Partida Rol por web

Cuando la luz se apaga, aguanto la respiración y me quedo en completo silencio e inmóvil. ¿Q-qué...? ¿Quién ha apagado la luz? Cuando ésta vuelve, casi ni  me atrevo a girarme. Lo típico de las pelis de terror, que cada vez que se apagaba la luz y se encendía, aparecía alguien muerto. Y no es que me caigan bien y tal, pero tampoco tengo ganas de verlas muertas. ¿Me considerarían culpable si ellas mueren?

Por suerte, no tengo que pensar mucho sobre eso. No son ellas las que han muerto. Sino, que en medio de la sala hay un fantasma. ¿Qué otra cosa puede ser? Con cuidado de no hacer mucho ruido, voy alejándome del fantasma con la espalda pegada a la pared. No sé cómo, pero acabo escondiéndome detrás de Kurama-chan. No puedo evitarlo, aunque sea el de un niño de 8 años, odio a los fantasmas.

— ¡Pero qué haces, loca! —intento advertir a Coletas-chan sin alzar mucho la voz, ya que no quiero que el fantasma se dé cuenta de mi presencia. — ¡No te acerques...!

Me asomo por un lado de Kurama-chan, observando a ver qué pasa. En cierta medida, ver al fantasma llorar es como que es menos fantasma, ¡pero claro!, juegan con eso para hacerte caer en la trampa y luego... ¡Zas! ¡En toda la boca!

— ¿I-igual es alguien como nosotros que quedó atrapado? —se me ocurre de golpe, después de recordar que la voz había dicho que ya había superado la prueba.

¡Ah! ¡Ya sé qué hacer! Me acerco a la chica cuervo que Rubia-chan acaba de dejar en el suelo. Intento despertarla sacudiéndola un poco, pero entonces... como no lleva nada debajo, sólo mi chaqueta... con el movimiento de sacudirla acabo por verle un pecho. Con un grito poco viril que ninguna banda de delincuentes podría forzarme a hacer, dejo caer a la chica-cuervo que se da de cabeza contra el suelo, mientras salto lejos con la cara tan roja como la sangre que sale de mi nariz.

Mi cabeza sufre un pequeño cortocircuito después de reproducir en bucle la imagen de su pecho. Sólo puedo pensar una cosa: «P-pechos...».

De golpe y porrazo, todas las luces se apagaron y nos quedamos a oscuras. No podía ver nada, ni siquiera sabía si mis compañeros se habían movido o quedado en el sitio. Me entró el pánico y no me atrevía a moverme. Por suerte las luces volvieron y pude ver que todos seguíamos juntos...pero ahora había alguién más en la cabaña.

Delante nuestra, un niño pequeño estaba llorando con mucha pena. ¿Era él el que había estado llorando antes? Me quedé sobrecogida ante la tristeza y los lloros, eran realmente desgarradores y me llevé una mano al pecho. Arisa se acercó para consolarlo y ya los demás la avisaron de que fuera con cuidado. ¿Quién era ese niño? ¿Desde cuanto tiempo lleva el niño en el bosque?

En cuanto la casa se quedó a oscuras Misaki pegó instintivamente la espalda a la puerta sin llegar a soltar el pomo. - Pero si es de día. - Aquello no era normal, pero claro, nada era normal desde que habían llegado a aquel lugar. - Cuando aparecieron aquellas sombras también se oscureció el cielo. - Se estremeció y pegó la espalda contra la puerta con más fuerza.

Pero la oscuridad apenas fue un instante y al volver la luz no habían monstruos, sino un niño llorando amargamente, como esos fantasmas de películas de terror que te atraen con sus lamentos. Misaki ni se atrevió a respirar, podía sentir su dolor pero se sentía incapaz de acudir a él, miró estupefacta como Arisa acudió de inmediato a ayudar al niño. - ¿Ni siquiera lo ha dudado? - Se atrevió a despegar la espalda de la puerta y soltar el pomo. - Puede llevar razón, puede que no sea un fantasma, solo un niño encerrado en este lugar de locura. - Dio un paso hacia ellos, mientras murmuraba, más para sí misma que para sus compañeros - Yo estaría tan asustada como él, está tan solo en este lugar. - Ese primer paso fue seguido de otros, vacilante comenzó a avanzar hacia el niño hasta llegar a su lado.

Se acuclilló junto a Arisa y trató de dedicarle la sonrisa más tranquilizadora que pudo al niño, aunque ella estaba de todo menos tranquila. - Nosotros podemos ayudarte. - Acercó una temblorosa mano al brazo del chico para intentar acariciarle.

De repente el niño en cuanto notó que mostrabais signos de compasión o de querer ayudarle, comenzó a reírse de manera siniestra.

Ahora pudisteis ver con más claridad su rostro, unos intrigantes ojos de color amarillo oro mostraban que algo en él no funcionaba con normalidad.

Aquella risa escalofriante fue acompañada de una sonrisa burlona, picaresca.

- ¿Ahora venís a hacerme compañía?¿AHORA?¿Y qué hay del MIEDO que he pasado aquí dentro? ¡SOLO! - cuando gritó esa última palabra una fuerza misteriosa os hizo caer hacia atrás.

La risa continuó, aquel niño siniestro no parecía tener buenas intenciones.

- La soledad puede ser dulce... pero es amargo aprender a ABRAZARLA - poco a poco notasteis que un aura negra comenzaba a emanar del cuerpo de aquel niño.

- Ya es tarde... ya no me quedan LÁGRIMAS... ahora me alimentaré de las VUESTRAS -

Arisa no se esperaba aquello y mucho menos la energía oscura que le hizo salir disparada varios metros. Callo y se quejó cuando sintió el suelo de la cabaña, sentada en el suelo observa al niño mientras dice:

• Pero… pero, que pasa….

No terminaba de creerse lo que estaba pasando allí, al parecer ese niño quería atacarles o algo así y además parecía que tenía alguna clase de poder, ella se pone de pie como puede y dice:

• Pero… pero que te pasa… como quieres que viniéramos antes si acabamos de llegar a este mundo.

Mira para sus compañeros, no sabía qué hacer, ella no era una heroína ni mucho menos, en realidad se estaba moviendo por pura inercia y por la necesidad de salir de allí ya que no podía dejar a su padre tanto tiempo solo, estaba un poco desesperada y dice:

• Tenemos que salir de aquí… me da igual quien seas y que te pase, pero yo no puedo seguir aquí… tengo demasiadas responsabilidades aquí y tengo que salir… y vamos a salir, ya estoy harta

Estaba enfadad, el mismo miedo, la tensión y la impotencia que estaba sintiendo estaban haciendo que se enfadara

¡¿Otra vez en el suelo?! Debo haberme vuelto un lento, nunca antes me habían tirado tantas veces al suelo, y hoy ya van dos veces. «Esto es la hostia. Tenía razón desde el principio: un fantasma llorón vengativo». Me levanto del suelo y le escucho reír y burlarse de nosotros con esa vocecita infantil que no sabes si es de niño o niña. Me empieza a tocar un poco los co... la moral, se nota que debe ser de la edad de mis hermanitos porque, os lo juro, son igual de molestos. Aura oscura incluida.

Con mi mejor expresión de delincuente barriobajero, observo al niñato desde detrás del marco de una de las puertas, asomando la cabeza y lo indispensable del cuerpo.

— ¡No nos vengas con cuentos, niñato! ¿Qué hay del miedo que he pasado aquí dentro? —hago burla de él—. ¡¿Y qué hay del miedo que le has hecho pasar a las chicas?! —grito, señalándolas con furia porque no, yo no estoy medio escondido porque le tenga miedo, sino porque tengo un plan: —Además, ¡si ya has acabado de llorar, ¿qué te queda, eh? ¡Pues reír! ¡Jugar! ¡Pasarlo bien jugando al escondite, por ejemplo, ¿no es más divertido que hacernos daño y quedarte solo otra vez?!

En cuanto el niño comenzó a reir, Misaki apartó la mano tan rápido como pudo asustada llevándosela al pecho. Trató de incorporarse pero una extraña fuerza le empujó hacia atrás, haciéndole caer de espaldas unos metros mas allá. - Como aquellos monstruos. - se volvió a levantar poco a poco apoyándose en uno de los muebles, escuchando las palabras del niño y esperando algún haz de luz como con los monstruos que nunca llegó. - No es como ellos, ¿Cuánto tiempo habrá pasado solo? ¿Cuánto tiempo de soledad te hace perder la cordura? - Podría ser un fantasma y que sus intenciones fueran malignas, pero sus palabras eran un grito desesperado y ella era capaz de entender lo que es sufrir solo mucho tiempo.

- ¡Nunca es demasiado tarde! podemos ayudarnos entre todos a salir de aquí - Gritó apretando los puños. - y... no pienso llorar ni un poco, ¡que.. que no te puedas alimentar de nada! - Sorbió fuerte con la nariz, para tomar aire y tratar de contener las lágrimas. - Podemos acabar con tu soledad. - Intentó dar un paso hacia él, pero sus piernas no respondían, apenas se adelantó medio metro.

Tomoyo sintió un escalofrío en la espalda cuando el niño dejó de llorar y los miró con esos ojos fríos y esa sonrisa burlona. Dio un paso hacia atrás, no le gustaba esa situación para nada, ¿Por qué la chica-cuervo les había dicho que debían venir a esta cabaña? ¡Quería volver a casa, ya!

Una fuerza les empujó y Tomoyo cayó hacia atrás, golpeándose la espalda y volviendo a notar el dolor en todo el cuerpo del ataque anterior. Se incorporó poco a poco y miró a su alrededor, los demás estaban replicando a las palabras del niño, ¿de verdad era un niño? ¿Y si fuera como las figuras oscuras de antes?

Se mordió el labio con inseguridad y poco a poco se alejó yendo hacia donde estaba la chica-cuervo e intentó despertarla. - Por favor, despierta. - murmuró intentando no llamar la atención. Necesitaban respuestas a esta situación y estaba claro que el niño no parecía dispuesto a ser una ayuda y tampoco sabían cómo hacer para que los ángeles guardianes que les habían salvado antes volvieran a aparecer en el caso de que algo les volviera a atacar.

Entonces el niño empezó a reirse y pude notar como la tensión del momento aumentaba. Esa risa era realmente escalofriante, incluso peor que los lloros... antes de darme cuenta, algo nos lanzó a todos contra el suelo. Caí dolorida en el suelo y levanté la vista. El niño seguía en pié y estaba realmente enfadado.

¿Que quería decir el niño con sus palabras? ¿Desde cuanto tiempo llevaba en este bosque? ¿Tendría algo que ver con los monstruos que nos atacaron antes? Eran demasiadas preguntas y empecé a levantarme poco a poco apoyándome en una de las paredes mientras miraba al resto. Todos parecían estar tan confusos como yo... Por sus palabras el niño tenía que ser un fantasma tal y como decía Souta...¿fue él el que nos trajo aquí?

Ojalá supiesemos como llamar a las Personas que nos ayudaron antes...íbamos a necesitar su ayuda ahora...

No hacía nada que había dejado a la chica en el suelo (y que Souta la había fastidiado al arreglarle la ropa, nota al margen, fastidiarle luego sobre eso, si sobrevivimos a ésto) y que había advertido a mi compañera, el niño hace lo que esperaba: Convertirse en algo que da muy mal rollo, mucho miedo y que tiene un aura que grita: "Boss".

Caigo de culo cuando me intento levantar por la onda de choque que lanza el susodicho, ya van tres veces hoy, a éste paso me va a costar correr. Mientras miro a la situación que se está armando, comienzo a pensar. "Muy bien, persona o lo que seas, si eres mi aliado, ¡Ahora sería un buen momento para venir y ayudar, joder!" poco me importa el mantener una buena forma de hablar en éstos momentos.

Era curioso comprobar como alguno de vosotros intentaba proclamar el poder de su "Persona", pero no se obtenía respuesta... ¡y parecía que ibais a estar en peligro! ¿Dónde estaban vuestros guardianes?

El niño con la mirada siniestra no iba a cesar en sus palabras

- Es fácil hablar cuando estáis en GRUPO, solo la desesperación llega cuando te sientes ABANDONADO de verdad... ahora abrazaréis MI oscuridad - finalmente aquel siniestro muchacho cerró los ojos y una extraña criatura se materializó frente a ustedes.

La criatura medía más de 3 metros y parecía bastante peligrosa, tan peligrosa que de no encontrar una manera de enfrentarla podría ser el final definitivo... sin embargo... entre tanto caos una tenue voz familiar resonó en vuestras mentes....

- ¿Pu... puedes escucharme... verdad? vuestro poder... vuestro don... aún está encerrado... debéis liberarlo... controlarlo... rompe aquello que te ata al pasado... romper aquello que crees que te da fuerza, porque la fuerza real está en tu interior - la voz era de una mujer, resonaba en tu mente con absoluta claridad.

- ¿Pu... puedes escucharme... verdad? vuestro poder... vuestro don... aún está encerrado... debéis liberarlo... controlarlo... rompe aquello que te ata al pasado... romper aquello que crees que te da fuerza, porque la fuerza real está en tu interior - la voz era de una mujer, resonaba en tu mente con absoluta claridad.

- ¿Pu... puedes escucharme... verdad? vuestro poder... vuestro don... aún está encerrado... debéis liberarlo... controlarlo... rompe aquello que te ata al pasado... romper aquello que crees que te da fuerza, porque la fuerza real está en tu interior - la voz era de una mujer, resonaba en tu mente con absoluta claridad.

- ¿Pu... puedes escucharme... verdad? vuestro poder... vuestro don... aún está encerrado... debéis liberarlo... controlarlo... rompe aquello que te ata al pasado... romper aquello que crees que te da fuerza, porque la fuerza real está en tu interior - la voz era de una mujer, resonaba en tu mente con absoluta claridad.

- ¿Pu... puedes escucharme... verdad? vuestro poder... vuestro don... aún está encerrado... debéis liberarlo... controlarlo... rompe aquello que te ata al pasado... romper aquello que crees que te da fuerza, porque la fuerza real está en tu interior - la voz era de una mujer, resonaba en tu mente con absoluta claridad.

- ¿Pu... puedes escucharme... verdad? vuestro poder... vuestro don... aún está encerrado... debéis liberarlo... controlarlo... rompe aquello que te ata al pasado... romper aquello que crees que te da fuerza, porque la fuerza real está en tu interior - la voz era de una mujer, resonaba en tu mente con absoluta claridad.

"¿Eh? ¿Romper lo que me ata al pasado?..." Mientras la situación se ponía más tensa y el crío más enfadado (¡El tío incluso ha sacado lo suyo, diantres!) una voz que me suena me dice ésto. No hay que ser un genio para saber a que se refiere, incluso yo e doy cuenta. "No se te dan muy bien los acertijos, ¿Eh? Éste era fácil. Aunque la ejecución no lo va a ser tanto"

Si mi suposición era correcta, se refería... a mis coleteros. Ésos coleteros llevan conmigo desde el día en que por bruta casi acabo enterrada viva bajo una montaña de berenjenas. Vaya una muerte más ridícula habría sido.

Lo cual me hace pensar, desde aquel entonces intenté cambiarme, ir en contra de lo que había sido hasta el momento. ¿tal vez me sentía asustada de que una situación similar ocurriera si seguía así? En el medio del caos me fijo que inconscientemente he desatado mi pelo y los coleteros están en mi mano. Los miro con una mezcla de felicidad, nostalgia y miedo.

¿Es ésto lo que me mantiene atada al pasado? ¿Me está la voz diciendo, mediante la sugerencia de destruirlos, que está bien ser como era antes? Y veo el resto de personas en la habitación. No dudo que todos hemos oído a la misma mujer, y aunque no nos conocemos casi, por alguna razón no quiero que les pase nada.

Con decisión tomo los coleteros y empiezo a estirarlos, y estirarlos, con toda mi fuerza. "Sí, he estado asustada de admitirlo hasta ahora. Lo que estoy intentando ser no soy yo." Levanto la voz mientras rompo la goma, que empieza a dar de sí.

"Niño... no sé que habrás sufrido. Pero no estoy aquí para aguantar un rabieta, criajo. Así que más te vale que te prepares, por que voy a salir de aquí, te guste, o no. ¡No me asusta tu oscuridad ni tus lloros, Príncipe Emo!" La mirada que le lanzo al niño es dura y decisiva. No me van a parar aquí, y no solo yo, vamos a salir todos.

Tche. Lo que más odio de los niñatos no es lo ruidosos que son, sino el poco caso que hacen a sus mayores. ¡¿Es que no sabe escuchar cuando se le habla?! Me arremango, saliendo de mi escondite con ganas de pegarle una zurra al mocoso malcriado.

— ¡Waah! ¿¡Que diab...!? —me tapo los oídos con ambas manos, totalmente sorprendido. Y aún así, sigo escuchando esa voz. — C-chicas... ¿debería preocuparme por estar oyendo una voz en mi cabeza?

En realidad, si lo piensas un buen rato, todo está siendo de locura. La verdad, me gustaría que esto se acabara de una maldita vez. Fantasmas, casas embrujadas, despertar aquí... estoy un poco hasta los mismísimos @#$%. Pero...

— ¿Qué es lo que me ata con el pasado? ¡Oe! ¡¿Puedes oírme?! —me tapo una oreja, a ver si es que es por el ruido. — ¿Estás ahí?