Partida Rol por web

No me fío del nuevo compañero que nos ha adjudicado el Alcalde.

Sí desconfías de alguien no le pides que te informe de lo que hacen otros.

Aprovecho la marcha de Sara para preguntarle a Valthonis para hacer ver que esperaba a estar solos.

– ¿Disculpa que infracción cometiste para que te sancionaran así? Para intentar no cometerla.

Uhm...

Rechaza tu odre con algo de recelo. En su puesto no puede aceptar bebidas ni alimentos de extraños, por muy bien que le caigan.

No tengo sed, gracias.

Te cuento... Me contrataron como guardaespaldas, pero tiene que ver poco con lo que hago. Después de todo, Cléquetto es hijo de su padre, así que aquí todos le apreciamos. Puede pasearse con toda libertad por el pueblo, que no va a haber ningún lugareño que le ponga el dedo encima, ni siquiera los más borrachos.

A mí, en concreto, me sacó de las minas. Si no llega a ofrecerme este trabajo, aún hoy seguiría rompiéndome el espinazo como minero. Han pasado tantos años desde aquella dura vida que ahora creo que me he ablandado un poco. El caso es que... Bueno, puede que el alcalde sea un estirado y un aburrido, pero aún así estoy en deuda con él.

Con todo, al final mis labores son más parecidas a las de conserje que a las de guardaespaldas. Cuando alguien quiere ver al alcalde, le doy cita. Por ejemplo, hoy volvió hace unos quince minutos, y me dió instrucciones de que no se le molestara. Me dijo que atendería al público al día siguiente, a partir de las diez de la mañana. También me dijo que había hablado con Esvatt, y que esperaba una visita suya a primera hora de la mañana.

Seguramente Esvatt no venga en mi turno, así que tengo que acordarme de avisar a Doribius.

Valthonis se te queda mirando con cara de pocos amigos.

Mi infracción fue nacer. Nacer de madre y padre elfos. Ese fue mi crimen. Yo vine a ganarme mi pan, cazar un par de bandidos y seguir mi viaje con la bolsa repleta de oro. ¡Y mira cómo he acabado! Ahora soy un vasallo... Y pudo ser peor. Esos aldeanos asustadizos querían quemarme vivo. No es la primera vez que lo veo: pueblos en los que a la primera desgracia enferman de miedo.

Sara trae las gachas para el elfo, y Valthonis se calla. La posadera deja el plato y sube al piso superior. Debe preparar la habitación para el nuevo cliente. Es curioso, pero Sara no está tan simpática con Valthonis que como lo estuvo con vosotros. Parece que el elfo tiene razón al decir que el miedo ha hecho mella en Holmet. Miedo a todo lo que tenga orejas picudas.

¿Lo has visto? Ni si quiera me ha mirado a la cara cuando sirvió el plato. Te juro que esto irá a peor. Las muchedumbres con miedo terminan con estallidos de violencia. Pueden ser turbas enfurecidas, o gentes abrazando a un dios oscuro buscando la protección que no han percibido de sus deidades habituales o... o pequeños procesos inquisitoriales como al que me sometieron a mí.

Valthonis come. Su cuerpo empezaba a necesitarlo. Su cautiverio le ha llevado a todo un día de ayuno involuntario.

 El pelirrojo asiente ante las palabras de Guzmán mientras guarda su odre a su lado.

 - Ya veo.- Dice paseando la mirada por el paisaje que se divisia desde esta posición.- Sin lugar a dudas eso es mejor que respirar polvo mineral, ir a tientas y encorbado. Así que soys varios cubriendo el puesto de guardia, soys tres... no habrá una vacante, verdad?

 Dice con una sonrisa entre dientes.

 - No parece un mal lugar en el que vivir, y si hay más muchachas como Sarah, la chica del Velvet Azul, el paisaje es bastante bueno.- Bajando un poco la voz le pregunta en tono confidencial.- Sabes algo de Sarah y su marido? Mientras estaba comiendo me ha parecido que haya una relación enrarecida entre ellos.

Cita:

Solo dos, Doribius y yo, turnos de doce horas. Mucho más llevadero que las catorce horas diarias que hacía en la mina. Así que me temo que no: no hay vacante. Y tampoco vas a tener mucho tiempo si el alcalde ya te ha encargado lo de la captura de los bandidos. Son un incordio.

 Cita:

Mphm... No deberías meterte en líos de faldas, amigo. No está bien. Mi consejo es que no mires a la mujer de otro. Además, Sara es una buena chica. Adora a su marido, no tienes nada que hacer.

No sé lo que habrás visto entre ellos. Si Sara sigue con Égrias a pesar de su mal carácter, entonces mucho le debe querer.

 El pelirrojo escucha a Guzmán mientras habla.

 - Sí de momento ya estaré ocupado un tiempo con la escorta a la mina y la caza de los bandidos, si bien ya he empezado y ya quedan un par menos, creo que esos orejas picudas son diestros escondiéndose entre los bosques.

 Luego cuando escucha el último comentario de Guzmán, enarcando las cejas pregunta.

 - ¿Mal caracter, a qué te refieres con lo del mal carácter de Égrias?- Casi de seguido levanta los hombros asintiendo.- Y ciertamente las faldas suelen conllevar demasiados quebraderos de cabeza...

Con Valthonis por aquí no podré conversar con la Sara. Lastima de hoguera.

– Mas las mismas antipatías hacia los extraños. Vosotros tampoco soléis ser muy hospitalarios con quienes entran en vuestras tierras.

Ya sabes... Es un huraño. Jamás lo he visto fuera de su taberna... Por lo menos no en los últimos cinco años. Quizás más. A su paliducha piel de blanquito no le ha dado el sol en mucho tiempo.

No suelo pasarme por la tasca de la posada debido a mi horario laboral, no es una persona que conozca bien. Yo que sé.

Hace años que no lo veo, y la gente puede cambiar, pero cuando era minero, al final de la jornada, si terminábamos siendo sus clientes. La gente cantaba y reía, la cerveza circulaba de un lado a otro... Y allí, tras la barra, Égrias seguía manteniendo su cara de amargado. Trata mal a sus clientes, les mira mal... Y ni Josephine ni Sara son capaces de hacerle sonreír.

La dulce Sara y su marido son dos caras opuestas de la misma moneda. ¡Tienen personalidades completamente opuestas! Puede que sea difícil de entender que estén casados, pero no se pueden separar los lados de una moneda. La vida les ha acuñado para que estén siempre juntos.

Esas son las que tenemos, ¿eh?

El argumento de Roger ha estado acertado, pero no por eso Valthonis puede digerirlo. Prefiere cerrarse sobre sus propias injusticias antes que reconocer la altanería y doble moral que rodea a los elfos.

No solo los campesinos catetos que nunca han salido de su maldito pueblo caen en las redes del odio. Un viajero como tú, que algo de mundo habrás visto, sufre el mismo mal.

Recoge su plato y su cuchara.

Comeré el resto arriba, en mi habitación, dónde espero no ser juzgado por nadie más.

Levantarse tan bruscamente hace que las patas de la silla pronuncien un grave quejido al arrastrarse por el suelo de madera. Avanza hasta las escaleras, con plato en mano, y las sube al piso superior. Roger se ha quedado solo.

 Borateo juguetea con las tabas mientras escucha las palabras de Guzmán. Finalmente asiente cuando este termina.

 - Eres todo un pensador.- Sonríe sin ironía.- Ya veo lo que quieres decir. En fin cada hogar es un mundo.

 - Otra pregunta más, ese tal Vórtimer. Ha resultado ser un enano de poder, pues en un abrir y cerrar de ojos logró sanar todas las heridas de un par de compañeros. Pero no obstante, su comportamiento, y flata de control, lo hacen parecer como el borracho del pueblo. ¿Simpre es igual o sólo una cosa puntual?

El alcalde dijo que no había tiendas de magia en este lugar, y no conozco ninguna propiedad medicinal del musgo fluorescente que le haga interesante para vender en una herboristería...

Umh... los musgos necesitan sombra y humedad. Tal vez podría encontrar algo en las afueras. Quizás en alguna caverna, alejada de la depredación que los humanos y los enanos hacen a su entorno natural.

Aunque no sé si es buena idea que me exponga fuera de Holmet con esos bandidos rondando. ¿De verdad te urge ese musgo?

Valandil duda entre ir o no ir. Los bandidos han sufrido un duro golpe, y se estarán lamiendo las heridas en este momento. No suponen ningún peligro. Y por otro lado... se muere de ganas de tener un poco de calma en plena naturaleza, donde los comentarios racistas del Hombre son suplidos por el canto armónico de los pájaros.

- Pues nos vendría bien para algunos hechizos que quizá necesitemos. Lo que podría hacer es acompañarte hasta los límites del pueblo para presentarte a la guardia, no vayas luego a tener problemas para regresar, ya sabes que los elfos aquí no son muy bien recibidos.

Por los bandidos no creo que debas preocuparte, ya que deben de estar malheridos. Al menos tengo la seguridad de haber causado dos heridos y no creo que se aventuren hasta los alrededores de Holmet teniendo dos bajas y dos heridos entre sus no muy pobladas filas.

Jajaja...

Una cosa tienes que tener clara: los enanos beben. Beben una barbaridad. Cualquier enano de este pueblo es capaz de tumbarme a copas. A mí y a cualquiera. Lo que pasa es que tienen un aguante que no es normal.

Nunca me he puesto a pensar en ello, pero es cierto que el párroco no demuestra esa fortaleza. Es como si tuviese una enfermedad, en el cuerpo o en el espíritu, que le hace flaquear.

Tildarlo de borracho del pueblo... Aún no has visto a algunos humanos que yo me sé, que se tienen bebido hasta el contenido de las escupideras. Aunque claro, eso pasa sobretodo en las fiestas. Fin de año, festival de primavera... Ahí es dónde se bebe pero bien.

De todas formas, es una persona muy mayor. Ha llegado a una edad a la que puede hacer lo que quiera. Ojalá estuviera yo así con sus años... Pero va a ser que no, no hay humanos tan lonjevos.

No olvides que nosotros también tuvimos heridos en nuestras filas...

Valandil acaricia la frente de Wilbur, cerca de dónde aquel enorme pájaro le picoteó esta mañana. La brecha sigue teniendo mal aspecto.

Suspira...

Es frustrante haber abusado tanto de los espíritus de la naturaleza que ya no me escuchan cuando intento curar a un compañero.

Su pesar no deja muy claro si es preocupación por la herida del hechicero o decepción consigo mismo por haber extraido más maná del bosque de lo que considera correcto.

Camináis juntos por las calles. Las casas cada vez están menos apelotonadas unas con otras. Las miradas inquisitoriales también merman, pero solo porque hay menos gente; la poca que hay sigue manteniendo sus cuchicheos cuando ven a un elfo pasar.

Un par de casas más allá el terreno está despejado. Tras el descampado, bosque de cerezos. No hay guardias, ni garitas, ni barracas de soldados. Ni siquiera una simple empalizada que proteja la civilización de saqueadores o alimañas. Es un pueblo demasiado humilde como para permitirse semejantes instalaciones.

Me despido de ti, humano. A partir de aquí es mi territorio, sin los prejuicios de los urbanitas. Te prometo que si hay musgo del que buscas en ese bosque, yo te lo traeré.

Tiende su mano hacia la tuya para estrecharla. Un graznido llega a vuestros oídos y el halcón Grak aparece volando hasta que se posa en una rama.

Ahora le toca a Grak escoltarme.

- Buena suerte compañero.

Wilbur se despide del elfo, no sin antes pasarse por la garita de los guardias de la ciudad a explicarles que este elfo en concreto no es una amenaza y puede entrar y salir de la ciudad con toda normalidad.

Al llegar de nuevo al hotel trata de convencer a la camarera para que cosa unos bolsillos en el bolso y posteriormente se pone a separar la arena de colores.

 El joven pelirrojo asiente.

 - Sí que he oído que los enanos son capaces de beber cantidades ingentes de alcohol...- Sacudiendo levemente la cabeza, como si se sacudiera los pensamientos, pregunta.- Dime una cosa Guzmán, esas orejas picudas, esos elfos, hace mucho que se mueven por los alrededores. ¿Mandasteis la milicia local en su busca?

Irá todo bien dice Valandil sonriente y dispuesto a darse un paseo buscando el componente que demanda el mago.

No alberga temor alguno en su corazón, pues toda la vida estuvo vagando prácticamente solo por los bosques sin miedo a ningún enemigo. Después de todo el cazar o ser cazado, ser depredador o presa era tan natural que la posibilidad de morir por una traicionera trampa de algún avaricioso primo de sangre era algo, digamos, asumible. Aunque era una pena que lo que algunos depredadores hacen para alimentarse y subsistir, otros lo hicieran para lucrarse con metal brillante. Pero no le había sido otorgado el poder de juzgar comportamientos humanoides.

Y con la mente puesta en estos pensamientos sale de la ciudad tras consultar a los guardias, puesto que ellos deberían conocer bien la zona, si hay alguna formación de cuevas o cavernas cercanas a la ciudad así como si las puertas dela ciudad cierran de noche

¿Milicia? No, muchacho. Eso de poco sirve sino es para defender una plaza. Con una milicia puedes repeler un ataque o soportar un asedio, pero de poco sirve un grupo de civiles armados a la hora de atacar en terreno enemigo. Son elfos, es legendaria su manera de ser uno con el bosque, y disparar una lluvia de flechas ocultos desde la frondosidad.

No sé que pasa por la mente del alcalde, pero si estuviese ocupando su asiento, yo tampoco enviaría a mis vecinos al bosque para que hicieran de dianas móviles.

Jajaja...

Te pasa su enorme brazo sobre tu hombro.

¿Pero contigo no tenemos esos miramientos, verdad? Jajajaja...

Mira, esos bandidos llevan casi un mes tocándonos las narices, y es probable que antes hubieran pasado otro mes más explorando el terreno. Conocen mejor la zona que los propios lugareños, ¿no es irónico? Toda la vida en estas montañas y a penas salimos de Holmet, atareados con nuestras pequeñas vidas y nuestros trabajos rutinarios.

Cuando te metas en el bosque para cogerlos ten cuidado, ¿vale?

¡Qué distinta es la naturaleza a la vida opresiva de las villas! ¡Cuánta paz y armonía se respira entre estos cerezos! Junto a tu amgio halcón, y tus hermanos árboles... y los pájaros piando como si aún fuese la primavera.

Ummm um ummmmmm... Lalala... uh-bidubidú...

Pero es curioso, la canción de las aves aquí suena distinta. Tiene un melodioso acompañamiento. Similar a la voz de un ángel. Grak también se fija en esos matices, y gira el vuelo en busca de esa voz maravillosa.

...lalaaaaaa... laralaaaauuuuh, laralaaaaa...

Tras un agradable paseo, no muy lejos de vosotros halláis un estanque. Sumergida hasta el cuello, una humana tararea mientras se da un baño. No hay duda, la voz celestial pertenece a su terrenal garganta.

Y a pesar de que no has podido apartar la mirada de ella, la mujer no ha sido capaz de fijarse en ti, completamente poseída por la tranquilidad de su baño. La superficie del estanque se modela en círculos concéntricos mientras ella se desplaza através del agua.

El halcón grazna, para acompañar torpemente su canto. La muchacha no se sobresalta con el cacofónico piar, nada suave mientras sigue cantando, dándose la vuelta para ver qué pájaro ha sido tan gentil de acompañarle esta tarde de verano. Y su mirada se clava más allá de Grak, en el druida que siempre le acompaña. Un elfo. Uno de esos elfos que tienen tan mala fama en este lugar.

En un primer intento, la mujer asustada pretende nadar hacia la orilla y escapar, pero se da cuenta que lo único que tapa su desnudez en este momento es el color oscuro que el fondo del estanque da a sus aguas. Ella se ve obligada a quedar flotando en el centro, sumergiendo un poco más de su delgado cuello como muestra de pudor.

Lamento haberla asustado, señorita. No pude evitar acercarme cuando escuché su cántico. comenta Valandil con voz suave y calmada.
Por favor, acepte mis disculpas. Valandil no tenia pudor alguno de efectuar sus ritos de purificación con unas pinturas ocres como única vestimenta, pero comprendía ese curioso sentimiento tan "civilizado". Así pues apartó la mirada para que la mujer se sintiera algo mas cómoda.