Partida Rol por web

Ulthor estaba cansado, eso era evidente. Llevaba días vagando sin rumbo y el cansancio pasaba su factura en estos momentos. Le pesaban los pies, aunque eso no se notaba demasiado, pero su atención había menguado considerablemente. Al rato de avanzar sigilosamente no pudo evitar pegar su espalda contra una piedra y descansar unos minutos. Era algo inevitable. Tanto como que la capa que llevaba le mimetizara casi a la perfección con el entorno.

Con mayor o menor agilidad (Taluta es especialmente torpe, como ya se le vió cuando tropezó con la fosa común de orcas), los dos alcanzan la entrada de la mina. Las tres aves de corral ya están a mano para ser despiezadas, y los cadáveres para ser saqueados.

Como novedad, ahora que están más cerca ven una vagoneta boca abajo, en el patio interior que forma el artificioso muro de piedra. Según la altura de quien lo use, la vagoneta puede cumplir funciones de silla o de mesa. Taluta también se fija que el carro ha dejado dos surcos que llevan al camino de tierra del desfiladero que va al sur.

En esta posición son muy vulnerables. Hay demasiados puntos desde los que pueden ser observados: el alto de los acantilados, la cobertura que proporcionan los riscos de la explanada o la oscuridad de la boca de la mina.

-Retirémonos de aquí, esta posición me da mala espina -dijo el elfo en tono bastante bajo, escasamente suficiente para que la semi-orca lo oyera. Acto seguido tomó el ave más cercana y la cargó al hombro como pudo para salir de ahí y ponerse a cubierto de nuevo cuanto antes.

La zona estaba desprovista de árboles, pero con muy buen juicio, Ulthor llevó una de las piezas tras un risco. Y luego otra. Y luego otra, la descabezada, dejando la cabeza atrás por no poder aprovechar nada de carne de su delgado cuello. Los tres animales podrían ser despiezados con calma tras la cobertura de la roca.

Tal vez todavía con cargo de conciencia por haber atacada a la que luego se ha convertido en compañera de andanzas, Ulthor se mostraba muy colaborador, ayudando al despiece y dejándole hacer, sujetando las piezas para facilitar y agilizar el proceso.

Comienza a despiezar las avestruces con la ayuda de Ulthor. Es la primera vez que hace algo parecido, y se nota su inexperiencia. En el campamento eran otros los que se encargaban de ese tipo de trabajos, aunque siempre trataba de observar cómo lo hacían. Además, un alfanjón no es el arma más apropiada para hacerlo.

La primera pieza fue un desastre. Taluta lo descuartizó como si estuviese troceando a un elfo, y los trozos de carne y plumas se ensuciaron con la gravilla del suelo. Luego la cosa fue mejor. El resultado fueron siete hermosos filetes de pechuga de... pollo gigante, o como sea que se llamen esos bichos.

No hay árboles de los que hacer leña y para hacer la fogata es necesario o bien usar la ropa de los cadáveres (de los dos enanos que no están chamuscados) o bien romper los tablones laterales del carro, que sujetan la carga. La susodicha carga no son más que picos, palas y linternas sordas, y una caja con frascos de lo que suponéis que es el aceite para alimentar las linternas. Todos los objetos están bajo una gran lona blanca.

A pesar del desastre del primer intento, consigue descuartizar con éxito a una de las extrañas criaturas. Ni siquiera están seguros de que sean comestibles, pero cuando el hambre apremia cualquier cosa es válida. Con cocinarla bien será suficiente.

Entre ambos consiguen arrancar algún tablón de un carro cercano, y utilizarlo como leña para encender un buen fuego. El aceite puede servir para avivarlo.

- Taluta irá a buscar agua

Mientras su compañero se encarga del fuego, se acerca a los cadáveres rebuscando entre sus pertenencias. Esta vez no es oro lo que pretende encontrar, aunque se apropia de cualquier cosa de valor que encuentre.

El registro de Taluta es bastante exhaustivo. Los cadáveres quemados están demasiado chamuscados, con la ropa pegada a la piel, es imposible encontrar bolsillos en esa fusión de carne y tela. Los dos enanos que no presentan quemaduras llevan poca cosa encima. Pero en el pliegue de sus casacas llevan cada uno un odre con agua y unos guantes.

Después de comer y beber hasta saciar su apetito, respira profundamente y estira sus músculos de forma exagerada. Las heridas habían dejado de sangrar gracias a un par de improvisadas vendas mal colocadas, pero todavía eran dolorosas. Observa al que ahora era su compañero y aunque en un par de ocasiones está a punto de decir algo, prefiere guardar silencio. Finalmente, se levanta y mira hacia la mina.

- Taluta irá a echar vistazo ahí dentro antes de seguir - dice sin más, señalando la oscuridad más allá de la entrada - si quieres, puedes venir y compartir ganancias. Taluta quiere encontrar a quien hizo eso con su familia