Partida Rol por web

Wilbur se agacha a recoger el ónice.

- Esta mina está llena de sorpresas.
Y bien ¿Qué hacemos ahora?

 El pelirrojo contempla la escena con desagrado, especialmente el último acto de Wilbur.

 - Tomemos a esos cadáveres y saquémosles de aquí... quiero limpiarme la herida... me escuece.- Dice señalando vagamente una fea herida de mordisco embadurnada de sangre.

 Tomando a un cadáver por un tobillo lo empieza a arrastrar hacia afuera.

Lyranden vio como el combate acabó con el empalamiento del último enano. Acto seguido Wilbur asestó un mazazo a uno de los ya muertos enanos para a continuación agacharse a recoger una piedra que parecía estar dentro del cráneo del enano.
-Nunca se me hubiera ocurrido buscar algo ahí - se dijo el semielfo para si mientras miraba con cierto tono de incredulidad la última acción de Wilbur - O sabía a priori que podía encontrar algo o está como una regadera...
Sin embargo para el pragmático Lyranden le era indiferente, lo único que le importaba era que llegara todo a buen puerto y por tanto buscó entre los cadáveres algo de interés o que les pudiera dar alguna pista de la locura que a todas luces había invadido las mentes de los enanos.
-Señores, estos enanos deben estar bajo los efectos de algo o alguien. Por muy agresivos que sean, los enanos suelen actuar con cierto sentido de la autopreservación, sin embargo estos actuaban como si estuvieran poseidos -

Mi intento de noquear al enloquecido enano habia fallado, y de repente, todo se precipito.

Borateo cargo con desmedida fuerza y hundio su lanza en el enano hasta casi su mano, el enano cayo desmanejado como era de esperar, incluso para "algo" en la situacion de estos "enanos", lo que en la mente de Darius se salio de lo esperable en una situación como esta fue la reacción de Wilbur quien aplasto el craneo del cadaver - Pero que demonios haces!!! grito darius desaprobando la acción de Wilbur, cuando este se agacha a recoger algo del interior del craneo....
- Por todos los dioses que demonios es eso...

Las ropas están deterioradas, seguramente por la explosión. Los bolsillos del enano están vacíos. Lyranden pasa a registrar a otro. También vacíos. Pasa al... descabezado de Wilbur, y tampoco tiene ninguna pertenencia. Borateo empieza a arrastrar el enano que queda, con lo que Lyranden no puede revisar los bolsillos al último de los mineros. Parece probable que también estén vacíos.

Como un destello de brillantez, a Wilbur le viene a la cabeza un conjuro llamado reanimar a los muertos. Es magia nigromántica, capaz de hacer que los muertos vuelvan como esqueletos o zombis. El componente material del hechizo es un ónice negro, valorado en al menos veinticinco piezas de oro. El ónice debe ser colocado en la cuenca del ojo o en el interior de la boca de un cadáver entero, como parte del ritual de resurrección. De todas formas, los componentes materiales del conjuro se consumen, y el ónice debería haberse deshecho como un huevo descascarillado.

- Parece ser que tenemos a algún nigromante por los alrededores, porque está claro que aquí han empleado el hechizo de reanimar muertos, cuyo componente principal es una piedra negra como la que llevaba este minero en el interior del cráneo.

Voy a tener que extraerles las piedras a los mineros, para que puedan descansar en paz y no vuelvan a levantarse. Puede resultar algo desagradable por lo que quizá prefiráis no estar presentes.

Dicho lo cual comienza a desmontar cabezas de minero por el método rudimentario.

- 25 piezas de oro multiplicadas por 20 mineros...

Wilbur sonríe interiormente.

 Mientras Borateo va arrastrando el cuerpo del enano, escucha las palabras de Wilbur. Tal vez...

 - Pues si en verdad todos estos enanos tienen una piedra así en su interior... nos los llevaremos hacia el poblado. Por un lado merecen sepultura por parte de sus familiares y, por otro lado, será una prueba más que contundente para presentar ante las autoridades lo aquí ocurrido. Wilbur, deja la maza quieta.

 Tras unos pasos más se cruza con Lyranden.

 - Si quieres puedes acompañarnos y exponer lo que nos contaste a las gentes del pueblo. Si lo haces junto a nosotros tal vez valga para que te den la oportunidad de limpiar tus pecados... y de vengarte de quien te hizo chantaje.

Lyranden rebuscó entre las ropas de los enanos sin encontrar nada, nada de nada.
-Definitivamente estos enanos no están "bien", nunca he conocido ningún enano que no llevara algo de valor encima por muy pobre que fuera, al menos su martillo o pico.
Mientras Borateo intenta sacar a uno de los enanos de allí, Wilbur expone su punto de vista. - tal vez no sea tan agresivo como parece - se dijo el semielfo para a continuación contestar al comentario de Borateo.
-Estimado amigo pelirrojo - dijo Lyranden - estaré encantado de exponer todo lo que se y os ayudaré en lo que pueda para atrapar a esos malditos diablos.

Esto es un asco - dice Darius señalando a la cabeza de enano - los ataremos y los llevaremos con esas cosas en sus cabezas, estoy seguro que los familiares preferirian que un clerigo se ocupe, quizas de manera menos expeditiva...

Por otro lado - Darius envaina su espada, pone su escudo a la espalda y ayuda a Borateo con los cuerpos - si son cuerpos reanimados que demonios los mato? - al agacharse a por el cuerpo intenta distinguir alguna causa mortal a parte de las recientes a causa de su grupo

Es mas, lo que los mato seguirá al fondo de la mina....

 Borateo no solía ser un hombre que hablara demasiado, más bien todo lo contrario. Ya había dicho todo lo que tenía que decir por el momento. Ante la observación de Darius se encogió de hombros y continuó llevando el cuerpo del minero hacia el exterior. Pero algo en su mirada dirigida a Darius dió a entender que compartía la idea.

 - En cualquier caso deberíamos de informar de lo visto, luego, si es preciso, podremos regresar.

Los mercenarios retroceden tirando de los cuerpos. Cuando llegan a la salida de la mina, Mindo está como lo dejaron. Algo más pensativo. Ni siquiera presta atención a los cuerpos con el cráneo machacado.

Roger se ha puesto de cunclillas junto a él. El bardo está pálido y nervioso. Tampoco presta atención a los muertos que arrastran los compañeros.

Hemos... tenido una visita mientras no estabais.

Calle. Prometió que no diría nada, señor Valverde.

Dije que no diría nada, pero no lo prometí. Es importante. Deben de saberlo.

Roger y Darius se lanzan miradas llenas de tensión. Al final, Darius cede y aparta la vista.

Aquella cosa... la que estaba dentro del lobo y se esfumó en el aire... Vino. Estaba totalmente curado de sus heridas, aunque eso no es lo importante del asunto...

Ese bicho verde se ofreció a curarme. Dijo que él podía hacer que yo volviera a caminar. Se ofreció para introducirse dentro de mí y ser el esqueleto que me sostuviese erguido-el elfo hace una larga pausa, reuniendo el valor para decirlo-. Y le dije que tenía que pensarlo.

Hablad con él. A mí no me escucha. Ya le dije que perdería el control de sus actos, que estaría poseído y sólo sería un esclavo. Como le pasó al lobo que nos atacó.

Yo no soy un lobo. Mi mente es más fuerte que la de un animal que se mueve por instintos. Puedo luchar, oponerme a él. Mi voluntad vencerá a la suya. Volveré a andar, y todo saldrá bien.

 El montaraz estaba tomando un trago de su odre cuando el tipo este habló.

 - Claro... claro que puedes resistir... igual que puedes sucumbir, con la diferencia que podrías ser mucho más peligroso que un puto chucho. Podrías infiltrarte en la sociedad, corromper a más gente, asesinar.- Dice con un tono que pretende ser irónico, pero sin demasiado éxito.- Te sugiero que antes de tomar esa decisión deja que otros te den vistazo.

 Parece que fuera a añadir algo más pero en lugar de eso guarda su odre y se va a buscar la carreta.

 El pelirrojo y robusto Borateo se puso manos a la obra.

 - ¿Valandíl te puedes encargar de unir los bueyes al carro?

 Dijo a la vez que empezaba a apilar las herramientas en un dincón para cubrirlas con una lona. Puso encima de esta lona al lobo.

 - Darius échame una mano para colocar a su lado a Mindo.- Dijo dando por sentado que el elfo recapacitaría y esperaría a ver que sucede una vez llegado al poblado para ser atendido por otro sanador.- Luego apilaremos a los cuatro enanos en la otra mitad de la carreta.