Partida Rol por web

Levanto una ceja al ver que Ekron no tiene la reacción que esperaba precisamente... Pero tampoco me voy a quejar, por supuesto. Le dejo colocarse la ropa e incluso le coloco bien el cuello aún sonriente y conteniéndome por no volver a estallar en carcajadas. Aunque el mago está claro que no me deja. 

- ¡Oh, jo, jo...! - digo más "encendido" al oír su nueva pregunta y más aún con esa palmada - E imagino que no querrás dejarte ningún rincón por explorar, ¿verdad? Bien, bien, deja que compruebe mi apretada agenda... - digo levantando la mirada con aire pensativo - Esta noche tengo un compromiso, pero a partir de ahí, supongo que cuando quieras. Eso sí: Si esperas conseguir algo con la peliblanca o con Morri, más te vale que no se enteren de esto. Yo no soy celoso, peeeero... Ya sabes cómo es la gente. - me encojo de hombros aún sonriente, echando a andar con él fuera de este sitio.

Algunos dirían que las criptas tienen de romántico lo mismo que una pocilga. Esos mismo creerían que el pequeño instante de pasión que habían tenido ambos hombres se debía a ello en vez de simple lujuria y ego de no retroceder... Afortunadamente ninguna de esas personas estaba allí presentes y no fueron interrumpidos.

Por otro lado, lo poco que pudieron leer, antes de centrarse en otros asuntos mucho más prioritarios y esenciales, les sirvió para saber que los pergaminos contenían conjuros. ¿Cuales? Lo sabrían cuando acabaran de llegar a la última línea, pero tampoco era plan de gastarse la vista en unas ruinas. Sobretodo cuando había una posada ya pagada a apenas unos metros del lugar.

Por lo que ambos hombres después de una promesa de continuar en un futuro incierto salieron del lugar a reunirse con sus compañeras, siendo recibidos por unos gruñidos cuando están por llegar al piso superior.

La mujer se ríe con sinceridad ante la descripción de los dos hombres por parte de Morrigan.

- Sí, he conocido bastantes de su tipo. Lo mejor es o tenerlos lejos o atarlos en corto. Según gustos, yo soy de las primeras.- aunque no dice nombre estaba claro a quién se refería.- Y Ekron...- la ves dudar unos segundos.- La verdad es que me ha pasado lo mismo que tú. Al principio pensé que intentaba conquistarme, luego que estaba loco y ahora no sé si ambas o ninguna... y todo esto en menos de medio día.

Ante lo siguientes que escucha hace un gesto desdeñoso.

- Incultos e ignorantes, que culpa tienes tú de que Berath haya mostrado interés por tu alma. No traes la muerte con tu simple presencia y por lo que he visto hasta ahora tienes mejor corazón que la mayoría de los no divinos.- esto último lo dice con bastante vehemencia y cierto brillo en los ojos. Sin embargo el cambio de tema despierta otro tipo de luz en sus ojos.

- Sí, soy de Dyrwood, pero no sé que tiene que ver con mi ritual. Irónicamente el símbolo de Wael no es precisamente secreto y como todos los dioses se le rinde culto en todos los reinos.- explica con calma.- Cualquiera que busca descubrir algo de este mundo suele terminar pidiendo su ayuda o incluso adorarlo. Por suerte no es un dios que busque idolatría si no acciones. Descubrir y ocultar, esa segunda faceta suya es frustrante pero no merece tener en contra a una deidad por uno de sus caprichos. Sin embargo, tengo curiosidad. ¿A qué se dedica tu padre y que te conto él?

Están las dos mujeres charlando con tranquilidad cuando Perro, que hasta ese momento estaba acurrucado al lado de Morrigan, se levanta y gruñe hacia las escaleras. Esto pone en guardia las dos mujeres pero rápidamente se confirma que es una falta alarma al ver quienes llegan.

Y así se vuelven a reunir, con Perro recibiendo a Ekron y Feniel con un gruñido que pasa a un par de ladridos de bienvenida.

Por su parte las dos mujeres están sentadas en el suelo descansando a una distancia prudencial de los huesos recogidos y salvo por la alerta del cánido, bastante relajadas. A su vez pueden comprobar que la búsqueda de los susodichos tampoco ha sido infructuosa pues vienen cargados con algunos pergaminos y redomas que contienen líquidos brillantes.

Sentía la calidez de la papada del perro contra su muslo y las palabras de la mujer, aunadas al suave respirar del animal, parecian arruyarla e invitarla a descansar.

Sus mejillas se sonrojaron levemente. No era común recibir halagos y no supo como contestar a ellos.

_{- Bueno... aquí ya hemos visto que solo se "puede" seguir a uno solo -} a pesar del cansancio fue evidente la sorna de sus palabras - Por eso preguntaba si erais de aquí - No había más que aclarar. Sus dedos acariciaron la oreja del perro con aire distraido

_{- Mi padre es sacerdote. Bueno, es quien me adopto. Mis verdaderos padres no me querían con ellos} - habia calmada aceptación en su susurrante voz

Antes de poder añadir nada más, fueron puestas sobre aviso de la llegada de alguien....

Morrigan se encontraba sentada contra una columna, con las piernas estiradas y los pies cruzados a la altura del tobillo. Su diestra acariciaba la oreja del animal cuando este se levantó para avisarlas de que venía alguien. La guerrera ni se inmutó. No tenía fuerzas. Si hubieran sido otros, podrían haber acabado con ella perfectamente, pues sentía como todo ese agotamiento la anclaba al suelo.

_{- ¿Habeis descubierto algo? -}

Bien, puede que podamos llegar a un compromiso - digo riéndome - Ahora que si te da por componer una canción sobre un romance en una cripta que sepas que pienso negarlo todo y que seas tú la que le dé explicaciones a Morrigan...

Al volver le doy al perro una rascada detrás de las orejas - Bueno, sí que hemos descubierto cosas. Que sea mucho o poco todavía no lo sé. Tenemos unos pergaminos, unas botellas con líquidos interesantes y un polvo que no sabemos si sirve para pasárselo bien o fabricar tinte, Ah, y los huesos que quería tu amigo Wirtan ¿Y vosotras? ¿Nos habéis echado de menos?...

Saludo con una sonrisa a Morrigan al verla, igual que al perro que parece que se viene con nosotros. A Meriel no tanto, pero me alegra ver que no han tenido ninguna sorpresa mientras nosotros estábamos abajo. Mientras lo explica, voy enseñando uno de los pergaminos y los frasquitos curiosos que hemos encontrado.

- Estaría bien saber si os suenan de algo. - comento pasándoselos por si les suena de algo, con visible interés en la respuesta de ambas - No habréis hecho muchas locuras sin nosotros, ¿verdad? - digo con una risilla entre dientes, leyendo uno de los pergaminos ahora que tenemos luz y esas cosas. 

Aunque la formulación te resulta algo cargante tienes claro que es un conjuro para quitar a alguien el control de su cuerpo dejándolo completamente quieto en el sitio.

Una vez todos juntos y teniendo claro que no iban a sacar más de ese lugar abandonado, deciden volver afuera. Donde el pueblo les recibe con una frescura del atardecer. Algunos de los pueblerinos les miran extrañados al verles cargados pero está claro que prefieren dejar a solas a los forasteros no vaya a ser que los consideren cómplices de lo que hubieran hecho.

Sin embargo esto poco importa para los tres protagonistas de esta historia. Pues aparte del agotamiento y el bienhallado aire limpio, sienten algo más. Es solo un segundo y si no fuera porque los tres se giran a la vez dirían que es cosa de su imaginación, pero podían jurar que un cadáver de los que colgaban del árbol les estaba mirando. El cuerpo pertenecía a una enana y por su estado se podía apreciar que llevaba poco tiempo haciendo de macabro adorno.

No obstante los tres estaban cansados y mirar un cadáver tampoco era algo que fuera a servir de mucho ahora, por lo que acompañados Meriel y la nueva mascota del grupo se dirigen a la taberna.

- Ya has tonteado bastante con el bardo, se acerca la hora alta así que jovencita de vuelta a la cocina. Cuando se acabe el turno ya podrás visitarlo en su cama todo lo q...

Es lo primero que escucháis al abrir la puerta, pero la voz se corta al veros y Pasca os recibe con una sonrisa de oreja a oreja.

- Habéis vuelto y todos vivos. Pasad, pasad.- os invita toda calidez, sin embargo al fijarse en vuestra carga frunce el ceño.- Si eso es lo que creo que es. Mejor será que me acompañéis un momento.- la mujer os hace pasar por la cocina y salir por la puerta de atrás hasta un pequeño almacén de madera, seguramente para mantener la cocina encendida.- Dejadlo ahí y más le vale al idiota de Wirtan encargarse de ello mañana.- en ese momento se fija en el estado de Morrigan y lanza una mirada de reproche a Ekron y Feniel.- ¡Por las plumas de Hylea! Ya veo que estos hombretones no son de los de ponerse al frente, venga volvamos adentro y te quiero directa en tu habitación, la segunda a mano derecha nada más subir las escaleras del comedor. En un rato iré y veré de que no se infecte ninguna...

Sea como sea, la tarde va pasando. Alguno aprovecha para tocar y ganarse unas monedas, además de las atenciones de alguna que otra dueña, otra termina por agradecer a la susodicha el trato y se acuesta pronto pensando en lo lejos que estaba de su padre, y su guía, ahora que algo extraño le pasaba. Y el último, que no menos importante, bajo la excusa de ayudar a cierta peliblanca con la identificación de lo que habían encontrado se va ganando poquito a poquito un pequeño hueco en el corazón de la chica, si ya quería que esa misma noche fuera cama o ir bajo seguro era ya cosa de lo atrevido que fuera nuestro noble plateado.

Finalmente cansados y alguno que otro más que satisfecho y con compañía terminan cediendo al sueño, que sin embargo no es del todo acogedor...

Tu descanso está teñido de inquietud y fiebre, asaltado por susurros y silbidos, recubierto por una ansiedad sofocante.

Abres los ojos y despiertas. Te encuentras delante del árbol de la horca de Valle del Oro y el crujir de sus cuerdas se escucha cada vez con más fuerza hasta que el sonido resulta ensordecedor.

Del árbol cuelga una anciana enana cuyo rostro se ha podrido y metido hacia dentro como una fruta pasada. La cabeza cuelga hacia un lado. Al mirarla se va acercando cada vez más a tu mente hasta estar a tan solo a unos centímetros de tu cara.

De repente levanta la cabeza y abre los ojos, unos ojos vacíos y, tras ellos, la nada, una nada tan extensa que se te desploma el estómago. Separa los labios lentamente y con una ráfaga de aire fétido, pronuncia una palabra: OBSERVADOR.

Te despiertas de sopetón, aunque todavía notas el hedor fétido del aliento de la mujer. Gruesas gotas de sudor te recorren el rostro; tienes la piel empapada de la cabeza a los píes.

Recuerdas a la mujer, te miraba desde el árbol y por alguna razón no parecía tan consumida en ese momento pero sin lugar a dudas era ella.

Tu descanso está teñido de inquietud y fiebre, asaltado por susurros y silbidos, recubierto por una ansiedad sofocante.

Abres los ojos y despiertas. Te encuentras delante del árbol de la horca de Valle del Oro y el crujir de sus cuerdas se escucha cada vez con más fuerza hasta que el sonido resulta ensordecedor.

Del árbol cuelga una anciana enana cuyo rostro se ha podrido y metido hacia dentro como una fruta pasada. La cabeza cuelga hacia un lado. Al mirarla se va acercando cada vez más a tu mente hasta estar a tan solo a unos centímetros de tu cara.

De repente levanta la cabeza y abre los ojos, unos ojos vacíos y, tras ellos, la nada, una nada tan extensa que se te desploma el estómago. Separa los labios lentamente y con una ráfaga de aire fétido, pronuncia una palabra: OBSERVADOR.

Te despiertas de sopetón, aunque todavía notas el hedor fétido del aliento de la mujer. Gruesas gotas de sudor te recorren el rostro; tienes la piel empapada de la cabeza a los píes y no precisamente por todo el ejercicio realizado antes con Pasca, la cual dormía plácidamente a tu lado ajena a tus pesadillas con una sonrisa de satisfacción que te hizo recuperar un poco el tipo.

Recuerdas a la mujer, te miraba desde el árbol y por alguna razón no parecía tan consumida en ese momento pero sin lugar a dudas era ella.

Tu descanso está teñido de inquietud y fiebre, asaltado por susurros y silbidos, recubierto por una ansiedad sofocante.

Abres los ojos y despiertas. Te encuentras delante del árbol de la horca de Valle del Oro y el crujir de sus cuerdas se escucha cada vez con más fuerza hasta que el sonido resulta ensordecedor.

Del árbol cuelga una anciana enana cuyo rostro se ha podrido y metido hacia dentro como una fruta pasada. La cabeza cuelga hacia un lado. Al mirarla se va acercando cada vez más a tu mente hasta estar a tan solo a unos centímetros de tu cara.

De repente levanta la cabeza y abre los ojos, unos ojos vacíos y, tras ellos, la nada, una nada tan extensa que se te desploma el estómago. Separa los labios lentamente y con una ráfaga de aire fétido, pronuncia una palabra: OBSERVADORA.

Te despiertas de sopetón, aunque todavía notas el hedor fétido del aliento de la mujer. Gruesas gotas de sudor te recorren el rostro; tienes la piel empapada de la cabeza a los píes.

Recuerdas a la mujer, te miraba desde el árbol y por alguna razón no parecía tan consumida en ese momento pero sin lugar a dudas era ella.

Finalmente llega la mañana y aunque cada uno ha tenido una noche movidita por alguna que otra razón finalmente os reunís en una mesa del piso de abajo mientras Pasca os recibe con una sonrisa y poniendo delante de cada uno un buen desayuno, sin embargo puede notar vuestro aire preocupado así que se despide para dejaros algo de espacio.

Me levanto en silencio intentando no perturbar el sueño de Meriel. Temo asomarme a la ventana por si me vuelvo a encontrar ese rostro marchito mirándome. Observador ¿De qué? ¿Del buen vestir? ¿De la forma en que la tela de un vestido cae sobre unas caderas bien redondeadas? ¿De los gastos? - Pedorra - susurro mientras me lavo la cara en la jofaina...

Buenos días - saludo a la concurrencia con poco entusiasmo. Al menos, no tanto como el que debería tener después de haber "celebrado" con Meriel el haber sobrevivido a la cripta. Espero a que Pasca nos ponga el desayuno para volver a hablar - No sé si ayer os fijasteis en una enana que colgaba del árbol ese tan bonito y tan atractivo para los forasteros. Me dio la sensación de que nos estaba mirando, y en cuanto acabemos pienso a ir a comprobar si lo hace. La cosa es que esta noche me ha visitado en sueños pero en una versión de sí misma mucho más putrefacta y más corrompida que el alma de un recaudador de impuestos. Me ha llamado "Observador" como si me hubiera pillado espiándola en el baño ¿Tenéis alguna idea de lo que puede significar?...