Partida Rol por web

La alarma del pokegear sonó a las 7 en punto, despertandole con una tonada animada.

Se frotó los ojos y se levantó, desperezandose. Abrió la ventana para dejar entrar el aire fresco y algo de sol matinal volvió aún mas dorado el pelaje de Iri.

-La gente del centro ha de estar ya abriendo las puertas oficialmente -dijo animada, dando por sentado que ambos pokemon también despertaron con la alarma- Creo que ya estas listo para irte a casa y yo de viaje, a menos de que quieras quedarte conmigo y con Iri.

Iri se despereza al oír la conocida alarma, con el sol arrancándole destellos dorados, mientras que el shuckle tiene un despertar bastante más agitado. En cualquier caso, en cuanto oye la voz de Astrid se desenreda del pokemuñeco al que había dormido abrazado, dejando escapar grititos de alegría. Cuando oye lo de irse a casa, rueda alegremente por el suelo y se engancha al pie de Astrid.

Sin embargo, ella apenas se da cuenta, pues otra cosa ha captado su atención: desde la ventana puede ver, frente a frente, un enorme aranjo que ha crecido al pie del Centro de Voluntarios. Literalmente, de la noche a la mañana.

-Entonces, te llevare a casa, cuando salgamos dime hacia donde esta.

Levantó a ambos pokemon para que vieran por la ventana.

-Miren, Celebi dejó un obsequio. ¡Nunca había visto ese arbol en el pueblo!

Astrid bajó a ambos, tomó su mochila y tomó a shuckle de vuelta, que tardaría un buen rato en bajar por su cuenta. Iir podía caminar bien pro su cuenta. Salió del centro con un rapido saludo a las personas que conocía, para ver de cerca el árbol e el exterior.

Shiert vuela hasta el norte de Pueblo Lavanda, al lugar donde la Ruta 10 llega al pueblo y desde ahí camina tranquilamente hacia el sur. Enseguida divisa la Torre Pokémon y el centro del pueblo. Parece que hay mucho movimiento, pese a ser la primera hora de la mañana: varias personas se dirigen hacia el Centro de Voluntarios, un edificio de dos plantas donde se tratan a los pokémon heridos sin hogar, al lado del cual crece un enorme aranjo.

Al lado del árbol que ha crecido junto al Centro de Voluntarios hay unas cuantas personas arremolinadas. La mayoría lo miran perplejas, mientras que algunas sacan fotos o vídeos, e incluso alguna se acerca a coger una de las gordas y maduras aranjas.

El árbol sale directamente del suelo, quebrando el pavimento y creando grandes fracturas que llegan hasta mitad de la calle, cruzando la calzada, que ahora forma un escalón en su mitad.

Entre las personas que hay cerca del árbol se encuentra una chica con una enorme mochila, un pequeño shuckle entre los brazos y seguida por un vulpix de color dorado.

Astrid dejó la mochila en el suelo y tomó un par de bayas.

-Mira, creo que esto será un buen desayuno para que comiencen el día -Astrid repartió unas bayas entre shuckle y vulpix. Ella también tenía algo de hambre ya, comería en el pueblo antes de irse. Miró a todos lados, intentando ver si el señor Fuji andaba por ahí también.

Pueblo lavanda, un lugar precioso aunque para mi gusto mal llamado pueblo, tiene una población bastante grande y recibe una cantidad de visitantes increible al dia, la terro Pokemon es claramente la razón, todos los entrenadores de la región terminan teniendo algun Pokemon enterrado en la zona y obviamente yo no soy una excepción, claro esta no tengo mucho tiempo pero siempre me gusta pasarme por aquel lugar para dar recuerdos a mis Pequeños compañeros antes de trabajar.

- Buenos dias- saludo a todo el mundo que conozco en la ciudad con una amplia sonrisa y esas simples palabras, a la mayoria apenas si los conozco de vista, con algunos llegue a coincidir alguna vez en alguna cafeteria, pero realmente es igual, a todo el mundo le gusta que le digan buenos dias por las mañanas.

Cuando estoy llegado a la torre me fijo en el grupo de gente rodeando el naranjo... - No recuerdo ese naranjo - no hacia tanto tiempo que habia estado en la ciudad y no recordaba el naranjo, no al menos con ese esplendor, pero la verdad es que quedaba perfecto.

Me acerque hasta el sonriente, me gustaban las sorpresas como esa en una mañana tan resplandeciente, habia mucha gente a su alrededor congregada y como era de costumbre cuando llegue hasta ellos salude con un - Buenos dias - lo dije en general, aunque habia llegado junto a una entrenadora que tenia sus Pokemon fuera, un Shuckle y un Vulpix de un color que no habia visto en toda mi vida.

Sin mas y si saber muy bien por que alargue mi mano agarre una naranja y se la ofreci con cuidado a la joven entrenadora.

- Un regalo a cambio de la sonrisa que me vas a dedicar -

Pueblo lavanda, ciudad de borregos y energumenos, la unica utilidad de esta ciudad es la gran cantidad de camaras de video vigilancia situadas por todas partes y el numero de imbeciles a los que saludad para que vean tu rostro directamente, algunos de esos engendros estupidos hasta parece que los conozco ya y todo de la cantidad de veces que hago esto.

Parasitos, tendria que terminar con todos y cada uno, pero necesito peones en este mundo y ellos son los mejores trabajan para que yo consiga su dinero, atrapan Pokemon para que luego pueda hacerme con ellos con suma facilidad, es algo tan maravilloso que solo pensar en ellos me dan ganas de empezar a dar rienda suelta a mi imaginación.

Pero hay algo raro ese dia, un Naranjo enorme que no recuerdo y no me gustan nada las sorpresas ni tengo tiempo que perder, pero junto al naranjo hay algo mucho mas interesante, ese Vulpix dorado, jamas habia visto uno así y eso tiene que implicar que tiene un valor bastante alto, eso me gusta no es mi misión principal, pero si puedo hacerme con un Pokemon raro antes de salir de viaje quizas no sea nada tan raro.

La entrenadora no parece demasiado alerta, quizas simplemente con un poco de engaño sea facil quitarselo.

Astrid tomó la fruta que le ofrecía, sonriendo efectivamente.

-Hola, no te conocía aqui, ¿llegaste hace poco? Me llamo Astrid.

Comió la aranja con gusto.

La chica acepta la fruta que le ofrezco y no puedo mas que sonreirle.

- Bueno no soy de esta ciudad, vengo de la ciudad de al lado pero paso muy a menudo a visitar la tumba de un pokemon muy amigo mio -

Y pronto visitare tambien la tuya si las cosas salen como tienen que salir y en vista de los estupida que pareces no creo que tarde demasiado.

-Los fantasmas de la torre deben sentirse muy agradecidos por tus respetos -dijo de forma amable- Por cierto, estos son Iri y shuckle -añadió refiriendose a vulpix y el otro pokemon.

-Ojalá disfrutes tu estancia corta en el pueblo, si me disculpas, quiero buscar a un conocido antes de marcharme.

Iri y shuckle parecian unos Pokemon muy felices y bien cuidados, se les notaba energicos y eso era raro verlo en un Pokemon capturado, la chica tenia que tener una buena mano criando a sus Pokemon y sobre todo tenia que apreciarlos muchisimo para que tuvieran ese aspecto, aunque se la veia con prisa y las prisas en este mundo no eran buenas, el mundo habia que disfrutarlo, vivirlo sin pararse a pensar en que hay que llegar rapido a los distintos lugares, por que sin pararse a observar el camino una nunca puede llegar a apreciar su belleza.

- Claro a sido un placer conoceros a ti y por supuesto a Iri y Shuckle son unos Pokemon encantadores -

Miro con una gran sonrisa a ambos Pokemon justo antes de mirar de nuevo a la entrenadora.

-Pero si me lo permites haré de mano del diablo y te tentare para que te pierdas un poco, olvidate de las prisas por encontrar a tu conocido y acompañame a tomar un zumo o algo parecido, no me sentiria bien si no invitara a una chica tan encantadora y lograra conseguir de ella la mayor de las sonrisas y claro esta tus amigos estan invitados, no permitiria que ellos no disfrutaran tanto como tu -

Seguramente me diria que no, pero siempre era bueno tentar a la gente para que disfrutaran del mejor dia de su vida o bueno... al menos para que intentaran tener el mejor dia de su vida, un dia fuera de lo normal es lo que todos necesitamos de vez en cuando y yo tenia que cumplir la promesa que habia hecho a mi compañero en su tumba.