Partida Rol por web

Los mineros volvieron a mirarse entre ellos, al principio dudando sobre el destino que les esperaba, y luego perplejos por la pregunta de Pancho. De nuevo parecían reacios o temerosos de contestar, pero en cuanto les tirásteis un poco de la lengua todos negaron con la cabeza y comenzaron a justificarse, hablando varios a la vez, atropelladamente e intentando hacerse oir por encima de los demás.

Por lo que entendísteis todos eran trabajadores relativamente novatos, y ninguno estaba al tanto de lo que fuera que hubieran hecho los dueños del banco en su mina. Ellos tan solo cumplían órdenes y cavaban, y lo que encontrasen de valor (mayoritariamente metal y plata) era cuidadosamente pesado, registrado y guardado bajo llave antes de enviarlo a "Le Parisien".

"Todo lo de valor es guardado bajo llave para enviarse..." En mi cabeza eso significa que hay otro sitio donde un ataque llamaría la atención. "Si tan sólo pudiéramos atacar en dos sitios a la vez... eso les dividiría y nos garantizaría que aún hubiera menos gente protegiendo a El Francés"

Miro a Jack. Quiero contarle lo que estoy pensando pero James tiene razón. Salvo que quiera meterles varios tiros a los mineros no puedo decir nada. De hecho, menos mal que lo ha dicho,  si no, yo estaría hablando ya  como si ellos no estuvieran.

Muevo el pie, impaciente por comenzar lo que tenemos que hacer. Yo ya no tengo nada que hacer aquí, salvo atar y amordazar a estos tipos

-¿Alguna idea sobre qué hacer con ellos?- pregunto a mis compañeros señalando con la cabeza a nuestros acobardados mineros -No parece que tengan mucho más que decirnos-

James se mesaba la barba mientras pensaba una respuesta.

-Yo los dejaría atados y amordazados-sugirió James-No creo que estén dispuestos a jugarse la vida por Beaumont, pero no conviene arriesgarse, pero no podemos arriesgarnos.

Michael no pudo contener un grito de sorpresa al ver a las dos niñas. Un incrédulo segundo después volvió la vista a uno y otro lado como dudando de que no hubiera nadie más en la sala.

Guardó despacio el revólver en la pistolera y volvió a agacharse bajo la cama y se dirigió a las niñas en voz baja.

- Hola, me llamo Michael, soy un amigo.

- Ya no hay nadie malo en vuestra casa.

- ¿Quereís salir de ahi?

Compuso su mejor sonrisa, aunque interiormente pensaba que ésta hacía aguas por todas partes.

- ¿Podeís salir? Yo os protegeré si hace falta. Soy un hombre muy valiente ¿sabeís? - añadió con la familiaridad de quien miente como respira, porque no se sentía valiente en absoluto.

Aunque la pregunta de Pancho parecía un hilo interesante del que tirar, enseguida quedó descartado. Aquellos mineros eran bastante nuevos en el lugar, y no tenían posibilidad de saber nada sobre el asunto de los artefactos indios. Hablaron de que todo el material valioso que extraían de los yacimientos pasaba por una especie de almacén bajo llave antes de ir a parar a manos del francés. Tal vez sería interesante saber más de ese sitio, antes de valorar las opciones de sabotaje en la mina. 

-Antes de amordazarlos y atarlos,-comentó Jack tras las palabras de McReady, dirigiéndose a los mineros.- ¿alguno de vosotros podría contarme algo más sobre ese lugar bajo llave donde se guarda el material de valor antes de mandarlo para "Le Parisienne"? Qué tipo de vigilancia tiene, quién está al cargo de la llave... Ese tipo de información interesante.

Habiendo comprobado bien lo asustados que estaban, Lonegan suponía que si alguno de los hombres sabía algo lo diría sin necesidad de insistir ni amenazar.

Los mineros torcieron el gesto cuando escucharon que serían amordazados y abandonados, pero se mantuvieron temerosos y no protestaron; ser atados con vida cerca de un pueblo era mejor que ser asesinados a tiros a sangre fría.

La última pregunta de Lonegan fue respondida con temor, pero sin los temblores y tartamudeo que habían acompañado antes las palabras de los mineros; tal vez la noticia de que saldrían de aquello con vida les había infundido algo de docilidad y reducido su nerviosismo. - Hay un recodo en el primer nivel de la mina - según entendió Juanita, aquello era el nivel del suelo, antes de bajar ninguna cuesta o escaleras. - es como una cámara o almacén y está apartado de la vía principal. Siempre hay un par de vigilantes armados montando guardia. Nosotros llegamos, ellos abren las puertas para que descarguemos la vagoneta, y vuelven a cerrarlas cuando hemos terminado. Cada mañana esas cámaras vuelven a estar vacías. - El minero no entró en detalles sobre lo último, lo que venía a significar que ellos no se encargaban de transportar el contenido de la cámara al terminar la jornada.

Las niñas se recogieron aún más en su escondite, pero la mayor se relajó un tanto al ver que guardabas tu arma. Tras unos instantes que se hicieron interminables ambas niñas salieron lentamente de la cama, la menor sollozando y con una cascada de lagrimas cayendo por sus mejillas.

- ¿Donde está mamá? - gimoteó la más pequeña al tiempo que la otra niña la abrazaba para consolarla. La mayor te miraba con desconfianza, pero tenía los ojos enrojecidos aguantándose también las ganas de echar a llorar. Finalmente, tras unos tensos segundos, decidió que al menos hablar contigo no la perjudicaría más de lo que ya se encontraban. - Hubo un estruendo y se escucharon ladridos y aullidos. - Hizo una pausa para sorber con la nariz - Se armó un alboroto. Mamá nos dijo que nos escondieramos y después hubo un disparo. Teníamos miedo de salir. -

-Eso está bien-contestó James-Bueno Jack, debemos darnos prisa antes de que echen de menos a estos hombres. De lo contrario, nos podemos meter en un buen lío, ¿no crees?

James parecía inquieto ante la idea de que alguien notase la ausencia de los mineros por un tiempo más prolongado del esperado y descubriese sus planes. Y aún debían buscar un sitio en el que dejarlos amordazados sin riesgo de que pudiesen descubrirlos.

- Ahora no teneís porqué tener miedo. Te lo prometo - dijo dirigiéndose primero a la mayor.

- No sé donde están vuestros padres, pero haré lo posible por encontrarlos. Os lo prometo.

- ¿Ahora podríais ser tan amables de darme de beber un vaso de agua? Seguro que os han enseñado a comportaros como señoritas - el jugador cambió de tono y tema como si nada, en ocasiones era lo mejor para dirigir la atención por otros derroteros. Si funcionaba con los adultos, con más motivo funcionaría con unas niñas.

- Luego iremos a buscar a algún tio o abuelo. Sin duda teneís algún familiar que viva cerca con el que podaís quedaros mientras yo encuentro a vuestros padres ¿verdad?

-Bueno, ya han oído al jefe.- Pancho castillo meneó el cañón del revólver frente a él, amenazadoramente. -Nos movemos a un lugar más apartado.- Y se dirigió hacia los mineros azuzándoles. 

Buscó con la mirada una a garganta o formación del terreno donde serían difíciles de localizar. Al cabo de un rato, señaló en una dirección.

-Por allí, muévanse.-

Jack escuchó con atención las palabras de los mineros. Le alegraba ver que a pesar del miedo, o gracias a él, tenían ganas de colaborar y de dar toda la información que sabían. Información que parecía bastante útil e interesante.

-Un lugar algo apartado, y con dos vigilantes en la puerta...-La sonrisa lobuna volvía a aparecer en el rostro del forajido, pero decidió esperar a deshacerse de los mineros antes de proponer lo que tenía en mente en esos momentos.-Tienes razón James, hay que dejar a estos hombres descansar después de haber colaborado tan amablemente con nosotros. Y no deberíamos retrasarnos mucho más.

Parecía que Pancho había encontrado alguna zona tranquila donde dejar a aquellos hombres atados y amordazados. O si no, Juanita podría ayudarles a encontrar algo en el mapa.

Mientras los mineros hablan sobre dónde dejan las extracciones de valor hasta su recogida, yo intento hacerme una imagen mental. "Si está en el primer nivel no debería estar muy lejos de la entrada de la mina. Varios cientos de metros, no creo que llegue a un kilómetro. Las minas se escavan en profundidad, no para atravesar la montaña de punta a punta"

Reviso el plano que nos han dado intentando averiguar cómo de lejos está la mina respecto a la mansión de El Francés  "No pienso llamarle Beaumont" Necesito recordar que es él, que era nuestro compañero, que se llevó nuestra plata y que fingió su muerte en lugar de ayudarnos a rescatar a Jack. Me va a pagar las penurias de los tres últimos años.

Asiento sin más a la sugerencia de James y busco alrededor con la mirada, algún lugar resguardado de indiscretas miradas y separado del camino, donde poder dejarlos y que no los encuentren fácilmente. Pero Pancho localiza un sitio antes de que yo encuentre algo, así que me limito a ayudarle, no sea que ahora que vamos tan bien a estos les dé por hacer alguna tontería.

Con una expresión de triste desagrado, los mineros obedecieron a Pancho y se dejaron guiar hasta una leve elevación de terreno que había a pocos cientos de metros. Tras la elevación había un pequeño recodo; no llegaba a ser una cueva, pero era suficiente para que los mineros permanecieran allí atados y amordazados sin posibilidad de alertar a nadie sobre vosotros; y como quedaba fuera de los caminos principales y se disimulaba con los alrededores, no había muchas posibilidades de que alguien los encontrase por accidente hasta que les echasen en falta y organizasen una partida de búsqueda.

Aprovechando el momento, y con las últimas indicaciones de los mineros, en la distancia fuisteis capaces de reconocer algo que parecía un granero o un silo, y que debía de pertenecer a lo que los mineros habían llamado "la granja de Billy" cerca de un kilómetro de distancia.

La niña más pequeña continuaba llorando y sollozando, pero la mayor sacó fuerzas para asentir con la cabeza y te llevó hasta el piso inferior, sin dejar nunca de abrazar a la pequeña. Una vez allí, en la cocina, la niña sirvió lo que quedaba de agua de una especie de tetera o jarra de loza* en una pequeña taza metálica y dejó la taza sobre la mesa, frente a ti.

El agua tenía algo de sabor a óxido por la taza, pero por lo demás estaba fresca y limpia, algo que no siempre se conseguía encontrar. La niña esperó pacientemente hasta que probaste el agua, solo entonces volvió a hablar. - No tenemos parientes. Pa y Ma vinieron de muy lejos a vivir aquí, en la granja -

-Bueno, pues supongo que ya está-dijo James cuando dejaron a los mineros atados y amordazados-En serio que lo lamento, caballeros, pero motivos de mayor importancia que su comodidad nos obligan a someterles a este suplicio. Espero que no sea por mucho tiempo. Por su bien y por el nuestro. 

Luego se dirigió al resto de su grupo.

-Será mejor partir cuanto antes.
 

Al seguir camino y llegar a ver la granja a lo lejos, Pancho masculló: -Esa debe ser la granja de Bill, donde guardan las mulas.-

Escupió al suelo desde lo alto del caballo: -Podríamos pasar de largo e ir directamente a la mina.-

Pensó en añadir "y eso que me gustan las mulas" pero prefirió no hacerlo por si resultaba malinterpretado.

Michael sirvió también agua a las niñas y les limpió la cara de lágrimas y mocos empleando su propio pañuelo de bolsillo mojado.

- Muchas gracias por el agua. Soy Michael, a vuestro servicio - dijo el jugador presentándose de nuevo, al tiempo que exhibía su mejor sonrisa, se quitaba el sombrero y hacía un remedo de reverencia que esperaba resultara simpática, como si estuviera presentándose en sociedad en un elegante salón y como aparecía en las novelas de centavo y lo panfletos de sociedad que a veces, años después llegaban hasta el más distante villorrio.

- ¿Puedo saber vuestros nombres?

- ¿Podeís decirme si vuestros padres tenían algún vecino o algún amigo de confianza? ¿alguien que conozcaís que viva cerca? ¿Jugaís con otros niños alguna vez?

- Quizás podría llevaros hasta ellos antes de ir a buscar a vuestros padres ¿verdad? - terminó ensañando su mejor y más esperanzada sonrisa.

El lugar que encontró Pancho es excelente. Van a tardar en encontrarlos, lo que nos deja tiempo suficiente. Ayudo a los chicos a atar a los mineros. James se disculpa con ellos. Yo no. Vamos a hacerles un favor aunque aún no lo sepan y sea porque nos interesa a nosotros, así que sólo faltaría que encima hubiera que pedir perdón.

Después de coger los caballos, nos dirigimos directamente a la mina. Aproximadamente donde nos habían dicho los mineros localizamos la granja de las mulas esas. Escucho a Pancho que propone pasar de largo
-¡Por supuesto! Allí no hay nada que nos interese ¿no Jack?- le pregunto porque, al fin y al cabo fue por un comentario suyo a los mineros por lo que supimos de este sitio  -Seguimos ¿verdad?- Estoy ansiosa por acabar con esto de una vez.

-Será lo mejor-dijo James, asintiendo-Cuanto más tardemos en llegar, más probable es que sospechen. Y todo será que ninguno de sus compañeros los echen en falta.