Partida Rol por web

Parece que solo estaba confundida al vernos llegar a todos juntos, igualmente me parece una mujer un tanto peculiar, y al entrar al laboratorio no deja de confirmarlo, estaba todo hecho un verdadero desastre, había libros por todos lados puestos de cualquier manera, desde luego no me lo esperaba así, pero cuando empezó a hablar de los pokemon iniciales atrajo mi total atención haciéndome olvidar todo lo aquello.

Miré a todos sin saber cual escoger, eran una pasada, y todos de tipo fuego, ¡mi favorito!, seguro que me estaban brillando los ojos por la emoción. Me fijé bien en las imágenes antes de que apagase el ordenador, menuda decisión más difícil aquella, parecían todos tan adorables y simpáticos... 

Elijo la primera señalándola con la mano.

La preocupación de la profesora Acacia, como bien decía ella, era solo por el tiempo. Vinimos pronto, supuse que era la emoción de empezar nuestra aventura y recibir a nuestro primer pokemon. Yo por mi parte estaba supernerviosa.

Aunque las ideas se me cambiaron cuando entré al laboratorio detrás de Akane. Todo estaba hecho un completo caos, por un momento incluso pensé que estaba en mi habitación. - Vale... ahora me siento mal... debería de hacer caso cuando mama me dice que ordene las cosas - Un suspiro interno hizo que ladeara mi cabeza, ahora pensando que esa cuestión de tiempo era para que la profesora pudiera ordenar sus cosas. Pero entre todo ese caos había un orden por el cual estaba interesada como curiosidad sana - ¿Esta investigando algo interesante profesora? - pregunté mientras nos internamos al único despacho ordenado.

Mi boca se abrió de par en par cuando vi las pokeballs, y juraría que fui de las primeras en sentarme. Quería ya a mi primer pokemon y no podía esperar más. La profesora nos los explicó a todos y cuando pasó a Cyndaquil es cuando me mostré más motivada. Me parecía más mono que Charmander. Finalmente cuando terminó su explicación y nos tendió todas las pokeballs en sus manos me quedé como posiblemente los demás, no sabía cual elegir.

-Todos son increiblemente monos. - Acerqué mi mano hacia una de las pokeballs que dijo la profesora, la segunda empezando por la izquierda, la cual supuse, era Cyndaquil - ¿Puedo? - pregunté ya mirando con mis ojos como si fuera una galaxia de estrellas a la profesora, para poder cogerlo

Al parecer no había problema alguno así que retomé mi ilusión y olvidé por un momento que acababa de hacer el ridículo. Intenté ver desde la distancia cómo era el laboratorio por dentro, imaginándomelo como un lugar lleno de fotos de pokémon de todas las regiones, con pokéball de todos los tipos y colores y estudios respecto a qué tipo era mejor frente a otro o el mayor misterio de este mundo. Cómo demonios es un Dugtrio bajo tierra.

En su lugar, lo que vi al entrar me pareció más bien resultado de un combate pokémon entre 2 Onix. Todo estaba desordenado y revoleado por el suelo. Parecía que partes del laboratorio estaban enterradas en libros y casi costaba andar por algunos sitios. - Si mi madre estuviese aquí se volvería loca... - Llegamos a un claro dentro de ese bosque de desorden y en él se encontraba lo que todos estábamos deseando ver, las pokéball que contenían a los iniciales de fuego.

A cada imagen que se mostraba yo sentía más impaciencia. No conocía muchos pokémon y la mayoría de estos eran los de mi región pero ya tenía clara cuál sería mi opción. Mi mirada se iluminó cuando vi a Torchic en el monitor y cuando Raine y Akane eligieron a sus iniciales yo me acerqué rápidamente a la mesa y tomé la pokéball del pokémon pollo, sin preguntar.

- !Por fin! - Exclamé lleno de ilusión. - Mi primer pokémon... ¡Un Torchic! - No sabía qué más decir, no tenía palabras, solo quería sacar a ese pequeño y poder verle de cerca.

Lina asintió discretamente cuando la profesora explicó por qué se había sorprendido de verles. Tampoco era raro que llegaran a esa hora: era cuando había aterrizado el avión. Al entrar en el laboratorio, Lina hizo una mueca de confusión y empezó a pensar que, además de desordenada, tal vez la profesora era algo despistada. Su lugar de trabajo era bastante caótico y costaba creer que allí pudiera hacer algo de forma productiva. Lina estaba segura de que ella no podría trabajar en un lugar como ese.

Por suerte, la sala donde les esperaban las pokéballs estaba muy ordenada, lo cual se hacía raro después de haberse paseado por el resto del laboratorio. Acacia pasó unas imágenes en la pantalla, mostrando a los pokémon que tenía disponibles. Lina sonreía todo el rato, puesto que todos le parecían adorables y muy alegres. Además, se dio cuenta de que por fin había llegado el momento de elegir y empezar la aventura que venía a vivir.

Dejó que los demás eligieran primero. Si no se equivocaba, las pokéballs estaban ordenadas según habían aparecido los pokémon en pantalla. Los tres chicos escogieron las tres primeras pokéballs: Charmander, Cyndaquil y Torchic. Lina volvió a sonreír discretamente por lo ordenados que habían sido al tomar su decisión.

Cuando cada uno ya tenía su pokémon elegido, ella se adelantó y contó en voz baja y señalando cada pokéball, intentando recordar el orden. Se detuvo en la sexta y asintió un par de veces.

- Fennekin, ¿verdad?- preguntó para asegurarse antes de cogerla.

Ya se lo imaginaba, todo orgulloso y suave. No podía esperar para dejarle salir de su pokéball y conocer a su compañero o compañera en persona.

Inesperadamente, cuando Akane señala la primera de las Pokéball que se encuentran sobre el soporte ésta se abre por la franja negra que la divide en dos mitades, emitiendo un chasquido. Al hacerlo, un chorro de pura energía de color blanco sale disparado del interior de la Pokéball y acaba impactando en el suelo frente a Akane, donde empieza a tomar la forma de Charmander. El Pokémon alza su cabeza hacia su nueva entrenadora incluso antes de que la luz blanca que lo rodea se desvanezca.

-¡Char! - dice alegremente el Pokémon lagartija. ¡Está saludando a Akane!

La segunda Pokéball también se abre de golpe, y el chorro de energía que sale de su interior también impacta contra el suelo, sólo que esta vez lo hace ante Raine. La energía blanca empieza a tomar forma y la luz blanca comienza a apagarse, dejando paso al pequeño Cyndaquil que, desde el suelo, alza su cabecita para mirar a Raine.

-¿Cynda? - pregunta con un tímido tono de voz, ladeando su cabeza.

La tercera Pokéball se abre en el momento en que Chikawa la toma del soporte. La energía blanca que surge de ésta también acaba impactando al suelo y tomando forma, en este caso frente a Chikawa, y da paso al pequeño Pokémon polluelo, Torchic.

-¡Torchic! - dice el Pokémon de Chikawa, mirando a su entrenador fijamente. Acto seguido, después de saludar, Torchic se da la vuelta y comienza a mirar todo a su alrededor con curiosidad.

Como respondiendo a la pregunta que Lina ha formulado en voz alta, la Pokéball de Fennekin también se abre de forma repentina y su chorro de energía acaba en el suelo, frente a la chica que ha escogido en último lugar. El Fennekin que surge cuando la luz blanca se desvanece sacude levemente la cabeza y luego estira sus patitas, como desperezándose. Por último, suelta una especie de pequeño estornudo con un sonidito agudo, y de su morro salen unas pocas chispas que se desvanecen rápidamente. Por último, alza la cabeza hacia Lina.

-¡Kin! - dice con alegría.

-¡Parece que esos pequeños tenían ganas de conocer a sus entrenadores cuanto antes! - ríe la Profesora Acacia al ver que todos los Pokémon han surgido por sí mismos de sus Pokéball. Dicho esto, la Profesora parece recordar algo de repente y se inclina para abrir uno de los cajones de su escritorio, del que extrae una caja. Se trata de una caja metálica, de forma rectangular y alargada, que deposita sobre la mesa frente a vosotros.

Acacia desbloquea las pestañas que mantienen la caja cerrada y la abre ante todos vosotros. Sobre su interior acolchado descansan cuatro aparatos que os resultan muy familiares. Todos son de un color distinto, pero indudablemente son el mismo tipo de aparato: Pokédex.

-Pokédex. - la Profesora Acacia pronuncia la palabra en voz alta, confirmando vuestros pensamientos. - Aunque seguro que eso ya lo sabíais, ¿no? Después de todo, una Pokédex es un compañero imprescindible para cualquier Entrenador Pokémon que se precie. - dice, asintiendo para sí misma y colocando las manos sobre sus caderas. - No sólo podréis usarlas para consultar información sobre cualquier Pokémon que os encontréis en la Región Ámbar, sino que tiene muchas funciones más. Os sirve para identificaros como Entrenadores Pokémon, lo cual os da acceso a los Combates de Gimnasio y os permite alojaros gratuitamente en los Centros Pokémon; tiene función de análisis, y también un mapa... en fin, - se encoge de hombros. - seguro que ya iréis descubriendo todo esto por vuestra cuenta. Hay cuatro Pokédex: una para cada uno. ¡Adelante, escoged!

Al ver como aparecían los pokemon uno a uno, cada vez más mi sonrisa se extendía en mi cara. Al ver a Cyndaquil - No puedo creerlo, mi primer pokemon - Dije por lo bajo dando mi primer impulso que era ir a abrazar a Cyndaquil, pero me detuve antes de avanzar mucho recordando las palabras de mi abuelo "Trata a los pokemon según veas como se comportan, sigue su naturaleza". No lo ví muy activo como el Torchic, así que decidí tornarme más delicada acercando mi mano hacia el poco a poco - Hola. Soy tu entranadora, tu nueva entrenadora... No, soy tu nueva amiga, me llamo Raine. Encantada de conocerte - Le sonreí mientras amistosamente le acerqué finalmente la mano para poder acariciarle y empezar así la primera conexión con mi primer pokemon más tranquilamente, aunque por dentro estallaba de euforia

Justo después la profesora sacó algo de un cajón, una especie de la caja, dentro de la cual había pokedex. De nuevo esa sensación de euforia - Ey Cyndaquil ¿Subes? - Le abrí mis brazos para que se subiera, y una vez hecho me acerqué a la caja para recoger la pokedex que nos ofrecía la profesora, recogiendo la morada y sacando los primeros datos de Cyndaquil - Mira pequeñin, eres tu - dije mostrandole los datos a mi primer pokemon. - Muchas gracias profesora Acacia, por todo. Pero tengo una pequeña duda, bueno, a parte de por donde deberiamos empezar. ¿Por qué están los tres profesores en pueblos diferentes? ¿Tiene que ver con que haya doce gimnasios también? - No quería ser campeona de la liga, ni siquiera me había planteado participar en la liga, aunque puede que sí en los gimnasios para poner a prueba mi maestria con los pokemon, pero desde antes de viajar a esta región, tenía esa curiosidad y pregunta. Si bien era algo normal ver un profesor con todos los iniciales en su haber, así como ocho gimnasios ¿Por qué Ambar era diferente? Además de Alola.

Cuando empezaron a salir los pokemon me quedé maravillada, los cuatro eran preciosos y... ¡me había tocado el que quería!, no podía estar más feliz. El pequeño se acercó hacia mí y parecía que me saludaba, que ilusión, me daban ganas de achucharlo en mis brazos, pero, tenía que resistir la tentación, no quería agobiarlo nada más conocerme. Asi que me puse de cuclillas y acerqué mi mano, si se acercaba le acariciaría, iríamos poco a poco. Observé de reojo a los demás pokemon, eran muy bonitos, sobre todo el que parecía un erizo de fuego, aunque los otros dos también, el pollito era muy gracioso y el otro parecía una especie de zorro, que pasada, seguro que mis compañeros entrenadores estaban tan contentos como yo.

Le ofrecí a mi nuevo compañero pokemon mis brazos para que se subiese a mi regazo y así con él, nos acercámos para escoger una pokedex, elegí la que tenía una especie de color granate rosáceo, me pareció muy bonita. Asi que con ella en la mano me aparté un poco para que los demás pudiesen escoger la suya también. La encendí y busqué los datos de Charmander tal y como había visto hacer a mi compañera, así sabría un poco más de él.

Después me acerqué a Raine y la profesora Acacia.

- Muchas gracias por todo profesora Acacia, estoy muy contenta de poder empezar mi aventura.

Sonreí y me quedé mirándolas para escuchar la respuesta de la mujer a las preguntas de la joven.

Cuando empezaron a salir los pokémon de sus pokéballs, Lina sonrió ocultando con las manos su expresión, abrumada por lo adorables que eran aquellas criaturitas. Cada uno tenía una actitud distintas, aunque estaba claro que todos querían salir de la pokéball y ver qué ocurría fuera. ¿Estarían impacientes por conocer a sus nuevos compañeros humanos, igual que ellos estaban impacientes por conocer sus nuevos pokémon?

Se agachó delante de Fennekin y rió entre dientes cuando éste se desperezó. Parecía un pokémon tranquilo. Lina le acercó la mano para que pudiese olérsela y entablar así un primer contacto.

- ¡Hola! Me llamo Lina. Encantada de conocerte- le dijo en un tono confidencial-. ¡Salud!- añadió cuando Fennekin estornudó soltando chispas.

En seguida, la profesora Acacia les mostró otro elemento esencial para aquellos que empezaban su aventura: la pokédex. Lina se acercó a la mesa y cogió la de color verde, ya que ese color le transmitía paz y seguridad. Con ella, imitando a las otras dos chicas, analizó los datos de Fennekin agachándose de nuevo delante de él. Era un aparato de lo más útil para comprender mejor a los pokémon.

- ¿Qué te cuentas, Fennekin?- le preguntó mientras leía sus datos.

La sala se llenó de destellos de luz cuando las pokéball que habíamos escogido se abrieron dejando salir así a nuestros pokémon iniciales. Me quedé pasmado con la boca abierta cuando el pequeño pollo de fuego me saludó y comenzó a observar todo a su alrededor deseando saber más de ese nuevo mundo que podía ver. Él que lo miraba todo y yo que no podía apartar la vista de mi nuevo compañero.

- ¡¡¡Torchic!!! - Repetí yo justo antes de coger al pollito y sostenerlo en mis manos frente a mi. - ¡Chicos! Digo... ¡Chicas! - Me corregí al acordarme de que era el único niño en ese laboratorio. - ¡Tengo un Torchic! ¡UN TORCHIC! -

Mi nivel de euforia había sobrepasado el límite y en ese momento no me podía sentir más feliz. Deseaba achucharlo, lanzarlo por los aires a ver si volaba, aunque fuese un pollo. Pero me contuve. - Ojalá pudiera llevarte ahora mismo a casa y que ellas te vieran. - Pensé con una boba sonrisa en mi cara.

Me calmé un poco cuando vi que el resto tomaba algo de la profesora Acacia. - ¡Oh, una Pokédex! - ¡Y Gratis! - ¿A quién no le gustan las cosas gratis después de todo?

Dejé a Torchic en el suelo y fui a por la pokédex restante, de color rojo. Aproveché el momento para analizarle con ese aparatejo mientras seguramente el pequeñín se planteaba por qué le estaba apuntando con una cosa roja a la cara. Una vez le tuve registrado ya me sentía listo para comenzar mi aventura. - ¡Muy bien, Torchic! - Le dije a mi pokémon poniéndome ya algo más serio. - ¡Mi nombre es Kawa y a partir de ahora soy tu acompañante! - Continué diciendo llevándome el pulgar al pecho, para señalarme. - ¡Sé que aún no me conoces y también sé que nos vamos a perder por el camino... pero te aseguro de que tú y yo llegaremos juntos a la liga pokémon! - Quería intentar transmitir mi motivación al pequeño, buscaba llegar a lo más alto y lo quería hacer junto a él.

Cyndaquil, el Pokémon ratón fuego. Se protege soltando llamas por el lomo. Cuando está enfadado, las llamas son fieras, pero si está cansado sólo consigue echar algunas chispas que no llegan a cuajar en una completa combustión.

Análisis Superficial del Pokémon

Nivel: 5
Género: Macho

Charmander, el Pokémon lagartija. La llama que tiene en la punta de la cola arde según sus sentimientos. Llamea levemente cuando está alegre y arde vigorosamente cuando está enfadado.

Análisis Superficial del Pokémon

Nivel: 5
Género: Macho

Fennekin, el Pokémon zorro. Tras masticar e ingerir pequeñas ramas se siente pletórico y expulsa aire caliente por sus grandes orejas a temperaturas superiores a los 200 ºC.

Análisis Superficial del Pokémon

Nivel: 5
Género: Hembra

Torchic, el Pokémon polluelo. Torchic no se separa de su entrenador. Siempre va tras él con sus pasitos inseguros. Este Pokémon escupe bolas de fuego que pueden alcanzar los 1.000 grados centígrados y carbonizar al enemigo.

Análisis Superficial del Pokémon

Nivel: 5
Género: Macho

-El tema de los doce Gimnasios es cosa de los organizadores de la Liga Pokémon, - responde la Profesora Acacia a la pregunta de Raine, encogiéndose de hombros. - pero yo lo veo bien. En la variedad está el gusto, ¿no? Y ninguno de los Líderes de Gimnasio se especializa en el mismo tipo de Pokémon que otro Líder. - sonríe. - Ese tema no tiene nada que ver con que en Ámbar seamos tres Profesores Pokémon. Sencillamente el Profesor Abeto, el Profesor Nogal y yo compartimos un mismo campo de investigación y tenemos proyectos en común que nos atan a Ámbar. - explica, ladeando la cabeza. - Pero volviendo al tema de vuestros Pokémon... ¡enhorabuena, ya sois entrenadores! Vuestra aventura está oficialmente comenzando. - ríe, colocando una mano en su cadera. - A partir de ahora podéis salir ahí y fuera y haceros con un montón de Pokémon... ¡pero cuidado, que esto no es un videojuego! - ríe. - No os pongáis a capturar Pokémon sin ton ni son. Pensad si ese Pokémon que os encontráis por el camino puede ser bueno para vuestro equipo o no, y si realmente podéis cuidar de él. Cuando tengáis más de seis Pokémon en vuestro Equipo podéis mandarme los que no tengan hueco a mi Laboratorio para que cuide de ellos, pero procurad no pensar en eso como si fuera un sistema de almacenamiento. ¡Los Pokémon son seres vivos, y os echarán de menos! - dice, cambiando el peso de una pierna a otra y también el brazo que tiene apoyado en su cadera. - Pero basta de charla, ¿no? - sonríe, ladeando su cabeza. - Al sur de Pueblo Ocaso se encuentra la Ruta 36. Ésta conecta con la Ruta 35 al oeste, y la Ruta 35 tiene dos salidas: Ciudad Estrella al norte, y Pueblo Horizonte al sur. Ambos son buenos destinos para comenzar. - explica. - ¿Alguna otra pregunta?

Vi los datos de mi querido Cyndaquil en la pokedex con una expresión de verdadera alegría, mientras acariciaba a este suavemente. Tenía mi pokemon, mi pokedex, la comida para poder llevarme bien con ello y criarlo debidamente, incluso una libreta de recetas. Solo me faltaban unas pokeballs y unos pokemons más para poder tener más amigos en esta familia. Tal y como decía Acacia cuando mencionó nuestro limites de pokemon con nosotros. Realmente me preocupaba, pues quería poder llevarme a todos conmigo, en la guardería por suerte no teniamos ese problema - De todas formas, podemos cambiar pokemon para que no nos echen siempre de menos ¿No? - Pregunté antes de que siguiera su explicación.

Por suerte parecía que no iba a perderme demasiado, solo tenía que seguir dos rutas y luego estaría en el camino de una ciudad.... dos rutas que ni siquiera sabía si eran en linea recta... puede que me perdiera, no era buena para interpretar los mapas. Miré de reojo a los demás, en especial a Akane quien no le preocupaba que la acompañara antes - Igual no le importa que recorramos el mismo camino... los otros dos sin embargo... Bueno se les podría preguntar, al menos las dos primeras rutas serán comunes para todos - pensaba mientras la profesora acababa - Pues yo, creo que no tengo ninguna duda más. Muchisimas gracias de nuevo profesora Acacia. - Al fin podría iniciar mi aventura pokemon.

Entonces cuando ya viera que habriamos acabado con la profesora me acerqué un poco a Akane, mirandola junto a mi Cyndaquil - Esto... Akane ¿te importa si viajamos juntas un poco más? El camino por ahora es el mismo, y bueno, así ninguna de las dos estará sola. - Sonreí aunque por dentro sabía que era una excusa barata para no perderme por el camino.

Gracias a la Pokédex, Lina aprendió que a Fennekin le gustaría comer ramitas. Perfecto, pues ese era un alimento que seguramente no escasearía en muchos lugares. Lina acarició la cabeza de su pokémon mientras escuchaba la explicación de la profesora. Ella no había pensado en capturar muchos pokémon, puesto que ya se imaginaba que sería difícil cuidarlos bien a todos y darles la atención que merecían. Sin embargo, sí que tenía ganas de encontrar muchos pokémon distintos y aprender sobre ellos.

- No tengo ninguna pregunta- dijo levantándose con tranquilidad.

En realidad no sabía adónde ir, ya que Ciudad Estrella y Pueblo Horizonte solo eran nombres sin significado para ella. Aun así, creía que lo mejor sería ponerse en marcha y ver adónde la llevaba el camino. Al fin y al cabo, su viaje no hacía más que empezar y aún tenía que recorrer toda la ruta 36. Cuando lo hubiera hecho ya decidiría adónde ir.

- ¿Estás preparada, amiguita?- preguntó a Fennekin. Sabía que lo más cómodo sería llevar a sus pokémon en las pokéball, pero por otro lado no quería dejar de ver a su nueva compañera de viajes-. Tú y yo vamos a descubrir muchas cosas juntas, ¿verdad?