Partida Rol por web

No, no, no, no

Esto no era bueno, ese estúpido humano se vengaba de una tribu extinguida matando a una vieja octogenaria y a las dos huérfanas que iban con ella. ¿Cuan patético debía ser el guerrero para tomar venganza con quienes apenas podían empuñar un arma? Drassil había pensado en estas orcas desde que las viera, desde que escuchara hablar a la sabia Matriorca, podían vigilar la mina, y si alguien del pueblo pretendía volver a buscar algo más a ella. Podían ayudarles a encontrar a esas bandas de malhechores que iban por los bosques, y ahora todo se iba al garete.

Al guerrero le habían arrebatado el corazón, y ahora él creía extinguir la memoria de esta tribu, no era la manera

Las orcas no encontrarían alivio si huían, ni hallarían descanso alguno.

Drassil echó unos pasos para atrás, miedoso de la carnicería que se iba a desatar

Huid insensatas, no penseis, solo huid - Advirtió a las pieles verdes que habían sido traicionadas y de nuevo abandonadas por su líder que se adentraba al otro lado del claro al final del camino

Las palabras de Drassil llegan demasiado tarde. Lyranden gana la espalda de Shasha y le clava la espada por detrás y a traición. La orca, malherida de su anterior encuentro con Borateo, se desploma en el suelo. Su gran tamaño hace que su mano inerte cubra la distancia que le separaba de la mano de la anciana y quedan las dos allí tendidas, como cogidas de la mano.

Solo queda la canija y débil mestiza albina.

la confrontacion entre ideales y deber era tal en la cabeza de la paladina que casi le estalla , no habia dado su palabra pero si habia colaborado para que hubiera un trato tranquilo que el desgarvado y tosco guerrero habia roto ,por lo que sus principios como paladina le impidieron actuar en contra de los orcos y en contra de Borateo ya que ella sabia lo que era el amargo sabor de la venganza, asi que permanecio impasible ante los hechos y en guardia 

a pesar de ello la situacion era tensa y hecho mano a su espada por si alguno le increpaba por su actitud 

Yis, temerosa del grupo de asesinos, echa a correr para alejarse lo más posible. Su carrera la lleva a subir la cuesta por la que hace dos días vinieron Mindo, Darius y Lyranden.

 De una sacudida arranca la lanza empalada del esuchimizado cuerpo de la anciana, y se apresura para ir a la caza de la albina orca. Su semblante permanece contorsionado por la rabia y el dolor.

 - ¡VEN MALDITA, NO HUYAS!

Corro hasta colocarme junto a esta.

-Hay que acabar lo que se empieza- dijo el semielfo casi con resignación justo antes de salir en pos de la orca y Borateo.

Dejar a enemigos vivos nunca es una buena opción. En su tierra había visto cómo un sólo enemigo que huye puede asesinarte cuando menos te lo esperas o incluso traer un grupo de "amigos" que acaban linchándote. Eso no les pasaría, esa orca acabaría como sus compañeras y Lyranden se encargaría de que así fuera.

Darius envaina su espada y se acerca a los cuerpos, comprueba que estén mas allá de cualquier ayuda, se levanta serio, mira alrededor buscando algo.

Tenemos que buscar madera, hay que incinerar los cuerpos.- su voz suena plana, sin emocion, como pensando en algo lejano.

Vuelve a agacharse le quita con cuidado, casi reverencia, la daga a la anciana orca y la posa sobre el nuevo murete, para que sea lo primero que vea borateo al bajar de cometer asesinato.

Acto seguido pone rumbo al bosque a buscar algo de madera... Espero que seas mas rapida que el humano

Drassil sigue bastante alerta por lo ocurrido, ese Borateo estaba mal de la cabeza o no sabía vengarse de quien le hubiera ultrajado, ese odio demostrado era del todo exagerado. - Si os parece, nos las llevamos con nosotros al pueblo, y que las incineren allí. Hizo un gesto a Wilbur para que se acercara a la boca de la mina, en silencio agudizó el oído pero ahí dentro no se escuchaba nada. Preparó una antorcha y miró a los compañeros sin hacer caso de los chillidos de la mujer en el bosque.... era un grupo de carniceros, y no permanecería con ese Borateo por mucho tiempo, de eso estaba seguro.

Qué os parece si vamos bajando, no quiero que se nos haga de noche por este bosque, pretendo volver a Holmet antes y tener tiempo para cenar tranquilo y investigar un par de asuntillos

Entre Lyranden y Borateo no tardan en dar muerte también a la semiorca, desarmada minutos antes por Wilbur, que aún tiene las dos espadas cortas.

El escabroso incidente ha terminado. Puede darse por olvidado el asunto, guardar silencio y no contar lo sucedido nunca a nadie... o puede exagerarse y convertirse en una batalla épica contra toda una tribu orca. La historia la cuentan los vencedores.

Queda decidir qué hacer con los cuerpos, antes de entrar al fin en la mina.

 Tras el último golpe mortal asestado. El afectado vengador saca de una sacudida la lanza ensangrentada. Su gesto es de abatimiento, las lágrimas bañan sus mejillas curtidas y humedecen su barba. Contempla el cuerpo sin vida de la criatura. Mientras su respiración sigue agitada por la acción y emociones de los últimos momentos.

 Apoyanado su peso en la lanza se pasa una callosa mano por el rosto, tapándose primero los ojos y poco a poco ascendiendo por su frente hasta enterrarse en su pelirroja caballera. Un dolor tan hiriente como mudo contorsiona su gesto. Inmovilizado, ajeno a todo el mundo sumido en sus pensamientos.

 Finalmente el contacto de algo húmedo con su mano le llama la atención. Lentamente su aturdida mirada, aún borrosa, se posa en ella, la sangre que embadurna los tres primeros palmos de la lanza, ahora puesta en vertical, ha ido descendiendo perezosamente por el mango hasta manchar su mano... Con una sacudida el hombre sale del embelesamiento y tomando aire con fuerza se agacha hacia el cuerpo de la menuda y pálida orca. Con un paño de ropa se esfuerza para limpiar la pegajosa substancia tanto de su mano como de la lanza.

 Hablando tal vez consigomismo, o tal vez con Lyranden, dice.

 - No podemos dejarlas aquí. Yo me ocuparé.

 Tras colgarse de nuevo la lanza a su espalda, se agacha y toma el cuerpo de la orca en brazos para llevarla a un lugar donde puedan caber los tres cuerpos, una pequeña acequia o depresión. Luego repite el movimineto con el ligero cuerpo de la decrépita orca. Finalmente tomando por las axilas la colosa orca la lleva al mismo lugar para dejarlas allí, todas tres.

 Cuando terminó de dejarlas allí, se acercó a la escualida construcción donde encontró la daga. Se la quedó mirando un rato, finalmente la tomó y se dirigió con ella a donde estaban los cuerpos sin vida de las tres mujeres.

 - No tenemos con qué quemarlas, espero que decapitarlas sea suficiente para que sus cuerpos no sean alzados, en caso de que alguien lo quiera hacer. Supongo que sin cabeza no podrán meter la piedra negra aquella...

Sin más ceremonias, y a falta de tener una arma mejor para tal efecto, usó la daga de larga empuñadura para separar las cabezas de los cuerpos. Su experiencia como cazador le sirvió para no convertir aquello en una escandalosa carnicería...

La vieja orca no lleva nada encima, salvo sus ropas y la daga que encendió la ira de Borateo. Es una daga normal y corriente, mucho peor que la daga que Wilbur tomó de los elfos bandidos. La orca grande y estúpida tiene una armadura acolchada y su pesada hacha a dos manos. Las dos espadas cortas de la semiorca siguen en el cinto de Wilbur, a la albina solo le queda la armadura de cuero que viste.

Pobres posesiones dejan atrás unas pobres rivales.

Wilbur deja caer al suelo, lanzándolas con desgana hacia unos arbustos cercanos, las dos espadas de la semiorca. Después se encoge de hombros, como si no hubiese nada que decir.

 Cuando terminó con esa tarea echó arena y piedras encima de los cuerpo, ocultándolos parcialmente.

 Su rostro, había adquirido un gesto neutral mientras había ararastrado los cuerpo, decapitado y ocultado. Parecía que el tener algo que hacer le había aliviado en parte el pesar.

 Una vez terminado se incorporó para examinar el resultado. Tomó agua del odre que portaba, se aseó y refrescó un poco. Lo hacía de forma mecánica, ausente, mientras su mirada parecía reflejar. Finalmente habló de nuevo, otra vez hablando a nadie en concreto, tal vez pensando en voz alta.

 - Me he condenado, y arderé en el infierno por matar, pero no podía dejar la muerte de los míos en deuda. Yo viví, y yo haré pagar la deuda.- Sacó un humilde amuleto, se lo llevó a los labios y le susurró algo, antes de llevarselo al pecho y finalmente esconderlo de nuevo bajo su pechera.

 Luego sacó de nuevo su lanza, la examinó con cuidado, de nuevo su mirada volvía a ser la misma. Una arruga cruzó su rostro en gesto de desaprovación. Luego se agachó y tomó la gran hacha que portaba la orca y se la ajusto a las ataduras de cuero que había usado para la otra lanza. Finalmente cruzó el ruinoso muro de mampostería y se acercó a la mina. Y se internó en ella, alhumbrado por las titilantes antorchas...

El grupo se adentra en la mina con amargura. Tras un rato caminando, del túnel de quince pies de ancho sale un ramal a la izquierda. Este es el punto en el que Wilbur y Valandil abatieron al primer minero, pero todo está recogido: la vagoneta volcada... las piedras desperdigadas en las que se encontró la piedra ioun... el cadáver con los cortes de la cimitarra del elfo ausente... Nada de eso está ahora.

Deberíamos ir todos juntos - Comentó Drassil cuando alguno de ellos miró los dos caminos, sopesando tal vez la posibilidad de dividirse- Recuerdo a Yorum Cuernorrojo, un capitán enano que decidió que dividir era la mayor táctica, yo me encontraba en retaguardia registrando con martillo y cincel cuanto sucediera en aquella batalla, los enanos siempre lo quieren todo en piedra.... vaya agujetas en la muñeca al día siguiente, el caso es que las fuerzas divididas fueron derrotadas por unos pocos gigantes de las profundidades, si primero hubieran cubierto un ataque, y luego el otro, hubieran ganado.... al menos eso contó más tarde York Pierna-Ancha, su hermano y consejero de guerra del pueblo Turkam, en las montañas del norte

La conversación del mediano parece interminable, y poco o ninguna relevancia tiene nada de lo que dice aunque por su aspecto, parece estar evocando unos recuerdos no muy lejanos de uno de sus últimos viajes

Tras el incómodo pero necesario episodio de deshacerse de los cuerpos, Lyranden se adentra con el resto del grupo en la mina. Su genética le proporciona una mayor visión en la oscuridad y con la luz de la antorcha de Drassil le es suficiente para ver a bastantes pies de distancia.

En sus manos el semielfo lleva aún las dos armas dispuestas para cualquier "incidencia" que pudiera haber en el camino. Se adelanta al frente del grupo, desde allí podría detectar trampas y su visión le permitiría descubrir cualquier peligro antes que el resto.

-A ver que hay por aquí - dice con cierto interés mirando a la oscuridad

 Borateo avanza en vanguardia, a pesar de su estado de salud, se mantiene en silencio y dispuesto a ser de ayuda. Confiando en sus compañeros ubicados en la segunda línea, el aferra la larga asta de su lanza apuntando hacia adelante, por si alguna criatura se les abalanzara encima pudiera intentar amedrantarla con su larga arma.

Bueno, vayamos de una vez a hacer lo que habíamos venido a hacer...

Colocándose, detrás de Lyranden en la fila, el grupo se adentra en la mina.

Borateo, fui de los que mas curación mágica ha recibido y con tu lanza podrías atacar desde segunda linea si algo nos ataca cubriéndonos con mi escudo - darius acompaña la exposición con un gesto de ¿nos intercambiamos?