Partida Rol por web

Astrid recogió a Iri y le rascó bajo el hocico.

-Por eso es que te di tu nombre. -le abrazó con suavidad, y luego se centró en la charla.

-Volver a nuestras raíces no es difícil, y estoy segura de que en los primeros tiempos la naturaleza brindará todo lo necesario para que no haya hambre. Pero...Hay ciertas agrupaciones de humanos que querrán aprovechar el caos. Deben ser detenidos por el bien de todos, debemos desbaratar sus bases e impedir que hagan daños innecesarios mientras el verde avanza.

Suspiró.

-El crecimiento y la expansión de la naturaleza ahora es rápido, reduciendo su velocidad a la mitad nos dará tiempo. Pero me preocupa la tarea de remover los Team...será difícil. Incluso si accedes a nuestra petición quizá no sea suficiente.

Estaba parcialmente de acuerdo con Astrid, habia que detener a los Teams y a los ejercitos del mundo, los gobiernos que entrarian en crisis tendrian que ser aplacados antes de que su desesperación los llevase a cometer alguna locura, habia que hacer muchas cosas, tal vez demasiadas, pero sin duda lo principal era defender a Celebi.

- El mayor problema sera el trauma de la gente, estan demasiado acostumbrados a la vida comoda que llevan, el mundo actual es mucha mas sencillo, mas comodo, no hay que esforzarse para conseguir casi nada, todo es sencillo y seguro, la gente defendera esa comodidad pase lo que pase y eso me lleva a pensar que atacaran sin duda a Celebi, el primer punto seria lograr defenderlo de todo de alguna manera -

Aunque habia algo mas que se me habia ocurrido y que podria facilitar mucho las cosas.

- Si me permites una sugerencia Celebi, quizas podrias dejar una parte del mundo sin tocar, una ciudad grande por ejemplo, un lugar que no fuera tocado y que permaneciera tal y como esta, de esa forma la gente que no pudiera soportar el cambio podria refugiarse en ese lugar y los demas seguir con el mundo que tu deseas, se minimizaria bastante el golpe y apenas se perderia parte de terreno de bosques -

¿Dejar una única ciudad intacta no provocaría más caos? He visto a los humanos pelear a muerte -o a la muerte de sus pokémon, al menos- por un palmo de tierra... No estoy seguro... Aunque supongo que vosotros los entendéis mejor que yo...

Yo… no estoy seguro de que me hayáis entendido. Ni siquiera tú, Suicune, mi viejo amigo. Aunque yo sé que tampoco os entiendo perfectamente a vosotros…

Mi intención no es destruir. Y mucho menos destruirlo todo. Sólo quiero restablecer el derecho a la vida de aquellos a los que les ha sido negado. No hay que favorecer sólo a unos, ¿verdad? Se rompería el equilibrio. Como, de hecho, ya se ha roto.

He visto tantas cosas nuevas en esta parte del Tiempo… Estoy aprendiendo mucho. He aprendido lo que es un “Centro Pokémon” y lo que es un “tren”. Y he hecho muchos amigos. Una rápida sucesión de imágenes de personas y pokémon pasa por las mentes de los chicos, como un río de instantáneas. No todos son conocidos para ellos. Aunque sé que también tengo muchos enemigos. Mira a Astrid y a Shiert y asiente. Suicune da vueltas pausadamente por el claro del bosque sin perderlo de vista ni un instante. Por eso… escucharé vuestros consejos. Puedo ir más despacio. Puedo dejar algunas cosas como están, si me ayudáis a entender, a discernir. Lo que quiero no es hacer un mundo a mi manera. Es arreglar este que habéis –que los humanos han- roto.

…Proteger a los humanos de los propios humanos… Suicune piensa en lo que ha dicho Astrid sobre los Teams, aunque esta vez ha sido su turno de olvidar que, gracias al campo telepático, todos los presentes son partícipes de sus reflexiones internas.

- Si, dejar una sola ciudad provocara un caos absoluta y una guerra por el poder de esta, pero muchos no se molestaran en luchar contr ael mundo y se adaptaran y los que queden en esa ciudad sabran convivir y mejorar, las muertes llegados a este punto son inevitables, yo solo trato de minimiar el impacto - respondo con total tramquilidad al Suicune.

Lo que decia celebi lo entendia, el pretendia llevar al mundo a un equilibrio que habia perdido, la naturaleza estaba en guerra con los humanos y hasta ahora los humanos habian ganado, por desgracia Celebi no comprendia que no habia forma de salvar a la humanidad si restauraba el equilibrio.

- Por desgracia los humanos estamos demasiado adaptados a una vida de destrucción de todo lo natural, nos adaptamos a una vida facil con maquinas y tecnologia... artefactos creados por nosotros - dije a modo de explicación por si así lograba que entendiera mejor lo que significaba - no hay mucho que se pueda hacer Celebi, si restauras el equilibrio parte de la humanidad perecera, no seran capaces de adaptarse -

-Hmm...

Eso ya lo veremos ^^ -sonríe Celebi.

-Hay algunas estructuras que sería mejor que no tocaras, el verde puede crecer alrededor de ellas perfectamente, pero su interior y los caminos de acceso a estos deben estar despejados para evitar que pasen cosas malas. Estas son los Centros Pokemon, claro, las centrales eléctricas que le dan energía a estos.

Se concentró en pensar en la imagen y la definición de cada una para que actuara complementando sus palabras. De nuevo, reparó en que Shiert estaba siendo fatalista y subestimaba el juicio de Celebi, pero ella ya le había visto en acción y no temía en absoluto: tenía plena fé en él.

^{Central Eléctrica                                 Hospital (Interior)}

-También los hospitales humanos. Son lo mismo que los centros pokemon, pero para nosotros, y hay gente muy delicada dentro que podría tener serios problemas si el suministro eléctrico es cortado o el hospital no puede tener las vías libres para que les lleguen recursos y seguir tratando sus enfermedades o recuperando sus heridas. La idea de la ciudad me parece que traerá mas problemas que otra cosa, de todas formas tendrían que producir su comida y por mas que las casas quedaran intactas, no sería la misma vida de ninguna forma.

Se asomó al agua, a ver su propio reflejo.

-Celebi...Suicune...lo que están haciendo es memorable, y no debemos dejar que nadie interfiera con ello o lo eche a perder. Es una chance única para que todos vivamos mejor. Así como tienes muchos enemigos, necesitaremos de todos los amigos que quieran colaborar con esta causa.

Miró a la pequeña hada verde, curiosa, y pensativa.

-¿Ustedes escuchan plegarias? Los Pokemon Legendarios, digo. Cuando nos vimos por primera vez, ¿sentiste mi pesar por Shuichi, o solo pasabas por allí?

-¡Biii! :D

Es más o menos como dijo él :D "Él" es un chico de entre dieciocho y veinte años que va acompañado por un farfetch'd y al que Astrid y Shiert están seguros de no haber visto en su vida. No como los chicos que antes recordara Celebi... Creo que tenía algunas ideas, así que le pedí que viniera. No está lejos: está sólo ayer.

Suicune lo observa con su mirada seria como el curso de un río ancho.

Si vamos a tener que enfrentarnos a humanos organizados y dispuestos para pelear, quizá fuera mejor irnos poniendo en marcha...

Celebi, sin embargo, no parece estarlo escuchando, sino que contesta calmadamente a la segunda pregunta de Astrid:

¿Los "Pokémon Legendarios..."? Oh... Te refieres a... los pokémon que somos... únicos... Bueno, yo sí te oí :) También pasaba por allí. Porque yo siempre paso por todas partes, ya que he pasado alguna vez por todas partes. Pero sí, te oí. La intensidad de tus sentimientos... sonó con mucha fuerza en mi mente. Por eso me acerqué.

Cuando el agua es clara se puede ver a través de ella. Contesta entonces Suicune a la misma pregunta. Astrid puede ver su reflejo junto al suyo propio en el agua. Está detrás de ella.

A diferencia del chico al que se refiere ahora Celebi, al que está seguro de no conocer, Shiert no pondría la mano en el fuego sobre si ha visto alguna vez a alguna de las otras personas de los recuerdos de Celebi. Ha visto a demasiada gente últimamente, quizás.

Al chico al que Celebi se ha referido ahora mismo Astrid está segura de no conocerlo, pero en cambio, antes hubo una persona en los recuerdos del pokémon a la que sí que conoce. Cómo olvidar esa barba, ese pelo salvajemente desgreñado y ese cuerpo fornido como si se dedicase a partir y acarrear troncos de árboles con las manos desnudas (cosa que probablemente hace)... Es uno de los jóvenes que conoció en las vías del tren y que ayudaron a Bill.

Astrid hincó las rodillas en su sitio con suavidad a orillas del agua. Lo que tenían por delante era un inmenso trabajo, que sería muy vanidoso y tonto pensar que podía hacerse con la fuerza de sus brazos o con solo una persona confiada en sus habilidades. Pensó en Tharion, en sus propios padres, en el señor Fuji...en los rostros de su pueblo, y los que había visto y conocido afuera de este. En Bill, que había prestado ayuda desinteresada, en los presentes incluyendo a Shiert, que mal o bien se había reformado, en sus pokémon, en toda la gente y pokémon del Centro de Voluntarios. Y trató de pensar mas allá en todos aquellos que conocía y que no. En toda la gente y pokémon similares a ellos, que de una y otra forma sabían que el mundo actual no estaba bien, ya fuera porque habían perdido algo, o a alguien, o a si mismos en él, por causa de su actual estado. Inspiró hondo, tratando de ordenar sus pensamientos. No era devota específica a ningun "Dios" pokémon, pero si solía rezar de forma esporádica por quienes se recuperaban en el Centro y por los que se iban a descansar. No estaba segura de que siquiera tuviera sentido, pero... su deseo mas sincero era que la campaña iniciada pudiera completarse. Inundada por estos pensamientos, rezó desde el fondo de su corazón:

Por favor, brinden su fuerza a nuestra causa...
...si es posible...
Repitan y expandan esta plegaria por toda la tierra.
...A todo pokémon y humano que comparta nuestra cruzada...

Cerró los ojos con algo mas de fuerza, y se concentró en lo que podían llegar a lograr si pudieran unir mas seres a su causa. Deseó llegar a cada uno de ellos con todo su ser, no quería solo que se escuchasen sus palabras, sino poder compartir aquellos sentimientos en sus corazones.

Soy una amiga que jamás han conocido.
¡Por favor, dennos fuerza, en lo posible!...
Cualquiera que pueda oír mi plegaria...
Ayúdennos...

Astrid continuó rezando, juntando ambas manos bajo el mentón, con los ojos cerrados.

¡Por favor, garanticennos fuerza!
Si están oyendo mi plegaria...
Pedimos por esto...

¡Agilicen esta plegaria por toda la tierra!
¡Por favor, que resuene en todos los que posean corazones limpios!
A todo ser vivo que desee que el verde se expanda.
Soy una aliada que no han conocido nunca.
A todo aquel que desee un mundo mejor...
Repita esta súplica y venga a nosotros.
¡Necesitamos su fuerza!

Astrid siguió rezando, y sus ideas siguieron fluyendo conforme estas daban forma a sus palabras. Esta era una oportunidad única, todos aquellos cuyos deseos se alinearan con el suyo debían oír y enterarse.

A cualquiera que me oiga:
¡Otorguennos poder para cubrir el mundo de verde!
Vengan a nosotros, alguien, cualquiera...
...¡ayúdennos!
¡Que esta petición llegue a todos los rincones de nuestro planeta!
 

Astrid se mantuvo rezando, y no parecía que su clamor fuese a parar pronto, presionó sus manos entre si. Pensó ahora también no solo en el goce humano, sino en el de los pokémon. Por alguna razón se imaginó a Iri, y la familia que hubiese podido tener en su momento antes de ella misma.

¡Que este mensaje llegue a cada posible aliado en el planeta!
¡Reunámonos en Ciudad Trigal! A todo el que escuche mi voz...
A todos aquellos que deseen responder...
Sígala hasta nosotros, y si no es posible, diríjase a Ciudad Trigal.
Por favor...¡Los necesitamos a todos, sin importar quienes sean!
Si desean que este sueño se haga realidad...
¡Presten su fuerza a nuestra causa!

Entendía el sueño de Astrid un mundo mejor, mas simple, menos peligro, menos dolor, un mundo de paz sin el dominio de las grandes bandas cuyo único objetivo era el poder y la riqueza, un sueño utópico que antaño era imposible de lograr, pero ahora Celebi estaba en el mundo y si otros Pokemon legendarios se unían a la causa el mundo podría por fin cambiar.

Pero Astrid parecía olvidar algo muy importante, Celebi no era el único Pokemon legendario del mundo que pretendía adaptar este mundo a su forma utópica, si una llamada se extendía por el mundo y llegaba a todas partes lo que se podría despertar era algo temible, los sueños de gente como el hijo de Giovani, una guerra a escala mundial entre los poderes mas grandes de este mundo, una guerra que sumiría al mundo en el mayor de los caos y en la destrucción absoluta.

Imagenes de antiguas leyendas aparecían en mi cabeza, cuentos que había escuchado en todas partes, de Teams rivales que adoraban a Pokemon y pretendin cambiar el mundo como ahora pretendíamos nosotros.

El fin del mundo causado por una guerra que nadie podría parar, el final de todo tal y como lo conociamos, algo terrible pero que escondía una parte buena, el fin del mundo traería un nuevo comienzo un principio para un nuevo mundo donde todo se podría comenzar de nuevo, eliminar las cosas que destrozaron este mundo para dejar solo la belleza que tuvimos.

- Uno mi voz a esta llamada que todos aquellos a los que mi mensaje pueda llegar me escuchen, el mundo tiene que cambiar, estamos sumidos en un caos terrible que solo nos llevara hasta un final ya sabido, que todos aquellos que puedan y quieran unirse a la causa acudan a ciudad trigal, pero mando un mensaje mas para aquellos que piensen oponerse al cambio, que se preparen para una guerra -

Por mi mente pasaban ahora miles de pensamientos, recordaba aquellos entrenadores Pokemon que había visto a lo largo de mi vida maltratando Pokemon, todos aquellos a los que había arrebatado sus Pokemon solo como mecanismo para hacerles pagar por su crimen, recordaba las batallas que había luchado, la gente a la que había tenido que matar para sobrevivir, aquella absurda Purga entre las filas de mis compañeros, donde amigos de toda la vida se mataban entre ellos, esa era la realidad del mundo en el que vivíamos hoy en día, un mundo podrido que debía ser destruido.

Celebi se eleva. Sonriendo, bañado en la dorada luz del sol del verano.

Dentro de sus mentes, las palabras, las imágenes, los sentimientos fluyen, se entrelazan, resuenan y cada uno puede escuchar los pensamientos del otro con la voz sin voz del Guardián del Bosque. Por un momento, Astrid no es Astrid, Shiert no es Shiert, sino que son cada pokémon, cada persona, cada vegetal. Por un momento, un millón de corazones se sincronizan.

Es sólo una fracción de segundo en la que las mentes, los sentimientos, de un millón de seres se saben interconectados, como una gigantesca tela de araña en la que cada individualidad no es más que una gota de rocío frágilmente suspendida en una intrincada obra cuyo centro es Celebi.

La fracción de segundo pasa. Astrid vuelve a ser sólo Astrid. Shiert vuelve a ser sólo Shiert. Celebi vuelve a ser sólo Celebi, se posa en la hierba y sonríe.

No creo que todas las almas del mundo nos hayan escuchado. No creo que nuestra plegaria haya llegado más allá de este continente. Pero, al menos, cualquiera que se encuentre en él y cuyo corazón sea capaz de escuchar ha tenido esta oportunidad de comprender y decidir.

Sentado en la hierba, el pequeño pokémon juguetea con delicadeza con un tallo algo más alto que hay junto a él. 

Astrid se sintió turbada un momento por los pensamientos violentos de Shiert, pero no se detuvo.

-Es lo mejor que podemos hacer, que las regiones de este lado del continente hayan escuchado ya es de por si algo increíble. Supongo que si alguien nos escuchó y esta muy cerca, comenzaremos a notarlo de un momento a otro. Tiene que haber alguien, en Kanto, Johto, Hoenn, Sinnoh, Teselia o Kalos que respondan.

Respiró, y volvió a mirar las aguas, bajando las manos.

-¿Que fueron esos pokemon de en los que pensaste? Enviar un mensaje de guerra no era mi idea realmente... -frunció levemente el ceño, molesta.

Por desgracia Astrid no se daba cuenta de que ya estabamos en guerra.

- Esos Pokemon son leyendas, historias de los otros Team cuyos objetivos son devolver al mundo Pokemon ancestrales dormidos, solo para que estos vuelvan el mundo tal y como ellos desean, no busco una guerra Astrid pero por desgracia se que va suceder, el egoismo del mundo es inevitable, así que prefiero dejar las cosas claras y que la gente sepa que si quieren detenernos no se lo pondremos nada facil -

Me quede callado unos segundos antes de volver a mirar a Astrid - Lo siento, veo el mundo de una forma algo diferente a la tuya aunque en el fondo ambos queramos lo mismo -

Si pudiera hacerle ver todas las cosas que yo e visto tal vez entendiera mi forma de ver el mundo, pero claro si ella viera todos mis recuerdos igual el mundo no le parecia ya ten bonito ni pensaria como es ella, así que era mejor dejar las cosas así.

Esos pokémon no son leyendas. Pero su sueño es demasiado profundo como para que puedan escuchar una plegaria. En cuanto a los otros... Lo habéis sentido. Muchos nos han escuchado. La decisión que tomen, sin embargo, es cosa suya. De mis hermanos... Entei no va a venir. Lo sé. Y me parece correcto. Yo ya estoy aquí. Si los dos estuviéramos con vosotros, ¿quién vigilaría la región? Y ahora, más que nunca, es necesario que vigilemos todos sus rincones. Respecto a Raikou... Los pensamientos de Suicune se pierden.

-¡Aroooouu!

¿No tenemos que enfrentarnos a un montón de humanos? ¿No es eso lo que habéis dicho antes? Pues vamos. Quien quiera unirse a la lucha, ya nos encontrará por el camino. Suicune para listo para la acción.

No es una lucha, Suicune. Se trata de reconstruir el mundo :D Las imágenes que pasan por la mente del dios del Bosque son muy diferentes de las del Señor de las Aguas. Como un reflejo, como un eco, Astrid y Shiert pueden percibir algunas ideas sueltas, retazos, sobre cómo extender la cubierta vegetal y la vida, pero a la vez respetando los tipos de instalaciones que Astrid le ha pedido... aunque las ideas que tiene Celebi sobre ellos se alejan bastante de la realidad.

Ah... ahí viene alguien... El abra que acompaña a Shiert interviene a su manera tímida usual.

Unos arbustos cercanos se mueven.

Astrid asintió al entusiasmo de Suicune.

-Protegeremos a Celebi con todo lo que podamos.

Giró la cabeza curiosa, para ver a su primer invitado.