Partida Rol por web

Dos flechas del arquero silban a un lado y a otro de la cabeza de la semiorca.

El próximo disparo irá a tu ojo, Taluta. ¡Largo de aquí!

No importa. Las cicatrices son un acicate para los orcos. Lucen como medallas en la carne, especialmente si quedas valerosamente tuerto.

Taluta sigue subiendo la cuesta hasta ponerse a la altura del cazador. A esta distancia se disipan algunos malentendidos. El cazador resultó ser un elfo, en lugar de un humano. El orco, así, visto bien de cerca, resultó ser una semiorca. Y en ese momento, unos chillidos espeluznantes les erizan los cabellos a ambos.

¡¡¡IAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!!!

Tres cabezas aulladoras vuelan con sus grandes alas de murciélago, y se acercan a los dos viajeros.

-¡Maldición! -exclamó el elfo arquero mientras apartaba la cabeza, achinaba los ojos y apretaba la mandíbula con rabia, tratando de superar el dolor del chillido de esas criaturas. Inevitablemente la flecha que pensaba dispararles se perdió en un ángulo completamente inofensivo. No así la segunda. Ulthor se sobrepuso al dolor y afinó la puntería. En esta ocasión sí hizo una buena diana...

- Pues más vale que aciertes o Taluta te meterá la flecha por el ojo, pero por el del cu...

Un desagradable chillido interrumpe el exabrupto, y la semiorca frena casi de golpe llevando las manos a sus oídos. El sonido es desagradable, pero enseguida consigue recomponerse y averiguar de donde proviene. Tres horribles criaturas aladas se acercan hasta ellos. Le han pillado desprevenida, por lo que sólo puede esperar a que lleguen para defenderse con su alfanjón.

- ¿Qué truco es este, arquero? ¿Son amigos tuyos?

-¿Te suelen atacar tus amigos? -espetó el arquero y luego, recordando lo limitado de las capacidades conversacionales de su ahora aliado accidental añadió- No, no son amigos míos.

Las cabezas caen sobre los incautos viajeros como una plaga de murciélagos. Revolotean en torno a sus cabezas intentando morderles la cara.

Taluta.... Hermana... Taluta...-dice la que intenta morder a la semiorca.

Ulthor retrocede un par de pasos. Estira el arco y la punta de la flecha queda a una pulgada del ojo de una de ellas. La flecha le atraviesa de parte a parte y una de las cabezas cae al suelo rodando cuesta abajo.

- ¡Entonces dile a Taluta por qué conocen su nombre!

Su capacidad de razonar no es muy brillante en reposo, pero menos aún en combate. La escasa sangre que riega su cerebro prefiere distribuirse por los músculos de sus brazos y piernas. Al menos esto le permite golpear con fuerza a sus rivales, y una de las cabezas lo sufre en cuanto pasa por su lado

- ¡Taluta te va a cortar en dos, cabeza con alas!

Y parte la cabeza en dos.

El último monstruo, enfurecido, trata de morder a la semiorca. En el lance, Taluta se gira para encararse a la criatura, y golpea sin querer a la cabeza con el hombro. La cabeza cae al suelo, indemne, agitando las alas a ras de tierra como un pollo... sin cabeza. Franca para ser rematada.

Taluta... la zanja...

El arquero elfo se hizo a un lado, dejándose un gran ángulo de ataque, separado de la semiorca para asegurarse un buen disparo sin herirla accidentalmente. "Tluck" resuena la punta metálica de la flecha al introducirse en la cabeza limpiamente y hacer que esta quede "tendida" en el suelo. Todo parece haber acabado, pero un estertor del monstruo hace reaccionar al elfo, provocando un nuevo ataque. La segunda flecha sale con todavía más potencia que la primera, en un ángulo diferente, mucho más bajo, atravesándole la boca, el interior de la cabeza, proyectándola más de un metro hacia atrás y clavándola a un árbol cercano.

Bien, por dónde íbamos... -pienso para mi y mi cara lo refleja claramente. Una mirada significativa se dirije hacia Taluta. No la estoy apuntando con mi arco, pero ya hay una nueva flecha colocada en él.

El combate ha sido corto. A pesar del terrible aspecto de las cabezas voladoras, no han sido un rival demasiado peligroso. La última de ellas muere atravesada por las flechas del elfo mientras agoniza en el suelo.

- ¿Y ahora qué? - Pregunta mirando al arquero, con el alfanjón todavía entre sus manos - ¿Vas a seguir disparando a Taluta? Al menos explícale porque lo haces

La última de las cabezas cae en lo alto de la cuesta. Lo suficientemente cerca para que los dos extraños se den cuenta de que su aspecto cambia. Deja de ser un monstruo horrible con cabeza y alas. En su lugar, en el suelo queda la cabeza cercenada de una orca vieja y arrugada, que a Taluta le resulta familiar.

-No, Taluta, creo que no... Emmm, ¿has visto eso? Esa cabeza ha... ¿vuelto a ser como era antes de ser una cabeza volante? -digo perplejo, volviendo la mirada para buscar las otras cabezas y comprobar si han cambiado también, pese al alfanjón de su aliada accidental.

Observa la transformación con una mueca de desagrado, hasta que poco a poco su rostro muestra la más sincera sorpresa. Con los ojos abiertos de par en par y la boca abierta, mira a Ulthor un par de segundos y acto seguido se arrodilla junto a la cabeza cercenada.

- Ma... Matriorca - balbucea mientras deja el alfanjón en el suelo para coger la cabeza con sus manos - No puede ser - niega con la cabeza - ¿qué te han hecho? - aunque su voz sigue siendo grave, muestra evidentes signos de tristeza - maldita seas, babayagá

Vuelve a dejar la cabeza en el suelo y con la palma de la mano acaricia una de las mejillas de Matriorca, tratando de evitar las lágrimas. La otra mano se cierra con fuerza en un creciente ataque de ira, aunque logra controlarse ante la presencia del cazador. Cuando por fin recupera la compostura, se levanta y mira al que hace poco era su enemigo a los ojos.

- Esa cabeza es Matriorca, - explica señalando al suelo con el dedo - maestra de Taluta. Eso significa que hermanastra de Taluta puede estar cerca. ¿Arquero ha visto algo?

-No, lo siento. Esto es algo horrible -dice el arquero haciendo gesto hacia la cabeza de Matriorca- Cualquiera que lo haya hecho debería recibir un justo castigo. Dame algo de comer y beber y te ayudaré a cazar a esa Babayagá. Después seguiré mi camino -sus palabras parecen sinceras, así como su hambre y sed. Posiblemente la mejor oferta que haya recibido la semiorca en el día de hoy.

- Me temo que Taluta no tiene comida para ofrecer, pero con tu arco ser fácil cazar algo. Acompaña a Taluta y te ayudará a buscar presas. - Vuelve a mirar la cabeza que tiene a los pies - La babayagá ser demasiado poderosa para Taluta, y sola no podrá hacer frente. - Mira a su alrededor tratanto de ubicarse - Vamos en la dirección por la que vinieron las cabezas voladoras, y por el camino poder explicar a Taluta por qué le atacabas

-Bueno, verás, me pareciste una orca y de donde vengo eso supone enemigos. Soy arquero, mi única ventaja es la distancia y pude verte antes que tú a mi, así que decidí que lo más sensato sería acabar contigo antes de que tú lo hicieras conmigo. Además, supuse que tú conocías la zona, así que haberte dejado escapar me habría puesto a tu merced... o sea, que era mi única manera de ganar. Ahora estoy en tus manos, sólo puedo ofrecerte mi puntería como compensación. Lo siento -se disculpa el elfo, tratando de no cruzar la mirada con Taluta, pues aunque se siente avergonzado por su acción, todavía conserva cierto orgullo que no quiere sentir herido.

Al bajar la cuesta, Taluta comprueba que las dos otras cabezas, las que bajaron rodando colina abajo, se transformaron al morir en la de la semiorca albina Yis y en la de la orca Shasha, hermanastra de Taluta. Siguiendo la dirección desde la que llegaron las tres cabezas voladoras (la derecha), desechan la idea de tomar por el desfiladero de la izquierda.

Tras un buen rato de caminata, Taluta cae en una grieta poco profunda en el suelo. Y menos profunda es aún con los tres cadáveres sin cabeza que están bajo la orca. Con la zanja llena, Taluta no tiene problemas en ponerse en pie.

Desde su posición, tanto Wyrmslayer como su compañera pueden observar a unos trescientos pies de distancia un ensanchamiento del desfiladero que casi parece un campo de batalla.

Habrá como una docena de cadáveres calcinados e irreconocibles, algunos de ellos rechonchos como si perteneciesen a enanos o a osgos, pero otros con la complexión de humanoides más altos y delgados.

A esos muertos se le suman otros dos: un par de enanos sin signos de haber sido consumidos por las llamas. Todos tienen sus cabezas. A pesar de estar relativamente cerca de la zanja con las tres orcas descabezadas, no sufrieron el mismo destino.

También hay un carro abandonado, en perfectas condiciones, pero sin ningún tipo de animal de tiro que lo pueda arrastrar.

Y tres avestruces, o algo parecido, una de ellas con la cabeza cercenada a unos pies de su largo cuello. La carne está ya algo podrida, pero aún se podría comer.

Todos los cuerpos se extienden sin ninguna disposición en particular en la explanada alrededor de una mina. Una peculiar mampostería, piedra sobre piedra, crea un bajo muro de cuatro o cinco pies de altura, a izquierda y derecha de la entrada, creando un pequeño patio semicircular con un hueco central para pasar a la mina.

En esta explanada confluyen tres desfiladeros. Uno de ellos va hacia el noroeste. Otro de ellos, con un camino de tierra bastante ancho, lleva hacia el sureste. La grieta con los cuerpos de las orcas están en el tercer desfiladero, por donde llegaron Taluta y Ulthor, que toma dirección norte.

-Oh, vaya, ¿estás bien? -pregunta Ulthor a Taluta cuando se levanta, ayudándola a salir de la zanja. Luego observan el ensanchamiento del desfiladero, con todo lo allí contenido- Esas enormes aves zancudas de ahí -dice señalando la especie de avestruces- seguramente todavía tienen algo de carne aprovechable, pero no pienso acercarme sin echar un vistazo alrededor. Tendríamos que inspeccionarlo todo sigilosamente. O puedes ir delante y yo trataría de cubrirte, pero te expones a que alguien trate de hacer puntería contigo -dice el especialista en hacer puntería con cosas.

Sabía que su hermanastra estaría cerca, pero no imaginaba que tanto. El descubrimiento está a punto de hundir a Taluta, pero tras soltar alguna lágrima se recompone y continúa el camino junto a su improvisado aliado. Ahora sólo quiere vengarse.

El campo de batalla con el que se topan no es nada halagüeño, y todo parece provenir de esa mina. Lamentablemente, ambos están hambrientos, por lo que continuar sin comer algo puede ser un peligro añadido.

- Mejor ir en silencio. Taluta no quiere más flechas hoy - asiente al elfo y comienza a examinar los alrededores antes de dar un paso - Comeremos esa carne y buscaremos agua en los cadáveres.