Partida Rol por web

Hanako había entendido a la perfección la estrategia que le había dicho, y verla en acción era una maravilla para la vista. Sin embargo, había olvidado algo muy importante... Aquel Pidgey sabía apañárselas bastante bien y cuando le vio que alzaba las garras tomando impulso también. ¿El resultado? Un topetazo de dimensiones considerables, ambos pokémon salieron despedidos hasta caer en tierra. 

A Lena le dio un vuelco el corazón, y corrió hacia su pokémon para comprobar el estado de Chikorita. - ¿Hanako estás bien? Ay... Estuviste magnífica, pero no esperaba que el pidgey fuera tan avispado. - preguntó mientras acariciaba con suavidad el lomo del pokémon planta. Tendría que ser mas cautelosa en un futuro y.. Hablando del pidgey, ¿dónde estaba?

Alzando la vista, lo encontró unos pocos metros más lejos, tirado en el suelo, prácticamente inmóvil. Eso hizo que se asustase aún más, y corrió para ver si estaba bien. - Hanako no te muevas y recupera el aliento. ¿Señor Pidgey? Uf, espero que no nos hallamos pasado de fuerza... - se dijo, arrodillada junto al fabuloso pidgey. Entonces sacó una de las pokéball que tenía en la mochila, y accionando el botón central agrandó la ball. - Pero no te preocupes, a partir de hoy cuidaré de tí pequeño. - le dijo, y sin perder más tiempo acercó la pokéball contra el cuerpo del pidgey salvaje, le daba cosa lanzarla estando tan cerca, bastante con el golpe que le habían propinado antes.

Ahora tocaba esperar para ver si se dejaba atrapar. Mientras tanto, empezó a buscar en su mochila el spray de pokémon de tipo planta, para rociar un poco a Hanako y hacerla sentir mejor. 

Klaus alzó los brazos victorioso al ver como Eevee impactaba en su presa, ya casi podía saborear la captura de su nuevo compañero, tan enfrascado estaba en su posible primera victoria que no se había dado cuenta de que se había alejado de sus compañeros, y no solo eso, tampoco se fijó en que el pidgey ni mucho menos estaba derrotado y arremetió contra su amigo.

-¡Eevee!- Gritó preocupado, pero enseguida volvió su sonrisa confiada al ver que su compañero había resistido bien el golpe.- Vamos, ya es tuyo, sigue con placaje, ¡ese pidgey pronto va a ser de los nuestros!

El muchacho contemplaba completamente tenso, manteniendo su mano cerca de la pokéball, como si la fuera a lanzar en cuestión de segundos, mientras rezaba por dentro para que el oponente mordiera el polvo rápido.

Tras el ataque de Kuro, una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro. Eso ha dado resultado, las alturas serán nuestra gran ventaja en los futuros encuentros. 

La emoción de estar peleando hace que olvide en donde me encuentro, ahora sólo importa Kuro y mi oponente. -Dando un grito continuo la pelea: ¡Una vez más Kuro! Utiliza Follaje.

La Pokéball toca el cuerpo del Pidgey salvaje debilitado y éste rápidamente se convierte en pura energía de color rojo. La Pokéball se abre por la mitad, y la energía en la que se ha convertido el Pokémon se torna en un haz de luz que sale disparado hacia el interior de la esfera...

En la mano de Lena, la Pokéball se sacude unas pocas veces de lado a lado, mientras el botón central de la Pokéball parpadea en color rojo al mismo ritmo del zarandeo. Sin embargo, al final...

La Pokéball vacía sale volando hacia el Spearow, que la ve venir pero es incapaz de esquivarla. La esfera lo golpea con su botón central mientras el Pokémon pájaro extiende sus alas en un intento de rechazarla o tal vez de huir, pero no da resultado. Al impactar la Pokéball contra su cuerpo, el Spearow se convierte de repente en pura energía de color rojo brillante que rápidamente se ve absorbida hacia el interior de la Pokéball, que se abre por la mitad con un chasquido.

La Pokéball se cierra con la energía del Spearow en su interior y cae al suelo con un golpe seco. Una vez allí, la Pokéball empieza a sacudirse de lado a lado y, además, su botón central parpadea con una luz roja. ¡El Spearow está luchando para no ser capturado! Sin embargo, al final...

Los segundos siguientes que pasaron hasta que la Pokéball dejó de agitarse parecieron eternos, pero una vez oyó el "clic" una enorme sonrisa se dibujó en el rostro de Lena. - ¡Lo logramos! - espetó triunfante mientras se ponía de pie de un brinco alzando la ball, se giró hasta dónde se encontraba su Chikorita y fue corriendo a su encuentro.

- ¡Mira Hanako! ¡Lo hicimos! Hemos atrapado al señor Pidgey, yay ❤ - le dijo enseñándole la pokéball que ahora contenía al pokémon pájaro. Miró la esfera unos instantes mientras se daba unos toquecitos en la mejilla con el dedo índice. - ¡Ah ya se! Lo llamaré Céfiro. Es un nombre muy bonito, para un ave con clase. - añadió contenta mientras reducía el tamaño de la pokéball y la colocaba en su flamante cinturón nuevo, junto a la Pokéball de Chikorita. ¡Eso hacía un total de dos!

- Lo hiciste genial, lograste combinar tu látigo cepa e impulsarte. Siento que te llevases tamaña torta. Pero espero que podáis llevaros bien, a partir de ahora somos todos un equipo, ¿vale? - explicó mientras tomaba a Hanako en brazos y le daba un suave abrazo, antes de volver a dejarla en el suelo y ponerse a rebuscar en su mochila en busca del spray. 

- Ajá, aquí está. Vamos a estrenar esto para celebrar tu primera victoria. Hmm, cierra los ojitos por si acaso Hanako. Y... Fuuuusshhh~ - roció un par de veces con el spray para pokémon de tipo planta hacia Chikorita, de modo que una fina lluvia humedeció al pokémon de tipo planta, mientras Lena sonreía con cariño a su inicial. - ¿Qué tal es? ¿Te gusta? - preguntó con curiosidad para guardar el spray en la mochila nuevamente.

El Lillipup salvaje observa al Pokémon de Alabaster atentamente cuando éste comienza a aletear para ejecutar su ataque Follaje por orden de su entrenador. Kuro realiza el ataque y un buen montón de hojas afiladas salen disparadas hacia el Lillipup, pero éste tiene la vista fijada en Kuro desde hace rato y, en el último momento, da un salto hacia un lado para esquivar el movimiento, cuyas hojas acaban golpeando simplemente al suelo.

Parece que estar en las alturas es una buena táctica para evitar ser golpeado por Pokémon que no pueden alzarse del suelo, pero la distancia da tiempo al Pokémon rival para esquivar con mayor facilidad...

-¡Puuuup! - grita el Pokémon salvaje, mientras sus ojos vuelven a iluminarse al ejecutar Malicioso.

-¡Piiiid! - es el grito de Pidgey cuando recibe el golpe de Eevee, quien al recibir la orden de su entrenador asiente con su cabecita y clava las patas en el suelo para propulsarse hacia su rival. El Pidgey recibe el golpe directamente de frente y sale golpeado hacia atrás, cayendo al suelo de espaldas. Aunque todavía está consciente, parece que le está costando seguir en pie y no parece que vaya a poder actuar este turno. ¡Es el momento de lanzar la Pokéball!

-¡Chiko! - exclama alegremente Hanako tras haber vencido el combate y haber debilitado al Pokémon salvaje para que su entrenadora lo capture. Cuando Lena saca el spray para Pokémon de Tipo Planta y la rocía con su contenido, la Chikorita cierra los ojos y dibuja una sonrisa en su cara, ladeando su cabeza y su hojita hacia varios lados para que el spray le alcance por todas partes. ¡Parece que le gusta!

La sonrisa de Klaus se agrandó enormemente al ver la efectividad del ataque de su compañero, ahora si que había llegado la hora, el momento de la verdad, la captura de un nuevo pokémon, eso lo convertiría en un verdadero entrenador.

-Buen trabajo Eevee.- Dijo mostrándole el pulgar a su amigo, acto seguido echó mano a una de las pokéballs vacías.- Ahora me toca a mi. ¡¡Únete a nosotros Pidgey!!

Klaus lanzó la pokéball con firmeza, en su mirada solo podía captarse la emoción del momento.

La pokéball había volado hasta el spearow, atrapándolo en su interior en un flash rojo. Sabine esperó con el corazón en un puño a que el pokémon se escapara en cualquier momento, pero no sucedió. El botón rojo se apagó, confirmando que el pokémon había sido capturado.

La futura profesora se acercó a coger la pokéball y empezó a temblar emocionada. Su primera captura…

 -¡Lo hemos conseguido Bruteroot! ¡Ya tenemos a nuestro primer amigo!

Sabine Yew empezó a dar saltos de alegría, luego fue a abrazar a su bulbasaur y le dio unas pocas golosinas por un trabajo bien hecho.

 -Has peleado como un campeón. ¡Eres el mejor pokémon del mundo, Bruteroot!

Mientras el pokémon planta se comía las golosinas, Sabine miró la pokéball de su nuevo amigo. Necesitaba un mote, pero antes tenía que comprobar si era chico o chica. Y se había llevado una buena paliza, tenía que llevarlo a un centro pokémon. Aunque volver a Pueblo Alba le haría dar unas cuantas vueltas innecesarias… ¡Pero para eso estaba la guía que había comprado! Así que sacó el libro para mirar a ver si venían centros pokémon cerca de la ruta 1 que no le hicieran retroceder en su camino. Y si no había ninguno cerca, usaría una poción y santas pascuas.

Al ver que el ataque Follaje fue esquivado con facilidad por el Pokémon salvaje, me quedo pensando unos segundos. 

Debemos cambiar la estrategia, un ataque desde esa distancia es muy evidente... Kuro! Cae en picada, y realiza Placaje

Viendo la reacción de Hanako al spray comprado, estaba claro... ¡Era todo un éxito! - ¡Genial! Me alegro que te guste Hanako. - comentó mientras alargaba la mano para acariciar la mejillita de su pokémon con cariño. Luego guardo su spray y se puso en pie mientras miraba a su alrededor.

- Bueno, será mejor volver al camino principal, a ver si el resto ha tenido suerte también en sus combates. ¿Te parece si te meto en tu pokéball durante un ratito y así repones fuerzas? - preguntó a su compi mientras sacaba su pokéball del cinto y se la mostraba a chikorita. Así no haría a su poke caminar después del combate contra el pidgey. Céfiro ahora. Seguramente tendría que esperar a llegar al próximo Centro Pokémon antes de entablar amistad con él.

- ¡Eeen marcha! - dijo alegre mientras se aseguraba de llevar todas sus cosas y volvía siguiendo sus pasos hasta el camino de la ruta 1.

-¡Bulbasaur! - dice alegremente Bruteroot, que parece más orgulloso de sí mismo por haber contentado a su entrenadora que por haber vencido la batalla. El Pokémon se acerca a Sabine mientras ésta consulta la información de su nuevo Pokémon en la Pokédex, primero, y la guía que había comprado en Pueblo Alba, después.

Spearow, el Pokémon Pajarito. Su temperamento temerario hace que no dude en enfrentarse a rivales mucho más grandes a la hora de defender su territorio. Sus cortas alas le impiden volar grandes distancias, por lo que revolotea inquieto y picotea a todo Pokémon insecto que ve.

- Análisis del Pokémon -

Especie: Spearow
Género: Hembra
Nivel: 3

Movimientos: Picotazo, Gruñido

Por otra parte la guía de Sabine indica que en Ciudad Arcoíris, lugar en el que desemboca la Ruta 1, hay un Centro Pokémon. La Ruta 1 no es demasiado larga, así que Sabine podría recorrerla entera en no demasiado tiempo, y volver a Pueblo Alba le llevaría casi el mismo tiempo que avanzar hasta la siguiente ciudad...

La Pokéball vacía sale volando hacia el Pidgey, que la ve venir pero es incapaz de esquivarla. La esfera lo golpea con su botón central mientras el Pokémon pájaro extiende sus alas en un intento de rechazarla o tal vez de huir, pero no da resultado. Al impactar la Pokéball contra su cuerpo, el Pidgey se convierte de repente en pura energía de color rojo brillante que rápidamente se ve absorbida hacia el interior de la Pokéball, que se abre por la mitad con un chasquido.

La Pokéball se cierra con la energía del Pidgey en su interior y cae al suelo con un golpe seco. Una vez allí, la Pokéball empieza a sacudirse de lado a lado y, además, su botón central parpadea con una luz roja. ¡El Pidgey está luchando para no ser capturado! Sin embargo, al final...

Alabaster se da cuenta de que los ataques a tanta distancia son fáciles de esquivar para el Lillipup salvaje ahora que está tan atento... y decide aprovechar el vuelo de su Pokémon de otra forma: ordenándole caer en picado contra el Pokémon salvaje. Kuro asiente mientras aletea, y agita sus alas un par de veces para después lanzarse hacia abajo con cara de decisión, ganando cada vez más velocidad conforme se acerca al Lillipup... quien flexiona sus patitas y, en el último momento, también se lanza contra su rival.

Kuro y Lillipup colisionan en el aire, a pocos centímetros del suelo. Los dos Pokémon salen despedidos al chocar entre ellos, uno en cada dirección, habiendo recibido los dos un buen daño al producirse el choque. Sin embargo, parece que Kuro es capaz de levantarse, dando unos pocos tumbos, después de unos segundos... pero el Lillipup está totalmente fuera de combate.

Lena y Sabine se reencuentran en el camino principal de la Ruta 1, mientras la primera mete en la Pokéball a su Chikorita agotada tras un combate, y la segunda consulta su Pokédex y la guía que ha comprado en la Tienda Pokémon de Pueblo Alba. Las dos se dan cuenta de que ambas tienen una nueva Pokéball en el cinturón.

- ¡Sabine! - saludó animada mientras salía de entre los árboles, con una amplía sonrisa en la cara, acercándose a la muchacha. - ¡Oh también atrapaste un Pokémon! ¡Yo igual! - dijo mientras hacía un gesto con la mano señalando el cinturón que les habían dado en la tienda. - Fue bastante emocionante, aunque el pobrecillo acabó completamente agotado. Espero que no falte mucho hasta llegar al siguiente Centro Pokémon. - comentó, entonces miró a ambos lados del camino con curiosidad.

- ¿Y los chicos? ¿Estarán aún combatiendo? - preguntó en voz alta mientras ladeaba la cabeza, seguramente fuera el caso. Luego siguiendo el ejemplo de Sabine, y ya que Chikorita estaba descansando en su Pokéball sacó su PokéDex para consultar los datos de Pidgey.

Su pokédex le había revelado que su nuevo amigo era amiga, por lo que tenía que elegir un nombre que le quedara bien a una chica.

 -Hmmm… ¡Ya lo tengo! ¡Te llamaré Garuda! Le pega mucho a la magnífica fearow en que te convertirás con el tiempo.

Tan entretenida estaba bautizando a su nueva amiga, que ni se dio cuenta de la presencia de Lena hasta que la tuvo al lado. La futura profesora dio un respingo por el cual casi se le cayó la pokéball.

 -¡Lena! Qué susto me has dado… Pero me alegro de verte igualmente. ¡Y me alegro de que tú también hayas atrapado un pokémon! ¿Qué especie es?

Sabine sacó la libreta para apuntar los datos que Lena le fuera diciendo.

 -Por cierto, he echado un ojo al libro de rutas que compré y si seguimos avanzando por esta ruta encontraremos a Ciudad Arcoíris. Tienen un centro pokémon y nos va a costar llegar más o menos lo mismo que volver a Pueblo Alba. Yo creo que voy a ir derecha para curar a mis amigos, ¿tú quieres venir? En cuanto a los chicos... Seguramente tengas razón en tu suposición y estén combatiendo. Pero los pokémon de por aquí son de niveles bajos, así que yo no me preocuparía por dejarles un rato a su aire.

El respingo que provocó en Sabine resultó ser contagioso, dado que Lena no esperaba tampoco aquella reacción, dando otro respingo ella automáticamente. - ¡Ah sí! ¡Perdón! - soltó poniendo cara de disculpa, aunque pronto recuperó la sonrisa mientras hablaban de los nuevos integrantes de sus respectivos equipos. - ¡Un precioso Pidgey! Heh. - respondió sonriente, recordando como se había atusado las plumas con esmero antes de enzarzarse en el combate. Viendo que la muchacha sacaba una libreta, parpadeó un par de veces mientras pensaba en que más podía explicarle. - Pues.. Céfiro es macho, con marcas oscuras bajo los ojos. Y pude notar que le gusta acicalarse más que al resto que vi junto a él. - explicó mientras gesticulaba con las manos para explicarle los detalles. - Cuando esté recuperado después de visitar el Centro Pokémon te lo presento, si quieres. - añadió asintiendo feliz.

Luego escuchó atenta las indicaciones de Sabine para llegar al a próxima ciudad. Ciudad Arcoíris, sonaba bien. Y según decía merecía la pena llegar allí antes que dar la vuelta. - Yo pensaba lo mismo, quiero poder entablar amistad con Céfiro cuanto antes. - dijo entusiasmada. Luego se giró mirando hacia la espesura que había a los lados de la ruta. 

- Hmm... Supongo que tienes razón, aunque me da reparo marcharnos sin avisar. - comentó volviendo a mirar a la morena, rascándose la mejilla pensativa. - Aunque tampoco quiero quedarme esperando sin hacer nada, mis pokémon necesitan un descanso. ¡Ah ya se! - a medida que hablaba, se le ocurrió una idea, era mejor que nada. Encontró una ramita en el suelo y se puso a escribir en la tierra, en el centro del camino:

Nos adelantamos hasta C. Arcoíris, ¡nos veremos allí chicos! =3

Con eso bastaría. Si es que lo veían, o no era borrado por otras pisadas... Lena se encogió de hombros. - Con eso bastará. Y si no, al menos lo intentamos, ¿no? - Dejó la ramita clavada en el suelo junto al improvisado mensaje, y de un par de ágiles brincos volvió junto a Sabine. - Bueno, ¿en marcha? -