Partida Rol por web

18:23 - 187-1097

Aproximadamente una semana después de saltar desde las inmediaciones del gigante gaseoso Pourne-5, la Ikurdagur y la Valkyria aparecieron en las inmediaciones de Radax, uno de los gigantes gaseosos del sistema Drinax. El salto conjunto había sido un éxito, y ambas naves se materializaron sin problemas. 

Pronto fue evidente que los desperfectos de la Ikurdagur no iban a poder repararse en el vacío del espacio. Aunque habían parcheado el casco en el tiempo que habían pasado viajando hasta Drinax, no dejaban de ser soluciones de compromiso; sería conveniente que un ingeniero de verdad le echara un vistazo. Y las armas habían sido completamente destruidas en el combate, sin posibilidad alguna de reparación. Tendrían que sustituirlas por otras. Al menos el motor de impulso funcionaba, pero lo más probable es que aguantara lo justo para llegar al astillero del Palacio Flotante... y poco más.

-Ponga rumbo al palacio real, Scharhorst. Que la Ikurdagur nos siga. Repostaremos combustible refinado allí e intentaremos venderla para sacar algo de beneficio, algo se podrá encontrar. 

- Enterada. Al final, se veía venir cual sería la decisión, así que, tanto unos como otros, tendrían que hacer lo mismo. Además, tenía ganas de visitar a su familia y estirar las piernas un poco. Ya estaba cansada de tanto viaje forzado y tener que estar al vilo de si hacen o si no hacen.

10:30 - 193-1097

Tras casi cinco días y medio de trayecto¹, la Blackmore² y la Ikurdagur llegaron por fin a Drinax. El planeta lucía como de costumbre: una superficie desolada llena de radioactividad, restos de ciudades destruidas por el bombardeo de los ashlan y las señales de actividad de las tribus de tecnobárbaros que pululaban por el desierto. El dúo de naves se puso en camino hasta la joya de la corona del planeta: el Palacio Flotante.

Apenas habían pasado tres meses desde que abandonaran el Palacio en su primera misión, y ya parecían haber pasado años. Volvían al hogar con una presa que despedazar, una nueva recluta y el suficiente botín como para pagar sus deudas con el Rey Oleb e incluso entregar un buen botín. 

Obtuvieron permiso para aterrizar en el espaciopuerto del Palacio Flotante. La Ikurdagur se guardó en un hangar privado de la Armada de Drinax y la Blackmore se guardó en otro cercano. Cuando llegaron, dos figuras familiares se presentaron ante ellos: el Ingeniero Jefe, Cassian Pattinari, y el Chambelán del Rey, Sivar Rytep. Ambos esperaron a que los corsarios bajasen de su nave.

- Bienvenidos de nuevo, Capitán Gormanidi. - dijo Rytep, con una voz fría que daba a entender muchas cosas, pero entre las que no se encontraba la idea de una calurosa y fraternal bienvenida. El Chambelán no se dignó en saludar por su nombre a ningún otro miembro de la tripulación. De hecho, no pareció ni fijarse en la presencia de los miembros de la tripulación original - Me alegra ver que lo que me ha comentado el Jefe de Ingenieros Pattinari sobre la nave es cierto. - Echó un vistazo al Harrier, reluciente con su nueva chapa y pintura y los sistema de maniobra atmosférica que le daban un aspecto mucho más aerodinámico. - Y parece que nos han traído un regalo...

- Jejeje, claro, un regalo, ¿verdad? - dijo Pattinari, mientras se frotaba las manos. - ¿De dónde han sacado la nave, Capitán? ¿La ha ganado, digamos, jugando a la ruleta? - Le guiñó un ojo a Gormanidi, en un intento (no excesivamente patético) de hacerse el simpático.

Renzio miró al chambelán con una frialdad nada disimulada. No podía con aquel tipejo. Siempre que hablaba con él se sentía como si estuviera bailando con una serpiente y, de dar un paso en falso, la serpiente le soltaría una picadura fatal.

Asintió con la cabeza y respondió a Rytep:

-Gracias por su habitual hospitalidad, chambelán -ningún matiz en su voz parecía revelar si estaba siendo irónico o no-. Efectivamente, nuestra "pequeña" está en mejor estado que nunca, y así lo ha demostrado últimamente. Nuestra... otra pequeña es una muestra de buena voluntad que sin duda servirá para acabar de borrar nuestra deuda con el rey y para demostrar que somos más que capaces de llevar a cabo el trabajo por el cual nos contrató. Ahora, a mi tripulación y a mí nos gustaría descansar unos días antes de volver a partir, si no le importa.

Apenas sin esperar respuesta se giró hacia Pattinari, con una sonrisa más sincera:

-¿Cómo reza el dicho, Cassian? ¿Algo de un caballo regalado...? Tomadlo como un caballo espacial, no hagáis demasiadas preguntas sobre su origen y haced de ella lo que gustéis... 

Por último se giró a la tripulación y dijo:

-Damas y caballeros, disfruten de su descanso y sus vacaciones, hagan lo que hagan. Se lo han ganado...

- Por supuesto, por supuesto, Capitán. Se lo han merecido, sin duda. - dijo Rytep. Detrás de él, Pattinari levantó un dedo en señal de "ok, Capitán". - Antes de partir asegúrese de ponerse en contacto conmigo, Capitán Gormanidi. Puede que tenga alguna misión especial para usted. - Cabeceó a modo de despedida y se marchó.

Mientras Rytep se marcha, Pattinari aprovecha para acercarse al Capitán. - Tenga cuidado, Capitán. Llegué hace dos días al Palacio, y para entonces ya había rumores por el espaciopuerto de que se estaban acercando con una nave, ¿verdad? Hay quien se está haciendo preguntas sobre la misma, así que será mejor que invente una buena historia al respecto. No todos por aquí están al tanto de su, digamos, "misión encubierta". - Y le guiñó un ojo a Gormanidi. - Voy a echarle un vistazo a lo que nos ha traído, Capitán. A ver qué podemos hacer con ello. Igual a los chicos de la armada les viene bien...

Por eso había que tomar decisiones antes de actuar y luego ceñirse a los planes. Si hubiesen saltado cerca del planeta en vez del gigante habrían perdido menos tiempo y menos gente los habría visto acercarse. Malta tenía muy claro que repostar en los gigantes salía a la larga mucho más caro por la perdida de tiempo que suponía, lo que implicaba perder dinero de mantenimiento mensual de la nave y perder dinero por piratear menos. Cuantos más asaltos y más rápido vendieran más beneficio sacarían, aunque vendieran más barato. Al final la vieja zorra de Lorna tenía razón y sabía lo que se hacía. Renzio ya lo iría descubriendo.

Rytep los ignoró como de costumbre y Malta decidió que lo mejor era devolverle el favor de igual modo, así todos estarían más felices. Pattinari también seguía como siempre y le seguía cayendo bien ese hombre.

- Un asunto feo Pattinari. Unos piratas asaltaron la nave y no dejaron más supervivientes que una mujer para cuando pudimos llegar y repelerlos con nuestras armas. Por supuesto no podíamos dejar la nave allí varada en mitad de ningún sitio y nos la trajimos. – explicó Malta con tranquilidad.

La Oficial Ejecutivo, junto con la piloto, habían acompañado al Señor Comandante a la "recepción" y entrega de la nave caputrada. Tras unos movimientos y puas habladas, las dos mujeres se miraron entre ellas. 

- ¿Ya se ha acabado? Mejor.

- Señor Comandante, con su permiso, empezaré a organizar la "distracción" que tenemos pensada para personalidades. Esperó a que le diera el permiso, como indicaba el protocolo militar, pero ya había tomado el dinero, y con ello, empezaría a hacer movimientos y gestiones.

Roberto se acercó a Renzio antes de salir del hangar. Capitán, unas palabras. En privado, por favor. Tras apartarse de miradas y oídos indiscretos le dijo: Señor, cuando cobre la última incursión abandonaré la nave. He querido decírselo antes por si necesitan encontrar un remplazo. Tras escuchar lo que tuviera que decir el capitán Roberto fue a su camarote a recoger sus pocas cosas.

-Gracias por su fiel servicio, Valdés. Sé que ha tenido usted sus más y sus menos con el escalafón militar de esta nave, y eso denota individualidad y personalidad, algo que para mí nunca está de más en ningún sitio. Espero que le vaya todo bien, y si algún día volvemos a Drinax y necesita usted un trabajo, siempre tendrá un sitio en esta nave, al menos mientras yo sea capitán. Me aseguraré de que le den ese último pago a la mayor prontitud. Cuídese, marine.

Mientras Renzio hablaba en un aparte con Valdés, Pattinari asintió a las palabras de Malta, con una sonrisa. - Claro, claro. Por supuesto. - dijo, con tono conspirador. - Pues menos mal que estaban ustedes por ahí, ¿verdad? Sí señor, una auténtica suerte. Bueno, pues si alguien, digamos, me pregunta, ya sé la verdad del asunto. - A Pattinari le faltó solo guiñarle el ojo a Malta. De hecho, terminó guiñándole el ojo. - Pues me voy a encargar de echarle un buen vistazo a la nave, a ver cómo está. Señor Malta, señoras y señores. - Con un gesto de camaradería, el ingeniero se marchó, seguido poco después por un pequeño grupo de ayudantes que sin duda se lo iban a pasar genial trabajando en la Ikurdagur.

Tan pronto como el Chambelán y el Ingeniero se marcharon, los tripulantes pudieron ir a sus quehaceres. Probablemente, con la organización de la fiesta, la puesta a punto del Harrier y un poco de vida en tierra firme, se tirasen en Drinax ocho o diez días.

Mientras los conspiradores se dividían los trabajos para organizar la fiesta, Lenin, Renzio y Stefan se ocuparon de sus propios asuntos. El Capitán no deseaba estar involucrado en la fiesta, así que Inovaz se convirtió de facto en la líder del grupo, o al menos, en su cara visible.

Los preparativos hicieron que pocos se dieran cuenta de que Valdés, después de cobrar su parte del botín, se marchaba de Drinax. Lo hizo del modo habitual en él, en silencio. De forma discreta, alquiló un vehículo volador y se trasladó hasta la superficie del planeta, donde pronto fue imposible seguirle la pista. El Capitán Gormanidi fue el último del grupo en hablar con él.

Para Darko, buscar equipo de seguridad para la fiesta era algo más que un trabajo. Era un viaje al pasado. Iba a volver a frecuentar los lugares y las compañías con las que se había hecho hombre, en una época que había sido la más feliz de su vida, cuando había gente que le decía lo que tenía que hacer y él solo tenía que seguir órdenes y aplastar cráneos. Y era muy bueno en ambas cosas.

Por desgracia, las cosas habían cambiado, y muchos de sus viejos compañeros de academia habían cambiado, pasándose al otro lado de la ley o directamente habían tenido destinos aún peores. Eso los que no habían salido del planeta, claro.

Le costó horrores contactar con algunos de esos viejos conocidos, y la sorpresa fue mayúscula cuando se encontró con versiones viejas, resabiadas y llenas de cicatrices de lo que habían sido estudiantes militares ambiciosos y con aptitudes. En algunos casos, incluso le dio la sensación de que, aunque aceptaban el trabajo, lo hacían a regañadientes o con algún plan ulterior que la limitada inteligencia de Darko era incapaz de captar...

Malta no era el experto en reconocer el terreno. Ese era Roberto. Pero Valdés había desaparecido sin decir una palabra.

Maldito

Quizás fuera el más inteligente de todos. Se marchaba aún con la vida y sin decir nada para que no se lo impidamos, ni se enteren en el palacio. Mejor así a que acabara como Lorna.

Maldita Lorna.

Lo hacíamos todo esto por ella y sin ni una garantía de que lograríamos sacarla.

Todo aquello estaba muy bien, pero lo que tenía entre manos era supervisar el maldito lugar donde se iba a celebrar el dichoso evento.

En que hora tuve la idea.

Era un negado en estas cosas, pero por suerte el programa que llevaba sabía más que él. Al menos el programa sabía lo básico que ya era algo. Ah y su nuevo implante. Aquellos ojos nuevos veían detalles que se le escaparían a cualquier ojo humano, era como ampliar las imágenes par ver los detalles.

Al menos todo parecía limpio, seguro,… esperaba que Darko tuviera suerte con sus viejos conocidos…