Partida Rol por web

Nada que pueda servirnos para ayudar a Valandil.

Pensaba que llevaría alguna varita o un equipo de curación pero parece que no.

– Sólo he encontrado, su espada corta, una daga y raciones para un día. Nada útil para atender a Valandil.

 El pelirrojo monteraz asiente mientras da otro vistazo para ver como la mayoría de los elfos han escapado.

 Ja, parece que la próxima vez se lo pensarán meor antes de asaltar a nadie, malditos, cuando esto termine yo mismo los buscaré.

 - Bueno, creo que he logrado cortar la hemorragia, si lográsemos montar una litera y llevarlo a un lugar donde pueda descansar, se podría llegar a recuperar, espero.

 Entonces siente el gruñido ahogado de Nugruk, Borateo lanza una mirada hacia donde está el elfo que planta cara al bárbaro. El hombretón tenía horrendas heridas en su cuerpo.

 - Roger quédate custodiando a Valandil, voy a ayudar a Nugruk. ¡El muy insensato se dejará matar a este paso!

¡Necio! No puedes matarme, ni herirme, ¡solo son heridas superficiales!- Dice el bárbaro a sabiendas de que en cuanto su furia acabe caerá inconsciente.

Wilbur, a la vista de que no podrá alcanzar al ladrón de sus componentes, vuelca su furia contra el que se ha quedado atrás y está discutiendo con Nugruk.

Carga contra el al máximo de su velocidad y trata de embestirle para llevárselo por delante y evitar así que remate al valioso guerrero.

Antes de que Wilbur llegue a cargar contra el último elfo, Nugruk le corta la cabeza con su gigantesco espadón. Ambos vuelven al camino por su propio pie.

Ya no quedan enemigos en los alrededores. De vuestros atacantes, solo cuatro han sobrevivido. De vosotros, solo Valandil está tan malherido como para perder la consciencia. Pero poco después de hacer esta aseveración, Nugruk también cae vícitma de sus hemorragias.

Wilbur llega andando con cara de enfado, acompañado de un lívido Nugruk.

- Mierda, esos malditos elfos nos han dejado hechos trizas.
Por cierto ¿Alguien ha visto al halcón por alguna parte?

Comenta mientras trata de acomodar en el suelo al maltrecho bárbaro.

 Antes de que Borateo pueda incorporarse de nuevo en la batalla ve como los elfos que siguen en vida han desaparecido, a sus pies Valandil parece estabilizado, maltrecho y con los ropajes ensangrentados pero vivo al fin.

 Wilbur regresa con Nugruk, el cual presenta unas terribles heridas y nada más llegar a su altur este cae al suelo, inconsciente.

 Maldiciendo entre dientes el pelirrojo batidor intenta atender las heridas del titánico bárbaro caído... pero las heridas son muchas y los recursos escasos.

Wilbur trata de mejorar el estado de Nugruk aplicando rudimentos de medicina aprendidos tras pasar años en las minas viendo terribles accidentes a diario.

Wilbur hace un gran trabajo para evitar que Nugruk se muera. El suelo parece una carnicería. Valandil y el bárbaro han dejado dos enormes manchas de sangre tiñendo la tierra. Sigue allí el avestruz, que antes entre dos conseguísteis cargar. También está un brazo, y a unos metros el cuerpo al que un día perteneció. Apartado del camino, otro elfo en partes: por un lado la cabeza, por el otro el resto del cuerpo.

Lo más que han conseguido aportar vuestras víctimas son sus pertenencias: dos armaduras acolchadas, una daga, una espada corta, una cimitarra y dos bolsas para el cinto con algo de comida en su interior. Poca cosa para tanto sacrificio. No hay mucho que saquear de ellos, y hasta es probable que tengáis que abandonar parte de vuestras pertenencias para poder cargar con vuestros compañeros.

Los miráis. Entre ambos pueden pesar fácilmente más de 200 libras. Y su equipo puede suponer otras 150 o 170  libras adicionales. Abandonar la carne de la pareja de pájaros cazados es una idea que empieza a coger cuerpo, pero no parece suficiente.

¿A cuánto puede estar Holmet de aquí? Les dijeron que se tardaba todo el día yendo con unas maletas livianas. No puede estar muy lejos. Tal vez a una hora de camino. Tal vez algunos minutos más. Y aún son apenas las 10 de la mañana...

No podemos con todo y no podemos abandonar a nuestros compañeros.

– Intentaré con las ramas que trajiste para llevar las aves construir unos trineos para nuestros heridos.

Paso un cuarto de hora dando vueltas a las ramas hasta que me doy por vencido. – Intentarlo vosotros.

Me pongo a buscar el halcón del druida sin ningún éxito.

 Borateo se incorpora tras asentir por el buen trabajo de Wilbur.

 - Bien hecho, no te creía tan diestro con estos menesteres.- Dice el monteraz mientras termina de dar una ojeada a Nugruk.

 Luego su mirada pasea por el campo de batalla improvisado que ha sido este trocito del camino, con las manchas de sangre en el suelo, el brazo cercenado del líder de los elfos y el cuerpo tirado en el suelo, con el torso perforado por su propia lanza. Su rostro se ensombrece.

 - Vaya viajecito más movidito. ¡Maldición! Tanta sangre y vidas perdidas por tan poco, esperemos que estos malnacidos orejotas sean los bribones que acosaban el pueblo. No me gustaría que fuera de otro modo.- Tras respirar profundamente un par de veces comenta.- Tendremos que montar unas perigüellas, los arrastraré en un trineo, reartiremos el peso entre todos y esperemos, por todos los dioses que el maldito pueblo este cerca.

 Da un vistazo a las armas de los asaltantes, la daga, la espada y la cimitarra las examina blandiéndolas un poco mientras se acerca a los árboles cercanos inspeccionando las ramas de estos. Con la idea de usar la cimitarra para cortar algunas recas ramas lo suficientmente largas y robustas para montar el vehículo.

 - Usaremos un par de mantas para usarlas como lonas y para unir las ramas a modo de cordeles. Manos a la obra venga.