol por web

Tu dormitorio, tu santuario, tu refugio. El lugar donde reposan tanto las victorias como los fracasos. Un lugar donde pensar, donde crecer, donde llorar... un lugar único para ti.

¿Ha sido un día productivo?¿Qué he aprendido?¿Qué he dejado atrás?¿He forjado nuevos vínculos con los demás o por el contrario he dejado que se desvanezcan? Es el momento para la reflexión...

La campana sonó y tuvo que marcharse del instituto, Arisa se fue corriendo tras despedirse rápidamente a casa, había sido en general un día bastante bueno y había conocido a sus compañeros que en general parecían bastante buenos así que volvió a casa bastante contenta y animada como siempre. Al llegar le conto a su padre como había sido el día mientras preparaba la comida. El resto de la tarde lo paso buscando un trabajo para complementar el de reparto que ya tenía y cuando llego la hora fue a trabajar para llegar de nuevo a su habitación algo tarde.

Mejora en empatía que pasaría a ser A y en Coraje que pasa a S

Empeora sabiduría que pasa a D

Al llegar al pequeño apartamento-estudio, dejo la mochila al lado de la pequeña mesilla donde tengo el ordenador y que uso para estudiar. Al final, la exploración del deportivo se quedó en nada. Y parece que empezaron a haber los primeros choques con Hamasaki-san. Pero, por lo demás, la relación con los demás compañeros parece ir bien. Somos un grupo dispar y, debido a la presentación que ha impuesto Orizumasama, nos permite aprender más unos de otros. No únicamente por loq eu se dice, sino también por la manera en que cada uno habló. Las actitudes, como el nerviosismo y timidez de Tsukimiya.

Caliento algo de comida en el microondas y me pongo a estudiar con el portátil mientras ceno. Encontré un par de artículos muy interesantes sobre las tensiones políticas en Europa occidental y quiero aprevechar para trabajarlos bien. Además, con el traslado, llevo ya tres días sin estudiar francés, así que mejor que me ponga de nuevo, también.

La contrapartida es que con todo este asunto del traslado de ciudad y empezar en un instituto nuevo, llevo también demasiados días sin entrar judo o karate. Con un poco de suerte, eso pronto cambiara, sólo necesito encontrar un club, o quizás fundar uno yo mismo.

Después de un primer día agotador (sí, realmente me ha parecido agotador a pesar de no haber hecho gran cosa), me doy un gran baño junto a los enanos, frotando el cabello de mi hermana pequeña mientras ella hace lo mismo con su mellizo. A pesar de lo ruidosos que son (vaya, ¿será algo de familia?), siempre acabo sonriendo sinceramente cuando estoy con ellos, por lo que el baño es prácticamente mi mejor momento del día, después del dormir.

Una vez terminamos el baño, ayudo a papá y a mamá a poner la mesa y a hacer la cena, ya que realmente tengo buenas habilidades de cocina y tengo buen gusto. La cena transcurre sin muchos eventos, más allá de ver a mis hermanos contentos con su nuevo colegio de primaria, ya que realmente habían hecho muchos amigos. Mi padre también parece contento con el cambio, ya que en este nuevo trabajo estaba mejor considerado y la paga era mayor. Mi madre, tal vez como ama de casa que era, no veía mucha diferencia entre Osaka y nuestro antiguo hogar. Como en silencio, soltando un gruñido en respuesta cuando me preguntan a mí por mi día, teniendo que jurar y perjurar que no había peleado con nadie ni hecho nada malo.

Para acabar el día, veo un rato la tele con mis hermanos y luego los acuesto en sus literas, para finalmente ir a mi habitación y tumbarme en la cama, de mal humor.

Tumbado boca arriba, con mis manos en la nuca a modo de almohada, reflexiono acerca del primer día de Instituto. Sinceramente, las expectativas que tenía del lugar, pobres de por sí, habían caído realmente en picado después de lo sucedido en el gimnasio. Ni siquiera me apetece que llegue el día de mañana, por lo que llego a plantearme el faltar a clases... aunque no tendré narices a hacerlo, sin duda.

Suspiro y me doy la vuelta en la cama hasta cinco veces, quedando finalmente de lado, mirando hacia la pared. Pienso en los compañeros de clase y en la poca química que siento con ellos. Estoy totalmente convencido de que no me voy a llevar bien con ninguno de ellos, por lo que otro año más me va a tocar estar solo...

"Pff, quién necesita a nadie". Me levanto de la cama y camino con sigilo hacia la cocina, escuchando a papá y a mamá reírse en el salón. Sin duda alguna, ambos estarán abrazados y dándose besos. "Estúpidos". A pesar de ir vestido con el pijama, me pongo las zapatillas y salgo de casa sin hacer mucho ruido, dando una vuelta por la manzana hasta llegar frente a una caja con un par de cachorritos abandonados dentro, dándoles algo de comer. Los había visto al volver de clases, pero mi madre odia a los animales y tampoco soy el más indicado para cuidar de nadie, así que ésto era lo máximo que podía hacer.

- Qué, ¿os gusta? Os traeré algo más por la mañana, ¿vale? Espero que pronto os adopten, Ryu y Ken. -Efectivamente, el nombre que les había puesto era el de los protagonistas de Street Fighter. Mientras los veo comer, agachado en cluquillas, se me encoge el estómago al constatar que me siento tan abandonado como estos cachorros.

Me levanto y vuelvo a casa en silencio, entrando de nuevo en mi habitación. Allí, sigo pensando en el instituto y mis compañeros hasta que me quedo dormido varias horas después. Al final, ni abrir la puerta ni hacer amigos. Por lo menos, nadie puede decir que no he puesto de mi parte.

Tras tocar la campana, nos retiramos del polideportivo, consiguiendo que hamasaki se le quetase (momentáneamente) la idea de abrir la puerta. No habría sido una buena idea que él siguiera con aquello, aunque puede que me haya mostrado un tanto hosca... con eso de llamarle cazurro y tal.

Salir al frente de la clase me puso muy nerviosa, pero pude hacerlo sin problemas, ya que no hay tanta gente, somos bastante menos de los que pensaba, la verdad. Aunque eso puede venir bien a la hora de dar clase, a la vez es malo por que preguntaran más veces.

Cuando vuelvo a casa estoy todavía llena de energía, no me he movido ni de cerca lo suficiente, así que me pongo mi ropa de deporte y salgo a correr por el barrio, así de paso lo conozco y localizo las tiendas interesantes. Por el camino encuentro una tienda de dulces, y habían cosas realmente buenas, y baratas. Desgraciadamente no pude aguantarme... así que acabé pasando un poco de rato comiendo una tarta... ¿Pero un poquito está bien, no?

Al llegar a casa aún era temprano y no había nadie, entró en la cocina y cogió un zumo y picoteó un poco de los restos de comida que había en la nevera. Mmm… tengo todo el día libre, ¿Qué puedo explorar? Lástima que no haya podido entablar mucha conversación con el mis compañeros… podríamos haber quedado por la tarde. Inspiró profundamente y tirando a la basura el cartón del zumo se dirigió a su habitación.

Al llegar a su dormitorio se quitó el uniforme y lo colgó bien puesto en la percha, se puso un chándal para estar cómoda y se estiró en la cama pensativa. Es una pena que no haya clubes en el instituto, añoro bailar y disfrutar de la música. Sus ojos se posaron en el ordenador y una idea brillante le vino a la mente.

Al cabo de una hora volvía a salir de casa en dirección al centro, los cascos puestos, música clásica sonando en sus oídos y un listado de escuelas de baile en su móvil. El resto de la tarde se esfumo mientras visitaba todos las escuelas que había encontrado por internet y pidiendo toda la información posible de cada una de ellas. Mañana revisaría toda esa información y decidiría si le interesaba apuntarse a alguna de ellas.

Llegó a casa agotada a la hora de la cena, tantas semanas sin poder bailar había hecho mella en su fondo. ¡No importaba! ¡Pronto volvería a bailar y recuperaría el tono muscular que había perdido!

Tenía una buena planificación de estudios. Cuando llegara a casa saludaría a su hermano en la foto familiar al dejar las cosas en la habitación,tal y como había hecho los días anteriores a comenzar el curso) y se dividiría la tarde en las distintas asignaturas para estudiar, así mejoraría en las asignaturas que le iban mal (bueno, con educación física no podía hacer nada porque su cuerpo no daba más de sí) y subiría su media de nota para poder optar a un mejor futuro.

Sí, Ayase iba derrochando motivación y ganas de salir adelante pero a veces las cosas no son tan fáciles como se cree y pronto se dio cuenta de que estaba sola. En casa no tenía a nadie con quien hablar y a veces, si se le hacía tarde para ir a comprar algo, al volver le daba la sensación de que las sombras se movían en la calle... lo cual era todo una broma pesada de su imaginación pero cuando uno es joven y tiene mucho tiempo para pensar a veces lo imposible parece real y la mejor opción es apretar el paso hasta llegar a casa y encender todas las luces por si, estando dentro, oía algún ruido extraño (que solía ser algún ruido propio de la estructura de la casa). 

La vida no era fácil, la motivación de estudiar seguramente no le llegaría hasta navidades y aún tenía mucho que mejorar a nivel social y personal pero el miedo al cambio no era una excusa para quedarse estancada, ahora tenía empezada una vida nueva y todo iría mejor que nunca. 

Tenía que ser así.

Las clases resultaron tranquilas, apenas dieron clase, todo se centró en explicar horarios y futuras asignaturas. A la salida no había llegado a relacionarse con muchos compañeros, aunque gracias a las presentaciones sabía bastante de cada uno. - ¿Yo me presenté bien? - A pesar de que sus miedos aún le acompañaban, tras la conversación que tuvo con Arisa en la azotea se sentía más tranquila y al menos tenía la sensación de haber conseguido una amistad el primer día. Caminaba animada de vuelta a casa, con la esperanza de no volverse a perder, sin embargo le llevó más tiempo del que pretendía en volver.

Al llegar sus padres estaban ocupados descargando todas las cosas de la mudanza. Llegaron hace un par de días y aunque sacaron las cosas imprescindibles, aún habían cajas desperdigadas por toda la casa con todo tipo de cosas: libros, ropa, utensilios de cocina, etc. Ella sin que se lo pidieran se puso a ayudarles mientras les contaba a grandes rasgos su primer día de clase.

A la noche volvió a su habitación, tras ducharse y ponerse el pijama, cansada de un día intenso a nivel emocional. Se sentó en su cama y miró por primera vez el móvil en todo el día esperando encontrar algún mensaje de su hermano Haruki, el que vivía en Europa, pero no había nada. Sonrió amargamente y le escribió ella un mensaje:
"El primer día de clase ha ido bien, mis compañeros son singulares pero muy agradables. Creo que este año me irá mejor :P ¿Qué tal te va?" Se quedó unos segundos pensativa con el dedo sobre el botón de enviar hasta que logró darle.

Acarició el pendiente y se dejó caer en la cama, apenas tardó unos minutos en dormirse. Por culpa de los nervios la noche anterior durmió poco y mal por lo que ahora estaba agotada, su ultimo pensamiento antes de cerrar los ojos fue: - ¿Se volverá a repetir aquel extraño sueño?

Una vez termina el primer día, me despido del resto de mis compañeros y recogo mis cosas antes de volver a casa. Me doy un buen paseo para llegar a casa con calma. Me había desanimado bastante la noticia sobre los clubes, ¿por qué no los habían implantado en el curso? ¿Que habría pasado? Tal vez mañana intentaría preguntar para saber más, tal vez se pueda encontrar una solcuión al problema de los clubes.

Me pregunto que será lo primero que aprenderemos mañana en las clases...