Partida Rol por web

En ese caso sigamos hasta Ciudad Malva y veamos ahí lo que podemos comprar. A no ser... ¿liar a los guardias dices? ¿Crees que si creamos alguna distracción podrían abandonar su puesto y podríamos colarnos? ¿Qué tal te llevas con esos unown? Creo que entre esta stantler y ellos podrían provocar algo que hiciera moverse a los guardias, ¿no son pokemon psíquicos? ¿Podrían hacer que ella- señaló a su compañera- pareciera un pokemon más grande, de otro tipo, algo peligroso?

Lo había dicho muy animada, como si su plan fuera la panacea a sus problemas, mas dudaba de las cualidades de stantler y temia por su poca experiencia en situaciones de riesgo. Si seguian adelante con ese o un plan semejante, ¿estaría a la altura?

-¿Algo... que hiciera moverse a los guardias...? ¿Como... una ilusión? -Piensa unos segundos y luego se echa a reír nerviosamente-. ¡Es una ida de olla tal que igual funciona! Sí, ¿por qué no? Los stantler... creo haber leído en alguna parte que pueden hacer eso. Los unown... bueno, ya hemos visto cómo "se meten en nuestra cabeza", así que, probablemente también puedan. ¡OK! Mm... Si quieres, vamos a meternos un momento entre los árboles -propone, señalando el bosquecilo que hay a un lado del camino, que se hace algo más tupido tras la segunda o tercera fila de árboles- y hacemos unas pruebas. Si conseguimos algo que dé el pego, lo intentamos. -Aunque en un principio le incomodaba "saltarse las normas", también parece emocionado por la aventura.

Pensando fríamente, Ayra siguió inconscientemente, otra vez, a Jhon entre los arbustos. Cuando decidieron que ya estaba lo suficientemente lejos de miradas indiscretas, nuevamente, la muchacha cogió aire, volviéndose hacia la stantler.

Lo que iba a hacer era sumamente dificil. Necesitaba que la pokemon comprendiera lo que quería sin ninguna duda y que lo llevara a cabo son errores. Se devanó los sesos intentando dar con una solución adecuada a sus problemas, mordiéndose el labio pensativamente.

De acuerdo, creo que lo tengo- se giró hacia la stantler con gesto de máxima concentración y comenzó a articular muy, muy despacio.- Necesito que hagas una cosa dificil, necesito que uses tus capacidades psíquicas... No, así no voy bien. Em... Veamos.- se acercó y levantó una mano hasta tocar su cornamenta- Esto, tienes que usar esto. Crear una ilusión de algo grande, algo malo. De... ¡Del growlithe! ¿Te acuerdas del growlithe? El perrito rojizo de la otra vez. ¿Puedes hacer una ilusión de él, de muchos ellos?- extendió los brazos indicando cantidad- Enfadados como el que nos encontramos. ¿Podrías hacerlo?- incluso llegó a gruñir y se lamentó interiormente por no contar con uno de esos fantásticos artefactos llamados pokedex para mostrarle la imagen exácta de lo que quería.

La stantler mantiene la mirada fija en Ayra sin perderse ni un solo detalle, esforzándose por entender lo que le pide. Cuando la chica termina su explicación, vuelve a emitir su característico berrido y agita los cuernos. Las bolas oscuras que tiene en la base de ellos emiten unos destellos cuando el sol se refleja en ellas al hacer esto.

En seguida, la figura de la stantler se distorsiona y se ve reemplazada por la del growlithe de antes, con la cabeza gacha y gruñendo en silencio. Otros cuantos growlithes aparecen a su alrededor, idénticos, en posición de ataque. La imagen es vívida y transmite una inminente sensación de amenaza.

El efecto de mirarlos es muy raro, incómodo, como si de repente la mitad de tu cerebro se encontrase dentro de un sueño muy real mientras la otra mitad le grita a la primera que algo no funciona, pero no sepa decir qué. Resulta casi imposible apartar la vista de ellos, aunque por alguna razón resulta igualmente casi imposible contarlos, pese a que no son tantos.

-Vaya, ¡es impresionante! -comenta John, lo que hace parpadear a Ayra, pero los growlithe siguen estando ahí. -Voy a ver si los unown pueden hacer también eso...

Dicho esto, libera a sus tres pokémon y les pide que haga algo similar a lo que ha hecho la stantler, indicándoles la ilusión que tiene delante.

Enseguida los tres unown comienzan a brillar y, de repente, lo que hay es una manada de seis growlithes perfectamente realistas y diferenciados, agrupándose para atacar.

Ayra asintió, extasiada por el éxito tan rotundo de su idea.

Ahora deberíamos probarlo con los guardas. Si creen que los growlithe los atancan saldrán tras ellos dejándonos el paso libre. ¿Qué opinas? ¿Nos arriesgamos?

Sonrió pícaramente, alentada por la posibilidad de hacer algo tan peligroso como engañar a las figuras de la autoridad.

-Eh, ¡sí, eso! -Asiente enérgicamente, tratando de mostrar más seguridad de la que en realidad siente. Luego le devuelve la sonrisa a la chica, algo nervioso, y a continuación les pide con mucha amabilidad a los unown que se dirijan hacia la puerta y hagan salir a los guardias con la ilusión de los growlithe.

-Eeh, y nosotros ¿qué hacemos? ¿Nos escondemos?

Si- cojió del brazo a John y lo apartó del camino de los pokemons para ocultarse tras unos arbustos, a medio camino entre la entrada a las Ruinas y las espaldas de la stantler y los unown.- Espero que funcione otra vez.

La stantler reúne todo su ánimo y se dirige a la entrada de las ruinas, rodeada por los unown, aunque no se les ve, pues lo único que puede percibirse es una manada de growlithe cabreados... Pero algo falla: sí que se les ve. La ilusión vuelve a ser inconsistente y a ratos la stantler y los unown aparecen entre los growlithe, como si se tratase de una imagen doble o una interferencia que solo dura un segundo.

No obstante, de una forma u otra, los pokémon ya han entrado.

Se oyen voces dentro de la caseta, aunque desde fuera no se entienden bien. Probablemente haya dos guardias también. Parecen alarmados.

Tras unos interminables segundos en los que Ayra puede notar a John temblando a su lado -quizá de miedo o quizá de excitación-, el grupo de pokémon ilusorio junto con su núcleo real sale por la puerta, seguidos por dos guardias con uniformes idénticos y precedidos por un granbull y un nidorino.

-...oído que los stantler pueden hacer eso -va diciendo uno de los guardias. 

-Pero ¿no te ha parecido ver también a esos pokémon de las Ruinas? -El otro guardia escruta la ilusión.

-¿Los pokémon de las Ruinas...? -El guardia mira a los growlithe, confundido. -Pero... han venido de fuera...

Por ahora ninguno parece haber visto a los dos chicos escondidos, ya que están demasiado ocupados tratando de espantar a los "growlithes" o de ver si realmente presentan una amenaza. Los "growlithes", por su parte, ladran todos a la vez amenazadoramente, aunque causa un efecto algo extraño, como la cacofonía provocada cuando hay varias televisiones encendidas a la vez. De alguna forma queda patente que en esa escena hay algún fallo, aunque no se pueda decir claramente qué es lo que indica que no es real.

-¡Ay, Arceus, ya la hemos liado! -Masculla el chico por lo bajo junto a Ayra. -¿Y ahora qué hacemos? -Susurra nervioso, muy flojito.

Ayra apenas prestó atención a la exclamación del aterrado John. Mantuvo toda su concentración en la fallida ilusión sin poder creerse que, a pesar de todo, la stantler y los tres unown han conseguido atraer la atención de los guardias de la caseta. Tal vez hubiera sido demasiado el pensar que necesitarían algo tan complicado como una jauría de growlithe, ¡con un único pokemon descontrolado hubiera bastado!

Tomó inmediatamente la mano del tembloroso chico, sin apartar la mirada de las figuras de autoridad.

- ¡No nos han visto aún! ¡Es nuestra oportunidad! ¡Corre!- susurró apremiantemente mientras inició la carrera hacia las Ruinas.

Ayra consigue llegar hasta la puerta sin ser advertida mientras los guardias tienen su atención centrada en los pokémon y entra dentro. Sin embargo, John no la sigue.

Fuera se siguen oyendo las voces de los guardias interrogándose y los ladridos de los growlithe ficticios.

La muchacha se atrevió a demorarse unos segundos para mirar a sus espaldas, hacia el lugar que debería ocupar Jhon. Para su sorpresa, el joven se encontraba muy rezagado, demasiado rezagado. Con bruscos movimientos de brazos le apremió a darse prisa e internarse en las Ruinas antes de que los guardias se cansaran de perseguir stantlers y volvieran a su puesto.

Se mordió el labio, una fea costumbre que le había provocado en más de una ocasión heridas varias y que parecía seguir su camino otra vez.

Vamos- susurró, temerosa de ser descubierta ahora que tan cerca estaban de su objetivo.

Echó un vistazo fugaz hacia el interior de la entrada antes de volver a centrar la mirada sobre la figura de su acompañante.

Tras unos segundos que a Ayra se le hacen interminables, el chico entra corriendo tras ella y juntos pueden avanzar hasta la puerta que en la otra entrada de las Ruinas estaba protegida por una pareja de guardias y que aquí, por estar los guardias fuera, aparece desprotegida.

Al otro lado aparece una explanada de tierra abrasada por el sol, que a estas horas ya va picando bastante, entre la que se alzan unas construcciones de ladrillos antiquísimos formando un complejo como una pequeña ciudadela. El ambiente aparece tranquilo y desolado, pero se trata de una calma extraña, el tipo de calma que no puede ocultar que encierra un misterio tras solo el más delgado de los velos.

-¡Lo hemos conseguido! -exclama el chico, aunque sin atreverse apenas a alzar la voz*. -Pero... -Se vuelve a mirar hacia atrás, a la puerta por donde han venido. -¿Cómo van a entrar la stantler y los unown? ¿Estarán bien? -añade, retorciéndose las manos con nerviosismo.

Un pequeño problema en el que Ayra no había pensado. La inmensidad de las Ruinas a su alrededor se vio ensombrecida por el destino que podría aguardarles a sus pokemons.

Espero que sepan cuando retirarse- se acordó del incidente con el growlithe y no contó con ello, mas se cuidó de no mostrar sus dudas ni darles voz.- Y no te preocupes, no creo que les pase nada. Solo que, quizá, no logren entrar y eso...

Se atrevió a asomarse para atisbar la posición de los pokemons, si es que desde donde se encontraba lograba ver algo. Tenía intención de realizar algún gesto que comunicara al cuarteto que el espectáculo acababa. Sin embargo, si no lograba establecer contacto visual seguro, tendrían que adentrarse en las ruinas a solas. Y así se lo comunicó a John.

Voy a intentar avisarles de que ya está todo bien. Y si no puedo... ¿Deberíamos seguir solos?

John mira a la chica alarmado.

-Eh... No sé qué relación tienes con esa stantler, pero yo no pienso dejar a los unown atrás -dice con firmeza, aunque su tono no es acusador en absoluto. -Son mis amigos, confían en mí, no puedo dejarlos tirados, aunque los conociera ayer. -Suspira, apesadumbrado. -Ah, ojalá pudiera comunicarme telepáticamente con ellos. Estoy seguro de que se puede... OK, ve si quieres, yo me quedo aquí, creo que solo te estorbaría.

Volviendo hacia atrás, Ayra puede ver a través de la ventana que los pokémon se han dispersado en direcciones diferentes y los guardias, una vez han salido de cierto perímetro alrededor de las Ruinas, emprenden la retirada, aún con sus pokémon fuera de sus pokéballs, de vuelta a su puesto.

Ayra alcanza a ver justo cómo la stantler se mete entre los árboles, espantada por el grandbull y el nidorino, punto en que los guardias dejan de perseguirla y se dan media vuelta. 

De los unown no hay ni rastro.

Ayra se mordió el labio inferior al ver que resultaba del todo imposible acercarse al pokemon salvaje lo suficiente como para darle a entender que el espectáculo había terminado. Atisbó como la stantler huía bosque adentro y los guardias, cansados de su persecución, regresaban a su puesto. Las palabras de John resonaban en su cabeza. Si, no podía ignorar el destino de su compañera, a quien conocía de mucho menos tiempo que el chico y sus unown, pero confiaba en ella, confiaba en su intinto salvaje a pesar de su joventud. Los unown se habían paso décadas encerrados entre las Ruinas de su antingua civilización, ajenos al mundo. La stantler ya conocía algo más de él, había nacido en él. Se las apañaría.

Con un breve asentimiento, dejó que John se las arreglara para encontrarse con sus pokemons antes de dar media vuelta en dirección a las Ruinas.

Viendo que los guardias vuelven y que los pokémon se han retirada, Ayra vuelve sobre sus pasos para internarse en el recinto de las Ruinas propiamente dichas. Al atravesar el puesto de guardia se cruza con John, que parece muy concentrado tratando de enviar sus pensamientos a sus pokémon, con una profunda expresión de preocupación pintada en el rostro. Al ver a Ayra la sigue, pero aún lanzando miradas nerviosas hacia atrás. Sin embargo, consciente de que los guardias están al llegar, se cuela por la segunda puerta rápidamente tras la chica, de manera que ambos consiguen internarse en el recinto justo a tiempo y con el suficiente sigilo para que los los pillen.

Una vez fuera el chico se dirige con paso seguro y ligero a una de las construcciones en concreto, un edificio no demasiado grande y aparentemente de una sola planta.

-Aquí es. Estábamos investigando aquí, pero... eh... tuvimos unos problemas con unos litwick... no sé si sabes lo que son... El caso es que llamé a una amiga para que nos echara un cable, vino con unos amigos suyos y, al parecer, cuando llegaron desbloquearon el acceso a una red de salas ocultas... Debe de seguir abierto... Espero. 

Cuando los dos jóvenes llegan hasta la pared del edificio pueden ver una especie de letras que se deslizan rápidamente por la pared, como si alguien estuviera proyectando en ella unos absurdos subtítulos. Al llegar a su altura, los símbolos de alguna forma se despegan de la superficie y se dirigen directamente hacia John. Son una Y, una F y una R.

-¡Ah, estáis aquí! :D -Exclama el muchacho, visiblemente aliviado. -¿Cómo habéis entrado?

Consciente de que no les interesa quedarse mucho tiempo en el exterior por si a los guardias les diera por asomarse, el chico se adentra en la sala sin esperar respuesta. La conversación puede esperar a estar seguros dentro.