Partida Rol por web

Cuando agarró el meteorito escuchó un fuerte chasquido, después una horrible sensación de vacío bajo los pies, como si cayera por un agujero eterno y de una profundidad incalculable para después oler un fuerte y desagradable aroma a azufre. La sensación había sido similar a los saltos que a veces pegaba al soñar.

Todo había sido muy raro. Excesivamente raro. No entendía nada. ¿Qué había pasado? Miró alrededor y después miró al cielo, no reconocía absolutamente nada. Sobre su cabeza había miles de estrellas, pero no era capaz de reconocerlas, también había un enorme planeta de color azul que podía apreciarse como se apreciaba la luna desde la ciudad de donde venía.

¿Acaso todo eso significaba que estaba en un planeta totalmente diferente?

¡No podía ser!

Hoku, que aún estaba flipando con el hecho de haber visto caer un meteorito y tener la oportunidad de coger sus restos con las manos, se vio envuelto en una extraña situación. Tras una vorágine de sensaciones y sentimientos comenzó a ver las cosas con más claridad.

El luchador agarró a Machamp del brazo para asegurarse de que estaba ahí con él, después de todo lo que había visto en tan solo unos segundos ya no se fiaba de nada. ¿Dónde estamos Hulk? Preguntó contrariado a su pokémon mientras miraba a su alrededor intentando hallar la respuesta. 

Nada de lo que veía le sonaba, las estrellas no eran las de siempre, el entorno no era el de Alola y ese astro azul no se parecía lo más mínimo a la luna. ¿Estamos en otro planeta? La pregunta era descabellada, pero era lo único que pasó por la cabeza del fuerte Hoku que pudiera tener sentido. Una pícara sonrisa surgió en su boca, no sabía con certeza donde estaba ni si era otro planeta, pero el mero hecho de ver lo que estaba viendo le hacía sentirse afortunado. 

También sentió un nerviosismo interior, probablemente por el miedo a lo desconocido, sin embargo, no dejó que aquello le atenazara ni un poco. Vamos a explorar Hulk. Descubramos donde estamos. Los dos luchadores estaban convecidos de estar viviendo algo único y por sus cabezas no pasaba perder la oportunidad por muchas dificultades que aparecieran por el camino. Habían vivido mucho y se consideraban fuertes, no iban a dejar de descubrir un nuevo y especial lugar por el mero hecho de no tener ni idea de qué es o donde está.

¿Maaaa? Dijo el compañero de Hoku sin ser capaz de darle la respuesta a la pregunta que le había formulado. El pokémon tampoco tenía idea alguna de dónde podían encontrarse, pero en su rostro casi humano podía notarse la misma expresión de desconcierto y alegría casi en partes iguales.

Algunos minutos después, Max y su Glalie aparecieron por el oeste. y se encontraron con Hoku y su Machamp.

Junto a ellos había un enorme lago de aguas cristalinas rodeado de una extraña hierba de color anaranjada y unos juntos de tonalidades rosadas. Aquel lugar y sus colores era sumamente extraño, así que la teoría de estar en otro planeta no parecía excesivamente descabellada.

En dirección Norte se podía ver una enorme montaña de cuyo interior salía algo de humo oscuro. ¿Acaso se trataría de un volcán?

La naturaleza seguía invariable y exótica conforme me seguía el curso del río, solo que en lugar de algún tipo de civilización o pokémons salvajes, otro hombre con un Machamp era lo que les esperaba. El pokémon de tipo lucha seguramente aplastaría al de hielo en un abrir y cerrar de ojos, al menos según la teoría de tipos, pero no parecía el lugar adecuado para pelear.

- ¡EY!

El saludo de Max fue bastante inusual, levantando su la mano por encima de su cabeza como si pretendiera querer llamar su atención y evitar asustarle antes de alcanzarlo. ¿Aunque cómo iba a asustar a dos seres tan enormes? Porque no solo Machamp era un pokémon grande por si, sino que el hombre que venía con él era incluso más alto que él mismo, y Max no era precisamente un hombre pequeño. En cualquier caso, no tardó en eliminar la distancia que los separaba a un paso ligero, como si el encontrarse con otra persona fuera ya algo interesante en este lugar.

- Buenas... ¿noches? - pareció dudar levemente dadas las estrellas y la "luna" - Soy Max. ¿Habéis visto a alguien más?

Se presentó cuando la distancia ya invitaba a una conversación más normal, pero ya por su apariencia se evidenciaba que el no podía haber llegado de las inmediaciones del Lago Agudeza, por lo que ya disponía de un misterio más para la colección.

El enorme luchador seguía alucinando con el paisaje de aquel lugar cuando de repente aparecieron un hombre y un pokémon. ¡Qué alegría! Dijo sonriente al comprobar que no tenía una actitud agresiva, parecía tan perdido como él.

Buenas...  Contestó Hoku sonriendo ante la duda del joven. Mi nombre es Hoku. Dijo ofreciéndole la mano. Eres la primera persona que vemos desde que hemos llegado a este extraño y maravilloso lugar. Hizo un arco con la mano como mostrando el entorno. La verdad que era tan diferente a lo que estaba acostumbrado, que se sentía muy emocionado por descubrir más de aquel lugar.

Hoku se acercó lentamente al Glalie y lo observó de cerca. ¡Mira Hulk! ¡Parece fuerte! Llamó a su Machamp. Ven aquí y haz un amigo nuevo, quizás más adelante si a Max no le importa podamos tener un combate contra ellos. Hoku acarició uno de los cuernos de Glalie con suavidad.

No había tiempo que perder, pero a la vez había tantas preguntas que resolver. ¿Y cómo has llegado aquí Max? Pregunto el gigante luchador interesado en saber si tenía algo que ver en cómo él había acabado allí. ¿Te importa si exploramos mientras conversamos? Ofreció Hoku que no quería perder más tiempo parado. ¿Hacia allí por ejemplo? Preguntó señalando al norte.

Max no dudó en estrecharle la mano, no obstante no era lo mismo respecto al resto. Para empezar un combate en un lugar como este estaba fuera de lugar, lo mismo que moverse en dirección a un volcán.

- Yo no haría eso, podrías acabar con la mano congelada - le advierte cuando Hoku acaricia al Glailie - Pues a decir verdad, si que me importa un poco. Verá moverse sin sentido en un lugar tan extraño no es recomendable, lo mismo que alejarse de las fuentes de agua dado que cualquier rastro de civilización lo encontraremos junto a ella.

Parecía que Max estaba acostumbrado a viajar y perderse, pero mientras explicaba esos detalles sacó un extraño aparato de uno de sus bolsillos.

- Pues nosotros acabamos en este lugar gracias a esta pequeña joya - dicho lo cual empieza a manipularlo y pronto empieza a emitir varios pitidos similares a pulsos - Nos llevó hasta un meteorito que se estrelló cerca del lago Agudeza. En Sinnoh. - matiza tras caer en la cuenta que su contertulio podría no saber de aquella región - Es un pokéradar, pero ha estado estropeado desde que llegamos a este lugar. ¿Y usted?

De hecho parecía estar volviendo a comprobar su funcionamiento por primera vez desde entonces, pues apuntaba el aparato al Glailie y al Machamp alternando con lugares en los que no estaban ninguno de los dos pokémon.

El pokeradar funcionaba perfectamente y señaló en dirección oeste. Cuando Max miró hacia allí, llegó lo que parecía ser una familia, un hombre, una mujer y el que parecía ser su hijo. Los tres acompañados de un Gengar, un Oddish y un Flygon.

Tras andar largo rato encontraron un par de hombres acompañados de un Machamp y un Glalie.

Junto a ellos había un enorme lago de aguas cristalinas rodeado de una extraña hierba de color anaranjada y unos juntos de tonalidades rosadas. Aquel lugar y sus colores era sumamente extraño, así que la teoría de estar en otro planeta no parecía excesivamente descabellada.

En dirección Norte se podía ver una enorme montaña de cuyo interior salía algo de humo oscuro. ¿Acaso se trataría de un volcán?

Ver a más personas sorprendió a Rintaro, luego de lo que había visto hasta ahora creía que este lugar estaba desierto y ver a otros humanos rompió la ilusión, aunque este mundo están exótico, que solo le inspiraba querer explorar.

Guardo silencio y disimuladamente dejo que sus dos compañeros se adelantarán, y se quedó detrás de Sombra quien le cubría casi por completo.

Luego de ver a los Pokemon estaba casi desilucionado, no eran Pokemon raros.

Hoku sintió el frío cuando acerco su mano al Glalie y la retiró a tiempo gracias a la advertencia de Max. Se ve una pradera interesante, pero entiendo tus argumentos, puede no ser lo más inteligente dada la situación. A Hoku no le importaba mucho el volcán, había estado cerca de otros volcanes, pero si es cierto que este no era conocido y podía ser arriesgado. Su afán por explorar cada rincón de este extraño mundo le podía sobre la idea seguridad, tendría que controlarse.

El luchador conocía Sinnoh de alguna exhibición que había realizado allí y conocía el Pokéradar a pesar de nunca haber tenido uno. ¡Guau! Vienes preparado. Dijo sonriente y visiblemente sorprendido. En mi caso vi caer un meteorito en Melemele, lo busqué y al tocarlo aparecí aquí. El gigantón se encogió de hombros. Así, por arte de magia.

Observó en la dirección que estaba mirando Max y vio aparecer a una familia. Levantó los brazos para llamarlos y que se acercaran sin miedo. Al parecer no eran los únicos en aquel extraño lugar. ¿De dónde vendrían ellos? Se preguntaba el enorme luchador.

La historia de Hoku no era muy diferente a la de Max a pesar de la distancia, solo que no compartía su visión de "venir preparado" porque ¿cómo se venía preparado a otro planeta? En cualquier caso, debía darse por contento dado que la máquina parecía volver a funcionar, aunque no diera con la manada de Sneasel y si con tres nuevos pokémon y sus dueños.

- ¡Oh, un Flygon!

Exclamó no muy alto aunque si sorprendido por encontrar a dicho pokémon en un lugar como este, especialmente porque era uno difícil de entrenar desde su etapa de Trapinch y eso decía mucho de su entrenador. De todos modos aquel trío parecía tan perdido como la pareja que formaban Max y Hoku y cinco era ya un buen grupo para desplazarse si todos aplicaban el sentido común.

- Vayamos a saludar.

Propuso a su compañero mientras comenzaba a caminar hacia ellos y apuntando la máquina hacia el cercano lago.

Flygon batió las alas a forma de saludo hacia Max que parecía haberse alegrado de verla. La pokémon se acercó amistosamente hacia Max y sobrevoló su cuerpo sonriente y contenta. Luego regresó junto a su entrenador, Franek. Parecía que se había alegrado de encontrar más humanos en aquel extraño lugar.

Al ver a los dos hombres se sorprendió un poco. Creía que hasta el momento solo ellos estaban perdidos en ese extraño mundo, pero al parecer no era así. Habían otras dos personas, cada uno con sus respectivos compañeros Pokemon. Al ver que Rintaro se ocultaba y Franek parecía estar concentrado en encontrar un camino qué seguir, ella se acercó a los otros dos y los saludó. Oddy, mientras tanto, jugueteaba curioso al rededor de los recién llegados.

- Hola, ¿cómo están? Mi nombre es London, ellos son Rintaro y Franek. Estamos buscando una a ruta a seguir en este lugar. ¿Ustedes tienen alguna idea de a dónde dirigirse?

Aunque las probabilidades eran realmente bajas de que eso sucediera, igual preguntó para descartar.

Asomo un poco su cabeza detrás de su pokemon y miro a los dos desconocidos y se sintió intimidado por el gran hombre calvo y por la seriedad en la cara del otro hombre, aunque por estar acompañado podía soportarlo.

-Ho… hola, ¿ustedes son de este extraño mundo?- tuvo curiosidad por saber si eran nativos de este mundo extraño o si por el contrario eran otros perdidos igual a ellos.

Después de caminar río abajo un buen trecho se descubre que fue una buena opción, civilización, o al menos otras personas, lo que hace a Franek sentirse aliviado de aparentemente tomar una buena decisión, Levantó la mano en respuesta al saludo distante del sujeto más grande, parecía musculoso pero amistoso, y ya cuando Helen se le acerco alegremente al otro sujeto como saludando, Franek pudo bajar la guardia un poco, prefería confiar en la intuición de su compañera, así que pudo saludar relajadamente al otro grupo.

-Mucho gusto, Franek Zarzycki a su servicio-

Se presenta de manera formal ante el nuevo grupo, sonriendo con un gesto que parecía más por cortesía que por la alegría de encontrar más gente, no es que no le alegrase, pero realmente le preocupaba que hubieran más personas que estuvieran igual de perdidos que ellos.

-Me da la impresión de que tampoco son de por aquí. Nosotros venimos de lo que creo es el suroeste y no hay nada. Ustedes, ¿Habrán visto algo que nos diga donde estamos? Nosotros decidimos caminar río abajo y tuvimos la fortuna de encontrarnos. A más grande el grupo, mejor podremos explorar una salida-

Franek habló muy decidido en sus palabras, aunque no estuviera en su jurisdicción quería mantenerse lo más profesional que pudiese; pero aun así no podía evitar acariciar el lomo de su querida Flygon mientras hablaba, aunque eso le restase seriedad a sus palabras.

-La verdad, es que cualquier información sería buena para evitar caminar en círculos o volver al principio. En esa dirección parece estar el mar, si no vienen de la playa, podríamos caminar hacia allá, para comenzar desde un extremo-

Suelta la idea de caminar hacia el Sur, pero sin decidirse todavía, prefiere esperar la respuesta de los nuevos compañeros