Partida Rol por web

- ¿Prefieres un fantasma a una silla? No sé, al menos la segunda es más tangible... - respondo a Ekron con media sonrisa - Pero sí, tenemos esa "suerte" por lo visto. No te preocupes, iré preparado para hu... digo, para ayudaros cuando haga falta. - termino con una amplia sonrisa socarrona.

Al ver a la nueva visión, me pongo en guardia pero esta vez niego con la cabeza. No es real. No merece la pena hacerle caso. Estoy a punto de echar a andar ignorando a la pelaguisantes, cuando escucho a Ekron hablando con ella con cierto tono de niño repelente y levanto una ceja. No sé si sabe de lo que habla... o finge muy bien que lo sabe. Me quedo con los brazos cruzados, mirando a las dos chicas y luego volviendo la vista hacia el pasillo. 

- Tal vez sea mejor... ¿adelantarnos? ¿No? Bueno, con suerte tendremos tiempo y arreglarán eso rápido. - susurro, pendiente más de las cosas tangibles como sillas o monstruos que quieran venir.

Ver la sonrisa aparecer en aquel rostro de mirada perdida proporciona a Morrigan cierta calma que no sabe descifrar muy bien. Da un paso al frente como si de verdad fuera a echarle una mano con los guisantes. Por un momento desvia su atención a Ekron, luego a Feniel, y finalmente retorna a la mujer translucida

_{- ¿Quienes lo mataron? ¿Y porque? -} No está segura de si piensa que ella es su hijo o si simplemente la mira por que le ha llamado la atención pero intenta continuar la conversación por intentar encontrar un sentido a aquello.

La aparición de la mujer parece ignorar el arrebato de Ekron mientras mantiene fija la mirada en la divina de la muerte. Sin embargo la que, al igual que Feniel, se sorprende con toda la escena es Meriel que mira preocupada hacia el hechicero.

- ¿Estás bien?- le pregunta con consternación y acto seguido mira a los dos divinos.-¿Otra visión?- se le podía notar un poco de fastidio en su gesto mientras preguntaba y escuchaba a Feniel y parecía estar de acuerdo con él. Pues avanza  y  cruza a la aparición sin saber que estaba allí quedándose a la entrada de las escaleras justo cuando Morrigan finalmente contesta y la aparición responde perdiendo su sonrisa quebradiza.

- Antes de que nacieras, los glanfathanos atacaron a los colonos como nosotros. Dijeron que habíamos destrozado algunas de sus piedras de adra especiales. Por eso se le llamo la Guerra de la Roca Rota.¹ Se enfadaron mucho, así que vinieron a nuestros pueblos y mataron a mucha gente.- se le cae una vaina que estaba sujetando, y se clava en el dedo la uña. Por un momento la aparición se vuelve más concisa y podéis notar como la piel blanca se va enrojeciendo lentamente, pero ella no parece notarlo.- Tu padre era uno de ellos.

Esta vez no me cuesta tanto salir del trance pues la aparición está más centrada en Morrigan que en un servidor - Pues sí - le contesto a Meriel - Es la mujer de la capilla, que nos está dando una charla sobre una guerra en la que mataron a mi pad... al padre de su hijo. Otra vez las piedrecitas de no-me-mires-que-te-matan...

Asiento a Meriel antes de que nuestro amigo, Ekron el Menor, decida explicarse. No voy a decir nada después de ver cómo le ha ignorado la mujer y se ha puesto a hablar directamente con Morrigan... Pero sí se puede ver la sombra de una sonrisa en mi rostro. Pongo los ojos en blanco al escuchar de qué va todo esto de la guerra de la que habla la mujer. 

- La Guerra de la Roca Rota. - ladeo la cabeza ante la explicación de Ekron, mirando a Meriel - A lo mejor has leído algo de eso... Pero a mí me suena a la amabilidad local de los glanfathanos cada vez que alguien les toca las piedras. Pero bueno, la visión está claro que solo quiere hablar con Morrigan, y aunque en parte la comprendo... Seguimos teniendo un loco al que buscar. Venid cuando acabe la señora.

Encogiéndome de hombros, echo a andar por donde ha ido Meriel, cerrando los ojos si me toca atravesar a la visión, y me adelanto un poco para ver qué nos espera más adelante.

Vaya, no sabía que hubiera eco aquí abajo - no me resisto a a tentación de pinchar a Feniel al escuchar que dice lo mismo que yo pero con otras palabras. - Bueno, Morrigan, alcánzanos cuando termines de comerte los guisan... lo que sea que te quieran contar - Y echo a andar tras Meriel y Feniel - Guisantes fritos con jamón y ajo. Ésa sí es una buena comida y no el dichoso potaje...

No se paró a pensar en aquella Guerra. Había habido muchas y siempre era la misma historia con otro traje distinto. Bien lo sabía una guerrera como ella. Acortó las distancias quedando prácticamente enfrente de la mujer translucida y alzó su mano derecha como si quisiera cobijar en su palma la mano herida, pero sin llegar a tocarla, pues sabia que no lograria tocarla. Su mirada también se habia fijado en aquel punto, como si quisiera curarla.

_{- ¿Cual es el nombre de tu hijo? -} preguntó áspera, susurrante, pero con voz sentida _{- ¿Como puedo lograr tu descanso? -} buscó los ojos de ella sin mucha esperanza de que ella supiera siquiera que contestarle, pero tenia que intentarlo. Si no obtenia respuesta, seguiria a sus compañeros

La guerra de la Roca Rota fue un conflicto que sucedió alrededor de hacece 200 años. Realmente era lo esperable ante la expansión colonialista del Imperio Aedyr y la fricción entre los colonos y las tribus nativas del Alcance Oriental. Los glanfathanos no estaban acostumbrados a los encuentros con extranjeros y vieron su intrusión como algún tipo de prueba. Las ruinas que había en sus terrenos eran consideradas extranjeras y esos extraños, a pesar de las advertencias, las saquearon. Los nativos que intentaron protegerlas fueron capturados y forzados a la esclavitud, volviéndose propiedad de los nuevos colonos. Con sus tierras y tradiciones en riesgo, los glanfathanos atacaron de vuelta, esperando echar a los colonos de sus tierras para siempre.

Pero el momento clave fue cuando unos granjeros derribaron por accidente uno de los menhires de adra cuando preparaban un terreno para su cultivo. Este inocente acto enfureció a los nativos llevando a ataques directos a las poblaciones colonas y cuando la guerra había acabado las muertes se contaban por miles. Y lo peor es que incluso cuando la guerra había llegado oficialmente a su final, los glanfathanos no pararon y siguieron atacando los poblados matando a todos los que pudieran.

Ante esta brutalidad los colonos se unieron y la guerra se reanudo con mayor fuerza durante dos años hasta que finalmente se llego un acuerdo. Las ruinas jamás serian tocadas y a cambio los asaltos a las aldeas cesarían.

- ¿La de la capilla? ¿Pero cuantas guerras ha tenido que vivir...?- comenta la peliblanca ante la parca explicación de Ekron, sin embargo al escuchar a Feniel asiente, confirmando la sospecha del bardo.- Esa guerra fue hace 197 años. Algunos colonos derribaron un menhir de adra por accidente mientras labraban el campo. Para los glafathanos fue la gota que colmo el vaso, al fin y al cabo muchos de ellos habían sido esclavizados y bastantes de sus lugares sagrados profanados. Sea como sea debido a ello se llego al tratado que aún dura hoy en día de no entrar en sus ruinas.

Cuando ve a los dos hombres bajar las escaleras mira un momento preocupada a Morrigan. viendo como parece estar agarrando el aire.

- No tardes mucho.- es lo único que dice antes de seguir al resto.

La mujer te mira directamente y sonríe con calidez pero niega con la cabeza ante tu pregunta.

- ¿Te has golpeado la cabeza o algo? ¿Como no vas a saber tu nombre? Te llamas como tu padre, Díoltas.- dicho esto su gesto se vuelve más cenizo.- Y ya sabes muy bien lo que quiero, vuélvete soldado y acaba con toda la gente mala de este mundo...

Dicho esto vuelve a centrarse en pelar los guisantes, mientras que poco a poco va suavizando el gesto hasta que llega el punto en que no parece consciente de que estés allí.

Termináis por bajar las escaleras y lo único que os da la bienvenida son algunos materiales acumulados en la esquina. Probablemente lo único que queda de los planes de reparación del lugar. Por lo demás parece un lugar totalmente tranquilo con antorchas encendidas que iluminan el lugar.

Finalmente la sala tiene tres salidas, dos de ellas sin puerta, una que va adelante y otra que va hacia vuestra izquierda. Sin embargo la tercera tiene una puerta cerrada.

Espero que no más de una. Que ya son demasiadas, la verdad. - no tengo nada que añadir a lo dicho por Meriel. Aunque pueda estar justificada la guerra sigue siendo una de las peores desgracias que le puede ocurrir a una nación. Me detengo ante la trifurcación del camino - No podía tener un único sótano como todo el mundo, no - Suspiro y me acerco a la puerta para intentar abrirla, casi esperando "recordar" alguna escena de un hombre ligero de ropa tapándose las vergüenzas mientras huye de un marido furioso y sus cuernos...

Pongo los ojos en blanco al escuchar la réplica de Ekron, sin ganas de tener que responderle. Nada, nada, está coladito por mí... Pobre Meri. Aunque lo que dice la susodicha tiene bastante sentido y cuadra con lo que hemos visto y oído, así que asiento entendiéndolo. 

- Pues no se aleja mucho de lo que había dicho, no... Aunque no me gusta que veamos esto aquí, porque significa que técnicamente seguimos en sus tierras, ¿verdad? 

Al llegar al sótano, me encojo de hombros y dejo que sea El Magnífico Ekron quien se ocupe de la puerta cerrada que me preocupa dejar cerrada. Mientras tanto, ni corto ni perezoso me acerco a una de las partes abiertas, la de la derecha mismamente, echando un visto a su interior.

- ¡Eh, Maerwald! ¿Estás por aquí, coleguita? - pregunto medio riéndome, esperando escuchar algún ruido o respuesta... O los pasos del monstruo que acabe de atraer.

- Estaba bromeando - sonrie con tristeza al darse cuenta que es mejor seguirle la corriente pues no va a poder cumplir su petición. Llena sus pulmones despacio con aquel aire cerrado y algo viciado* antes de dar un paso atrás mientras observa a la mujer.

- Legenda - llama al can a la par que da un suave golpe en su muslo derecho mientras encamina sus pasos por el mismo sitio donde le ha parecido que sus compañeros habian ido

Legend, que se había mantenido detrás de su ama, responde al llamado y baja a su par por las escaleras atravesando al espíritu como si no estuviese. Es más se le veía contento y movía la cola con alegría mientras bajaba.

Sin embargo según van bajando se va poniendo más tenso, pero curiosamente no ladra ni gruñe como otras veces.

Mientras Feniel pregunta al vacío y oscuridad de lo que parecía otra sala almacén más grande, también llena de polvo y con otra puerta que parece conducir a un lugar de piedra virgen, los que estáis abajo podéis oír los pasos de alguien acercándose por las escaleras.

Afortunadamente no es más que Morrigan acompañada de Legend, Meriel le saluda con un gesto amable antes de acercarse hacia donde estaba Ekron.

El noble no es que no fuera consciente de sus alrededores pero lo que tenía delante al abrir la puerta capta más su atención, puede notar una niebla fina y violácea que rodea los muros de la sala como una telaraña y al fondo un hombre acuclillado a la esquina que parece mirar hacia el infinito hasta que escucha el eco del llamado del bardo y mira por un segundo hacia la puerta.

Al ver al hechicero, al principio hay una muestra de terror en sus ojos y tiembla con mayor fuerza. Pero en un simple instante el temblor desaparece y el hombre se levanta de manera imponente casi pareciendo otra persona completamente distinta.

- Quién sea que quiere hablar con Maerwald que se presente. Podéis entrar en la habitación pero mantened las distancias.- y se mantiene en esa posición altiva sin apartar la mirada de Ekron y por tanto la puerta.

Me quedo observando a Maerwald sin saber muy bien qué decir. A fin de cuentas mi oficio se basa en caerle bien a la gente. Y qué puñetas: andar a la gresca con todo bicho viviente es agotador. Así, lo que en un principio era un gesto conciliador por mi parte para evitar asustar al hombre se torna en uno de pasmo ¿Le habré pillado a punto de tocarse? Hablando en plata: me deja tan sorprendido que ni me acuerdo de decirle "Uno a cero" a Feniel. Carraspeo y borro la sorpresa de mi cara para ofrecer mi mejor "Sonrisa De Negocios Winterbite"®

Bienhallado, señor Maerwald. Soy Ekron Winterbite, hechicero y Observador al igual que mis acompañantes Feniel y Morrigan - señalo a los aludidos y por último a Meriel - La encantadora señorita es Meriel Reymont, que no comparte el "don" - por el tono se puede entender que no lo considero precisamente una bendición - pero es una animante de mucho talento y ansias de saber. Venimos de Valle del Oro, donde la animante Caldara nos dijo que nos podría contar qué es y qué significa ser un Observador, además de controlar esa capacidad ¿Qué querría a cambio de compartir sus conocimientos?...

La guerrera apareció acompañada de su fiel amigo. Se veia que bajaba algo tensa y expectante pero sus botas apenas levantaban un leve crujir con cada pisada. Sus armas iban enfundadas pero sus puños se mostraban cerrados a sus costados.

Se detuvo en cuanto tuvo a sus compañeros a la vista y solo tras asegurarse de que no habia nada nocivo se reunió con ellos, quedando a la espalda de los dos hombres y mirando por encima de sus hombros. Siguió los movimientos de aquel hombre agazapado y alzó la mano a modo de saludo cuando fue presentada por Ekron.

Se mantuvo expectante de sus respuestas...

Entrecierro los ojos, escrudiñando la oscuridad por si acaso hay alguien escondido en ella, pero parece que la persona que estábamos buscando aparece de forma bastante altiva en la primera puerta que hay. Imagino que es porque se trata de una estatua y no se puede mover mucho pero ya podría haber mirado mejor. Me acerco sacudiendo la cabeza y conteniendo la risa al ver a Ekron presentarse de forma de tan pomposa, y hago una pequeña reverencia cuando me presenta. 

- Además de eso, me temo que nuestra encantadora dama de escaleras arriba, la Administradora, se encontraba algo preocupada por su compañero desaparecido. - añado después de que Ekron nos presente con palabras que ni a mí me suenan - Pensábamos que podría haberle ocurrido una desgracia... ¿Ha tenido algún... problema? - pregunto, echando un vistazo a la habitación sin llegar a acercarme y buscando algo fuera de lugar... O más fuera de lugar de lo que ya estamos acostumbrados a ver.